(Perdón si puse demasiados enlaces en la pequeña cita entre Minako y Armand, pero era para tener representaciones visuales del momento... que se tuvieron en el anime de los 90's.) Etiqueta: Editor clásico |
(He añadido los dibujos que he terminado hasta ahora... en orden cronológico (tengo otros más, pero los subiré luego). La publicación del siguiente capítulo... vendrá después.) Etiqueta: Editor clásico |
||
Línea 268: | Línea 268: | ||
— ¡Me parece maravilloso, señor! - respondo muy contenta y dibujo una sonrisa en mi rostro. Regresé a ser la niña alegre y extrovertida de antes. |
— ¡Me parece maravilloso, señor! - respondo muy contenta y dibujo una sonrisa en mi rostro. Regresé a ser la niña alegre y extrovertida de antes. |
||
+ | [[Archivo:Stuart Hopkins y Joshua Michaels (Metroid V).png|thumb|200px|Stuart Hopkins (izquierda) y Joshua Michaels (derecha) con sus correspondientes armas.]] |
||
El tiempo que paso con los señores Hopkins y Michaels... es increíble. ¿Qué hicimos? Les conté de mi sueño (me dijeron palabras muy similares a las de mi mamá) y de cómo eran mis padres, y jugamos a que yo era una idol y ellos mi "público". Por su parte, el trato que recibí de ellos fue excelente, como si yo fuera una integrante de sus familias (es exactamente lo que dijeron). En determinado momento, el comandante Hopkins me dice lo siguiente: |
El tiempo que paso con los señores Hopkins y Michaels... es increíble. ¿Qué hicimos? Les conté de mi sueño (me dijeron palabras muy similares a las de mi mamá) y de cómo eran mis padres, y jugamos a que yo era una idol y ellos mi "público". Por su parte, el trato que recibí de ellos fue excelente, como si yo fuera una integrante de sus familias (es exactamente lo que dijeron). En determinado momento, el comandante Hopkins me dice lo siguiente: |
||
Línea 302: | Línea 303: | ||
Así es como una fracción de la tarde, actuando como si yo fuera una idol recitando en un auditorio lleno de gente (¡nadie me quitará ese sueño!) y comiendo la comida que mi mamá guardó en el refrigerador para cuando volviéramos del viaje. El concierto termina, así que cambio de canal. Sintonizo el canal de noticias más importante y expandido de la galaxia, [[SSN]] (siglas de '''S'''idereal '''S'''pace '''N'''ews), por simple y pura curiosidad, resultando ser el noticiero que sintonizaban mis padres, y el presentador (un hombre de especie desconocida para mí, pero es una combinación de humanoide y medusa) habla de su próxima nota. |
Así es como una fracción de la tarde, actuando como si yo fuera una idol recitando en un auditorio lleno de gente (¡nadie me quitará ese sueño!) y comiendo la comida que mi mamá guardó en el refrigerador para cuando volviéramos del viaje. El concierto termina, así que cambio de canal. Sintonizo el canal de noticias más importante y expandido de la galaxia, [[SSN]] (siglas de '''S'''idereal '''S'''pace '''N'''ews), por simple y pura curiosidad, resultando ser el noticiero que sintonizaban mis padres, y el presentador (un hombre de especie desconocida para mí, pero es una combinación de humanoide y medusa) habla de su próxima nota. |
||
− | — Pasando a la siguiente noticia, |
+ | — Pasando a la siguiente noticia, la famosa [[Cazarrecompensas|cazarrecompensas]] Samus Aran salió victoriosa una vez más en una misión considerada imposible por miles. - se muestra una fotografía de Samus, usando su icónico [[Traje Climático|traje de batalla]] de origen [[Chozo]], y apuntando al frente. - Bajo órdenes del gobierno galáctico, viajó al lejano planeta [[Degrade]], en el [[Sistema Beta|sistema Beta]], y rescató a un batallón desaparecido de las Fuerzas Especiales, cuyo [[Nave Otowa de las Fuerzas Especiales|transporte]] se vio fuertemente afectada por factores como tormentas magnéticas. - se muestran imágenes de un planeta helado y nuboso rodeado por increíbles franja de colores. - Desconocemos más detalles, ya que la cazarrecompensas no se detuvo a dar entrevistas. Pero esta misión cumplida se añade a la larga e interminable lista de tareas completadas con éxito por esta famosísima heroína espacial. |
— << ¡Oh! ¡Samus Aran es una mujer fabulosa! ¡Quiero ser como ella! ¡Seré una heroína espacial! ¡La conoceré algún día y seremos muy buenas amigas! >> - me propongo en mi mente. |
— << ¡Oh! ¡Samus Aran es una mujer fabulosa! ¡Quiero ser como ella! ¡Seré una heroína espacial! ¡La conoceré algún día y seremos muy buenas amigas! >> - me propongo en mi mente. |
||
Línea 1676: | Línea 1677: | ||
Y por último, lo más reciente, que sucedió hace unos pocos días. Mi nuevo oficial en jefe, el señor Malkovich, me informó a través de mi brazalete que la [[Policía Federal]] perseguía a un criminal buscado en otro sistema estelar por su relación con una organización dedicada al negocio de la guerra, y que llegó a Venus para esconderse. Se libró una persecución a pie en las calles de Nuevo Londres, donde una policía de cabello castaño, ojos azules y uniforme de color cian corría detrás de otro hombre, quien era el delincuente que me mencionaron. |
Y por último, lo más reciente, que sucedió hace unos pocos días. Mi nuevo oficial en jefe, el señor Malkovich, me informó a través de mi brazalete que la [[Policía Federal]] perseguía a un criminal buscado en otro sistema estelar por su relación con una organización dedicada al negocio de la guerra, y que llegó a Venus para esconderse. Se libró una persecución a pie en las calles de Nuevo Londres, donde una policía de cabello castaño, ojos azules y uniforme de color cian corría detrás de otro hombre, quien era el delincuente que me mencionaron. |
||
− | Pasaron entre la gente, y teniendo frente a él a una pequeña niña (con un color de cabello que recordaba a mi nueva amiga Ami), dibujó una sonrisa siniestra. La pequeña fue tomada como rehén, y amenazó a la oficial con matarla. Grande fue la sorpresa de la oficial y los transeúntes cuando el hombre comenzó a reír como un demente, se envolvió en rayos rosados y reveló [https://static.wikia.nocookie.net/sailormoon/images/4/40/The_London_Youma.jpg/revision/latest?cb=20140914152336 su verdadera forma]. Este no era un sirviente de la Agencia Oscura, por lo que |
+ | Pasaron entre la gente, y teniendo frente a él a una pequeña niña (con un color de cabello que recordaba a mi nueva amiga Ami), dibujó una sonrisa siniestra. La pequeña fue tomada como rehén, y amenazó a la oficial con matarla. Grande fue la sorpresa de la oficial y los transeúntes cuando el hombre comenzó a reír como un demente, se envolvió en rayos rosados y reveló [https://static.wikia.nocookie.net/sailormoon/images/4/40/The_London_Youma.jpg/revision/latest?cb=20140914152336 su verdadera forma]. Este no era un sirviente de la Agencia Oscura, por lo que podía someterlo con total libertad. |
Yo miraba lo acontecido en la azotea de un edificio cercano. Traía puesto mi [https://static.wikia.nocookie.net/sailormoon/images/0/0f/Minako_Season_III.png/revision/latest?cb=20170203084136 uniforme escolar] porque partí a atender el llamado inmediatamente saliendo de la escuela. Esta era mi oportunidad para castigar a aquellos que no fueran agentes oscuros o piratas (no he conseguido el dinero suficiente para comprar una nave espacial propia. Me falta muchísimo por ganar, pero me concentraré en cumplir dicha meta). Observando el momento, mi IA Artemis se comunica conmigo en mi brazalete. |
Yo miraba lo acontecido en la azotea de un edificio cercano. Traía puesto mi [https://static.wikia.nocookie.net/sailormoon/images/0/0f/Minako_Season_III.png/revision/latest?cb=20170203084136 uniforme escolar] porque partí a atender el llamado inmediatamente saliendo de la escuela. Esta era mi oportunidad para castigar a aquellos que no fueran agentes oscuros o piratas (no he conseguido el dinero suficiente para comprar una nave espacial propia. Me falta muchísimo por ganar, pero me concentraré en cumplir dicha meta). Observando el momento, mi IA Artemis se comunica conmigo en mi brazalete. |
||
Línea 1720: | Línea 1721: | ||
Llegamos a la actualidad. Como dije, han pasado tres semanas cargadas de eventos. Como es la costumbre, el comandante Hopkins y el señor Michaels me visitaron (últimamente prueban a llamarme a distancia para "sentirse más presentes"). Comentaron que... nuestro jefe, el comandante Malkovich (soné como Artemis), me enviaría a mi primera misión fuera del sistema solar, y tenía la intención de presentarme a dos cazarrecompensas que serían mis acompañantes. Sobre qué son, me dieron la pista de que son alienígenas. ¿Quiénes serán? |
Llegamos a la actualidad. Como dije, han pasado tres semanas cargadas de eventos. Como es la costumbre, el comandante Hopkins y el señor Michaels me visitaron (últimamente prueban a llamarme a distancia para "sentirse más presentes"). Comentaron que... nuestro jefe, el comandante Malkovich (soné como Artemis), me enviaría a mi primera misión fuera del sistema solar, y tenía la intención de presentarme a dos cazarrecompensas que serían mis acompañantes. Sobre qué son, me dieron la pista de que son alienígenas. ¿Quiénes serán? |
||
+ | [[Archivo:Minako Aino (traje ajustable) (Metroid V).png|thumb|200px|Minako con su traje ajustable.]] |
||
Como esta sería una misión que tomaría lugar en otra región del espacio que no era Venus (así me doy un pequeño respiro de la Agencia Oscura), me vi en la obligación de estrenar un traje que mis mentores trajeron, conseguido por Ami Mizuno y con diseño personalizado: un traje ajustado, pegado al cuerpo, cuyos únicos colores son el naranja y blanco. Lo usaré bajo mi armadura y no tiene peso alguno (esta clase de trajes es usada por los humanos para su uso en ambientes espaciales). No presumiré mi cuerpo si no es en una pasarela o concurso de belleza. Las cosas como son. |
Como esta sería una misión que tomaría lugar en otra región del espacio que no era Venus (así me doy un pequeño respiro de la Agencia Oscura), me vi en la obligación de estrenar un traje que mis mentores trajeron, conseguido por Ami Mizuno y con diseño personalizado: un traje ajustado, pegado al cuerpo, cuyos únicos colores son el naranja y blanco. Lo usaré bajo mi armadura y no tiene peso alguno (esta clase de trajes es usada por los humanos para su uso en ambientes espaciales). No presumiré mi cuerpo si no es en una pasarela o concurso de belleza. Las cosas como son. |
||
El último detalle que me revelaron es la posibilidad de que tarde varios días en regresar. Me preocupé, no por mí, sino por mi gato Artemis. No quería abandonarlo ni hacerlo sentir que lo abandoné, así que llamé a mi amiga Hikaru y le encargué que lo cuide en mi ausencia. |
El último detalle que me revelaron es la posibilidad de que tarde varios días en regresar. Me preocupé, no por mí, sino por mi gato Artemis. No quería abandonarlo ni hacerlo sentir que lo abandoné, así que llamé a mi amiga Hikaru y le encargué que lo cuide en mi ausencia. |
||
+ | [[Archivo:Minako Aino (Sailor V) (Metroid V).png|thumb|left|200px|Minako como Sailor V y su brazalete (y Artemis como extra).]] |
||
Viajamos en el cuartel general (y usando el traje de batalla, que no quiero que todo el mundo pose su mirada en mí por traer ropa ajustadísima. Hay morbosos y pervertidos rondando), acompañé a mis tutores no al despacho del... jefe, sino a la misma donde me dieran mi primer informe de misión. Ellos me dicen que tengo que entrar yo sola, que ya no necesito de su presencia. Eso me extraño, ya que pensé que ya no me visitarían, pero me justifican que no requeriré de su ayuda en esta misión que tendré. Con la duda aclarada, entro y veo al comandante Malkovich en el interior de la habitación. |
Viajamos en el cuartel general (y usando el traje de batalla, que no quiero que todo el mundo pose su mirada en mí por traer ropa ajustadísima. Hay morbosos y pervertidos rondando), acompañé a mis tutores no al despacho del... jefe, sino a la misma donde me dieran mi primer informe de misión. Ellos me dicen que tengo que entrar yo sola, que ya no necesito de su presencia. Eso me extraño, ya que pensé que ya no me visitarían, pero me justifican que no requeriré de su ayuda en esta misión que tendré. Con la duda aclarada, entro y veo al comandante Malkovich en el interior de la habitación. |
||
Línea 1734: | Línea 1737: | ||
Los contacta, y afirman que se encuentran en la cafetería, pero que vienen en camino. Llegan al cabo de unos minutos. Cuando entran por la puerta, me impresiono al saber que... me superan con creces en estatura. Los describo. |
Los contacta, y afirman que se encuentran en la cafetería, pero que vienen en camino. Llegan al cabo de unos minutos. Cuando entran por la puerta, me impresiono al saber que... me superan con creces en estatura. Los describo. |
||
− | Uno de ellos, masculino, posee complexión musculosa, piel rojiza, cuatro brazos y portando un equipo de protección |
+ | Uno de ellos, masculino, posee complexión musculosa, piel rojiza, cuatro brazos y portando un equipo de protección de tonalidad dorada que cubre su torso, e incluye un casco con cristal azul, braceras, perneras y cuatro pistolas en sus respectivas fundas atadas a sus piernas, un pantalón negro, y anda... descalzo, enseñando sus pies de dos dedos (en general, me dio la impresión de ser un jugador de fútbol americano). Como último dato, mide 2.15 metros. Por otro lado, el otro personale, femenino, porta una armadura de un tono amarillo cromado, con partes cafés y grises, luces naranjas, un casco con visor redondo, y lo que salta a la vista es un cañón café en su brazo derecho. Su estatura es de 2.01 metros. |
+ | |||
⚫ | El detalle extra es que se quitaron sus cascos y por tanto, muestran sus rostros. La cabeza de Ramko es de forma algo cuadrada, con sus dos ojos anaranjados con iris rojas y cabello oscuro y punteado; la de Zampda es más redonda, y su piel de color marrón grisáceo, con ojos azules (sin asemejarse a los míos). También tiene cabello oscuro, pero es corto, casi llegándole a los hombros (de manera similar a Ami). Los dos comparten nariz y orejas diferentes a las humanas (más Ramko. El rostro de Zampda es el más "humano" de los dos). |
||
— Gracias por llamarnos aquí, comandante. Veníamos de una situación incómoda. ¡La comida de la cafetería no ayudó a reducir la carga! Los humanos consumen cosas raras. - dice el poseedor de cuatro brazos, primero sonando aliviado y cambiando a despreocupado. |
— Gracias por llamarnos aquí, comandante. Veníamos de una situación incómoda. ¡La comida de la cafetería no ayudó a reducir la carga! Los humanos consumen cosas raras. - dice el poseedor de cuatro brazos, primero sonando aliviado y cambiando a despreocupado. |
||
Línea 1742: | Línea 1747: | ||
— Así es. Minako, ellos son Zampda Kepptra y Ramko Semdri. Te harán compañía en esta nueva misión. - los presenta conmigo. |
— Así es. Minako, ellos son Zampda Kepptra y Ramko Semdri. Te harán compañía en esta nueva misión. - los presenta conmigo. |
||
+ | [[Archivo:Zampda Kepptra y Ramko Semdri (Metroid V).png|thumb|200px|Zampda Kepptra y Ramko Semdri (sufrieron un "rediseño canónico" para que se vieran mejor que en ''A New Story''.]] |
||
Escaneo a ambos para conocer más datos (concluí que mi aprendizaje... es mayor con el escáner que en la escuela). Zampda Kepptra proviene de un planeta troyano (es decir, que comparte órbita con otro) que gira alrededor de la estrella más pequeña del sistema estelar binario de Aldebarán.. Ramko Semdri es nativo de Tauria, un planeta con condiciones extremas para los humanos (entre las cuales destaca su paisaje en exceso accidentado y su presión atmosférica, que supera el límite para los humanos). Ambos contaban con una gran fuerza, pero por factores variados: Zampda tiene fuerza sobrehumana gracias a un "sistema de superfuerza" en su puño izquierdo, mientras que Ramko la posee de forma natural. Los Taurianos son de las especies naturalmente más fuertes de la Federación, y son llamados para realizar trabajos pesados que otras especies no pueden. |
Escaneo a ambos para conocer más datos (concluí que mi aprendizaje... es mayor con el escáner que en la escuela). Zampda Kepptra proviene de un planeta troyano (es decir, que comparte órbita con otro) que gira alrededor de la estrella más pequeña del sistema estelar binario de Aldebarán.. Ramko Semdri es nativo de Tauria, un planeta con condiciones extremas para los humanos (entre las cuales destaca su paisaje en exceso accidentado y su presión atmosférica, que supera el límite para los humanos). Ambos contaban con una gran fuerza, pero por factores variados: Zampda tiene fuerza sobrehumana gracias a un "sistema de superfuerza" en su puño izquierdo, mientras que Ramko la posee de forma natural. Los Taurianos son de las especies naturalmente más fuertes de la Federación, y son llamados para realizar trabajos pesados que otras especies no pueden. |
||
Línea 1770: | Línea 1776: | ||
— Guau... Creo que ni el antiguo Marte se parecía a esto. - comenté. |
— Guau... Creo que ni el antiguo Marte se parecía a esto. - comenté. |
||
− | — Es todo lo contrario: el doble de grande que la Tierra y más caliente. Ustedes tres cuentan con la protección necesaria para estar ahí, y su |
+ | — Es todo lo contrario: el doble de grande que la Tierra y más caliente. Ustedes tres cuentan con la protección necesaria para estar ahí, y su equipamiento les permitirá adentrarse en la base pirata sin dificultades y obtener información. - dice el comandante. |
— Hacer esto será un juego de niños. Confíe en nosotros, señor. - expresa Ramko con toda la confianza del universo. |
— Hacer esto será un juego de niños. Confíe en nosotros, señor. - expresa Ramko con toda la confianza del universo. |
||
Línea 2116: | Línea 2122: | ||
— Sí, allí vivo. Llévenme y les mostraré cómo es mi casa. |
— Sí, allí vivo. Llévenme y les mostraré cómo es mi casa. |
||
⚫ | |||
− | + | Recuerdo que ellos me enseñaron sus rostros, por lo que me motivo a realizar el mismo gesto. Desmaterializo mi casco y les enseño mi apariencia. |
|
— Esta es la segunda ocasión que te veo así. - se limita a decir Ramko. |
— Esta es la segunda ocasión que te veo así. - se limita a decir Ramko. |
Revisión del 04:55 17 oct 2021
¡Hooooola a todos! Después de más de un año de haber terminado mi último blog, traigo éste nuevo para un nuevo fan fic.
Antes que nada, aclararé una cosa: estoy consciente de que escribir una historia "a las carreras" (como hice en el pasado) puede acarrear varios problemas, tanto narrativos como arguentales. Es por esta razón que aquí iré más despacio y escribí los blocs con tiempo de anticipación, y publicaré cada 5-7 días para que tengan tiempo de "digerir" qué está pasando.
Por último: ¿la razón del nombre? Porque es una combinación de "Metroid" y "Sailor V". Sí, bueno... Sigo pensando que no me salió muy bien la jugada.
Sin más que agregar, disfruten de esta historia (que, al igual que las anteriormente redactadas, mezcla elementos como personajes y lugares de Metroid y Sailor Moon de una forma... peculiar. Venga, hasta yo lo reconozco), que sirve como spin-off y precuela a todo el desmadre de Metroid: A New Story (con la que habrá conexiones y enlaces en algunos eventos), y que se enfoca y es protagonizada por la (en este universo rarito. Ja, ja) cazarrecompensas "Sailor V", mejor conocida por su nombre real: Minako Aino. ¡Eeeeeempecemos!
Arco 1: Sailor V
Prólogo
|
---|
Introducción a la narración |
¡Hola, querido lector! Mi nombre es Minako Aino. Estoy aquí porque... quiero contarte la historia de mi vida, y siento ganas de hacerlo de una manera más profunda, íntima y privada. Aquí conocerás muchas cosas que giran en torno a mí, como mi triste pasado, mi primer encuentro con varios amigos y enemigos y cómo los conocí, mis orígenes como la cazadora "Sailor V", entre otros, junto a ciertos detalles desconocidos para muchos y muy personales para mí. Bien dicen que cada persona vive su propia experiencia, su propia historia, y yo no soy la excepción a dicha regla. En lo personal, siento que... si contara absolutamente todo lo que me pasó, llenaría un libro completo. Todo objeto y criatura en este universo, naturalmente, tiene un principio que debe ser descubierto y explorado. Yo soy una chica muy extrovertida, una "estrella que despide una luz muy brillante", y tengo tantas cosas que deseo compartir contigo. Narraré detalles que, tal cual lo expliqué arriba, pueden ser atraer tu interés. Ya no quiero perder más el tiempo, debido a la "avalancha" de información que quiero decirte (y debido al hecho de que a nadie le gusta esperar, incluyéndome), así que... espero que mi historia sea de tu agrado. Siéntate y tómate la molestia de leer lo que yo, Minako Aino, anhela explayar con alguien. Sin más que decir, ¡demos inicio con mi lindo relato! |
Capítulo 1
|
---|
El inicio |
Empezaré como es debido. Todo inició con mi nacimiento en un año cualquiera del calendario cósmico, en un hospital particular de Nuevo Londres, ciudad ubicada en la altiplanicie "Aphrodite Terra" del terraformado planeta Venus (esto ocurrió en la fecha marcada "22 de octubre" en la Tierra, mi... "cumpleaños terrestre"), producto de la relación entre una mujer y un hombre humanos llamados Misato y Satoru Aino (Nota: Nombres puestos por el autor. Oficialmente se desconoce cómo se llaman). Al momento de ponerme un nombre, ambos se pusieron de acuerdo y llegaron a la conclusión de que me llamaría "Minako" por ser "una niña muy bella". ¿Cómo son mis padres? Mi papá, Satoru Aino, tiene cabello oscuro, ojos de iris oscuras (pero sin ser totalmente negras) y anteojos. Trabaja como asalariado en una empresa importante: Exelion Star Corporation. Mi mamá, Misato Aino, tiene cabello de color fucsia (es obvio que se lo ha teñido) acomodado en una cola de caballo, y sus ojos son azules. ¿Cómo soy yo? Soy caucásica, rubia y de ojos azules. Mis colores favoritos son el rojo, naranja y amarillo (aunque también se asoma el azul). En cuanto a personalidad, me describen como "una niña alegre y muy extrovertida, con un gran gusto por la música" (esto último gracias a mi mamá, quien sintoniza con frecuencia el canal de música en la televisión universal). Mi mayor ídolo es la recién conocida ginoide Ginebra "Ginny" Harrison (que... se vio envuelta en algunas polémicas, pero eso no me importa. Yo la adoro y es lo que cuenta). Me he ilusionado tanto que desde ya sueño con ser una cantante de talla galáctica algún día, una "idol". Al contarle esto a mis padres, ellos me dicen que "si actúo con dedicación y esfuerzo, en algunos años podré llegar a convertirme en alguien como ella". Eso me llena de ilusión, ya que siento su completo apoyo hacia mí, y me siento muy querida. Sin embargo, también tienen su lado negativo. Mis primeros cinco años de vida en Venus transcurren de lo más normal. Vivo como una niña normal, en el seno de una familia amorosa y cariñosa (¿y cómo no serían cariñosos conmigo si soy hija única?). Un día como cualquier otro, llega la hora de realizar un viaje familiar a lo largo del espacio, que desembocará en un planeta relativamente cercano (en términos astronómicos), a casi once años luz de Venus: Ross 128 b. Salgo junto a mis padres y muchas otras personas del sistema solar en una enorme caravana compuesta por decenas de naves espaciales. Cada familia viaja en una nave diferente. Preguntando por curiosidad, mi madre me informa que las naves se llaman "Mauretania", y son sucesoras de otro tipo de nave utilizada en viajes interplanetarios, siendo que las Mauretania son empleadas en viajes interestelares, sin depender de una espaciosa y molesta propulsora que puede sobrecalentarse en cualquier momento y cuentan con añadidos extra, como cápsulas de escape en las que se programa el destino en casos urgentes. En lo que a mí respecta, estoy muy emocionada por visitar y conocer otros mundos que no sean mi natal Venus. Claro que extrañaría mi planeta de origen, puesto que nunca salí de él, pero también sentía ganas de explorar otras regiones del universo y la galaxia (los humanos siempre hemos sido curiosos. Está en nuestra naturaleza). Fue por esto que decidieron llevarme, además de que se los pedí con toda el alma, y accedieron a mi pedido. La ropa que utilizo es un vestido naranja de tirantes con rayas azules, y con zapatillas rojas como calzado. Cuando nos alejamos de Venus, no pude evitar sentirme acongojada por salir de allí, donde nací y me crié. Al mismo tiempo, me asombré al verlo desde nuestra posición en el espacio, este tenía la forma... de una luna creciente. — Ooooh... - suelto, asombrada. — ¿Estás bien, Minako? - me pregunta mi mamá, sentada a mi derecha. — Sí, mamá, estoy bien. - no despego la mirada del cristal por un solo instante. - ¿Cuándo regresaremos? — Dentro de tres semanas, el equivalente a dos años del planeta al que iremos. — ¿Dos años? ¿Cómo que dos años? — Mira bien. No pierdas el detalle. - activa el fichero que muestra datos del planeta destino, que incluye una imagen del mismo. - Aquí dice que los años del planeta a donde nos dirigimos tienen una duración que sólo llega a los diez días, por lo que podría decirse que... "viviremos dos años" allá. - me aclara, y activa el reproductor de música en el tablero de control para poner las canciones que me gustan, del género pop y cantadas por la androide cantante que mencioné. Dije que mi vida familiar tiene su lado negativo, y aquí describiré el porqué. Mi papá trabaja en la compañía Exelion, pero... por más que me duela decirlo en público... él es patético. Suele actuar de manera infantil al verse superado por el estrés. Mi mamá se averguenza de él, y me dice directamente no desea verme convertida en una mujer igual de tonta e inútil que él, razón por la que me motiva a estudiar... a su estilo. Y ella... se preocupará por mí, pero llega a ser demasiado severa y estricta, y en ocasiones llega a gritarme cuando digo que yo no voy a estudiar. Quiere ingresarme en la academia más prestigiada de la galaxia, la academia de la Federación Galáctica, pero dice que es imposible debido al "salario tan desastroso de mi papá" (pero lo suficientemente estable para que los tres vivamos cómodamente). Lo que diré sonará muy mal, pero... mi mamá no me agrada por momentos. Hay días donde lo que más escucho son sus gritos y regaños, ¡y eso me disgusta! Ahora mismo no se muestra lo que mencioné, pero... me ha pasado antes. Perdóname, pero necesitaba soltarlo. Continuemos con la historia. Fuera del sistema solar, en el espacio más allá de la barrera natural de cometas que orbitan al Sol, no se destaca nada interesante (más allá del paso por la Tierra o los acercamientos a los planetas gigantes del sistema). Me limito a escuchar las conversaciones de mi papá con los demás integrantes de la caravana, de quienes no conoce ni un detalle (mi mamá se sorprende de que mi papá conduzca una nave espacial, pues, en sus palabras, "pese a trabajar en una empresa de robótica, en su vida ha tocado una. Es frecuente que se enrede con los cables eléctricos"). Hicimos un par de paradas en el sistema de Alfa Centauri, siendo exactamente los planetas Próxima Centauri b y Terranova (o Alfa Centauri Ab). Luego de despegar de este último mundo, las siguientes paradas programadas antes de llegar a nuestro destino eran los planetas de las estrellas cercanas. Ya había visto imágenes de cada parada antes de salir de mi hogar, y quería conocer todos esos lugares con todas mis fuerzas. — De acuerdo, parece que no habrá ningún problema. Si no hay inconvenientes en las paradas, llegaremos al destino final en menos de una semana. - comenta mi papá, viendo algunos datos. — Oye, mamá, cuando sea más grande, ¿crees que pueda trascender? ¿Convertirme en alguien importante? — ¿Conoces a una mujer llamada Samus Aran? — Sí, oí de ella. El conductor del noticiero que papá y tú sintonizan a diario la mencionó diciendo que "destruyó una base enemiga en solitario con todas las armas biológicas que albergaba". Dicen que ella es una mujer de voluntad fuerte. Si es cierto, yo quiero seguir su ejemplo. — En tal caso yo deseo que, cuando crezcas, seas una chica fuerte que luche por lo que quiere y no se deje doblegar por nadie, justo como ella. Para que no termines como el incompetente de tu padre... - mira de reojo a mi papá. A punto de abandonar Alfa Centauri, la tranquilidad se esfuma cuando recibimos un ataque sorpresa por parte de una flotilla de naves enemigas que aparecen de la nada. La flotilla se compone en su totalidad de naves de diseño peculiar y que nunca había visto: forma de renacuajo, color verde, una "cola" que se mueve al volar, alerones y el emblema de un dragón en su parte superior. — Mamá, ¿qué son esas cosas? - pregunto sobre las "naves renacuajo" que atacaron una nave delantera con láseres rojos. — ¡Maldición! ¡Son Piratas espaciales! - mi papá se pone nervioso. - ¡Estamos fritos! ¡No poseemos métodos de ataque o defensa! ¡Estas naves no fueron diseñadas para el combate! La forma en que se expresa (y que una nave compañera explotara frente a mis ojos por obra de los ataques) provoca temor en mí. ¿Qué son los piratas espaciales? ¿Por qué nos atacan? ¿Qué quieren de nosotros? — Mamá, ¿qué son los "piratas espaciales"? - pregunto con miedo. — ¡Son quienes construyeron la base destruida por Samus Aran! ¡Tendremos aprietos mayores si usan esas armas biológicas que suelen utilizar! - y vemos cómo las naves de los piratas disparan láseres rojos contra otra nave compañera. - ¡Oh, no! ¡Yo te protegeré, Minako! - mi mamá se levanta de su asiento y me abraza muy fuerte. — Mamá, tengo mucho miedo. - comento mientras yo también la abrazo. — No te preocupes. Yo estoy contigo. No te pasará nada. Las cosas sólo empeoran cuando observamos cómo las demás naves de la caravana son abordadas violentamente por los invasores. — ¡¿Alguien puede recibirme?! ¡Necesitamos ayuda cuanto antes! ¡Estamos bajo ataque por parte de los piratas espaciales! - mi papá envía una señal de socorro utilizando la consola de comunicaciones y esperando desesperadamente que alguien la reciba. Nos llega el turno de recibir abordaje no deseado. Mi papá bloquea la puerta con el fichero de control, pero es inútil porque los agresores se estrellaron a un lado de la cabina, salieron rápidamente y detuvieron el cierre con sus... pinzas. Entran a la cabina y los veo por primera vez: humanoides, las mismas pinzas en lugar de manos, piel morada con partes verdes, cabeza afilada con tres enormes ojos azules. Me asusto muchísimo al ver que estos extraterrestres me separan de mi mamá a la fuerza, a ella la tiran hacia un lado y vienen directo por mí. Yo... me aterrorizo como nunca. — ¡Eres una humana muy pequeña! ¡Morirás por ello! - dice uno de ellos. — ¡No tocarán a mi bella hija, cangrejos del demonio! - mi papá se interpone entre ellos y yo, pero uno lo golpea con una de sus tenazas y lo tiran al piso también, y seguidamente revela un cañón dentro de esta. — ¡Papá! - me asusto. — Bueno, al menos lo intentó. - dice mi mamá, se levanta, se acerca al tablero de control y oprime un botón. — PELIGRO: EL GEL FUEL EN LOS MOTORES HA ENTRADO EN UN PROCESO DE SOBRECALENTAMIENTO. LA DETONACIÓN OCURRIRÁ DENTRO DE UN MINUTO. VAYAN A LAS CÁPSULAS DE ESCAPE INMEDIATAMENTE. - recita la voz digitalizada del tablero. Mis padres (pues mi papá se reincorporó... tras tropezarse y caer, provocando que los piratas espaciales se burlaran de él) deciden cargarme y llevarme a la sección trasera de la nave, donde están las vainas de escape, para colocarme en una. Observo todo lo ocurrído, y me limito a consternare y aterrarme todavía más. Yo estaría a salvo, ¿pero qué pasará con ellos? — ¡Mamá, papá, ¿qué hacen?! - pregunto con el miedo dominándome. — Minako, sólo queremos que sepas que te amamos. - dice mi mamá con mucha tristeza, dándome una foto familiar que ella llevaba guardada en su blusa. La miré por un instante. - Perdóname por todos los gritos y regaños que te impartí. Entiende que... sólo quería lo mejor para ti. — Mamá, ¿qué significa esto? — Hija, aunque no nos guste nada, es momento de decir adiós. Nunca lo olvides: siempre estaremos contigo. Nuestra familia seguirá unida espiritualmente. Cuídate mucho. Te queremos. - mi papá suena igual que ella, y usa una palanca para separar mi cápsula del resto de la nave. Me levanto dentro de la cápsula, apoyo mis manos en el cristal y la última imagen que veo de ellos es una expresión de dolor y tristeza en sus caras mientras se abrazan y se despiden de mí. — ¡Nooooo! ¡Mamá! ¡Papá! - exclamo, gritando con todo mi ser, y con la foto en mano. Cuando me encuentro a una distancia considerable, presencio la aparición de un breve destello de luz. Es la explosión de la nave, que no dejó nada tras de sí más que basura espacial. Por fortuna, mi cápsula de escape es demasiado rápido (aunque no tanto como el vehículo donde estaba acoplada), por lo que quedo fuera de peligro. Pero por el otro lado..., se me rompió el corazón... por perder a mis padres. No quería aceptarlo de ninguna manera. Unos alienígenas hostiles (y que me odiaron sin otro motivo justificable que no fuera "ser una humana muy pequeña")... me separaron de mi única familia. — Mamá... Papá... - dije por última vez, muy triste, antes de darme la vuelta. Antes de girarme, observo que la ayuda solicitada por mi papá (conformada por cazas de combate y más naves militares) llega y empieza a enfrentar y perseguir a los piratas hasta que todos se pierden de vista en la inmensidad del espacio. Sin embargo, llegaron demasiado tarde. No deseo continuar mirando en esa dirección. Quedé... en la orfandad. Me siento devastada y abandonada. Junto mis pequeñas piernas, las abrazo y empiezo a llorar en silencio. En algunas ocasiones, me la pasaba recordando a mis padres observando fotografía que ahora tenía en mi posesión, lo único... que me queda de ellos. El viaje sigue su curso. El tiempo que me tomará llegar a Venus es de cuatro días, así que entro a la cámara de animación suspendida para despertar al momento en que llegue. En un momento indeterminado, cuando estoy dormida criogénicamente, mi travesía toma un giro inesperado cuando la cápsula de escape es interceptada y recogida por una nave espacial igual a las que acompañaban a los cazas con ayuda de un brazo mecánico. Un rato después, escucho voces desconocidas. — Listo. El proceso de animación suspendida fue cancelado. La niña se encuentra en perfectas condiciones. — ¿Pero cómo es posible? ¿Una niña tan pequeña? ¡Esto es inaudito! — Lo sé, señor, pero... ¡Mire, está reaccionando! Abro los ojos, sólo para darme cuenta de que estaba rodeada de desconocidos. Me lleno de miedo al instante y mi reacción es cubrirme la cara con mis manos para tratar de sentirme protegida, pero todo el temor se disipa al momento en que uno de ellos me dirige la palabra. — Descuida, pequeña, no te haremos ningún daño. - habla con bastante gentileza. Estar abordo de una nave no implique que no estén armados, por lo que no me tranquilizo ni un poco. El mismo soldado que me habló ofrece su mano para ayudarme a salir de la cápsula (que ellos abrieron externamente). Acepto su gesto y me pongo de pie con completa libertad, sin tener que preocuparme por el espacio reducido. No tenía ni idea de mi ubicación, así que aún me sentía insegura. — No te preocupes, niña. Siéntete segura con nosotros. - oprime un botón en su casco y revela su rostro. Es un hombre de +40 años, con varias arrugas y ojos verdes. - Me llamo Stuart Hopkins, comandante y líder de la unidad número 23 del ejército de la Federación Galáctica. - se presenta ante mí aquel hombre generoso. Miro al resto de soldados, quienes me saludan por cortesía, y yo... respondo tímidamente, cubriéndome la boca con una mano y respondiendo con la otra. Se nota en mí una mirada de miedo y tristeza, lo que llama la atención del comandante. — ¿Qué ocurre, jovencita? — D-discúlpeme, señor, pero... estoy muy asustada. - respondo. — Señores, ¿alguien me da una mano? - pregunta a los demás. — Yo, señor. Aprendí mucho con mi hija. - responde uno de ellos, se levanta de su asiento, acerca a mí y pone de rodillas. - Relájate, pequeña. Todo estará bien. - también revela su rostro oprimiendo un botón de su casco, y lo resaltante son sus ojos azules, como los míos, pero más brillantes. - Yo soy Joshua Michaels, y seré tu nuevo amigo. Al igual que el señor Stuart Hopkins, él inspira confianza, y me expreso más abiertamente. Poco a poco quito mi mirada de tristeza e incluso le doy mi mano, ya que me la pidió. Aquí es donde sale a relucir que es un padre de familia (y muy competente), supo cómo tratarme. — Por cierto, ¿qué es esto que tienes aquí? - otro soldado revisa el interior de mi cápsula y... ¡encuentra mi foto! — Quintanilla, no tomes lo que no es tuyo. - el señor Hopkins lo identifica como "Quintanilla" y le recrimina. Mis ojos se abren, mi corazón se acelera y me altero a causa de la sorpresa. ¡Tiene en sus manos el único recuerdo que conservo de mis padres! — ¿Quiénes son estas personas que están aquí? Veamos... - dice. La ansiedad se apodera de mí cuando inspecciona detenenidamente la fotografía, así que me separo del señor Michaels y corro hasta él, pues mi cabeza se inundó del pensamiento de que podría romperla por accidente, y no queria que eso pasara. — ¡No la toque! - grito, llena de tristeza, y se la arrebato como puedo. - Por favor, no la rompa. Es... un objeto irremplazable... y no quiero perderlo. La aprecio una vez más, reviviendo esos instantes de terror y angustia por quedarme sola... y por aquella despedida tan cruel. Una lágrima brota de mi ojo izquierdo, y unos segundos después, delante de todos (sin importarme qué opinaran), abrazo la foto y comienzo a llorar. Ellos no conocen lo que me pasó, motivo por el mi reacción tan inesperada les sorprende. — Juro que... no era mi intención provocar esto. - el "responsable" se disculpa. El comandante se aproxima para preguntarme... — ¿Te sientes bien, pequeña? - y yo, con los ojos llenos de lágrimas, respondo negativamente con la cabeza. - ¿Me permites esa fotografía, por favor? Dices que es un objeto irremplazable, por lo que me aseguraré de no maltratarla. - la pide con mucho respeto. Se la entrego llena de dudas Él la ve y descubre que tengo (tenía) familia, siendo su duda más clara el dónde están. — Pequeña, ¿ellos son tus padres? - me pregunta. — S-sí, señor. Son ellos. — ¿Qué les pasó? ¿Por qué no te acompañan? — Mi mamá y mi papá... ya no... ya no... Bajo mi cabeza para seguir llorando, y llego a mojar el vestido que uso con mis lágrimas. — Mi mamá y mi papá... ya no se encuentran con vida. Ellos murieron... y me pusieron a salvo antes de desaparecer. - finalizo mi frase. — ¿Qué? - el comandante Hopkins se sorprende por mi respuesta y se conmueve por mi estado de ánimo, y habla con su unidad. - Señores, algo malo le ocurrió a esta infante antes de encontrarnos con ella, y seremos los encargados de hacerla sentir mejor. Sin que yo lo viera venir, él me carga en brazos y hacemos contacto visual. Ese contraste de colores (el azul de mis ojos contra el verde de los suyos) y su mirada tan... tranquila me hacen parar. — Si quieres desahogarte, hazlo. Una niña no tiene por qué guardarse lo que siente. - me habla. - Por cierto, ¿te han dicho que eres una niña muy bonita? De algún modo me recuerdas a mi sobrina cuando tenía siete años. - agita mi cabello con una de sus manos. - Iremos a dejarte a tu casa, ¿te parece bien? - propone, y asiento levemente. - De acuerdo, ¿puedes decirnos de qué planeta vienes? Como ellos no saben mi lugar de procedencia, les informo que soy una niña originaria de Venus (uno de ellos afirmó, en forma de broma, que yo en realidad era del norte de Europa o una... "Nurdia del planeta Utopía". ¿Qué es un "Nurdio"? ¿Y qué es el planeta "Utopía"?). Ellos aceptan y el piloto de la nave militar pone rumbo al sistema solar. A partir de allí, en todo el camino estuve conversando con los hombres que me inspiraron mayor confianza y... me trataron muy bien. Durante el trayecto de la ruta de viaje hacia Venus, el comandante me presenta al resto de la unidad, siendo diez hombres en total contándolo a él y a Joshua Michaels. Los nombres de los soldados restantes son: Rodrigo Quintanilla, Federico Garza, Abdul Hasfún, Marco Antonio Guerra, Benedict Marcus, André Bourdeu, Johnathan Pucket y Edward Benson. Me informa que todos se graduaron de la academia de la Federación Galáctica en el planeta Daiban (la misma a donde mi mamá quería inscribirme si no fuera por el salario de mi papá), cada uno en una ocupación diferente. Por unos momentos, dejé mi tristeza a un lado y me puse a charlar amenamente con ellos. Me inspiraron una rápida confianza. Un tiempo indeterminado más tarde, llegamos al planeta Venus. La calle es lo bastante grande para que la nave que me recogió aterrizace sin dificultades. El comandante Hopkins se ofrece a bajar conmigo, y toma mi mano para que caminemos juntos. — Dime, pequeña, ¿cómo te llamas? - me pregunta con toda la amabilidad del mundo (pues nunca se lo comenté en el camino), al mismo tiempo que entramos a mi casa. Es realmente un hombre considerado. — Me llamo... Minako. Minako Aino, señor. - respondo, con la mirada puesta en el suelo. — "Minako... Aino"... Qué bonito nombre tienes. Y dime, Minako, ¿qué ocurrió con tus padres? ¿Cómo murieron? ¿Y por qué viajabas sola en una cápsula de escape en medio de la nada? Parecías la sobreviviente de un naufragio. — M-mis padres... fueron asesinados por los piratas espaciales. - indico, y mi voz se entrecorta. — ¡¿Qué?! ¿Por qué no nos dijiste? ¡Esos desgraciados hijos de puta siempre tienen que meter su nariz donde nadie los llama! ¡Son de lo peor! Joshua Michaels llega corriendo a la entrada de mi casa para informar de algo ocurrido en otra región del universo. — ¡Comandante Hopkins, recibimos un informe del escuadrón Horcon de la primera flota! ¡Dicen que capturaron a un grupo de piratas espaciales de la clase Zebesiana! — ¿Y dónde se efectuó la captura, soldado? — En el sistema estelar Barnard. La persecución inició en Alfa Centauri, luego de que recibieran la llamada de auxilio proveniente de una caravana espacial. Les tomó cinco horas capturarlos, y al tiempo de interrogarlos, los piratas revelaron creer que era una caravana de naves de transporte de afloraltita o gel guel, y que el único que faltó por atrapar es su líder, quien aparentemente consiguió darse a la fuga y fue quien ordenó el ataque. Al escuchar ese nombre y los detalles al por mayor, regreso a llorar. Me alejo del señor Hopkins, entro en la sala y me arrojo al sillón (de tamaño muy amplio, tanto que cinco personas pueden sentarse sin problema, y sobra espacio). — ¿Qué pasa, Minako? - me pregunta. — Yo... perdí a mi mamá y a mi papá... en Alfa Centauri, comandante Hopkins. Yo... estaba en esa caravana... y fui la única que sobrevivió. - revelo. El comandante se sienta a mi lado, y antes de que haga nada, me aferro a él y lo abrazo (Michaels permaneció en la puerta de la sala, mirando). — Ahora... sé lo que tengo que hacer. - comenta. Recordé... el último gesto de ese tipo que recibí de mis padres previo a su muerte, cuando los piratas espaciales atacaron la caravana y nos separaron. Un abrazo... es lo que realmente necesitaba. El comandante logra hacerme sentir mejor. Comparándolo con cómo eran mi mamá (estricta y gritona) y mi papá (patético e infantil), el comandante Hopkins es mejor persona. Es muy amable y compasivo. No me grita, ni me ordena autoritariamente qué hacer a continuación, ni me provoca vergüenza. Sólo... demuestra su humanidad y su empatía conmigo. Pasan unos minutos y deja de abrazar al señor Hopkins. Gracias a su compañía dejé de llorar. — ¿Ya te sientes mejor? - pregunta amablemente. — Sí, señor, Muchas gracias. - sueno feliz. — Michaels, ¿de casualidad no has recibido nuevas notificaciones? - él se dirige a su soldado. — Negativo, señor. - responde. — Hmmm... - se pone a pensar. - Ya sé qué haremos: tú y yo nos quedaremos aquí y cuidaremos de esta linda niña hasta que recibamos una nueva instrucción. Ordénale a los demás que vayan a la base Havoc, ubicada cerca de esta ciudad, para que no se aburran. — ¡Sí, señor! - se comunica con sus compañeros con ayuda de un dispositivo integrado en su casco. — Minako, te haremos compañía por unas horas. ¿Qué te parece? - voltea a verme. — ¡Me parece maravilloso, señor! - respondo muy contenta y dibujo una sonrisa en mi rostro. Regresé a ser la niña alegre y extrovertida de antes. El tiempo que paso con los señores Hopkins y Michaels... es increíble. ¿Qué hicimos? Les conté de mi sueño (me dijeron palabras muy similares a las de mi mamá) y de cómo eran mis padres, y jugamos a que yo era una idol y ellos mi "público". Por su parte, el trato que recibí de ellos fue excelente, como si yo fuera una integrante de sus familias (es exactamente lo que dijeron). En determinado momento, el comandante Hopkins me dice lo siguiente: — Escucha la lección de vida que te daré, Minako. - y presto atención. - No importa si están muertos, tus padres siempre vivirán en tu corazón. — ¿Mis padres viven... en mi corazón? - me llevo una mano al pecho. — Sí. Ellos no morirán en tanto que tú no los olvides. — << No olvidarlos... >> - recito aquellas palabras en mi mente. No olvidaré a mis padres. En horas del atardecer, su nave regresa a aterrizar afuera y ellos dicen que les toca retirarse porque el deber los llama: una nueva misión en la luna de Júpiter Calisto, también involucrando a los piratas y el posible "líder" detrás de lo que me pasó. De inmediato entristezco, ya que no quiero quedarme sola... de nuevo. — ¡Por favor, no se vayan! ¡No me dejen! - suplico que se queden un tiempo más, llegando a juntar mis manos como si hiciera una plegaria. — Lo sentimos mucho, Minako, pero ya debemos irnos para cumplir con nuestro trabajo. - contesta el comandante Hopkins. - Pero no te pongas triste. Hablaremos con el comandante Adam Malkovich sobre tu caso y mi más reciente idea y regresamos para informarte en pocos días, ¿de acuerdo? Tu situación no quedará impune. — ¿La próxima semana? - repito, confundida. — Si el comandante Malkovich da luz verde a mi idea, nos veremos muy a menudo. Las leyes de la Federación Galáctica no permiten que menores de edad demasiado jóvenes vivan completamente solos. - aclara. - Por lo pronto, nos vamos. Contactaré con la base Havoc para que envíen gente a vigilar esta casa. Cuídate mucho, Minako. Sé fuerte. — Adiós. - respondo a la despedida agitando mi mano de izquierda a derecha. El comandante Stuart Hopkins Hopkins y Joshua Michaels se retiran (y cierro la puerta con su salida), quedando sola una vez más. Volteo a mirar el pasillo central de mi casa, sus puertas y las escaleras que llevan a las recámaras de la planta alta. — Mamá... Papá... Los extraño. - susurro con poca melancolía, y agacho mi mirada. En ese mismo instante, recuerdo lo que oí de mis padres y el comandante Hopkins: "... yo deseo que, cuando crezcas, seas una chica fuerte que luche por lo que quiere y no se deje doblegar por nadie...", "Perdóname por todos los gritos y regaños que te impartí. Entiende que... sólo quería lo mejor para ti.", "Minako, sólo queremos que sepas que te amamos.", "Nunca lo olvides: siempre estaremos contigo. Nuestra familia seguirá unida espiritualmente. Cuídate mucho. Te queremos.", "No importa si están muertos, tus padres siempre vivirán en tu corazón. Ellos no morirán en tanto que tú no los olvides." y "Sé fuerte.", acompañadas por un efecto de eco dentro de mi mente. — << Ellos... viven en mi corazón. Ellos... me querían pese a todo. Debo ser fuerte... Seré... ¡una chica con voluntad férrea! >> - me repito a mí misma para no llorar, y funciona. A falta de alguien más, regreso a la sala, me siento en el sofá y activo la televisión holográfica. Cambio entre canales (como el canal 51, que su programación se basa en puros documentales de teorías conspirativas. Fue creado hace diez años por una mujer llamada Samantha Manus) para encontrar algo que me guste, y lo hallo: el canal de música, con una transmisión en vivo de un concierto de mi idol androide favorita. Lo veo por completo y me lleno de ilusión, tanto así que mi tristeza desaparece totalmente y agarro un objeto aleatorio a mi alcance e imito a la celebridad cantando (sin que alguien cambie de canal sin previo aviso y sintonice películas aburridas). Así es como una fracción de la tarde, actuando como si yo fuera una idol recitando en un auditorio lleno de gente (¡nadie me quitará ese sueño!) y comiendo la comida que mi mamá guardó en el refrigerador para cuando volviéramos del viaje. El concierto termina, así que cambio de canal. Sintonizo el canal de noticias más importante y expandido de la galaxia, SSN (siglas de Sidereal Space News), por simple y pura curiosidad, resultando ser el noticiero que sintonizaban mis padres, y el presentador (un hombre de especie desconocida para mí, pero es una combinación de humanoide y medusa) habla de su próxima nota. — Pasando a la siguiente noticia, la famosa cazarrecompensas Samus Aran salió victoriosa una vez más en una misión considerada imposible por miles. - se muestra una fotografía de Samus, usando su icónico traje de batalla de origen Chozo, y apuntando al frente. - Bajo órdenes del gobierno galáctico, viajó al lejano planeta Degrade, en el sistema Beta, y rescató a un batallón desaparecido de las Fuerzas Especiales, cuyo transporte se vio fuertemente afectada por factores como tormentas magnéticas. - se muestran imágenes de un planeta helado y nuboso rodeado por increíbles franja de colores. - Desconocemos más detalles, ya que la cazarrecompensas no se detuvo a dar entrevistas. Pero esta misión cumplida se añade a la larga e interminable lista de tareas completadas con éxito por esta famosísima heroína espacial. — << ¡Oh! ¡Samus Aran es una mujer fabulosa! ¡Quiero ser como ella! ¡Seré una heroína espacial! ¡La conoceré algún día y seremos muy buenas amigas! >> - me propongo en mi mente. Llega la noche (y con ella, los soldados mencionados por el comandante Hopkins. Se quedaron a patrullar en las casas cercanas y afuera de la mía para brindarle mayor seguridad a los vecinos y a mí). Como mis padres me educaron para dormir temprano, subo a mi cuarto, lleno de juguetes y peluches desperdigados en el suelo y con mi respectiva cama frente a la ventana. Antes de descansar, me aseguré de apagar todas las luces y cerrar muy bien cada puerta y ventana de la planta baja. No vaya a ser que alguien quiera entrar a robar, o peor, a secuestrarme (Nuevo Londres... no es tan segura como las ciudades de la Tierra). Cuando por fin me acuesto, miro al techo por unos minutos, sin decir nada. Entonces... miro por mi ventana... y aprecio el cielo lleno de estrellas y la majestuosidad de la Vía Láctea. Pienso en lo que me había pasado, en mi nueva situación actual. Ahora... me cuidaré yo sola. Esta noche... dormiré completamente sola. Sería la primera de muchas noches donde dormiría en solitario. Sólo yo y nadie más que yo. Pero seré valiente. Las niñas valientes no lloran, y estoy segura que Samus Aran tampoc llora. Ella tiene un corazón de acero, ¡y yo también puedo tenerlo! — Buenas... noches. - exclamo mi última frase del día y me duermo, sin recibir una respuesta. Así es como inicia mi relato: quedé huérfana y mi vida cambió para siempre, dando un giro más... duro. No obstante, soy una niña muy optimista, y sobrellevaré mi situación actual, y también me propondré ser una persona exitosa. ¿Qué es lo que pasaría conmigo, Minako Aino, a partir de ahora? Eso... estaba por vivirlo. Por lo pronto, descansaré. Una pequeña como yo necesita tener dulces sueños. |
Capítulo 2
|
---|
Regalo de cumpleaños |
Daré un salto temporal significativo. Pasaré de mi niñez directo a mi adolescencia. Fueron ocho larguísimos ocho años venusinos en los pasaron infinidad de cosas. Las describiré brevemente. Primero, el comandante Hopkins cumplió con su palabra, y él y Michaels me visitaron a la semana siguiente, y posterior a eso, de manera muy constante. Ellos... aceptaron convertirse en mis tutores... y firmaron su nuevo compromiso teniéndome como testigo visual. Dijeron que me inscribieron en un "programa social aprobado por el consejo de la Federación Galáctica en años recientes", que estipula que los niños huérfanos contarán con un mentor o tutor hasta que puedan valerse por sí mismos o cumplan la mayoría de edad galáctica. Eso está bien, ya que seguí viéndolos. No todo... fue miel sobre hojuelas: a mis siete años... fui víctima de la delincuencia que azota Nuevo Londres y Venus en general. Un día de visita, unos ladrones asaltaron mi casa, sin importarles la presencia de elementos del ejército. Me hice la valiente y salí a la calle para detenerlos, pero... fui embestida por el aeromóvil de los maleantes (que no se salieron con la suya. Fueron capturados por los soldados del ejército de la base Havoc, cercana a Nuevo Londres). ¿El resultado? Lesiones graves, casi mortales, y el desarrollo de un cuadro de leucemia tan grave que fui llevada a quirófano para recibir atención médica de los mejores cirujanos de la galaxia, como la doctora Diana Apronika. Desafortunadamente, yo... morí durante la cirugía. Mi luz se apagó por un breve instante (el comandante Hopkins dijo que "todos llevamos dentro el resplandor de una estrella"), pero por fortuna fui reanimada por los doctores y salí adelante. Recuerdo las caras de angustia del comandante y Michaels durante mi cirugía y al ser reanimada. Pobrecitos... Ese accidente fatal provocó que los dos recurrieran a llaman a personas que me cuidaran a tiempo completo, y así fue como conté con tres cuidadores: Klaus Schneider, un chico noble enlistado en la armada, y que al momento de la verdad se asusta, pero da todo de sí para salvar a sus cercanos; Miguel Luis García. que en apariencia es muy rudo y confiado, pero por dentro es muy protector (fue el cuidador con el que pasé la menor cantidad de tiempo); y Lily Thran, una chica muy dulce que trabajaba como astrobióloga en Astronáutica Atena (empresa curiosamente compuesta en su totalidad por mujeres. ¡Eso es! ¡Poder femenino!) y rne mostró la gran diversidad de formas de vida (inteligentes y menos desarrolladas) que habitan el universo, despertando mi interés. ¿Lecciones aprendidas de los tres? Klaus: "Aunque tengas miedo, lucha para proteger a los tuyos." Miguel Luis: "Da todo en la batalla. No te rindas y sigue a la persona en que más confías." Y Lily: "Respeta la vida y no la utilices con fines injustos. La vida no es para jugarse con ella.". Todos y cada uno de ellos me hicieron sentir muy especial, lo que creí que mis padres no me dieron, pero sí lo hacían. A día de hoy... reconozco su papel. Mi mamá era estricta, pero lo hacía porque quería que yo llegara más lejos que ella; y mi papá metía la pata seguido y actuaba como niño, pero daba su mayor esfuerzo y nos sacó adelante a los tres aún con el dinero "medio-bajo" que ganaba (muy descaradamente me adueñé de su pensión cuando uno de los representantes de Exelion visitó mi casa a la semana de morir mi papá y que yo le avisara de su fallecimiento. Él se apiadó de mí y me concedió todo el dinero guardado). Si estuviesen vivos, les dIría que los extraño, agradecería cuánto se esforzaron por mí... y les pediría perdón. El comandante Hopkins me enseñó a perdonar. Por último, durante tres años, desde los 5 hasta los 8, experimenté... terribles pesadillas que involucraban ese día y a los responsables. Esos piratas espaciales con pinzas de crustáceo... me persiguieron hasta en mis sueños... Mis pesadillas desaparecieron gracias al apoyo de Lily. Actualmente, mi estado físico presenta mejoras muy positivas. Para empezar, y lo más resaltante, mi cabellera creció tanto que su longitud acaba debajo de mi cadera (¡y no pienso cortármela nunca! ¡Es mi característica principal!), y el comandante Hopkins y Michaels me han dicho que soy una jovencita muy atractiva (sé que lo dicen para que no me sienta mal, pero tienen la boca llena de razón. ¡Soy hermosa!). Por otra parte, les conté de mi sueño de "ser una heroína espacial, igual que Samus Aran", pero me dijeron que esperara a cumplir diez años para que "comenzara la parte divertida". La "parte divertida" se resume a un entrenamiento, pero debido a que yo no soy un elemento del ejército como ellos, lo hicieron más ameno para mí. ¿Qué quiero decir? Que prepararon un "entrenamiento" diseñado especialmente para mí y que no se sintiera tenso. Por ejemplo, mi estado de civil no me permite entrar a una galería de tiro de la marina federal (al menos... hasta los 11 años), pero sí que podía acceder a Concursos de tiro en salas recreativas de realidad virtual (¿cualidad a mejorar? Coordinación mano-ojo). Para dar otro ejemplo, me llevaban a zonas donde se practica rappel (¿qué mejoré? Habilidades de escalada y fuerza en las manos). Y fue en este lapso de tiempo donde desarrollé un gusto por los deportes, siendo mi favorito de todos los tiempos el voleibol. Si me dieran la opción de eliminar un deporte, ¡escogería el Blast Ball sin duda! ¡Ese "deporte" no tiene pies ni cabeza (no creo que haya alguna persona en la galaxia que sea fanática del Blast Ball. ¡Qué disciplina tan ridícula!)! A quien no olvido, y que conocí a mis 12 años en un lugar donde pasé lapsos de tiempo entrenando "de verdad", es un sujeto desagradable que... me odiaba por la simple razón de... recordarle a su ex-esposa. No mencionaré su nombre... ¡pero me da rabia acordarme de su presencia! ¡Ese tipo es de lo peor...! ¡¿Quién le permitió ser el líder de otro escuadrón del ejército de la Federación?! ... Oh. Y continuando con mis gustos, ¡me encantan los videojuegos y los electrónicos de ocio! Por tal motivo, me compraron una laptop cuántica, un móvil (bien dicen que el dinero no compra la felicidad, pero ellos me dijeron que es una de sus formas de demostrar cuánto me quieren). Adoro las golosinas, estar al día con las nuevas modas (y las retro), asisto a conciertos (como los de "Ginny" Harrison) y audiciones cuando existe la oportunidad, soy observadora, curiosa (si algo me intriga, empezaré a investigar al respecto), y como último pasatiempo destaco el canto, para el cual tomé lecciones a los 11 años. Para terminar con éste extenso paréntesis, mis amorosos tutores agregaron que una "niña prodigio", graduada de la afamada academia de la Federación en Daiban en tiempo récord (menos de un año), está trabajando en una sorpresa con la que haré realidad mi sueño de ser una heroína espacial (o más específicamente, porque el diseño me ha gustado y fue lo que pedí, una "marinera espacial"). Con esto terminamos esta pequeña informativa. El día de hoy se celebra mi cumpleaños número 13. Mis queridos tutores me han visitado una vez más en mi casa para que festejemos juntos. Y a decir verdad, me la he pasado muy bien. Al final de cuentas, se puede decir que ellos serían como mis padres adoptivos o mi "segunda familia". Como es una tradición, me llevaron un pastel y toda la cosa. — Minako, necesitas saber esto. - el comandante Hopkins me habla, y presto atención. - En base a tus relatos y lo que hemos notado, te quedas sola por un tiempo entre nuestras visitas. Sabemos que extrañas a Schneider, García y Thran, pero los tres forman parte de un escuadrón de la marina. Por tal motivo, Michaels y yo creemos que llegó la hora de que tengas a una mascota que te acompañe en todo momento. — ¿U-una mascota? ¿En serio? - repito, ilusionada y con mis ojos brillando. — Si. Michaels y yo lo discutimos por un tiempo, y llegamos a la conclusión de que eres lo suficientemente responsable para cuidar no sólo de ti misma, sino de un animal. — ¡V-vaya, comandante Hopkins! ¡Gracias, muchas gracias! ¡No los defraudaré! - agradecí muy feliz y abrazándolo. — No es nada. Anda, termínate ese trozo de pastel. Queremos llevarte a la Tierra enseguida. - dice Michaels. Luego de teminarme el pedacito de pastel de mi plato, salimos a la calle, subimos a su transporte (que había regresado de una base del ejército de la Federación cercana justo a tiempo) y me llevan al vecino planeta Tierra, más específicamente a la ciudad de Arcadia, la capital terrestre construida sobre una isla articial (famosa por sus espectaculares atardeceres adornados por los imponentes edificios) y sede de una de las edificaciones más importantes del gobierno actual: el cuartel general de la Federación Galáctica. — ¿Ya sabe algo sobre Kax, señor? - pregunto al comandante Hopkins al entrar en la atmósfera de la Tierra. Kax... es un pirata espacial de alto rango, responsable directo del asalto a la caravana espacial en la que viajaba a mis cinco años y perdí a mis padres. Es de complexión robusta (más que los piratas normales) y utiliza un casco rojo con tres puntas anaranjadas y una "X" amarilla, así como una armadura pectoral roja que se asemeja al traje de Samus Aran. Mis tutores me informaron que su armamento consta de una hoja amarilla que retrae desde su muñeca, y de acuerdo a reportes federales, es muy fuerte. — En estos años recopilamos toda la información disponible. Al parecer, Kax ha pasado a formar parte del Alto Mando de los piratas espaciales, y dirige a las tropas de este sector del cosmos. - me responde él. — A lo largo de las recientes semanas, el avistamiento de tropas Zebesianas en las cercanías del sistema solar aumentó un 86%. Teorías van y vienen, y la que más fuerza cobra es que preparan una invasión directa contra el cuartel general de la Federación Galáctica. - continúa Michaels. — ¿Dieron con él? - retomo mi sesión de preguntas. — Por desgracia no. Desconocemos cómo, pero se las ingenia muy bien para esconderse de nuestros radares. Sospechamos de alguna tecnología de invisibilidad muy avanzada. - contesta el comandante. — No te preocupes, Minako. Llevaremos a Kax ante la justicia. La muerte de tus padres, de los integrantes de tu caravana y muchas más no quedará impune. - me asegura Michaels. El sitio a donde vamos está lejos de la enorme edificación semicircular, al sur de la ciudad capital. Se trata... de una tienda de animales. — Ve, Minako. Aquí te esperamos. - es lo primero que me dice el comandante Hopkins al descender de la nave Hygieia. — ¿No vienen, comandante? - le pregunto. — No. Debes elegir al animal que más quieras, sin que nosotros influyamos en tu opinión. Vamos, ve. Esperaremos tu regreso. - apoya su espalda en la nave y cruza los brazos. Entro yo sola, emocionada y un poco indecisa sobre qué clase de animal me llevaré para que viva conmigo. Camino por el lugar observando a las criaturas halladas allí (y siendo atendida por la amable recepcionista). Un punto negativo, y que me toca el corazón, es el hecho... de que muchos animales siguen siendo abandonados por sus dueños, aún en estos tiempos modernos de desarrollo moral. Que exista gente tan desalmada que abandona a sus mascotas sólo porque piensa que le estorban es horrible. Los animales también merecen amor. Eso me enseñó Lily Thran. Por desgracia, mi ciudad está llena de perros y gatos callejeros. Llego a la sección de los gatos. Mi interés despierta. No soy la única presente ahí, al otro lado del pasillo se halla alguien más: una chica igualmente rubia y de ojos azules como yo, con su cabello recogido en dos largas coletas que parten de "bombones" en su cabeza. Viene acompañada por tres chicas con vestuarios muy bonitos. — << ¡Es increíble! ¡Esa chica se parece mucho a mí! >> - pienso al verla. — ¡Miren! ¿Esta gata negra de aquí no les parece muy tierna? - pregunta a sus acompañantes, señalando a una gatita de pelaje oscuro y ojos azules. ¡Je, je, je! ¡Me la llevaré! ¡A mi familia le va a encantar! Tan sólo espero que mi hermano Shingo no se asuste. La chica le pidió a alguien que trabajaba ahí que le sacara a la felina, y cuando la cargó (y luego de recibir la advertencia... tardía... de que la gata rasguña), casi de inmediato supo el nombre que le pondría. — ¡Ya sé qué nombre te pondré! ¡Te llamaré... "Luna"! — Es un buen nombre, Usagi. - comenta la castaña que adorna su cabeza con un listón azul. — Sí. Está muy bonito. - expresa la chica igualmente castaña (pero de otro tono) y de ojos también marrones. — Le queda bien. - dice la tercera, de cabello oscuro y ojos cafés. — ¿Verdad que sí? ¡Vengan, vayamos a registrarla a mi nombre! Las cuatro amigas se llevan a la gata oscura de ojos azules a la recepción, la rubia de coletas largas firma un documento digital (desde la distancia noté que... escribe muy mal) y la felina pasa a ser suya. En eso... — ¡Aaaaahh! ¡Ya es muy tarde! ¡El siguiente vuelo orbital a la Luna sale en quince minutos! - "Usagi" revisa la hora en su móvil y entra en pánico. - ¡Naru, Kuri, Yumiko: corramos o nos quedaremos atrás! ¡Mi mamá explotará de rabia si llego un día tarde! Todas salen despavoridas al ascensor espacial más cercano (se utilizan para abaratar los costos de lanzamiento de naves espaciales), dejándome algo pensativa mientras las veía irse. — << ¿Le tiene miedo a su mamá? Qué locura. >> - pienso en una de sus frases, riéndome mentalmente. Regreso a mis asuntos. Caminando y observando a cada gato, poso mi mirada en uno de pelaje blanco y ojos verdes. Al instante en que hacemos contacto visual, siento una conexión especial con él, como si estuviéramos destinados a conocernos, como si él me hubiese esperado. Llamo a una trabajadora para que lo saque para mí porque mi intención es llevármelo, ella lo saca de su jaula y lo cargo. Pensé que se pondría agresivo como la gata oscura, pero no pasó. Es... un gato pasivo. — ¿Cómo te llamaré? - me cuestiono, sosteniéndolo frente a mí, con los brazos estirados. Pienso en posibles nombres. Ninguna de las opciones me convence del todo, y algunas de ellas incluso tiran a lo ridículo. Pero entonces recuerdo a la otra chica rubia y el nombre que le puso a su nueva mascota: "Luna". Se me vino a la mente la idea de ponerle un nombre similar, que también estuviese relacionado con la Luna del planeta (a falta de una para Venus). Ya tenía el nombre perfecto para mi futura mascota. — ¡Ya sé! ¡Tu nuevo nombre será "Artemis"! ¿Qué me dices, gatito? - y en mi mente me digo... - << Es un gato, obviamente no me responderá... >> O eso pensaba hasta que le dije el nombre que le pondría, a lo que soltó un maullido. Llámame loca, pero me ilusionó bastante, ya que sentí como si me escuchara y entendiera (hasta... me brillaron los ojos). Por supuesto, los animales actuales son más inteligentes que antes, y creo por eso me comprendió. Aun así, seguía muy emocionada porque mi nueva mascota aceptó su nombre. — ¡Muy bien, Artemis, vendrás conmigo! ¡Desde este momento, serás parte de mi vida! Realizo el mismo procedimiento y salgo cargando a quien será mi nuevo compañero de vida. No tenía nada más de qué preocuparme. Ya no estaría todo el tiempo sola hasta que me visitaran mis tutores, pues contaría con la presencia de un gato. Eso me tiene muy feliz. Regreso muy contenta al exterior, donde el comandante Hopkins y Michaels continuaban esperándome con paciencia. — Un gato, ¿eh? Buena elección - dice el primero. — ¡Mire, comandante! Él es Artemis. - le presento a mi gato con mucho gusto. - ¿No cree que es la cosita más linda del universo? - le digo, picándole la nariz a mi gato en tono de broma (no se molestó). — Te apoyo. Pero recuerda, Minako: tendrás que cuidarlo muy bien, y no lo pierdas. - habla Michaels, resaltando la enorme responsabilidad que implica tener una mascota. — Gracias, señor Michaels. Y sí, me encargaré de cuidar muy bien de Artemis. - respondí, y le doy un abracito a mi nuevo gato. — Bien, es hora de regresar. Sube. Volvemos a Venus. Durante el viaje, saliendo de la Tierra, Artemis se pone un poco inquieto, lo cual es normal porque está tenso. Claro, nada que un poco de consuelo de mi parte no pueda solucionar. Al llegar, la única en bajar soy yo, mis tutores están por retirarse. — Cuida muy bien a ese gato, Minako. Y por favor, no vayas a perderlo. - se despide el comandante Hopkins. — No se preocupe, comandante. Confíe plenamente en mí. Lo cuidaré y protegeré con mi vida. — Entonces nos retiramos. Espero que hayas tenido un feliz cumpleaños con nosotros. — Claro que sí, gocé mucho con su compañía. Y de nuevo, gracias por llevarme a adoptar a Artemis. Es lo mejor que pudieron hacer por mí. Ellos se marchan, y me despido agitando una mano (y cargando a mi Artemis con la otra). Se fueron otra vez..., pero al menos me han dado a alguien que me hará compañía en su representación. Entro a la casa, aún cargando a Artemis, pero lo suelto para que ande a sus anchas. — De acuerdo, Artemis, esta será tu nueva casa. Siéntete cómodo. Como cualquier gato cariñoso haría (supongo), se... frota contra mi pierna derecha. — Ji, ji. No te costó mucho, ¿verdad? Por cierto, ¿te has preguntado cómo es el interior de mi casa? Aquí te lo describo. El suelo está hecho de madera (de la más alta calidad y a prueba de agua), igual que las puertas. La primera planta se compone de un pasillo lleno de puertas (la mayoría en el lado derecho) que conectan con la sala, el comedor, el baño, etc; y contiene unas escaleras que conducen a la planta superior, donde están las recámaras. Las recámaras comparten el interior de color blanquecino y ocre, separados por una franja marrón con verde (y las cortinas rojas en las ventanas). La habitación de mis padres tiene un pequeño balcón por el que suelo observar el paisaje, y la mía... está un poco más vacía de muebles. Continuando... Vuelvo a cargar a Artemis y me lo llevo a la sala, donde me siento en el sillón grande y lo coloco a mi lado derecho. Mientras enciendo la televisión holográfica, mi gato... se queda dormido mientras le rasco la cabeza con mi mano. Pasaba de canal en canal. De pura curiosidad sintonizo SSN (creo... que heredé ese rasgo de mis padres), y el conductor (el mismo humanoide-medusa de mi niñez) habla de una nota relacionada con la legendaria heroína Samus Aran, mi modelo a seguir. La noticia indica que ella sola se hizo cargo de una base secreta de los piratas espaciales en un planeta lejano, base donde guardaban... Metroides. — Y así, la galaxia puede respirar de tranquilidad una vez más gracias a la ayuda de la poderosa Samus Aran. ¿Qué cara se esconde debajo de ese casco? ¿Algún día la revelará ante el público? Es probable que nunca lo sepamos a ciencia cierta. - finaliza esa nota, y pasa con otra. - En otros ámbitos... — Samus Aran... Ella sí imparte justicia, pero yo no puedo... por el momento. ¿Qué opinas de esto, Artemis? - opino sobre la noticia y le dirijo la palabra a mi gato, que no se expresó. Después de muchas cosas sin importancia, llega la hora de dormir. Me pongo una pijama blanca y me recuesto en mi cama, llevándome a Artemis para que me hiciera compañía (y colocando un pedazo de tela rosa a mis pies para que él duerma allí). Pensando en mi nueva compañía, me duermo. — Buenas noches, Artemis. - le digo a mi gato, y cierro mis ojos. Al día siguiente, el Sol sale, y cuando abro los ojos, noto que... está demasiado arriba en el cielo, e igualmente me doy cuenta de que... me desperté muy tarde. — ¡Aaaaaah! ¡Llegaré tarde a clases! ¡¿Por qué siempre me pasa esto a mí?! Me levanto a toda prisa de mi cama (casi de un salto), ignorando que me tocaba ir a la escuela este mismo día. Con el tiempo encima, me baño y cambio muy rápido (ni conseguí detenerme a desayunar...). Artemis me acompaña a la entrada de mi casa. — Muy bien, Artemis, me esperarás aquí hasta que vuelva de clases, ¿te parece bien? - le indico, y él inclina la cabeza hacia un lado. - ...Tomaré eso como un "sí". - y salgo. Sobre mi colegio, lo único que necesitas saber es que tiene tres grados, entras a los 10-11 años y sales a los 13-14, es de educación universal (enseñan lo que es indispensable y útil, sin asignaturas de relleno), y que aquí aquí veo frecuentemente a mis dos amigos: Hikaru Sorano, una chica de cabello oscuro y ojos azules; y Gurikazu Amano, un otaku que, por alguna razón, gusta de usar anteojos con forma de cuello de botella. También conozco a un amigo de Amano llamado Jeff McCloud, pero... no interactúo demasiado con él. Jeff es un coleccionsta de tecnología retro, y lo deja claro con las "reliquias" que lleva a la escuela, destacándose una consola de videojuegos portátil de inicios del siglo XXI. El día pasa en el colegio (lo más relevante... para mí es la clase de deportes, donde jugamos vóleibol. ¡Soy una experta!), y regreso a casa. — ¡Hola, Artemis! ¡Ya regresé! - dije, esperando a que me recibiera, pero no. Noto que Artemis... no responde... ni se aparece por ningún lado. Lo busco por toda la planta baja... y no lo encuentro. El mismo resultado para la planta superior: busco en mi recámara y en la de mis padres... y no doy con él. — ¡Oh, no! ¡Mi gato no está! - suelto, totalmente alarmada. - ¡No! ¡No puede ser! ¡Me rehúso a aceptar que arruiné una nueva responsabilidad en tan poco tiempo! Salgo a toda prisa de mi casa para dar con el paradero de Artemis, y también pensando que debí comprarle un GPS (Galactic Positioning System), sin siquiera quitarme el uniforme. Como aún me siento asustada, llamo a Hikaru con mi móvil (ya que lo llevé por si acaso lo necesitaba) y le pido ayuda. Ella me dice que "reclutará" a Amano y Jeff (ambos suelen acceder a la primera, y desconocemos el porqué, pero... tengo algunas sospechas...) para que colaboren. Hikaru... es muy buena amiga. Continúo con la búsqueda. Los minutos se convierten en horas, y yo me mantenía firme, pero poco a poco me llenaba de ansiedad por dentro. No quise atreverme a pensar en lo que le pasó a Artemis. ¡No me perdonaré si le llega a pasar algo por mi culpa! Para ponerlo peor, Hikaru, Amano y Jeff no llamaban para darme buenas noticias. Como si los planetas se hubiesen alineado, el alivio regresa a mí de golpe cuando encuentro a Artemis, completamente sano y salvo (lo reconocí perfectamente de muchos otros gatos que vi en mi búsqueda), bastante lejos de mi casa, cerca de la zona costera. Va cruzando una autopista. — ¡Artemis! - le hablo, y responde con un maullido. ¡Sí es él! Un aeromóvil se acerca a toda velocidad del lado izquierdo del camino (no se detendrá si no viene en "modo automático". Si se usa en "modo manual", dependerá de los reflejos del conductor). Mi cara se torna de terror y casi me desmayo. No sólo eso, sino que, de manera inexplicable, mi pecho comienza a doler, siento que desfalleceré y que me falta aire (a tal grado que no pude gritar del miedo). Corro hacia Artemis y lo cargo antes de que sea atropellado. Cuando por fin lo tengo conmigo nuevamente, y recuperándome físicamente del susto (recuperando el aliento, esperando a que el dolor de mi pecho desapareciera y que mis energías volvieran. Me sentí... extrañamente débil), me levanto del suelo y me retiro de esa zona de la ciudad para regresar a mi casa. En el camino, me desahogo... empezando a llorar por la angustia que sufrí. — ¡Oh, Artemis! ¡Estaba tan preocupada por ti! ¡Creí que te había pasado algo! ¡Pero eso ya no importa! ¡Seré más atenta contigo! - le digo, cargándolo, abrazándolo y con algunas lágrimas en los ojos (y, del lado interno, recuperando el aire y perdiendo mi dolor en el pecho). Mi gato se limita a mover un poco su cabeza (lo volveré a interpretar de otra manera: "Perdóname"), pero ya me sentía muy aliviada de no haberlo perdido para siempre. Regreso a mi casa, llamando en el proceso a Hikaru para notificarle que encontré a mi mascota, que deje de buscar y se contacte con Amano y Jeff para que no se molesten en salir. Ella lo comprendió y se puso contenta porque hallé a quien tanto quería. le puse seguro a la puerta (las luces se tornaron rojas) para que no se escapara nuevamente (y sobre la ventana, ya haré algo al respecto cuando me duerma). No quise soltarlo en ningún momento, y así fue como volví a encender la televisión. Buscando qué canal poner (¿qué sucedió con el canal 51? Lo dieron de baja por "desinformar a la gente", y su creadora fue detenida, pero... yo lo encontraba interesante), pasando por SSN, hablan de un suceso ocurrido en otro sistema estelar: Messina. Una invasión, llevada a cabo por un grupo enemigo desconocido que nadie alcanzó a vislumbrar debido a que "eran demasiado ágiles", y que aparentemente se esconden en algún lugar de dicho sistema. Messina tiene una mala fama porque mucha gente mala proviene de allí, así que no me molestaré en visitar esa estrella. — Artemis, si salimos de viaje al espacio, ese sistema solar no estará en nuestra lista de destinos. - le digo a mi gato. Le cambio al canal de música y dejo ese canal sintonizado durante un largo rato. Y así, sin cosas relevantes por mencionar, salto a la hora de dormir (el resto de la tarde me lo pasé en actividades de ocio, como escuchar música o entrar... literalmente en la red). Utilizando una de mis pijamas (de color azul con rayas blancas, dos botones en la zona del pecho y cuya prenda inferior deja descubiertas mis piernas de las rodillas para abajo), pienso y me fijo como objetivo el ser más precavida. — No escaparás de mí otra vez, ¿oíste, Artemis? - le comento a mi mascota, que otra vez está descansando en la sección de la cama que le preparé. Me recuesto en mi cama. Al igual que antes, estoy feliz porque tenía a alguien que me hiciera compañía todos los días (ignorando el drama de la tarde). Me puse a pensar unos pocos minutos en esto, en lo que Artemis regresa a dormir. Ya que vi que estaba durmiendo como un bebé (hasta me daba ternura), yo también hago lo mismo, pero no sin antes soltar una última frase. — Mi vida será mas feliz de aquí en adelante. Buenas noches, Artemis. - comenté al aire, y cierro mis ojos para descansar. NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. En la sede principal de una organización malvada aún desconocida (la iluminación es escasa, razón de la predominancia de colores oscuros), un líder de la misma, envuelto en las sombras (pero de quien se resaltan sus ojos azules que denotan una enorme determinación) y sentado en una especie de trono (uno de cinco, pero los otros cuatro estaban vacíos) recibe la visita de uno de sus subordinados, su "mano derecha". Este misterioso personaje entra en la sala para informar a su superior. — Los preparativos han sido completados, mi general. Estamos listos para comenzar con nuestra invasión y posterior conquista de la galaxia. — Excelente. Gracias a nuestras habilidades especiales, el insignificante gobierno a cargo de este planeta no nos vio llegar. A los humanos les faltan siglos de desarrollo tecnológico. Las guerras que los involucraron en siglos pasados pasan factura en estos días. — ¿Cuál será nuestra primera acción, general? ¿Atacaremos directamente la capital de la Tierra? Aunque el cuartel general de la Federación Galáctica esté allí, podríamos tener problemas en nuestros planes, especialmente si llaman a esa asquerosa cazarrecompensas de ADN Chozo. Ya hemos visto lo que es capaz de hacer con los piratas espaciales. — << Chozo... Esos pájaros... >> - piensa el general. - No seas tonto. No iremos con la Tierra. - responde, cruzando la pierna, y oprime unos botones de en su respaldo derecho, activando un proyector que muestra una imagen del sistema solar. La proyección se enfoca en uno de los tres planetas azules del sistema: Venus, donde vive Minako. El general enemigo señala la imagen de este planeta con el dedo índice. - Para desviar la atención de la Federación Galáctica, empezaremos con el planeta vecino, Venus. Los distraeremos montando un escándalo en ese planeta, haciéndoles creer que se trata de los piratas espaciales, y provocaremos que envíe a todas sus tropas allí, dejando la Tierra vulnerable. - explica. - Y tú, mi subordinado, serás el encargado de la operación. — ¿De verdad? M-muy bien. En ese caso, no lo decepcionaré, mi señor. — Recuérdalo bien: la "Agencia Oscura" tiene como único fin ocultar la presencia de la organización mayor, el "Reino Oscuro". No permitas que nadie se entere de nosotros. Hemos creado un perfil falso de cazarrecompensas para ti en la base de datos de la Federación Galáctica. La cantidad de cazarrecompensas que trabajan para ellos es tan absurdamente grande que no notarán tu presencia "fantasmal". — Entendido, señor. Conseguiré un disfraz. Mandaré a algunos agentes usando nuestras "armas secretas" para que se pongan a trabajar. — Cuento contigo, Danburite. Si es necesario, "recluta" a nuevos agentes por la fuerza con nuestros "soldados especiales". — Daré mi mejor esfuerzo. - indica este informante, de nombre "Danburite", y se retira. El general enemigo vuelve a mirar la proyección del planeta Venus y piensa algo para sí mismo: — << Con las distracciones que crearemos, esos tontos humanos no tendrán idea de qué los golpeó por detrás. La civilización galáctica conocerá el inmenso poder que la grandiosa Reina Metalia tiene guardado para todos ellos. ¡Esos estúpidos piratas espaciales y la ridícula Federación Galáctica no son rivales para nosotros! ¡Contamos con la ayuda de un misterioso y milenario aliado! >> |
Capítulo 3
|
---|
El nacimiento de Sailor V |
Una semana después, mis queridos y amados tutores vienen a visitarme nuevamente. Antes que nada, abriré un paréntesis para decir... que hacerse cargo de una mascota es más difícil de lo que pensé (pero no me quita la alegría de cuidarlo). Me vi en la necesidad de comprarle lo que le faltaba: un tazón de comida y agua y, lo más importante, una caja de arena. Desde que Artemis escapó de mi casa, no le quito la vista de encima por un segundo, y cuando voy a clases, cierro todas las puertas y ventanas para que no salga sin que me percate. En resumidas cuentas, no quiero que le pase nada. Es la única compañía que tengo en ausencia del comandante Hopkins y el señor Michaels. Y hablando de ellos, sigo pensando que su labor conmigo ha sido exitosa. Yo no les oculto nada, así que les conté mi anécdota, y ellos dijeron que harían algo al respecto. Paso a describir lo que estamos haciendo. Ellos llegaron armados y exhaustos (me dijeron que tuvieron una ardua misión en el sistema solar Sirio antes de venir a verme), y trajeron comida para merendar. De repente, me entró la emoción de cortar las verduras que ellos compraron (y que mi gato se acercara como un curioso y se acurrucara cerca de mí. Creo que ya me quiere más). Aquí es donde demuestro que... no soy buena cocinera. Hago demasiado ruido, muevo el cuchillo como una desquiciada (casi luzco como si fuese a matar a alguien) y genero un desastre (pero la emoción no me la quita nadie). En determinado momento, me corto un dedo por accidente, y el escándalo posterior fue tremendo (Artemis se asustó por el grito que pegué. Pobrecito de él). Tras ese bochornoso incidente (y que atendiera la pequeña herida que sangraba), el señor Michaels se encarga de mi rol de "cocinera". Comimos ensalada de frutas (yo prefería dulces...) y un jugo de naranja creado en este mismo planeta (desde que fue terraformado, Venus se ha convertido en el productor y exportador número 1 de frutas, verduras, jugos y vinos del sistema solar. Es posible gracias a las tierras volcánicas fértiles), y después de recoger, sentados en la sala (y yo aún tratando de olvidar mi sobreactuación desmedida), conversamos. — Bien, Minako, ¿recuerdas que nos dijiste que tenías dos sueños en la vida? - me pregunta el comandante Hopkins. — Si, señor. Uno es ser una idol y el otro una cazadora de recompensas, como Samus Aran. - contesto. — Justamente por ese último sueño te llevaremos a un lugar muy importante para nosotros. ¿Recuerdas cuando te llevamos a la capital de la Tierra? - me cuestiona el señor Michaels. — Sí, fue el día que adopté al travieso de Artemis. ¿Por qué? — Iremos al cuartel general de la Federación que se encuentra en esa ciudad. Se relaciona con tu sueño de cazarrecompensas. Es... un regalo. — ¡¿En serio?! ¡¿Qué esperamos?! ¡Vamos! ¡Quiero ver mi regalo! - finalizo con la conversación, emocionada, cargando a Artemis (no me gusta dejarlo solo, y como curiosidad, él no se despega de mi lado cuando anda suelto) y saliendo despavorida de mi casa. Me siguen la pista rápidamente a la salida (y cierro la puerta de mi casa. Los malandros acechan sin importarles la presencia del ejército) y nos subimos a la nave Hygieia (que, como antes, llega en buen momento). Al igual que en el viaje familiar con mis padres en la caravana años atrás, desvío mi mirada atrás para apreciar la belleza del planeta Venus desde el espacio (pero ahora en compañía de mi gato). — ¡Mira, Artemis! ¡Tú y yo vivimos allí! ¿Verdad que es un planeta hermoso? - le digo a mi mascota. — Recuerdo que nos contaste que viviste un momento similar antes de que te conociéramos. ¿Es eso cierto? - me pregunta el comandante Hopkins para cerciorarse. — Así es. Mi emoción es equiparable a la que experimenté en aquel tiempo, comandante. - comento con nostalgia (me enfoco más en los aspectos positivos de aquel viaje pasado que en los negativos. Es mejor para mí). Pequeño paréntesis para dar algo de información sobre Venus. Como bien es sabido, el planeta era conocido como el "lucero del alba" por los humanos antiguos, y gracias a un ambicioso (y muy caro) proyecto, el planeta fue terraformado entre los siglos XXV y XXVII. La atmósfera de Venus pasó de ser extraordinariamente densa (y cargada de gases tóxicos como el dióxido de azufre, lo que provocaba lluvias de ácido sulfúrico) a ser idéntica a la de la Tierra, confiriéndole una temperatura promedio de 14° C (las temperaturas globales no rebasan los 30° C) y frecuentes lluvias (los relámpagos, producto de la actividad volcánica, son empleados como una fuente de energía) y uno que otro banco de niebla y neblina. Venus ahora es un mundo lleno de volcanes y frondosos bosques que se cuelan entre las calles de las urbes (como en las cercanías de mi casa). Mi ciudad, Nuevo Londres, fue la tercera en fundarse sobre el planeta hace más de 250 años, detrás de Ciudad Venera (la primera y "capital" del planeta) y el condado Maxwell (gran área urbana cercana al volcán más grande del globo, del que extraen energía geotérmica). Hay otros poblados menores, pero estas tres fungen como las metrópolis más importantes de Venus. Fin de mi paréntesis informativo. Unos minutos más tarde, llegamos al planeta Tierra. Como la semana anterior, nos dirigimos directamente a la capital terrestre, Arcadia. De nueva cuenta, miro los majestuosos edificios por medio del cristal (aunque sin soltar a Artemis). Nos acercamos a una enorme construcción semi-circular. El piloto de la nave Hygieia solicita permiso para aterrizar en el interior del edificio, y le es concedido. Dentro del hangar del cuartel, el comandante Hopkins, el señor Michaels y yo bajamos. Yo... estaba asombrada (y con un ligero nerviosismo) por estar en un lugar completamente desconocido para mí, y más por llevar a un animal conmigo. ¿Eso está permitido? ¿O mis tutores también solicitaron eso al momento de pedir permiso para aterrizar? — Minako, ven con nosotros. - me dice el comandante, y les acompaño. Pasamos por incontables habitaciones y recámaras (que al final me hicieron sentir el recorrido como.. genérico), pero todo cambia (nuevamente) al atravesar un largo pasillo. Este posee cristales en la pared derecha que dan una espectacular vista del paisaje urbano de Arcadia. La emoción me gana otra vez y me acerco al cristal junto a mi gato, a quien coloqué en el suelo (lo estoy poniendo a prueba para asegurarme de que no corra). — ¡Guau! ¡Mira esto, Artemis! ¡La vista es preciosa! - le digo, y él hace un gesto idéntico al mío posando su pata en el ventanal. — Minako, no te quedes atrás. - me recuerda el señor Michaels, por lo que salgo de mi estado de contemplación y me reúno con ellos. Avanzamos otros minutos más (un aspecto positivo es que ya no sentí la monotonía de la primera parte del recorrido) y damos con una puerta automática de color blanco con luces verdes. Antes de entrar en ella como si fuera una sala de mi casa (o como dicen por ahí: "como Pedro por su casa"), el comandante Hopkins y el señor Michaels me detienen. — Espera, Minako. No puedes entrar así como así. - dice el comandante Hopkins, y me explica por qué. - Esta es una de las habitaciones más importantes del edificio entero. Se trata de la oficina de Adam Malkovich. — ¿Adam Malkovich? ¿Aquí es donde trabaja su jefe? - pregunto. — Sí, Minako. Por ello, te pedimos que actúes con calma y normalidad. Este hombre no es de los que se toman las bromas a la ligera. - pide el señor Michaels. — No se preocupen. Lo tengo todo controlado. — Muy bien. Confiamos en tu palabra. Entonces... entremos. La puerta se abre automáticamente al acercarnos. El interior de la oficina es simple, con paredes coloreadas en blanco, un escritorio con algunos documentos sobre él (y una fotografía enmarcada), una única estantería con libros, una bandera de la Federación Galáctica a un lado y una enorme ventana que, al igual que el pasillo anterior, ofrece una hermosa vista de la ciudad. Sentado en el escritorio, se encontraba un hombre que porta un traje de vestimenta formal, con colores azul y blanco como predominantes, y una gorra con el emblema de la Federación y varias insignias en su uniforme. No me cabe duda, ¡es el comandante Adam Malkovich! He oído hablar de él. Es el jefe de mis tutores y una de las mentes militares más respetadas de la Federación Galáctica entera (en palabras de muchos, una "mente militar perfecta"). En cuanto lo veo, me entra un poco la ansiedad. Sólo... lo he visto en persona una vez a mis 12 años en los campos de entrenamiento de la base Havoc en Venus (en un incidente con una... persona desagradable), pero me han contado mucho sobre él. El comandante Hopkins ha señalado que Adam Malkovich "es frío y no conviene bromear con él". El mismo Adam Malkovich se da cuenta de nuestra presencia y nos ve. Mi pulso aumenta levemente. — Es un gusto verlos por aquí nuevamente, Stuart Hopkins y Joshua Michaels. ¿A qué se debe su presencia? ¿Y quién es esa señorita que los acompaña? - pregunta los motivos del porqué estamos allí, y sobre mí, señalándome (ji, ji... Me llamó "señorita", y sonó elegante). — Comandante Malkovich, queremos presentarle a alguien muy especial para nosotros. - dice el comandante Hopkins, refiriéndose a mí. - Ella es Minako Aino, la chica de la que le comentamos hace años y de quien nos hicimos cargo desde que sufrió la pérdida de sus padres a una edad temprana. — Así que... es ella. Los miro para saber qué debo hacer, y me asienten con la cabeza. Me acerco más a él y tomo una bocanada de aire para hablar. — Hola, señor Adam Malkovich. Yo lo conozco, he oído de usted y lo vi en Venus hace meses. Sé que es el líder de mis asesores y de las fuerzas armadas de la Federación cercanas a la Tierra. ¿Estoy en lo cierto? - saludo y pregunto, directa y concisa. — En efecto, jovencita. Soy Adam Malkovich, comandante y general del ejército de la Federación Galáctica. Recuerdo los modales que me enseñaron, así que abandono mis nervios y me aproximo él para ofrecerle una de mis manos, cosa a la que responde. Mis tutores se calman porque no estaba dando una mala impresión. — Una señorita muy bien educada. Han hecho un buen trabajo, caballeros. - felicita el señor Malkovich a mis mentores. — G-gracias, señor. - dijo el comandante Hopkins, sonando como lo estoy yo por dentro. — ¿Sabes, Minako Aino?, me recuerdas a alguien más, alguien que también conocí durante su periodo de juventud e ingenuidad. — Samus Aran, ¿verdad? - deduzco. — Efectivamente. - ¡me compara con la leyenda! ¡Qué asombroso! - Por cierto, ¿puedes decirme por qué traes a ese gato? No se permite la entrada a animales. — Oh, claro. Comandante Adam Malkovich, él es mi gato Artemis. - cargo a mi gato y se lo presento. - No se preocupe, lo estoy educando para que no haga sus necesidades en lugares públicos. Y es un gato muy tranquilo, no ataca a nadie. — Ya veo... - entiende mi punto. - Supongo que ya sabes por qué estás aquí, ¿no? - prosigue. — Los señores Hopkins y Michaels me dijeron que aquí tenían un tipo de regalo para mí. — Como ya lo sabes, es la hora de que veas tu "regalo" con tus propios ojos. - se levanta de su asiento. - Acompáñame, te llevaré a la sección de laboratorio. Salimos de su despacho y damos otra vuelta gigantesca por el cuartel (¿sentimiento de monotonía? Por sorpresa, ninguno). Pienso en lo frustrante que se sentirme perdida (sólo yo, ya que ellos... no se pierden). Luego de unos minutos, llegamos a nuestro destino: la sección del laboratorio, que, haciendo honor a su nombre, consiste en salas y cuartos dedicados a la investigación de nuevas tecnologías. Allí conozco a una nueva persona: una chica de cabello y ojos azules, y que aparenta tener la misma edad que yo. Su vestimenta consiste en una blusa blanca con un enorme listón rojo, falda azul, y zapatos cafés con calcetas blancas. En sus manos lleva un libro (de... física cuántica para expertos. Me alejaré... de ese libro) y utiliza anteojos. Ella... está disfrutando un sándwich y leyendo el referido libro (¿libros de texto y documentos impresos en una era tecnológicamente avanzada? Sí, por increíble que suene), y en cuanto se percata de nuestra llegada, voltea a vernos. (Nota del autor: Me imagino al personaje con la blusa y los anteojos que incluye en la segunda imagen que enlacé en el texto de arriba, pero... no hallé imagen de cuerpo completo para eso. Perdón.) — ¡Oh! ¡Comandante Malkovich! - dice ella con una voz muy suave... y temerosa. - Discúlpeme. Estaba en mi tiempo de descanso y... no me avisó que vendría... - se disculpa, y se termina su sándwich (del que quedaba un pedacito). Cambia de tema y de pestaña en su tableta electrónica. - Seguimos trabajando en la nueva tecnología de agujeros de gusano. Las pruebas serán en unas semanas. - le informa. ¿Tecnología de agujeros de gusano? — Minako, ella es la niña prodigio de la que te hablamos. Es tan inteligente que se graduó de la academia federal en tiempo récord. Su nombre es Ami Mizuno. - me explica el comandante Hopkins. Con la reconocida niña genio frente a mí (¿qué me impide ser transferida a la academia de la Federación? Además de que no quiero abandonar mi casa y la distancia inconmensurablemente grande a Daiban, el mayor pero son... mis calificaciones, que van desde muy buenas en deportes... a muy malas en matemáticas), me acerco a ella para entablar una conversación. — ¡Mucho gusto en conocerte, Ami Mizuno! - la saludo muy felizmente. — El placer es mío. - responde. - Te llamas Minako, ¿no? - me pregunta. — Sí, Minako Aino. Encantada. — Tú debes de ser... la indicada para portar aquello para lo que el comandante Stuart Hopkins y Joshua Michaels solicitaron mis servicios. — ¿Eh...? ¿"Aquello"? — Sígueme, por favor. Ami me guía a una sala del laboratorio donde hay algo guardado dentro de una cápsula especial: una armadura metálica, con figura femenina, de colores blanco, rojo y azul como protagonistas (aunque se asoma el amarillo), un pequeño teclado en la muñeca derecha, una insignia que parecían dos lunas crecientes unidas en la palma de la mano derecha y un visor con forma de antifaz y coloreado en rojo, con un emblema de una luna creciente en la zona de la frente, y no puedo dejar pasar las botas, que... aunque sean metálicas, me recuerdan a unas zapatillas. — ¿Y esto? pregunto de inmediato, sorprendida, y señalando al traje de batalla blanco. — Es mi mayor proyecto hasta ahora: una armadura de combate personal, diseñada para labores de caza de recompensas en el espacio. Recibí cierta ayuda del equipo de I+D. Tomé un poco de inspiración en el traje Chozo de la universalmente conocida Samus Aran para algunas de sus características, entre las que se destacan la forma de las hombreras, la resistencia a altas temperaturas, dar saltos increíblemente altos o el escudo de energía, que en el caso de esta armadura, se regenera sola con el paso del tiempo. Además, corregimos algunas fallas del traje Chozo de Samus, como fallas funcionales relacionadas con roces emocionales, el peso, el diseño robusto y un cañón estorboso. Pienso añadirle nuevas mejoras en el futuro. Y como me informaron de tu gusto por la música, le añadí un reproductor de música. - explica con lujo de detalle. - ¿Por qué no te la pones? Es para ti. - me sugiere. Volteo a ver a mis tutores rápidamente. — Comandante Hopkins, ¿e-este es... mi regalo? - le pregunto, con mis ojos brillando por la sorpresa. — Así es. Queremos que defiendas lo que tanto amas. Creemos que tienes la edad suficiente para hacerte cargo de una responsabilidad aún mayor que cuidar a un gato y de ti misma. Llena de ilusión, me sitúo frente a la cápsula de cristal que contiene... mi nueva armadura, y la miro. La duda que me surge es... ¿cómo tendré que ponérmela? — Ami, ¿cómo me pondré esta belleza? — Lo fabriqué para que sea más cómodo y rápido. - saca de una bolsa de su bata una especie de... brazalete (que más parece un reloj inteligente), de color naranja y con varios botones. - Con esto podrás ponerte el traje sin necesidad de desensamblarlo pieza por pieza. Tomo el brazalete y lo observo con detenimiento. — Y una cosa más: como usarás un traje de combate, y debido a viajarás al espacio de manera frecuente en un futuro, necesitarás un traje especial. Ese te lo proporcionaré después, por el momento sólo usa el brazalete y deja que todo siga su curso. Proceso a ponerme el brazalete, pero antes... — Ami, ¿podrías cuidar a Artemis por mí? - le pido un favor. — Por supuesto. - acepta, lo carga y juega con él como si fuera suyo. - Hola, gatito. ¿Te llamas Artemis? Eres muy lindo. Me pongo el brazalete en mi muñeca izquierda y lo contemplo. Oprimo un botón del lateral derecho y, como por arte de magia, el traje desaparece del interior de la cápsula rodeado por "listones de luz". Antes de que pregunte qué fue lo que sucedió, yo misma soy envuelta por las mismas "tiras de luz" de color amarillo. Mis tutores se sorprenden, el comandante Malkovich no quita su cara de seriedad y Ami... se marcha a otra parte llevándose a Artemis. El traje... se fusiona conmigo. Estoy... dentro de él. En el visor se despliega un dispositivo de realidad aumentada con varias cosas, siendo las siguientes: una barra de energía (arriba en el centro), un radar (arriba a la izquierda), un mini-mapa (arriba a la derecha), y, por último, un medidor de carga (abajo a la izquierda. Pero... ¿para qué eso último? Creo que puede tener alguna relación con la marca de lunas crecientes de mi mano derecha). Estos elementos se "transparentan" y desaparecen de mi visión. Ahora que lo traigo puesto, mi mente se llena de un pensamiento: ¡es increíble! Lo expreso gritando a los cuatro vientos y corriendo alegre para abrazar a mis tutores y darles las gracias por el regalazo que me dieron. Ellos se alegran. Por otra parte, Ami regresa cargando a Artemis (portando por fin una bata de laboratorio, aunque desabrochada; y también le di las gracias por crear mi traje), y él porta... un collar de color azul que no le compré. — Te gustó mi traje, ¿no es así? También quise ayudarte con este pequeño amigo, así que le coloqué este collar. Es un collar especial que cuenta con un rastreador de alcance galáctico y un comunicador con el que podrás hablar con él. — ¿Hablar con... él? - miro a mi mascota con curiosidad y duda. — Adelante, habla. - le dice al gato, y este... habla. — Hola, Minako. - una voz digital sale unos orificios al lado de la marca de luna creciente en el collar (que brilló en un color amarillo), sorprendiéndome. — ¿Q-qué? A-Artemis, ¿puedes hablar? - exclamo. — Así es. Este collar es magnífico. Podré explayar todo lo que quiera y piense. — Diseñé un programa de inteligencia artificial que está relacionado íntegramente no sólo con el collar de tu gato, sino también con tu armadura. Así tendrás a un consejero y otro punto de vista de lo que hagas. Pero... aún no lo nombro. ¿Cómo quieres llamarlo? - me propone Ami. — ¿Cómo lo voy a llamar? - repetí. De nuevo me puse a pensar. ¿Qué nombre le pondría a una entidad digital que me acompañaría de ahora en adelante (puedo procesar que seré una justiciera espacial, y que me enfoqué en superarme día con día para ello, pero no me creo que mi gato "hable")? De alguna manera, quería sentirme acompañada todo el tiempo, y si iba a luchar en el espacio, no podré llevarme a Artemis conmigo a cada lugar que vaya (los gatos... son más delicados que los humanos en varios aspectos), quería sentirme como si él estuviese a mi lado siempre, así que, con esto en mente, me decido muy rápido. — Quiero que la IA se llame... como mi gato. Quiero llamarla "Artemis". - dije, y me molesto en explicarlo. - En vista de que no puedo llevar a mi mascota a todas partes, quiero sentir como si estuviera junto a mí. Ami acepta mi decisión. Me dirijo a... Artemis. — Entonces ... Artemis, háblame. — Aquí estoy, Minako. Ahora que el gato y yo compartimos nombre, deberás acostumbrarte a dirigirte a dos presencias al mismo tiempo. - dice la verdad: aprenderé a acotumbrarme a hablar con una IA y un animal doméstico que llevan el mismo nombre. — Otra pregunta: ¿cómo quieres hacerte conocer ahora? - me pregunta el señor Adam Malkovich. ¿Qué sobrenombre llevaría como cazadora? Si quería tener un nombre que pegara, debía pensarlo muy bien. Algo que tomo en cuenta es mi apariencia de "marinera espacial" y que mi alias debía llevar decir que nací en el planeta Venus. — Ya sé: mi sobrenombre de cazarrecompensas será... "Sailor V". - llego a una decisión final, prefiriéndolo más que "Sailor Venus". Con esto, se crea una cuenta federal exclusiva para mí, donde se guardará el dinero que yo misma iré ganando (y esto es muy útil, ya que la juntaré con la pensión que la compañía Exelion me da por la muerte de mi papá). Ji, ji, ji... ¡Seré una persona autosuficiente! ... O eso espero. — Vamos a que pruebes tus nuevas habilidades. - me dice Ami. Nos dirigimos a una habitación utilizada para entrenar. Mis tutores, el comandante Malkovich y Ami (con Artemis) suben para supervisar mi entrenamiento. Comienza mi sesión. Aparecen dianas holográficas azuladas. — El dorso de tu mano derecha tiene integrado un módulo de carga donde puedes acumular energía de luz. La energía de luz... proviene de un arma Luminaria de la que me inspiré. - añade Ami. - Concéntrate y dispara un rayo para destruir este blanco. Miro la marca de dos lunas crecientes fusionadas en el dorso de mi mano derecha. Como no sé qué hacer con exactitud, realizo toda clase de movimientos para intentar efectuar un ataque al azar. Nada funciona. — Ay... ¿Qué es lo que tengo que hacer? - exclamo al aire. — ¡Minako, recuerda tus lecciones! - me instruye el comandante Hopkins. — ¡Oh! ¡Es verdad! ¡Cuánto lo siento! ¡Je, je, je, je! - río con nerviosismo y me llevo una mano al casco. Me concentro en recordar las sesiones de... "entrenamiento" (qué más bien fueron con fines de entretenimiento) en las salas recreativas de realidad virtual de Nuevo Londres (y en la base Havoc de Venus), y con eso, tengo una idea clara. Estiro mi mano hacia el blanco holográfico. Aparece una retícula (cuya forma es de un punto rodeado por una media luna a la izquierda y otra a la derecha). La energía... se acumula en el dorso de mi mano (que se envuelve en un resplandor amarillo-blanquecino) y disparo un rayo. El blanco es destruido. — Guau... - suelto, impresionada, y viendo mi mano otra vez. — Juzgando por la marca de la mano, pensé en ponerle "rayo creciente". ¿Qué te parece? - dice Ami. — Mmm... Me gusta. - acepto el nombre. Otro blanco se materializa delante de mí. Recibo la indicación de usar otra arma, el ""boomerang creciente". Ello significa... que pierdo cinco minutos haciendo toda clase de idioteces para descubrir cómo usarlo. Viendo que esos minutos pasaron y yo seguía sin saber qué hacer (además de que parecía una idiota "imitando" los movimientos de un instructor de baile), el comandante Hopkins me dijo que volviera a recordar mi entrenamiento (esta vez el entrenamiento "real"). También me dicen que concentre energía en la palma de mi mano, y lo hice. Concentrándome y abriendo mi mano derecha, se materializa (a partir de energía de luz) una figura amarilla brillante con forma de luna creciente. Sostengo este "boomerang de energía", lo arrojo contra el blanco, y, al igual que el anterior, es destruido. — << Je, je... Esto me está gustando más. >> - pienso contenta. Lo último que aparece... sobre mi cabeza... es un punto especial, con la pinta de ser un tipo de blanco, diferente a los dos que destruí. Me instruyen que me "enganche" en él, y ahora, en vez de que mis tutores me hicieran recordaran algo que hicimos años atrás, yo misma lo hice, remembrando las sesiones de escalada y rappel. No fue necesaria la instrucción de me concentrarme, y apunté con mi mano hacia dicho punto en el techo. Funciona, y una "cadena de luz" sale del dorso de mi mano y se conecta con el blanco, llevándome a quedar colgada. Lo siguiente que hice fue... columpiarme de un lado a otro y divertirme, dejando ver mi lado más infantil (inclusive solté pequeños gritos de alegría). Mis "inspectores"... se quedaron callados con éste gesto mío. — Y esta es la última. No se me ocurre un nombre, así que dejaré que tú lo hagas. - me dice la joven científica, y dejo de balancearme. — << Vaya que me han hecho pensar bastante. >> - pensé. Unos segundos más tarde... - Ya sé: "cadena... de Venus". Me suelto de mi enganche, y para terminar con la cadena, la habitación queda a oscuras. Una terminal sale del suelo, y mi instrucción es "suministrarle energía" del generador de mi traje. Lanzo mi cadena contra un encaje de la terminal, y con ayuda de mi nueva IA (quien me daba los pasos específicos a realizar), suministro electricidad transfiriéndola de mi propia armadura (el efecto que lo demostró fueron rayos eléctricos saliendo en dirección de mi traje a la terminal). El resultado es la restauración de la iluminación. — Un detalle extra: puedes usar esa habilidad de tu cadena de Venus para robar energía del enemigo y almacenarla en el escudo de defensa de tu traje, que aumentará su capacidad de resistencia. - añade Ami. Para finalizar mi entrenamiento, comentan que tendré mi primer combate... simulado. Entran en escena enemigos holográficos simples: insectos de tamaño medio con espinas en la espalda. Con mi rayo y boomerang crecientes, esos bichos no suponen gran cosa. Lo interesante viene cuando debutan... piratas espaciales holográficos, con la misma apariencia que tenían los seres que... me arrebataron a mis padres. A pesar de no ser piratas auténticos, sino proyecciones, quería... desquitarme. Me mantengo... racional y acabo con cada uno de ellos, haciéndoles lo mismo que deseo hacer con los Zebesianos verdaderos. ¡Los castigaría por lo que me hicieron de niña! No los perseguiré para matarlos en un arranque emocional, sino... para llevarlos ante la justicia. No me... dejaré llevar por mis sentimientos de venganza, sino por... mi sentido de justiciera. El comandante Hopkins me enseñó a... no dejarme llevar por mis emociones. Al finalizar el entrenamiento, sufro de una pequeña hiperventilación. Recupero el aire (llevándome la mano derecha al pecho), y Ami me instruye que desmaterialice mi casco oprimiendo un botón del pequeño teclado que se encuentra en mi muñeca derecha. Oprimo el botón correcto y mi rostro queda descubierto y mi larga cabellera rubia se suelta (¿cómo es que todo mi cabello quedó guardado dentro de ese casco? No me hallo una explicación. ¿Quizá sea... "magia cuántica-espacial"?). Los más asombrados por mi repentino desquite en el combate simulado son mis tutores, y por su parte, el comandante Malkovich se expresa conmigo. — ¿Sabes, Minako?, para ser tu primer entrenamiento, tuviste un buen desempeño. - me felicita (reconozco... que yo misma me sorprendí). - Pero te daré un consejo: da todo en el campo de batalla, pero tampoco no te vuelvas loca. Con esto, vamos a una nueva habitación. En esta sala, hay tres pantallas holográficas, una ventana vacía frente a estas pantallas (me imagino que para que nadie externo vea los datos que se proyeccionen), lo que parece ser un mecanismo de cámara o micrófono en el techo. Asimismo, hay una plataforma ligeramente elevada y un podio a la izquierda. Llegando a esta habitación, el señor Malkovich se posiciona en la plataforma ligeramente elevada, y Ami (quien, durante el camino, le informó a este, muy alarmada, de "sucesos repentinos en otro planeta"; además de que me devolvió a Artemis) se queda en el podio a su izquierda. Ami utiliza su uPad para hacer que el mecanismo del techo se despliegue y quede a la altura suficiente para que el comandante hable. Me entra la curiosidad. — Bueno, Minako, te enviaré al combate. - inicia directamente. — ¡¿Q-qué?! ¡¿Justo ahora?! - solté, nerviosa. — Sí, así es. Y esto te puede interesar, ya que los informes de los que me habló la doctora Mizuno dicen que el planeta Venus está siendo atacado. ¡¿Venus... bajo ataque? ¿Cómo es posible, si antes de venir el ambiente denotaba tranquilidad? ¿Qué lugar de Venus está siendo arrasado en este momento? ¿Nuevo Londres? ¿El Condado Maxwell? ¿Ciudad Venera? ¿Los poblados menores? ¡Necesito saber todo lo que se pueda! — Comandante Malkovich, ¿sería tan amable de darme más detalles, por favor? — Con mucho gusto. - dice, y Ami activa las pantallas holográficas. - Me acaban de llegar informes del ejército, y todos apuntan a que varias zonas del planeta están siendo atacadas a la par. Estas son las imágenes que llegaron en los últimos minutos. Las imágenes muestran... las ciudades más importantes del planeta siendo atacadas... por robots. Ciudad Venera, el condado Maxwell... y Nuevo Londres... — Oh, no... No puede ser... - exclamo, impactada. — El ataque comenzó alrededor de una media hora atrás. El ejército fue desplegado de manera inmediata y la población evacuada, y están tratando de neutralizar a los robots. - se proyectan imágenes del modelo de robot enfrentado. - Para poner las cosas peores, los análisis indican que esos robots contienen bombas nucleares en su interior, dejadas de utilizar hace siglos. — ¡¿Eh...?! - me horrorizo. ¡E-esos robots... son bombas nucleares andantes! - ¿Quiere que... vayamos... a detenerlos, señor? — En efecto. Pero para aligerar la carga, sólo te encargarás del que se sitúa en Nuevo Londres. Considéralo como tu bautismo de fuego. — Nosotros te llevaremos. No queremos que te encargues de esto tú sola, te haremos compañía. - me dice el comandante Hopkins para darme más ánimos, y el señor Michaels lo apoya. — Será mejor que vayan. Parece que esos robots han demostrado de lo que son capaces. ¿Alguna duda? - me dice, a lo que respondo con un "No". - Bien, entonces ve y cumple tu primera misión como cazarrecompensas oficialmente federal, Sailor V. Suerte. Aquí llegan mis instrucciones. Es... el momento de demostrar lo que puedo hacer. Mis tutores y yo procedemos a irnos, y les digo adiós al comandante Malkovich y Ami. — ¡Adiós, comandante! ¡Adiós, Ami! - me despido de ambos, agitando mi mano. — ¡Ten mucho cuidado, Minako! - me responde el comandante. — ¡Dale un buen uso a ese traje! ¡Y cuida muy bien a tu gato! - me dice Ami, cosas con las que pienso cumplir. Regresamos a la Hygieia y partimos de regreso a Venus. Mientras retornamos a mi planeta, sufro un poco de nervios. Ésta será... mi primera misión como cazarrecompensas novata al servicio de la Federación Galáctica (mi "bautismo de fuego", como dijo el comandante Hopkins). Ahora... estaba haciendo realidad uno de mis sueños: seguir los pasos de Samus Aran. Esperé... años para esto (como dice el refrán: "El tiempo no vuelve atrás"). Pero... ¿qué hay de mi otro sueño? ¿Cuándo me convertiré en una idol? Otra cosa a destacar es que Artemis (quien otra vez iba pegado a mí) no se alteró ni se angustió. Ya se ha acostumbrado, y viaja relajado. Incluso... me tomé la molestia de hablar con él por medio de su collar. Así fue como el viaje de regreso se me hizo ameno. No queria ponerme nerviosa... o más de lo que ya estaba. Reingresamos en la atmósfera de mi mundo de origen, hacia Nuevo Londres. Al sobrevolar mi ciudad... El caos... es total. Tal y como informó el comandante Adam Malkovich, el ejército combate con un androide que se desplaza corriendo y atravesando cualquier pared que tenga enfrente, sin importarle el daño que reciba. — Dios mío... - comento al ver toda la destrucción provocada por un solo robot. — Entraremos en acción en breve. - dice el comandante Hopkins. La nave aterriza. Mis tutores y yo descendemos directamente en la calle, mientras que el resto del batallón parte en la Hygieia para encargarse de "problemas repentinos en el espacio", según oyó el piloto en la radio. Un poco nerviosa por ser mi primera misión inmediata a entrar a trabajar para la Federación, preocupada porque bajé llevando a Artemis conmigo (estoy más preocupada por él que por mí), pero aliviada porque no lucharé sola, corro a la batalla. Mientras corremos a enfrentar al robot, recibo una transmisión entrante... del Artemis digital en mi casco. Me detengo para escuchar. — Minako, recibes una llamada del jefe. — ¿El "jefe"? ¿Te refieres al comandante Malkovich? - le pregunto. — Es la forma en que yo me dirijo a una figura de sumo respeto como él. — .. Está bien. - respondo con extrañeza. - Abre comunicaciones. Deseo saber qué quiere decirme. Mi nueva IA se pone en contacto directo con el cuartel general de la Federación Galáctica. — Minako, en tu primera misión en curso, se presentarán algunas sorpresas. — ¿"Algunas sorpresas"? ¿A qué se refiere, señor? - pregunto, curiosa. — Las verás muy pronto. Espero que esta ayuda te sirva... y te alegre. — Enten... dido... — Bien. Buena suerte. - se desconecta. — << ¿Una ayuda sorpresa que me alegrará, eh? >> - pienso. Los eventos de la batalla me impiden seguir pensando. Observo cómo un batallón de soldados acorrala al enemigo en una intersección. Este saca a relucir un cañón en su vientre que dispara un poderoso rayo blanco con el que se deshace de un buen número de soldados, destruye una porción de la zona envolviéndola en explosiones y, de paso, abre un camino para su escape. — << ¡Guau! >> - pensé. — ¿Lista, Minako? - el comandante Hopkins regresa por mí y me pregunta si estoy lista. — ¡Sí, señor! ¡Esperé por este momento! - le respondo, y digo, muy decidida... - ¡Sailor V en acción! Entro por completo a la acción (dejando a mi gato escondido en un lugar donde nadie lo lastimará). Me separo de mis tutores (que se unen a otros soldados para acorralarlo en un callejón) y rodeo el camino del robot para caer delante de él y sorprenderlo (la caída debió ser mortal para mí, pero... no sentí nada. Mi traje amortiguó el impacto). — ¡Oye, tú! - me dirijo a él, provocando que me mire. - ¡No tengo ni la más remota idea de qué estás haciendo aquí, o quiénes son tus constructores, pero no dejaré que te salgas con la tuya! — ¿Y tú quién te crees que eres, niña? - me contesta, sonando furioso. — ¿Que quién soy? ¡Responderé a tu pregunta! - procedo a presentarme. - ¡Soy una cazarrecompensas novata que lucha por el amor y la belleza! ¡Soy Sailor V, justiciera espacial! ¡Ríndete o dejaré caer el castigo del amor sobre ti! — ¿"Castigo del amor"? ¡Ja! ¡Intenta castigarme! Me enfrasco en una batalla 1 vs 1. Él demuestra otra habilidad: extender sus brazos y dar fuertes golpes. Lanza su puño derecha hacia mí, pero esquivo el ataque con una voltereta y apunto para disparar el rayo creciente. Antes de que dispare, él lanza su puño izquierdo, que impacta en mí y me arroja al interior de un edificio evacuado. La barra de energía reaparece en mi DRA y se vacía a la mitad, pero comienza a regenerarse por su cuenta lenta y progresivamente (representado por unas flechas en forma de ">" atravesando la barra de izquierda a derecha y el mensaje "REGENERANDO..." debajo. — ¡Minako! ¡¿Estás bien?! - Artemis (mi IA) se preocupa. — Sí, Artemis. Estoy... bien. - me levanto con esfuerzo. - N-no... pienso darme por vencida en mi primera misión. Viendo que necesitaba algo más, se me ocurre usar mi boomerang creciente, así que lo materializo y lo arrojo con fuerza. Corto una parte del pecho del robot, causándole daños y haciéndole soltar chispas. Antes de recurrir a mi cadena de Venus, el ejército reaparece. El androide crea ilusiones de sí mismo para confundirnos. Nadie sabe cuál es el verdadero. Por su fuera poco, entre la confusión , recibo una transmisión de Artemis. — Minako, tenemos compañía de la mala. — ¿Compañía? ¿De la mala? — Mira hacia arriba. ¿Qué es lo que veo? Naves espaciales... que reconozco. ¡Son los Zebesianos, la espina dorsal de los piratas espaciales y equivalentes a los humanos en la Federación (según comentaron mis tutores)! ¡¿Qué hacen aquí?! Mi reacción al verlas... es no decir absolutamente nada. Mi estado llama la atención de Artemis, quien no duda en dirigirme la palabra. — Minako, ¿qué te sucede? ¿Por qué no hablas? ¿Pasa algo malo? — Artemis..., tú como IA... no sabes nada sobre mí. No conoces... mi historia. - alcancé a soltar. — ¿Los piratas están relacionados? — Te lo diré... después. Por favor..., deja que... cumpla con mi misión. Dejo ese silencio y busco al enemigo robótico, que aprovechó la distracción para fugarse. Subo a las azoteas de los edificios y no tardo mucho en encontrarlo. Previo a bajar, encuentro a otro aparente cazarrecompensas (que sólo cubre su cabeza con un casco blanco) cerca de un soldado caído. Me aproximo y él se aparta para dejarme examinar al soldado. Retiro su visor oprimiendo un botón del lateral izquierdo (como he visto en mis tutores). ¡Está... muerto! Su cara expresa un miedo impresionante. Yo... me aterro. — ¡¿Pero qué... está pasando?! - suelto, espantada. — Déjame averiguarlo. - dijo Artemis, interactuando con mi traje (detalle recién visto por mí) y analizándolo. - ¡No puede ser...! ¡Le robaron toda su energía vital! — ¿Cómo que se las robaron? — Espera. El escáner indica algo alarmante: ¡signos de depredación Metroide! — ¿Metroide? ¿Te refieres a las criaturas que la Federación cita con frecuencia como "la mayor fuente de problemas en la galaxia"? — Sí, y son criaturas que será mejor que no conozcas en tu vida. Regreso al combate, ignorando al otro mercenario. No tenía idea de cómo dañar a este enemigo, y mientras pensaba en lo siguiente que debía hacer, Artemis me contacta de nuevo. — Minako, activa tu escáner para descubrir el punto débil del enemigo. Gracias a la sencilla interfaz que Ami instaló en la muñeca derecha de mi traje, activo mi escáner. Enfoco al enemigo con una reticula (diferente en aspecto a la otra, e igual de útil porque se mueve en base a dónde dirija mis ojos) y lo analizo. Los datos indican que su punto débil es la cabeza que protege bajo su casco oscuro. Procediendo a sobrecargar al androide con mi cadena de Venus para aturdirlo, un sonido procedente del cielo llama mi atención. Es... una nave amarilla, forma de "disco" y cristal verde. — ¡Esa nave... es de... Samus Aran! - exclamé. La nave permanece en el aire, y de ella... ¡Samus salta para combatir... y cae frente a mí! — << ¡N-no me lo creo! ¡La famosísima Samus Aran... está enfrente de mis narices! >> - pienso, llena de emoción. Samus lucha sola con el robot (el ejército y yo quedamos de testigos). Este lanza sus dos puños para golpearla, pero ella los esquiva con sorprendentes piruetas. Se prepara para usar su cañón del vientre, pero ella dispara un misil dentro de esta arma, haciéndola explotar y dejándola inutilizable. En su desesperación, intenta detonar su bomba nuclear, pero Samus lo tira al suelo con una tacleada y lo fulmina con un rayo cargado a quemarropa. ¡Lo liquidó... sin sufrir un solo rasguño! — Misión cumplida, Adam. Neutralicé a los robots. ... Y sí, la novata está cerca. - se comunica con el comandante Malkovich y se refiere a mí, mirándome. Mi pulso se dispara. - Procedo a retirarme. Su nave desciende y se prepara para irse, pero la detengo. — ¡Gracias por ayudarme, Samus Aran! - le agradezco por darme una mano, muy contenta. — ... No es nada. - me mira de reojo, contesta indiferente y se marcha. La sorpresiva aparición de Samus (que obviamente era a lo que se refería el comandante Malkovich con "la ayuda que me alegraría") ahuyenta a los piratas. Con las fuerzas invasoras retirándose (no atacaron, sino que... parecían buscar algo), el ejército se queda para evaluar los daños. El sujeto misterioso que vi antes se aproxima a mí. — ¿Y tú quién eres, si se puede saber? - le pregunto. — Puedes llamarme Phantom Ace". - se presenta. — ¿Phantom... Ace? No sé nada de ti. — Soy un cazarrecompensas en fase inicial, un novato con todas las letras, recién contratado por la Federación Galáctica. Me enviaron a investigar. ¿Tú también eres principiante? — S-sí, es mi primera misión. Me conocen como... Sailor V. — Sailor V... Muy bien. De acuerdo, Sailor V, terminé con mi labor, así que me retiro. - se despide y camina en dirección opuesta. ¿Otro cazarrecompensas? ¿El señor Adam Malkovich también se refería a él con "algunas sorpresas"? ¿Quién es él? No pude seguir sumergida en ello porque recibo el informe de un hombre herido en un refugio subterráneo de un complejo residencial evacuado (¿por qué no se fue con sus vecinos?). Voy a ayudarlo. Allí, tirado en el suelo y con una herida en la rodilla izquierda, está un chico mayor que yo en edad, con una chaqueta marrón, pantalón de mezclilla, doble camisa interior verde (cada una de un diferente tono) y zapatos negros como ropa. En cuanto a su rostro, posee cabello oscuro y ojos azules. Le brindo auxilio. — ¿Estás bien? — R-recibí un impacto de energía en mi rodilla, pero no es nada del otro mundo. - responde, y me mira directamente a los ojos. Yo... me sonrojo, y mi corazón se acelera. Él es... un chico muy guapo. ¿Acaso... estará soltero? Me invaden... las ganas de hacerle muchas preguntas. — ... - no digo nada. — Oye, ¿estás bien? - me pregunta. — ¿Eh? Sí, sí, me encuentro bien. Le doy mi mano para que se levante. Como él no puede mantenerse en pie por mucho tiempo como consecuencia de la lesión de su rodilla, le sirvo de apoyo para que no se caiga. — Muchas gracias por ayudarme. — No es nada. Y... ¿cómo te llamas? - le pregunto con mucha curiosidad. — A-Armand. Me llamo... Armand Smith. (Nota del autor: Apellido puesto por mí en base en los apellidos más abundantes en Inglaterra, de donde es originario el personaje. Oficialmente se desconoce su apellido, al igual que el nombre de los padres de Minako.) Sin importarme nada más, le revelo mi rostro. Se sorprende. — Increíble. E-eres... una ¿adolescente? - suelta él. — Sí, así es. Salimos de allí. Observamos, a lo lejos, a una reportera acompañada por un dron cámara y entrevistando a un par de soldados, pero se fija en nosotros. Me alarmo y reactivo mi casco. Antes de que se acerque demasiado, uso una función de zoom de mi visor (ayudada por mi IA Artemis) para descubrir la empresa en la que labora: ¡SSN, el reportero número 1 en la galaxia! — << ¡Oh! ¡Genial! ¡Es mi oportunidad para darme a conocer como una nueva cazarrecompensas! >> - pienso, emocionada. Así termina mi primera misión como Sailor V, salvando mi ciudad de un robot lunático y un sorpresivo ataque pirata, y conociendo a un par de individuos nuevos: Armand Smith y el cazarrecompensas "Phantom Ace". ¿Qué vendrá para mí en el futuro? NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. Minako es entrevistada por la reportera de la cadena SSN, hecho que es transmitido cuánticamente a otras partes de la galaxia, entre ellas la Tierra. Ami Mizuno y Adam Malkovich observan la transmisión en vivo en la sala de instrucciones. — ¿Qué opina de su desempeño, comandante? - pregunta la doctora Mizuno. — Esa señorita tiene potencial para ser una nueva cazadora de élite. - responde él. Por otro lado, en el planeta Altair V, en la franja externa del territorio de la Federación, un matrimonio también sintoniza la señal, viendo la nota que habla de la invasión reciente. Se trata de los padres de Minako. ¿Cómo sobrevivieron? Para eso, hay que retroceder en el tiempo. Casi al momento en que Minako fue expulsada de la nave Mauretania, pensando que podían alcanzarla, marido y mujer se dispusieron a abordar la otra cápsula de escape, que tenía capacidad para llevarlos a ambos. Sin embargo, antes de abordar, los piratas Zebesianos les dieron alcance y trataron de asesinarlos, pero fracasaron. Los dos dejaron de lado su miedo y los enfrentaron para abrirse paso a la cápsula y escapar. Antes de cerrarla, un Zebesiano entró y luchó, pero fue sacado a la fuerza. Sin embargo, antes de que lo sacaran de un empujón, este arrojó al matrimonio dentro de las cápsulas de hibernación, que se cerraron de golpe, y disparó hacia el interior de la cápsula, impactando en la computadora de navegación y dañándola, perdiendo el destino pre-programado y, en vez de dirigirse a Venus, se impulsó hacia la nada antes de separarse y que la Mauretania explotara. Esposo y esposa viajaron a la deriva por el espacio durante años, permaneciendo en animación suspendida hasta que fueron interceptados en territorio de las colonias externas por una flota federal y llevados al planeta más cercano: Altair V. Allí comenzaron una nueva vida, y el señor Aino fue contratado en la central nuclear de la ciudad de Maryk, la más poblada de Altair V con más de 30 millones de habitantes. Sin embargo, ellos no se quedarían, pues cuando reunieran el dinero suficiente, regresarían a Venus para reasentarse allí y verificar que Minako haya sobrevivido. Continuando con el relato, el padre de Minako sintoniza SSN, y ve la entrevista a Sailor V en Nuevo Londres, totalmente inconsciente de que es su hija. — Mira, querida: esa chica ha salvado la ciudad en donde vivíamos. - llama a su esposa, quien hacía sus quehaceres domésticos. — Nuevo Londres... Venus... Minako... - suspira ella. - Quiero regresar y descubrir si nuestra hija sigue viva. — Yo también, pero en este sector de la galaxia, el viaje interestelar es un lujo que pocos pueden darse. Necesitamos conseguir diez millones de segurus para cubrir todos los viajes a Venus. Y es muy posible que Exelion ya me haya remplazado. Lo siento, querida, pero hasta que no consigamos esa cifra exorbitante de dinero, nos quedaremos en Altair V. — << Minako... Si sobreviviste, espero que estés bien.>> - piensa la mujer. De vuelta en el cuartel general del Reino Oscuro, Danburite informa a su líder general sobre el ataque. — Mi general, vengo a notificarle que nuestro primer ataque... fue todo un éxito. Los piratas espaciales y la Federación Galáctica mordieron el anzuelo. Esos bandidos son tan idiotas que se creyeron que había una "fuente de energía ilimitada" en el sistema solar, y enviarán a uno de sus líderes a buscarla; y la Federación sospecha que los piratas enviaron a esos robots que robamos de un almacén de armas secreto en Panteón Armaged y que fueron construidos por orden del vicepresidente Brandon Williams, de acuerdo a los archivos ultra-secretos que descubrí. — ¿Algo más? — Recolectamos gran cantidad de energía de los humanos, y me encontré de cerca con la legendaria Samus Aran y una principiante que se hace llamar "Sailor V". Ninguna de ellas sospecha de mi identidad. — Excelente, Danburite. Excelente. Planifica el próximo movimiento para confundir más a la Federación y a los piratas. Supervisaré tus siguientes ataques. — Entendido, general Kunzite. - dice Danburite, revelando el nombre de su superior, "Kunzite", y moviéndose para revelar su apariencia: un chico de cabello blanco y ojos grises con un traje blanco. Danburite sale de la sala, dejando solo nuevamente a Kunzite, quien cruza las piernas, apoya su cabeza en su mano (apoyada simultáneamente en el brazo derecho de su trono) y también se mueve para dejarse ver: un sujeto de cabello largo y blanco con ojos azules y un traje gris con hombreras, capa y botas. Por último, esboza una sonrisa siniestra. |
Capítulo 4
|
---|
Segundo ataque |
La entrevista con la reportera de SSN concluyó, y me he reunido con mis tutores (y recogí a Artemis de su escondite improvisado, totalmente ileso). Les pedí que lleváramos a Armand a un hospital de Ciudad Venera (por... una razón que mencionaré más adelante), y acceden. En el viaje hacia allá, Armand permaneció callado, y yo... me senté a su lado y volví a revelarle mi rostro. Él... demostró ser una persona confiable y simpática. Dijo que guardará el secreto de que "la entrante cazarrecompensas Sailor V es una adolescente muy linda". Esa última anotación... me provocó un intenso sonrojo. Que un hombre ajeno a mis queridos mentores diga que soy linda... ¡es fabuloso! No soy vanidosa, pero... me considero "la diosa del amor". Dejamos a Armand en un hospital de Ciudad Venera (le dije que se recuperara pronto y regrese sano a su hogar, el edificio donde lo conocí), y cuando volamos de regreso a mi casa, se forma una pequeña discusión dentro de la nave Hygieia. — Minako, el jefe está enterado de tu primera misión exitosa. Te ha depositado 3000 segurus en tu nueva cuenta. - me informa mi IA compañera por el collar de mi gato. — Ji, ji. ¡Qué bien! ¡Gané mi propio dinero! ¡Qué emoción! ¡Ya no dependeré de la pensión de Exelion! - exclamo feliz. — Nos alegramos por ti, Minako. - me dice el comandante Hopkins. — Y seguiste nuestro consejo de enfrentar tus miedos de modo racional. - añade el señor Michaels. Aún ronda por mi cabeza el tema del dinero que gané por mi cuenta, y exclamo abiertamente que quiero gastármelo ya (esa es la razón por la que pedí traer a Armand a un hospital de esta ciudad). — Es tu dinero. Tú sabes qué hacer con él. - me dice el comandante. Como todavía no salimos de Ciudad Venera, les pido que vayamos a una megatienda donde venden de todo. Afortunadamente para mí, sólo desactivé mi traje con la sencilla interfaz instalada por Ami y quedé con la ropa que llevaba puesta. Acompañada por mis tutores y mi gato (nadie me dijo nada sobre entrar a la tienda cargando con Artemis), doy varias vueltas por los pasillos del establecimiento para ver cada artilugio y decidir lo que compraría con mi paga (¿y cómo pagaría? Transfiriendo la cantidad indicada desde mi cuenta con ayuda de... la magia de la tecnología). En el apartado de electrodomésticos... llegué a mi conclusión final: un robot de trabajo de uso doméstico (los hay de dos índoles más: comercial e industrial). Leo en un pequeño cartel holográfico todo lo que ofrece, y me emociono tanto que lo compro sin dudar. ¿Lo mejor? Servicio para llevar el artículo a la casa del comprador (esta tienda es tiene una puntuación de cinco estrellas, así que no necesito preocuparme porque mi compra desaparezca "de la nada" en medio del camino). Llego de vuelta a mi hogar, y mis tutores me informan que es su hora de irse. Me despido de ellos y espero ansiosa a que llegue mi nuevo robot de trabajo, que probablemente se convertirá en alguien indispensable. Pasa media hora (en la que me dediqué a perder el tiempo escuchando música) y mi paquete llega intacto. Tras dejarlo en la entrada de mi casa, yo lo coloco en el pasillo central. Me acerco a él para verlo más detenidamente (un detalle rápido: su cubiera metálica es de un naranja cromado) y descubrir cómo se enciende. — Veamos... ¿Cómo lo activo? ¿Será... con esto? - oprimo un botón concreto. El robot se activa. - ¡Guau! ¡Lo logré! La rendija que el mecanoide lleva por "ojos" se ilumina en un tono azul brillante, y sus piernas mecánicas se despliegan. — Unidad de trabajo activada. Escoja un nombre para la unidad de trabajo. — ¿Un nombre para el robot? ¿Cómo lo llamaré? - me dije a mí misma. Comparado con Artemis (de quien saqué inspiración de aquella chica que me topé), pienso más un nombre para este nuevo acompañante robótico... y ayudante. No me cuesta mucho encontrar un nombre más sencillo... y que se relacione con la electricidad, que es su fuente de energía básica (¿podré suministrarle energía de mi propio traje?). — ¡Ya sé! ¡Te llamaré... "Voltio"! — Nombre aceptado. Unidad de trabajo "Voltio" 100% funcional y lista para operar. — ¡Ji, ji, ji! ¡Qué emoción! - me dirijo a mi gato, que está a mi lado izquierdo. - ¡Mira, Artemis! ¡Ya tenemos un nuevo robot asistente que hará todo lo que le ordene sin poner queja! - suelto una risa un poco siniestra por esa afirmación. — Identifique nombre de la persona propietaria. - continúa el robot con su siguiente paso. — Mi nombre es Minako Aino. — Identificación confirmada. Dueña: Minako Aino. — Oye, ¿podrías referirte a mí de otra forma? No sé, quizás... ¿"señorita Minako"? - recuerdo mi visita previa al cuartel general de la Federación Galáctica y cómo me llamó el señor Adam Malkovich de aquella forma delicada y elegante. — ... - lo procesa. - ... Afirmativo, señorita Minako. - acepta mi petición. Vuelvo a soltar otras risillas como resultado. Alardeo a viva voz que ya tengo en mi poder a un mayordomo robot que no se opondrá a nada que le diga y que seguirá al pie de la letra cada cosa que le pida. En eso, recuerdo un último detalle que involucra a Artemis. — Mira, Voltio: éste es mi gato mascota. Su nombre es Artemis. Quiero que lo cuides cuando yo no esté presente. ¿Me harías el favor? — Con mucho gusto, señorita Minako. Cuidaré de la criatura "Artemis" en su ausencia. — Excelente. Gracias. Y ahora, como tu primera orden, ¿podrías hacer mi cena y servirle comida a Artemis? - le digo, ya que no quería repetir mi embarazoso incidente con el cuchillo. — Orden aceptada. Iré a preparar la cena para la señorita Minako y servir comida para a criatura "Artemis". - acepta Voltio, y entra en la cocina. Mientras mi nuevo robot hace lo que le ordené, me tumbo en el sillón para ver el canal de música en la televisión holográfica. Artemis, a quien no llevé cargando a la sala, se acerca a mí. — Minako, quiero decirte algo de parte del jefe. Tal vez no te agrade. - dice, siendo la IA quien habla. — Venga, adelante. Quiero oír lo que me dijo. — Sus palabras fueron... "No tienes permitido fallar ni equivocarte". — Por eso no hay ningún problema. Me aseguraré de cometer la menor cantidad de fallas y equivocaciones posible. Tenlo por seguro, Artemis. - le digo, llena de confianza y guiñando un ojjo. Lo cargo y juntos vemos el canal de música, donde transmiten un concierto en vivo (lo ideal para mí) de... un cantante sumamente guapo. Me quedo ahí hasta que recibo el mensaje emitido por Voltio: "La cena está lista". Artemis y yo vamos a comer. Después de eso, regreso a la televisión, encontrándome que el concierto ya ha finalizado, pero en su lugar, hay otra cosa igual de interesante (y que igualmente se relaciona con la música, por lo que me atrae): un recital de violín llevado a cabo por alguien que no sabía que tenía unas semanas en el mundo musical: una chica de nombre... Michiru Kaioh. Su talento con el violín es impresionante, y lo mejor: ¡ella es bellísima! Posee cabello de color azul-verdoso y ojos azules. Cómo envidio al chico que debe andar sí o sí con ella. Apuesto a que es muy atractivo, ¡y afortunado! — << Puf... Desearía que un muchacho guapo llegara y me dijera "¿Quisiera tener una cita conmigo, señorita?" >> - pensé, soñando con una fantasía que quiero que se cumpla, y cruzando mis brazos. Un rato después de escuchar ese concierto (y de que este finalizara), le cambio de canal como la buena descarada que soy. Confirmando de una vez por todas que heredé el hábito de mis padres de ver SSN, descubro que el presentador habla del reciente ataque en las ciudades importantes de Venus orquestada por los robots descontrolados y la invasión de los piratas espaciales "con saldo blanco" (¿qué? ¿Saldo blanco? ¿No mataron a nadie? ¡Yo... sé que los piratas tienden a matar o esclavizar a los pobladores de los planetas que conquistan!). Lo emocionante para mí surge cuando pasan (en repetición) la entrevista que me hicieron. — ¡Mira, Artemis! ¡Aparezco en televisión! - me emociono sobremanera, y me brillan los ojos de la alegría. — Ten cuidado, Minako. No dejes que la fama se te suba a la cabe... - dice él, y lo interrumpo de una manera infantil. — ¡Seré famosa! ¡Salí en el noticiero más prestigiado de la galaxia! ¡No cualquier cazarrecompensas en fase inicial sale en las noticias! ¡El único que conozco que logró una hazaña similar a la mía fue el recién conocido "Espadachín Negro"! - me lleno demasiado de ilusión. - ¡Otros mercenarios se enterarán de mi logro y morirán de envidia! Pero no los culpo: ¡tuve mucha suerte de contar con la ayuda de dos cazarrecompensas, siendo Samus Aran una de ellos! ¡Ja, ja, ja, ja! - río como una niña. — Dios mío... Tu caso es más grave de lo que pensé... - dice en volumen bajo, y lo escucho. — Sólo bromeaba, Artemis. No dejaré que la fama se me suba a la cabeza. La manejaré con responsabilidad. - le comento, y cambio de tema por... una duda que recorre mi mente. - Por cierto, Artemis... Ahora que puedes hablar, respóndeme lo siguiente... ¿Por qué escapaste de aquí hace una semana? ¿Sabes el susto que me provocaste? — Te pido perdón por lo sucedido, pero... tú saliste con mucha prisa, y quería acompañarte, así que traté de seguirte el paso, pero corriste como nunca te he visto correr y te perdí de vista. Luego me fui a explorar la ciudad para regresar aquí unas horas después y llegué a la zona costera, donde me encontraste, y el resultado lo conocemos. - explica. — ¿Tú... querías acompañarme? - repito, sorprendida. Sabía que Artemis es un gato cariñoso, y que gusta de tenerme cerca (y que le haga cariñitos, como pasarle mi mano por su cabeza. Por eso fue que la semana pasada compré un cepillo para peinarlo), pero no sospeché que trataría de seguirme a la escuela. — Yo... no lo sabía, Artemis. No tenía idea de... lo mucho que te importo. — Eres mi nueva dueña, por supuesto que me importas. Si no estás tú, ¿quién me dará de comer, me cepillará la espalda... y a quién voy a amar? — Ji, ji, ji. - suelto unas risitas. - Eres un gatito travieso. Lo tomo con mis manos, extiendo mis brazos y lo veo... detenidamente... por un par de minutos en silencio. — ¿Sabes, Artemis? Sonará ilógico, pero... me recuerdas al comandante Hopkins. Se asemejan en... el color del pelo y los ojos verdes... aunque tienen diferencias, como que él utiliza anteojos y que su cabello no es totalmente blanco, sino que tiene algo de gris. - afirmo, y suelto un pequeño suspiro. - Es por esas similitudes que... teniéndote cerca, siento que él y el señor Michaels están a mi lado. Poco a poco, mi imaginación comienza a visualizar a Artemis con una apariencia humana que se asemejara... a un chico guapo, con una cara similar al comandante Hopkins, cabello largo como el mío, vestido de blanco. Esa imagen mental... se impone en mi cabeza, y sin saberlo, estoy a punto de besar a Artemis, pero él me hace volver en mí con un rasguño en la mejilla. — ¡Reacciona, Minako! ¡Soy un gato, no un humano! - se queja. — P-perdóname, Artemis. Es que... te imaginé transformado en un humano. — ¿Crees que los gatos venimos de Jovia XII? Los Jovianos poseen la habilidad de transformarse en otros seres, pero los gatos no. Yo... me limito a suspirar y recostarme en el sofá. — Con tu reacción al estar cerca de Armand Smith, y en base a tus palabras recientes, me di cuenta de que anhelas tener un novio. Lo comprendo, es el sueño de toda adolescente, pero... tu nuevo oficio consumirá mucho de tu tiempo. Mi intención no es desmotivarte, así que te daré un consejo: balancea tus actividades. Procura que tu trabajo no intervenga en otros aspectos de tu vida, ¿sí? Trata de mantener un equilibrio. — ... Sí, lo haré. Gracias por aconsejarme, Artemis. Él se queda callado unos segundos para pensar una respuesta que me dice "en mi idioma". — Si le pones dedicación a tu nuevo trabajo, todo irá bien. Y... ¿quién sabe? Tal vez... en uno de tus futuros viajes al espacio, te hagas novia de un cazarrecompensas atractivo. — ¡¿En serio?! ¡Qué bien! ¡Me lo hubieras dicho antes, Artemis! - me levanto, lo abrazo y giro como loca con él. - ¡Me concentraré más en mi labor de cazarrecompensas! ¡Seré la cazadora más famosa del sistema solar! ¡Ésa será mi meta a alcanzar, y no me rendiré hasta conseguirlo! - hago una pose de victoria, alzando mi puño izquierdo. Dejo a mi gato en el sillón y subo corriendo a mi habitación, muy feliz. Artemis dice... — Creo que no medí muy bien mis palabras y la ilusioné de más... Espero no haber metido la pata... Ahora... saltaré dos días hacia adelante en el tiempo, en la mañana, donde tomo mis medidas preventivas y Artemis me ayuda a despertar a tiempo porque se lo pedí el día anterior (como dice un conocido dicho: "Al que madruga, Dios lo ayuda")... y porque él me quitó el sueño a mitad de la madrugada al despertarse y rasguñar la ventana (y yo ni loca lo complaceré en eso. El árbol está a más de cinco metros de distancia). Lo curioso es que Artemis me despierta con una hora de anticipación, así que, en lugar de quejarme, lo veo por el lado positivo y me dedico a aprovechar ese tiempo extra para hacer otras cosas (como jugar con él, bañarme, cepillar mi cabello, escuchar música, etc. Cosas de chicas), y cuando llega el momento indicado, me despido de Artemis teniendo cuidado de no pisarle la cola como el día anterior (lo que me hizo ganar un rasguño de su parte en mi pierna) e indicándole que tiene a Voltio para que lo atienda en las horas que yo estoy fuera (mi robot no se quejará de recoger lo que deja en su arenero). Me voy a mi colegio. De nuevo allá, el día transcurre con normalidad, sin nada que pueda destacar (excepto que acordé ver a mi amiga Hikaru en mi casa para posteriormente ir juntas al centro de la ciudad a comprar ropa). De regreso a casa, converso con mi IA Artemis en mi brazalete sobre cómo ser más productiva como cazarrecompensas, si aceptando únicamente contratos de la Federación Galáctica o también de otros sujetos, como multimillonarios o celebridades (de quienes seriviría de guardaespaldas). Escucho algo en las cercanías. Me acerco para ver, y descubro que una pequeña niña de cabello castaño (acomodado en dos coletas) y ojos cafés está discutiendo con otro niño que la duplica en edad. Viste un chaleco sobre un suéter y pantalones cortos, y su tipo de peinado es el típico de los rebeldes, y de color negro. — ¡Yo quiero ser una heroína, Pete! ¡Entiéndelo! - le reclama la niña. — ¿Y a quién tomarás como figura de inspiración, Mie? ¿A los cazarrecompensas? ¡Date cuenta de que ellos sólo son mercenarios que viven por el dinero! ¡Y ni pienses en la Policía Federal! - dice él. — Oye, no mientas. ¡Tú también dijiste que querías ser un héroe! ¡Y no todos los cazarrecompensas son malos! ¿No conoces a Samus Aran? — ¡Las hazañas de esa Samus Aran no son más que disparates! ¡Ninguna mujer puede destruir una base enemiga por sí sola! ¡Es absurdo! Las palabras de ese jovencito me hacen querer entrometerme en la conversación, así que me acerco a ellos. — ¡Oigan, niños! ¡Dejen de discutir a volumen alto! - les llamo la atención. - ¿Acaso no les han enseñado a tratar a los demás como quisieran que los trataran a ustedes? - les regaño. — ¡Señora, no se meta en donde no la llaman! - me contesta el niño con aspecto de buscapleitos. — ¡¿Cómo fue... que me llamaste?! ¿Me dijiste... "señora"? - repito, con un tic en el ojo. — ¡Esta es una discusión de niños! ¿Por qué no va a conseguirse un novio? - empieza a provocar mi ira. - ¡Hablamos de que los cazarrecompensas no son héroes, sino criminales contratados por el gobierno para matar a sus opositores! — ¡Te equivocas, niño! ¡No todos los cazadores espaciales son malos! Y discúlpame por entrar en una conversación ajena, ¡pero las hazañas de Samus Aran son auténticas! — En serio, señora, váyase y encuentre pareja. ¡No se meta donde no le importa! Traté de ser paciente, pero este niño... ¡me ha colmado la paciencia! — ¡¿Qué fue lo que dijiste?! - grito y sale corriendo. Tomo aire y me tranquilizo (ese niño me sacó de mis casillas. ¡Mira que llamarme "señora" y exigirme que obtenga novio! ¿Qué se cree?). Mi brazalete empieza a emitir soniditos. — Minako, escuché todo lo que pasó. - comenta Artemis. — ¿Puedes creerlo? Ya no sé cómo educan a los niños de hoy en día. - digo, indignada y pasándome la mano por mi cabello. — Así que... ya eres una señora, ¿eh? - dice en tono burlón. — ¡Artemis, ¿te vas a poner de su lado?! No continuo con mi regaño hacia mi IA, ya que la niña sigue a mi lado. — G-gracias por ayudarme. - me dice. — No es nada, pequeña. - respondo. - Ese otro niño estaba empezando a gritar, y sentí la obligación de pararlo. Él... es Pete, ¿cierto? Conversamos un rato. Ella me revela su nombre: Mie Sayama, de... cinco años. Su compañero se llama Pete Bartman, y lo que sueña es con ser un héroe, y ella igual. Le respondo que... todos podemos ser héroes, pero para ella, que es una niña, debe esperar unos cuantos años más para intentarlo. Se emociona. ¿Por qué hablo así con Mie Sayama y la trato tan bien? Porque... yo adoro a los niños. Mis acciones con ellos... son el reflejo de lo que yo recibí de mis tutores y mis padres (antes de perderlos). Los niños son, por así decirlo, mi "talón de Aquiles" (al lado de mi gato). Me despido de Mie (prometiéndole jugar con ella algún día que volvamos a encontrarnos) y camino de vuelta a mi casa, donde acordé de verme con Hikaru. A media travesía, cruzando un camino donde no se detectan presencias, me sumergo en mis pensamientos. — << Espero... que Hikaru no tarde en llegar. >> - pienso, y noto que mi brazalete parpadea. - ¿Qué sucede, Artemis? — Minako, tenemos un nuevo ataque. En base a los datos que me están llegando, no creo que necesites moverte de donde estás. — ¿Por qué lo dices? — Mira hacia arriba. Desvío mi mirada al cielo, y visualizo a un nuevo enemigo que ha aparecido, y peor, ¡volando! ... Bueno, más que volando, diría "surfeando en el aire". ¿Apariencia del enemigo? Cuerpo humanoide, de gran altura (comparado conmigo), piel que combina los colores azul y negro, dos... "cosas" como manos y cabeza alargada. Activo mi traje de batalla y le sigo corriendo, pues veo cómo se dirige al centro de la ciudad. — Artemis, ¿qué es esa cosa? — Averiguando... - él usa mi escáner para averiguar el origen del sujeto. - Es un integrante de la especie de los Phrygisianos, conocidos por sus poderes de hielo. — ¿Un cazarrecompensas Phrygisiano? — Negativo. El único de su tipo que trabaja para la Federación está ocupado en otro asunto. Este Phrygisiano, o mejor dicho Phrygisiana... es una rebelde. Artemis enfoca a... la Phrygisiana con una mira de zoom, y se aprecia con mejor detalle que tiene una figura "femenina". Él me ordena ir tras ella para que no genere problemas, y accedo. La persecución improvisada transcurre de una zona apartada del centro de la ciudad a las calles del centro de esta (para tratar de alcanzarla, estrené el sistema de supersalto incorporado en la suela de mis botas para dar saltos propulsados de azotea en azotea). Llego al centro, y las calles lucen congeladas, y los transeúntes... no son la excepción. Algunos... han sido atravesados con estalagmitas de hielo, otros con lanzas heladas y otros fueron encerrados en gruesos bloques de hielo. — << ¡Qué espanto! >> - pienso al observar los estragos que se crearon en el tiempo que tardé en llegar: ¡sólo dos minutos! Voy tras un ruido que alcanzo a escuchar. Es el mismo sonido "helado". La Phrygisiana "surfea" por el aire con un rastro de hielo. La enfoco con la auto-mira y disparo mi rayo creciente. Sin esperármelo, consigo derribarla y hacerla estrellarse contra un edificio abandonado. Corro al agujero, entro al inmueble, materializo mi boomerang creciente y me preparo para arrojarlo contra ella en caso de necesitarlo. — ¡Oye, frígida! ¿Qué te crees al aparecerte en mi planeta y congelar a quien tengas a la vista por diversión? ¡No te lo perdonaré! - inicio con el diálogo pre-batalla. — ... - no expresa alguna palabra. Permanece... en silencio. — ¿Qué pasa? ¿Por qué no hablas? Levanta su "mano" izquierda y un rastro de hielo se dirige a mí. A duras penas lo esquivo, pero el agujero es bloqueado por una pared compuesta de hielo. — Este lugar... está repleto de humedad. - habla finalmente la Phrygisiana, con un tono grave. - ¿Sabes... lo que eso significa? Puedo hacer... ¡cosas como esta! Genera bloques gigantes de hielo que arroja en mi dirección. Echo a correr y trato de evitarlos. Evito dos, pero uno me impacta de lleno, vacía un cuarto de mi medidor de energía defensiva y me saca de allí destruyendo una porción de la pared. La Phrygisiana sale caminando con total normalidad, como si nada ocurriese. — ¡¿Siquiera podrías decir cómo te llamas?! - le exclamo. — ... Rhera. - dice a secas y en un volumen que apenas escuché, aunque no tan claro. — ¿Qué? — ¡Mi nombre es Rhera, orgullosa guerrera Phrygisiana! - exclama, identificándose en voz alta, y regresa al ataque. A continuación, Rhera dispara escarcha de hielo a alta velocidad (comparable en efecto a las pistolas que llevan mis tutores a la guerra, pero con mayor rapidez al disparar). Salto de izquierda a derecha evadiendo cada ataque. Genero mi boomerang creciente en la palma de mi mano derecha e intento estrenarlo como un arma blanca, pero ella genera una lanza de hielo que usa a modo de mangual. Me golpea con ella y soy arrojada lejos. — ¡Minako, intenta usar tu cadena de Venus para arrancarle esa armadura que porta! - me indica Artemis. Activo mi látigo de energía y lo lanzo contra Rhera. Tras un complicado forcejeo, consigo arrancarle su cobertura de hielo y dejarla vulnerable. Uso mi rayo creciente contra Rhera y descubro una curiosidad inesperada que no noté con el robot: mi rayo tiene un efecto "incendiario" en los seres de naturaleza fría, generándoles un daño extra. Con esto en mente, lentamente someto a mi enemiga Phrygisiana a base de rayos de luz (tanto normales como cargados), pero ella no se queda de brazos cruzados y me contraataca. Ella... me ataca tantas veces y con tanta intensidad que el medidor de energía de mi traje se vacía en un 95%, y dentro de mi casco se emite una pequeña alerta acompañada del mensaje "ENERGÍA BAJA"; y en el exterior, las zonas luminosas (el visor y las zonas de un rojo no tan intenso) empiezan a brillar intermitentemente. Me libero como puedo de esa prisión congelada, pero al hacerlo, noto que Rhera ha desaparecido. Activo el radar y... no la veo por ningún sitio. — ¿Pero cómo...? ¿Se desvaneció? - exclamo, confundida. — ¡Cuidado, Minako! - advierte Artemis. Un rastro de hielo aparece detrás de mí por sorpresa y me congela una vez más, dejándome a merced de Rhera, quien reentra en la escena surfeando desde la lejanía. — Las cazarrecompensas novatas... ¡pueden llegar a convertirse en un verdadero hueso duro de roer! ¡Me recuerdas... a...! Bah, eso no importa. ¡Muere! - grita ella, generando un nuevo "mangual de hielo". Lo gira más y más rápido, y yo apenas he liberado mi brazo derecho. Intento apuntarle y disparar, pero Rhera se crea una nueva armadura de hielo... o lo hubiese logrado si no fuera por la intervención de otra persona. — ¡Phantom Ace! - exclamo dentro del hielo. — ¡Cuidado con lo que haré, Sailor V! - dice, extiende su mano derecha hacia mí y... ¡¿carga energía?! No evito gritar del miedo. Lo que él hace es... destruir el hielo con una esfera de energía que expulsó de su mano derecha. Caigo al suelo. — ¡No te rindas! ¡Destrúyela! ¡La Federación me informó que es tan engreída que decidió rebelarse en contra del gobierno! Con esas palabras que me dijo, pierdo cualquier duda. Me levanto y uso mi boomerang creciente contra Rhera. Al no haber recuperado su protección, recibe un corte en su pecho, de donde sale sangre morada. — ¡No...! ¡No...! - suelta Rhera, adolorida y cubriendo su herida con hielo. — ¡No te salvas! - disparo mi rayo creciente, acertando antes de que ella arroje otro bloque. Sorpresivamente, Phantom Ace se une a mí y, entre los dos, hacemos retroceder a Rhera. Sin embargo, al final no hay oportunidad para rematarla, pues ella...invoca una estalagmita que la atraviesa de pies a cabeza. Yo... quedo impactada por ello. — << ¿Pero... qué pasó? ¿Los Phrygisianos acaban con sus vidas antes que otros los maten? ¿Tienen algún tipo de "código de honor"? >> - pienso en por qué hizo lo que hizo. — Bien hecho, Sailor V. Esa Phrygisiana ya no molestará. - me felicita Phantom Ace. - Ven, acompáñane. Lo sigo a otro tramo de la ciudad, donde... más personas están congeladas, la mayoría inmóviles, queriendo decir que... murieron. También comparten la característica de la "momificación". — Quiero que mires esto. - me señala a la gente tirada en el suelo y con un aspecto momificado. - Es... la segunda vez que lo veo. No he podido hallar al responsable de estos actos. Puede que se trate de esa Phrygisiana que derrotaste... o podría ser... un grupo tercero. — ¿Un... grupo tercero? - repito. — Me temo... que es probable. - se da la vuelta. - Sigue con el buen trabajo. Yo me marcho para seguir investigando estos insólitos ataques en otros planetas. Hasta la próxima. - se va caminando hacia el horizonte. Quedo mirando... en la dirección en que él se marcha. — Phantom... Ace... - sueno como enamorada y estiro mi mano. Dejo de lado mis deseos por conocer más de ese cazarrecompensas misterioso y examino a las personas muertas de mis cercanías. — Artemis, es la segunda vez que contemplo este tipo de escenas. Me comentaste que los Metroides depredan la energía vital de los seres vivos, pero... he oído que su debilidad es el frío. Si es así, ¿por qué pasa esto? — No tiene sentido. Los Metroides no soportan las bajas temperaturas, les es imposible sobrevivir en ambientes con frío extremo. A temperaturas inferiores a los 10° C, se adormecen. — ¿Hablas de... Metroides que resisten el frío? - suelto con nerviosismo. — Si alguien se atrevió a modificarlos genéticamente, sería un suicidio. No habría manera de destruirlos. — ¿Qué deberíamos hacer, Artemis? — Informaré al jefe. Tú vuelve a tu casa y resguárdate con tu gato. Presiento que algo grande se avecina. Abandono esa escena tan... fría (porque la sensación térmica, de acuerdo a mi traje, es inferior a -5° C) y regreso a mi hogar, pensativa. Primero... fueron robots de combate con bombas nucleares integradas en sus cuerpos, después una Phrygisiana que se rebeló... ¿Qué es lo que seguirá? NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. La escena vuelve a remontarse a la sede del Reino Oscuro. Danburite ha llegado para informar a su general de su segundo ataque. — Misión cumplida, mi general Kunzite. Seguimos sin despertar sospechas. - informa Phantom Ace. - Secuestré a la hermana de un prodigioso cazarrecompensas procedente de una luna del planeta Bes III, uno de nuestros "soldados especiales" la poseyó para que dijera disparateces, y para confundir a la Federación, primero recolectamos la energía de los humanos y luego los congelamos. Creerán que se enfrentan a una amenaza inaudita de Metroides resistentes al frío. Por cierto, quiero preguntarle... ¿cómo va el trabajo de los otros generales? — Al paso que llevamos, romperemos la barrera muy pronto, y accederemos a aquella dimensión. — Señor, volví a encontrarme con la cazarrecompensas novata de nombre "Sailor V". He tomado mis precauciones, y la "ayudé" para destruir a la Phrygisiana, que murió junto al "soldado especial" para que nadie pudiera separarlos y cuestionarlos. Aún no sospecha, y dudo que lo haga. — Sigues mejorando, Danburite. Sigues mejorando... La escena queda en silencio hasta que Danburite se anima a hablar. — Mi señor, considero que es hora de alternae y pasarnos al extremo opuesto del espectro. Atacamos con hielo, así que es momento... de atacar con fuego. Sé a quiénes secuestraremos a continuación: Pyrosianos. Los Phrygisianos son afiliados con una relevancia de leve a moderada, pero los Pyrosianos son una especie que conforma al gobierno, y varios tienen posiciones destacadas en el consejo de la Federación. Si varios de ellos atacan a humanos "sin motivo aparente", provocará un ambiente de desconfianza hacia el pueblo de Pyros. — Brillante, Danburite. Ve y hazlo. Yo me quedaré aquí para reunirme con el resto de generales. — Como ordene, mi señor. - Danburite se retira. |
Capítulo 5
|
---|
Ambición ígnea |
Regreso a mi casa después de la batalla contra la Phrygisiana de nombre "Rhera". El esfuerzo físico que hice al perseguirla a esa nativa de Phrygis al centro de la ciudad y peleando contra ella me hace sentir exhausta. Artemis le ha informado al comandante Adam Malkovich de mi nueva confrontación, y me depositó una paga de 5000 segurus por ella. Lo único que quiero es tomar una ducha y relajarme en casa con Artemis mientras Voltio prepara la cena. Llego a la entrada de mi residencia y desmaterializo mi armadura. Mi robot me da la bienvenida, y mi gato no tarda en bajar de mi habitación. Dicho y hecho, fui a tomar un baño, le ordené a Voltio que hiciera de comer y atendiera a mi mascota en lo que yo me aseo. Saliendo duchada y habiéndome cambiado de ropa, bajo a ver televisión. En un canal (de deportes) hablan de una nueva celebridad: un piloto de carreras, perteneciente a la división Quásar de la Fórmula-G, llamado Haruka Tenoh. Esto me llama la atención, así que me dispongo a verlo (principalmente por él. Es apuesto... y es una celebridad, así que me importa). Él posee ojos de un color azul grisáceo y cabello de un tono rubio pálido, y su traje de carreras le pega excelente. Su nave para competir no se queda atrás. Tiene colores brillantes y un diseño aerodinámico y atractivo, y Haruka revela el nombre de su vehículo de manera amable: "Tenohmaru". Unos pocos minutos después, el canal de deportes revela (de forma muy pasiva) que él... es el actual novio de la hermosa violinista Michiru Kaioh. Se hicieron novios hace relativamente poco. Mi sorpresa es tremenda, a tal punto que caigo al suelo por la impresión. — ¡¿Qué?! ¡¿Él es su novio?! - suelto, impactada. Levantándome del piso, me doy cuenta que mi cansancio no ha disminuido, sino que... por el contrario, ha incrementado. En eso, antes de fijarme en otros detalles extra, escucho que tocan a la puerta. Con Voltio limpiando en la cocina, me levanto del suelo, apago el televisor y abro la puerta. Es mi amiga Hikaru, quien se muestra pensativa. — Ah, hola, Hikaru. ¿Lista para ir de compras? Escuché que llegó ropa hecha con seda de Nevea V. ¡La mejor ropa de la galaxia se fabrica con la seda de ese planeta! — Sí, estoy lista, pero antes... me gustaría hablar contigo. - me dice, sonando insegura en sus palabras. ¿De qué querrá hablarme? — Seguro. No tengo ningún problema. - le digo, y ella nota algo. — Minako, tenemos a un entrometido. - apunta, señalando abajo a mi izquierda. Se trata de mi gato, que me ha acompañado a abrir (y por simple y pura precaución, lo levanto). — No te preocupes por él. Es mi gato Artemis. - le digo, despreocupada. — ¿Este amiguito blanco es tu nuevo gato? Qué bonito es. - comenta sobre mi gato, y cambia de tema. - O-oye, Minako... ¿supiste del ataque que se suscitó en el centro de la ciudad? — ¿Hubo un ataque en el centro de la ciudad? No sabía que estabas allí. ¿Qué pasó? ¿Qué viste? Cuéntame. - echo mentiras y actúo como si yo no hubiese estado allí. — Una extraterrestre apareció y empezó a congelar indiscriminadamente a las personas. Yo me salvé de ser congelada porque me refugié dentro de una tienda, y corrí hacia aquí para contarte todo. — ¿Una extraterrestre que lanza hielo? Apuesto a que esa nueva cazarrecompensas de nombre "Sailor V" la detuvo, je, je. — Sí, así fue. Sailor V... la detuvo con ayuda de otro sujeto. Pero... — ¿Eh? — Creo que he visto algo que no debí ver: la verdadera identidad de Sailor V. — ¡¿Qué?! - suelto, ya asustada y nerviosa. — Cuando estaba a punto de llegar aquí, vi cómo Sailor V aterrizaba de un salto descomunal y se quitaba el casco. Descubrí que... tú... eres Sailor V, Minako. Esa simple respuesta basta para que... mi cuerpo reaccione de forma adversa. ¡Mi mejor amiga descubrió mi identidad secreta por un descuido! La impresión que me llevo es tremenda, y si de por sí mi condición física era decadente, ésta se deteriora de golpe. Esto lo sé porque... mis energías se desvanecen en un santiamén, me siento sofocada y que me voy a desmayar. Y por si fuera poco, mi corazón... se dispara a mil por hora. Es un dolor espantoso, y no lo resisto. — Hi... karu, sujé... tame. - le exclamo, débil y falta de aire. — ¿Por qué? — Porque... me faltan fuerzas... para seguir de pie... y casi no... respiro. Me desplomo. Mi amiga se asusta mucho, ya que no esperaba esa respuesta. Ella me hace el favor de llevarme al sillón grande de mi sala para que me recueste, y se sienta a mi lado para acompañarme hasta que me recupere. En este punto, Artemis (a quien no solté ni al caer) se presenta formalmente ante Hikaru como mi IA y "mentor digital", y le agradece por ofrecerse a ayudarme. Recostada, le pido que, por favor, no le cuente a nadie sobre su inesperado hallazgo. Ella me promete que se mantendrá callada y no lo comunicará con nadie. Asimismo, abrazo a mi gato con las escasas fuerzas que me quedan y suelto las siguientes palabras: — Artemis, gracias por... estar a mi lado. Este pequeño episodio repentino con mi mejor amiga y mi mascota (e incluyo a Voltio por estar limpiando y entrar en la habitación para... saludar a Hikaru por ser una invitada) dura veinte minutos, veinte minutos en los que lenta y progresivamente recupero mis energías y el aliento, y veinte minutos en los que mi corazón se estabiliza (el dolor que sentía en mi pecho... era muy agudo). Al final, Hikaru se va manteniendo su promesa, y el resto del día lo paso al lado de mi amigo Artemis. Saltaré cinco días adelante, cuando recibo otra visita más del comandante Hopkins y el señor Michaels. Me empeño en disfrutar al máximo el tiempo que paso con ellos. Al tenerlos a mi lado, no toco el tema de que alguien ya sabe que yo soy Sailor V, pero sí de mi brusco cambio de salud, que es la segunda vez que me ocurre sin previo aviso. Otro detalle es que, de vez en cuando, ellos dejan sus trajes de batalla y sus armas, aunque hoy... únicamente portan las pistolas que disparan balas de gas ultrafrío. Y en estas salidas, lógicamente llevo a Artemis, cargádolo o que él camine a mi lado (comprobé y verifiqué que él no sale corriendo de mi casa si yo no lo hago. Él me acompaña a todas partes... excepto al baño, para lo que cierro la puerta). Lo que me atrevo a decir es que... lo consiento de más, pero no en exceso. — Saben, señores, no es necesario que vengan con esas pistolitas tan malas. Deben aprender a ser más relajados. - les digo. — Uno nunca sabe cuándo puede surgir algún inconveniente, Minako. - me dice el comandante Hopkins. — Cierto. - le da la razón el señor Michaels. — << Pfff... Militares... ¿Quién logra entenderlos a fondo? >> - pienso. Les pido con amabilidad que vayamos a la feria localizada en la zona costera, pues tenía muchas ganas de ir allí. Ellos acceden, pero antes de dirigirnos a ese sitio, damos una vuelta por las calles del centro de la ciudad. Yo andaba maravillándome por cualquier cosita diminuta que me topara (y es que nunca había pasado por partes de la ciudad que no fueran las del típico recorrido que hago para ir a la escuela). y resistiendo mis deseos de comprar ropa (la que no pude comprar con Hikaru por mi abrupta caída en mi salud). Sostengo una conversación con ellos, y les pregunto si han recibido pistas sobre el paradero de Kax. Me informan de que un miembro del Alto Mando de los piratas fue avistado en las inmediaciones del sistema solar en las últimas semanas, y se sospecha que podría tratarse de él. — Sabemos que buscas atraparlo para que no cometa sus fechorías, Minako, pero ten un poco más de paciencia, ¿está bien? Si damos con su ubicación actual, iremos juntos a capturarlo y llevarlo ante la justicia. - comenta el comandante Hopkins, y asiento. Otro tema que saco es si han visto a Samus Aran una vez más, y que anhelo volver a encontrarme con ella de cerca y luchar a su lado. — El que esperar puede, alcanza lo que quiere. - me responde el señor Michaels con un refrán, lo que yo suelo hacer. Tras escucharme decirlo por mucho tiempo, ellos lo copiaron. Soy... muy persuasiva. En una explanada que conecta con el distrito de tiendas y comercios, aprecio a decenas de chicas usando listones de muchos colores en sus cabezas. Ellas se ven... muy lindas (y me recuerdan a aquella que portaba uno azul en la tienda de mascotas de la Tierra donde conseguí a Artemis). Me detengo en esta zona y hablo con mi gato. — Mmm... ¿Cómo crees que me vería con un listón en la cabeza, Artemis? ¿No opinas que me vería más... femenina? - le pregunto. - El color que más me fascina para un listón es el rojo. Lo considero un color muy bonito. — Si tanto anhelas uno, cómpratelo. No creo que sean muy caros. - me responde desde su collar e incita a que lo compre. El comandante Hopkins y el señor Michaels me llaman la atención y dicen que no me quede atrás. Procedemos a ir a la feria. Pasamos por una calle del distrito comercial que se encuentra... extrañamente vacía. No hay nadie, ni una sola alma a la vista (y es muy raro, porque la zona comercial suele estar llenísima de gente). Al transitar por aquí, mi gato se altera. — Minako, siento algo extraño aquí. Una presencia negativa se aproxima. No, son dos. - dice, autocorrigiéndose, y su cola se agita más rápido. — ¿Dos presencias negativas? ¿A qué te refieres? No me responde, sino que se suelta de mí y sale corriendo en dirección opuesta. — ¡Artemis! - estiro mi mano hacia él. — Nosotros vamos por él. Tú espera aquí y toma tus precauciones. - dice el señor Michaels, y los dos persiguen a mi mascota. Estar completamente sola en un lugar que se supone debería estar abarrotado de personas... me da escalofríos. No hay nadie dentro de los negocios que pueda verme, así que activo mi traje. Casi de inmediato, percibo risas, pero no de una persona, sino de dos. Ambas son voces femeninas. — ¡¿Quiénes están ahí?! ¡Muéstrense! — Así que tú eres la mocosa de la que nos habló el jefe Danburite... - habla una de las dos voces. — Estamos aquí arriba, por si te lo preguntas. - me dice la otra, más aguda, como si fuera la voz de una niña. En efecto, son dos... mujeres. Las dos... visten ropas blancas (eso incluye vestido y tacones... y una tiara para la pequeña), son pelirrojas (pero esto es en serio. Es un tono muy rojo), caucásicas y tienen ojos morados. La mayor es acompañada por una pequeña criatura que arde en llamas (pero que no parece verse afectada en absoluto), y la menor por insectos voladores que también se prenden en fuego (y que tampoco les afecta).´Esta última sostiene su sus manos un extraño orbe — ¿Q-quiénes son ustedes? - les pregunto. — Yo soy Pandora, una sirvienta de la Agencia Oscura y elegida para representar al planeta Pyros. - se presenta una de ellos, identificándose como "Pandora". — Y yo su hermanita menor, Petite Pandora. - habla la segunda. - ¿Te gustan nuestras mascotas? Nos acompañan desde nuestro mundo de origen, que es algo... inhóspito para los humanos. Literalmente morirían calcinados. — El amo Danburite nos ordenó exterminarte, ¡y no te permitiremos interferir en nuestros planes! - dice Pandora, decidida. — ¿Danburite? ¿Quién es Danburite? - pregunté. — Nuestro jefe, después de todo. Es quien nos envió aquí para... divertirnos. - contesta Petite Pandora. - Y bueno, ¿qué esperamos? ¡A divertirse, sííi! Ambas me atacan al mismo tiempo con... esferas de fuego, y se envuelven en un aura de apariencia ígnea. Esquivo sus ataques y contraataco con mi boomerang creciente, pero ellas también lo esquivan. — ¡Minako, esto no está bien! ¡Llamaré a tus tutores para que te ayuden! ¡Consiguieron atrapar a tu gato, así que les diré cuanto antes por medio de él! - me comunica Artemis, y concuerdo con sus palabras. Resisto el tiempo suficiente a este par de hermanas, quienes en cierto punto envían a sus mascotas a atacarme, pero evito cualquier agresión y paso de largo. Artemis me ayuda con el escáner, e identifica que ambas pertenecen a la especie de los Pyrosianos, nativos de un mundo donde reina el calor extremo, pero donde aparecieron criaturas complejas adaptadas a un ambiente caluroso. Los Pyrosianos (como indica su nombre) cuentan con poderes piroquinéticos y poderes sensoriales superiores. Lo que necesitaba para derrotarlas, como es de esperarse, es usar un arma fría (como las pistolas de mis tutores), ya que mi rayo creciente o la descarga de la cadena de Venus no tendrán resultados demasiado favorables para mí, puesto que soportan bien las descargas eléctricas. El comandante Hopkins y el señor Michaels llegan a tiempo (y quien tiene cargado a mi gato es el segundo), y apuntan con sus pistolas. — ¡Quietas ustedes dos! - le dice el comandante a los hermanas... Pyrosianas. - ¡Las manos detrás de la nuca! ¡Quedan arrestadas por parte del ejército de la Federación Galáctica por alterar el orden público! — ¿Federación Galáctica? ¿Trabajan para ella? Qué mal. - habla Pandora con aires de grandeza, y se dirige a su pariente menor. - Hazlo, hermanita. La pequeña Pyrosiana activa su orbe y este emite un pulso verde. El comandante Hopkins y el señor Michaels son afectados... excepto mi gato, que volvió a soltarse y correr. Sus miradas se vuelven vacías, y denotan una expresión de ira. Los dos... se acercan hacia mí. — ¡Señores, esperen! ¡Soy yo, Minako! ¿No me reconocen? - trato de hacerlos entrar en razón, en vano. No me reconocen, pero en cambio me... apuntan con sus pistolas (el rifle del comandante Hopkins tiene incorporado un lanzagranadas). Escapo de ellos, recojo a Artemis del lugar en donde se escondió y huyo en dirección a otra zona. La escena se traslada de una calle solitaria a otra completamente llena de gente, en otro sitio del pleno corazón de la ciudad. Para no involucrar innecesariamente a los civiles inocentes en mi pelea, salto entre las azoteas. Petite Pandora me lanza una gran bola de fuego en mitad del aire, evitando que aterrice en otra azotea y mandándome al suelo. Por suerte nadie resulta herido, pero todos son atraídos por el ruido. — ¡Miren! ¡Es Sailor V! - dice uno de los transeúntes, apuntándome. — << ¡Vaya! ¡La gente de esta ciudad sí está al pendiente de los noticieros! >> - pienso. Las hermanas regresan a la escena, y Petite Pandora usa de nueva cuenta su orbe extraño, repitiendo el proceso que no me afecta a mí (por alguna razón), pero sí a los demás. Las personas también acaban siendo controladas mentalmente por ellas. Sus ojos se tornaron del mismo color verde del pulso, y de igual manera que mis tutores (que son... el único riesgo para mí en este combate), me observan con una mirada vacía y sin vida. — Por favor, esclavos, atáquenla por nosotras. No queremos ensuciar nuestras manos. - dice la niña. Mi objetivo no es matar a nadie, por lo que me levanto y me refugio en un edificio muy alto. La situación no pinta muy bien para mí, pero para mi fortuna, Phantom Ace llega para echarme una mano. — ¡Phantom Ace! — ¡No me dejan realizar mi trabajo de investigación en paz! - se dirige a las Pyrosianas. - ¡Mis órdenes de parte de la Federación también incluyen eliminar a cualquier hostil, así que prepárense! Volvemos a luchar juntos contra una amenaza conjunta. Todos saltamos a la azotea de un edificio para luchar 2 vs 2. Nos enfrascamos en un duelo donde la mayoría de los ataques se resumen a disparar rayos o bolas de fuego (y ocasionales ataques cuerpo a cuerpo). Estoy tan metida de lleno en la pelea que olvido que mi gato está en otra azotea, y lo que es peor: es atacado por los insectos voladores que expulsan llamas. Phantom Ace se ocupa de la amenaza por mí para que yo proteja a mi gato de quienes le agreden. Destruyo a los insectos con mis armas y vuelvo a pelear. — Da lo mismo que los elimines. Tengo una colmena en casa de la que conseguiré más de mis lindos insectitos. - dice Petite Pandora, despreocupada. Nuestra pelea se extiende más de la cuenta, pero me sirve para darme cuenta de que... Phantom Ace recibe muchas de las bolas de fuego dirigidas contra mí (también noté que él parecía "incendiarse", pero sin soltar alaridos de dolor. Espero que resista las flamas). Bien podría pensar una cosa u otra, pero lo que me importa es que... él dice... lo siguiente. — No, no, no. Esto pasó a ser entre ustedes y yo, chica pelirroja. Y disculpa que tenga que golpear a una mujer, aunque no sea lo correcto, pero lo haré en modo defensivo. Deja a Sailor V en paz. - le dice a Pandora, la toma del hombro y se... teletransporta con ella a otro lugar para continuar. Percibo que él... se ha referido a mí de una manera... romántica. Detrás del visor estoy... algo ruborizada, y mi corazón se acelera. — Phantom... Ace... - suelto, sonando enamorada, y estirando mi mano izquierda a él como si quisiera alcanzarlo mientras me llevo la derecha al pecho. — ¡Minako, concéntrate! ¡Reacciona y ayúdalo! - me habla Artemis, pero le ignoro. Permanezco mirando la lucha entre él y las hermanas de origen Pyrosiano, sin hacer nada, con una expresión perdida y el pulso ligeramente acelerado, pero llega un punto donde es atacado simultáneamente por ellas y arrojado con fuerza a la calle de abajo. No dudo en ayudarle y regresarle el favor. Desciendo a base de saltos hasta dar con él y me aseguro de que esté bien, y me lo confirma al decir que sólo "recibió daños superficiales y el efecto incendiario no lo afectó en lo absoluto gracias a sus poderes especiales". Al enfocarme en la gente, los noto desmayados. Al escanearlos, me llevo la sorpresa de que les robaron su energía vital. De un momento para otro, y de manera aún inexplicable para mí, resultaron muertos. — ¡Maldición! ¡Debieron usar nuestra pelea como cortina de humo para encubrir su acto! - exclama él, furioso. — ¡¿Qué hacemos?! - pregunto. Lo extraño sucede cuando miro hacia arriba y me doy cuenta que... las Pyrosianas desaparecieron sin dejar rastro. — Al fin ha terminado... - suspiro aliviada. Con un amargo sabor de boca, converso con Phantom Ace sobre... nuestro conflicto. — Gracias por ayudarme. - le hablo. — He contado tres veces en las que mi trabajo es interrumpido por una batalla repentina. La primera vez fue un robot, la segunda una Phrygisiana y ahora dos Pyrosianas. Me huele a conspiración. — ¿Conspiración? — Alguien intenta sabotear a la Federación Galáctica por motivos desconocidos. Esa es la conclusión a la que han llegado mis jefes. Presiento que tienen razón. Quizás sean los piratas espaciales... o quizás se trate de sus simpatizantes, que serían los invasores recientes, y no únicamente en este sistema estelar. - afirma con total seguridad, y se da la vuelta. - Debo irme, mis jefes me llaman para hablar de mi próxima misión. — Me gustaría que... te quedaras un poco más... - me pongo nerviosa diciendo estas palabras. - Lo único que quiero darte son las gracias por... salvarme. — No hay de qué. Nos reencontraremos cuando alguien juegue a hacerse el malo. ¡Hasta luego! - se despide y... no camina hacia el horizonte, sino que se teletransporta cruzando un portal de su tamaño que él mismo crea. Con la escena en calma, recojo a Artemis de la azotea donde lo dejé. Lo cargo con cuidado porque siento que está muy tenso. — En verdad lamento mucho que haya pasado esto, Artemis. - me disculpo con él. — No te preocupes. Los inconvenientes pueden surgir en cualquier momento. - contesta. En eso, otra cosa me llega a la cabeza de un golpe. — ¡No puede ser! ¡Mis tutores! ¡Debo ir con ellos! - exclamo. Bajo a la calle (de nuevo a base de saltos entre cornisas) y corro a buscarlos. Los encuentro en la misma zona de antes, cerca de la explanada (y ahora con todos los comercios cerrados). Ellos están sentados en el suelo, con pistolas en mano y con... restos de criaturas congeladas alrededor suyo. — ¡Comandante Hopkins! ¡Señor Michaels! - les digo desde la distancia, feliz porque sobrevivieron a... lo que les haya atacado. Corro hasta ellos, me arrodillo, dejo a Artemis en el suelo y los abrazo, como si no los hubiera visto por años. — ¡Qué bueno que están bien! — Te pedimos perdón por lo sucedido recientemente. - se disculpa el comandante Hopkins. - No pensamos que los Pyrosianos tuvieran poderes tan desarrollados. Informaremos al comandante Malkovich para que la Federación envíe a la primera flota de la NFG Lilith con el fin de prestar mayor atención a este planeta. No queremos que nada malo te pase. — ¿Puedes perdonarnos? - dice el señor Michaels. — Por supuesto que los perdono. - acepto sus disculpas y los abrazo más fuerte. - Por cierto, ¿notaron algo extraño cuando escapé de ustedes? Lo pregunto por las criaturas congeladas. - me separo de ellos y señalo a las mencionadas con mi índice. — Son... ellos... Me... troides. — ¿Metroides? ¿Estos son los famosos Metroides? - pregunto, repitiendo ese nombre. — Minako, será mejor que vayamos al cuartel general de la Federación Galáctica en Arcadia para informar de esto. Que avistáramos Metroides en un planeta tan cercano a la Tierra, y que estos atacaran a la gente y a nosotros es un mal presagio. - dice de nuevo el comandante Hopkins. — Como dice un refrán: "Perder para conocer no es perder, es ganar". En estos minutos descubrí que... hay un grupo enemigo que busca destruir a la Federación, y usa Metroides, que, afortunadamente, no serían resistentes al frío como yo pensaba. No sé si se trata de los piratas espaciales, pero si son ellos... debemos detenerlos. - oprimo un botón de la interfaz y desactivo mi traje. - Pero... hagámoslo después, ¿sí? Quiero seguir disfrutando el día a su lado. Vayamos a la feria para que todos saquemos el estrés. Retomamos nuestro curso original, nos divertimos en el parque de atracciones, y al poco rato, volvemos a mi casa y ellos se marchan a la Tierra (yo no necesito acompañarlos todo el tiempo gracias a que mi IA Artemis es mi contacto directo con el... jefe). Este pequeño rato dio un giro radical, cambiando de un paseo por la ciudad a un conflicto con tres hermanos maquiavélicos. Ojalá que nadie se haya enterado (o que lo recuerden. ¡Que no lo recuerden!) de que Sailor V es una chica joven, hermosa y atractiva como lo soy yo. ¿Qué será de mí? ¿Los chicos caerían rendidos a mis pies? ... Pensándolo bien, si ese es el caso, ¡que toda la Vía Láctea se entere! ¡Quiero tener un nuevo a la de ya! NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. La escena regresa a la sala de mando del Reino Oscuro, en un planeta desconocido. Adonis acude personalmente a informar a su general de su ataque, una vez más siendo exitoso. — Mi general Kunzite, conseguimos hacernos con más preciada energía vital de los humanos. Asimismo, conseguí ganarme la confianza de la cazarrecompensas Sailor V. Nuestros ataques han sido lo más discretos posibles para no incentivar la aparición de Samus Aran. Tomé mis precaciones, justo como usted me lo recomendó. — ¿Tienes información nueva para mí, no es así? — Sí, mi general. Recibí datos de un espía que manipulamos, indicando que el gobernador de la Federación de este sector de la galaxia será citado a una sesión de preguntas por sus presuntas conexiones con un importante miembro del consejo de la Federación Galáctica, que es un Pyrosiano, igual que las hermanas pelirrojas que enviamos para desviar la atención pública. — Me estás sorprendiendo, Danburite. No esperaba mucho de ti, pero me has impresionado. Sigue con el buen trabajo. — Indíqueme cuáles son mis próximos objetivos, general. — Mantente con el actual: da la ilusión de que las demás especies de la Federación han desarrollado un odio por los humanos. Crearemos un clima de desconfianza e incertidumbre que tardará años en repararse, lo que terminará en un ambiente de desestabilidad social. Esto nos permitirá un control de la galaxia más rápido y una mayor obtención de energía vital. Busca a un individuo de otra especie. — Como usted ordene, mi general Kunzite. - se retira, dejando solo a su superior en la sala. |
Capítulo 6
|
---|
Nuevos amigos |
Tres largas semanas han pasado desde el ataque de las hermanas Pyrosianas Pandora y Petite Pandora. Pasaron muchas cosas que... quiero contarte. Si bien las cosas se relajaron, eso no quiere decir que haya que lanzar las campanas al vuelo. Por desgracia, mis tutores me trajeron una nota en la que decían que Nuevo Londres es sede de varias bandas delincuenciales, por lo que los robos y delitos están a la orden del día (incluso me enteré que hubo un asalto a mano armada a unas calles de mi casa). Eso me preocupa, ya que si los criminales descubren que vivo sola, verán en mi hogar una mina de oro. Voltio no cuenta con algún mecanismo de defensa, así que puedo sentirme segura del todo (y no menciono a mi gato Artemis). Lo anterior me motivó a expandir mis horizontes. No sólo combatiré contra la Agencia Oscura, sino también atraparé a los criminales comunes. Ya detuve a uno, hecho que narraré... un poco más adelante. Me gustaría ir en orden. Inmediatamente tras el ataque de las dos hermanas con habilidades de fuego, mis tutores se fueron a la ciudad de Arcadia en la Tierra. En primera instancia yo no iría, pero Artemis recibió una transmisión de Ami Mizuno, quien mostraba su intención de añadir más datos en mi brazalete que me serían de utilidad en el futuro. Como el comandante Hopkins y el señor Michaels esperaban el regreso de su nave Hygieia en el exterior de mi casa, los alcancé y los tres viajamos al cuartel general de la Federación Galáctica. Ayudada por las indicaciones de mis queridos tutores y mi IA Artemis fue como llegué al laboratorio del cuartel y me reencontré con Ami, quien hablaba con una mujer pelirroja de ojos verdes (presuntamente su amiga de trabajo). Ella me dijo que desarrolló nuevos datos de defensa para mí, y quería añadirlos a mi traje de inmediato. Le cedí mi accesorio y se puso manos a la obra, instante en que formamos una conversación (para conocer más sobre ella y descubrir si podemos ser buenas amigas). — Oye, ¿de dónde vienes? — Por increíble que parezca, nací en el complejo científico Mariner, en el polo norte del planeta Mercurio, el 10 de septiembre del calendario de la Tierra. Ese día es considerado mi "cumpleaños terrestre". Actualmente tengo 13 años. — ¿Mercurio? Creí que naciste aquí, en la Tierra. — No. Vivo en un edificio de departamentos cercano al cuartel general, pero mi verdadero origen es el planeta más cercano al Sol. — ¿Cómo es tu familia? — Mi madre es una reconocida cirujana que trabaja para la Federación: Saeko Mizuno. A mi padre... no lo recuerdo bien, pero es un artista que viaja por el cosmos para plasmar postales bellísimas que me envía en mi cumpleaños. Mis padres se divorciaron cuando yo era una niña, y he vivido con mi mamá desde entonces en el departamento cercano que te mencioné, siguiendo sus pasos y convirtiéndome también en doctora. Ella ha demostrado su orgullo hacia mí. — ¡Oh, vaya! ¡Me alegro por ti! Ami pasó a mostrar curiosidad por saber más acerca de mí, y cuando me preguntó sobre cómo había sido mi vida, le narré todo. — En base a estadísticas proporcionadas por el gobierno federal, un gran porcentaje de la gente que vive en otros planetas con menor estabilidad económica o social presentan algún grado de afectaciones en el núcleo familiar, pero de entre todas, la más común es la orfandad. Y los piratas espaciales son los causantes más recurrentes. Yo he tenido "suerte" al no perderlos a causa de ellos, pero no sabía que tú perdiste a los tuyos. — No te preocupes, no estoy triste. Aprendí a dejar el pasado atrás y disfrutar el presente. Y con todas las personas que conocí y las experiencias que tuve, además de mi gato y mis amigos, me siento feliz. Tú entras en esa categoría. — ¿Me consideras tu amiga? - me preguntó, sonando sorprendida. — Claro que sí. Es la segunda vez que nos vemos en persona, pero no necesito más para conocerte. He observado en ti a una chica muy amigable y gentil. Eres muy inocente pero al mismo tiempo... solitaria. ¿No tenías amigos en la academia de la Federación? — Uno solo: un chico de nombre Ryo Urawa; y un rival amistoso que se hacía llamar "Mercurius". El resto del curso me odiaba por tener las calificaciones más altas, y es por eso que no tenía mucho contacto social. Ella... se sentía muy sola y apartada por sus compañeros de clase envidiosos. Le subí el ánimo diciéndole que ya no verá a sus ex-compañeros celosos. Ami se lo tomó bien, y también me reveló que sueña con ayudar a los demás usando su inteligencia, ya sea como médica o con artilugios como mi brazalete. Le levanté los ánimos diciéndole que, si quería, podía ser su nueva amiga, y ella aceptó sonriendo. Escuché del comandante Hopkins y Lily Thran que las personas solitarias... son las que tienen más amor por dar. En lo personal, a mí me gusta alegrar a otros para que no se sientan tristes (o como bien dicen: "Trata a los demás como quieres que te traten"). Un poco más tarde, la actualización de mi traje estaba terminada. Ami me dio detalles de qué añadió: un módulo basado en el traje gravitatorio de Samus Aran para moverme con fluidez en masas de agua y zonas con variación de gravedad. Se lo agradecí bastante (aunque no he tenido misiones que no acontezcan fuera de mi planeta natal, pero tengo la sensación de que, en un futuro, saldré de viaje al espacio profundo), la abracé y me retiré de allí, despidiéndome de mi nueva amiga. — ¡Adiós, Ami! ¡Nos vemos pronto, nueva amiga! En el camino a reencontrarme con mis tutores, caí en cuenta de que, dado el punto anterior, necesitaré... una nave espacial propia (y unas lecciones de manejo. No es lo mismo conducir un aeromóvil que pilotear una nave espacial). Reuniéndome con ellos, que hablaron con su superior (ahora designado como mi oficial en jefe, o también "O. J.") sobre los recientes ataques, me informaron que la primera rama de la armada de la Federactión (liderada por la NFG Lilith) abandonaría parcialmente su puesto de vigilancia en la Tierra para proteger al sistema solar interno de atentados repentinos cuyos responsables son... extraterrestres, haciéndome pensar que es la (recién conocida por mí) "Agencia Oscura", regida por un tal "Danburite", la causante de todo. ¿Cuáles serán sus intenciones? ¿Quién es "Danburite"? Narraré lo que sucedió casi una semana después, previo a recibir una vez más a mis amados tutores en mi casa. ¿Recuerdas a Armand Smith, aquel chico que conocí en mi primera misión como cazarrecompensas? Un día, saliendo de clases, fui a visitarlo a su departamento para saber cómo se encontraba, descubriendo que ya estaba recuperado. Él me reconoció, agradeció que lo llevara a un hospital de Ciudad Venera y... aquí se cumplió una de mis fantasías: que es tener una cita con un chico. ¡Fue asombroso! Me preguntó si quería salir con él como agradecimiento por socorrerle, y yo acepté sin dudarlo un segundo. Salimos a caminar, y yo me sujetaba de su brazo derecho como si fuésemos una pareja (algo que desearía con toda mi alma). Me sentía muy ilusionada de salir con una persona nueva, y que me tratara tan bien por transportarlo a recibir atención médica (a esto le dicen "Pagar con la misma moneda"). Durante nuestra... cita, pasamos por la explanada que visité antes con el comandante Hopkins, el señor Michaels y Artemis, donde aún hay muchas chicas con listones en la cabeza. Yo expresé abiertamente la visión que tenía sobre tener uno, así que él fue muy amable en comprarme uno de color rojo, lo que yo quería. Se lo agradecí, y a partir de ese momento, mi cabeza está adornada por un lindo listón rojo. Él me dijo que me veía bonita, y yo me sonrojé. De ahí, seguimos adelante, descubriendo que, además de confiable, es una persona amable, tranquila y sonriente. Se trata... de un chico seguro y apuesto. Y por último, lo más reciente, que sucedió hace unos pocos días. Mi nuevo oficial en jefe, el señor Malkovich, me informó a través de mi brazalete que la Policía Federal perseguía a un criminal buscado en otro sistema estelar por su relación con una organización dedicada al negocio de la guerra, y que llegó a Venus para esconderse. Se libró una persecución a pie en las calles de Nuevo Londres, donde una policía de cabello castaño, ojos azules y uniforme de color cian corría detrás de otro hombre, quien era el delincuente que me mencionaron. Pasaron entre la gente, y teniendo frente a él a una pequeña niña (con un color de cabello que recordaba a mi nueva amiga Ami), dibujó una sonrisa siniestra. La pequeña fue tomada como rehén, y amenazó a la oficial con matarla. Grande fue la sorpresa de la oficial y los transeúntes cuando el hombre comenzó a reír como un demente, se envolvió en rayos rosados y reveló su verdadera forma. Este no era un sirviente de la Agencia Oscura, por lo que podía someterlo con total libertad. Yo miraba lo acontecido en la azotea de un edificio cercano. Traía puesto mi uniforme escolar porque partí a atender el llamado inmediatamente saliendo de la escuela. Esta era mi oportunidad para castigar a aquellos que no fueran agentes oscuros o piratas (no he conseguido el dinero suficiente para comprar una nave espacial propia. Me falta muchísimo por ganar, pero me concentraré en cumplir dicha meta). Observando el momento, mi IA Artemis se comunica conmigo en mi brazalete. — Minako, ¿estás segura de querer hacerlo? — Por supuesto que sí, Artemis. Seré una heroína para la ciudad. — Bien. Sólo quiero que tengas mucho cuidado. — Claro. Confía en mí. Activé mi armadura y entré en escena. Justamente antes de lanzarme al ataque, gracias a mi escáner, descubrí que esa forma de extraterrestre aterrador (que, según el análisis, era un "N'Kren", una raza generalmente pacífica) era falsa, siendo en realidad un Joviano, quienes poseen la capacidad de transformarse en otros seres y heredar sus debilidades al asumir su forma. Con esto aprendido, disparé mi rayo creciente contra el criminal, quien se dio cuenta de mis intenciones y se apartó. Todos los presentes desvían su atención hacia la fuente del disparo de luz: yo. Salté hacia el objetivo, y con el impulso de la caída, acerté una patada en su cuello (un punto débil para los N'Kren). Sujeté a la niña y la alejé de él, quien cayó al suelo. Al igual que los espectadores, me asusté porque creí que lo maté por accidente, pero la escalofriante suposición se esfumó casi al instante cuando el Joviano se envolvió en rayos rosados y regresó a su forma original: un humanoide rosado, con cuerpo semi-traslúcido y unos "apéndices" por cabello. Los testigos me rodearon y aplaudieron y solté a la niña que salvé, quien me agradeció. Al mirar hacia atrás, la oficial de la Policía Federal se acercó a mí. — El gobierno de Jovia XII y la Federación te dan las gracias por inmovilizar a este vándalo. ... Oye, tú eres la dichosa Sailor V, ¿no es cierto? - me reconoció. — Sí, soy yo. ¿Y tú eres...? — Me llamo Katherine, Katherine Brown. Soy una oficial de la Policía Federal, con residencia en esta ciudad de Nuevo Londres. (Nota del autor: Se cumple lo mismo que con Armand... Smith: tomé su apellido de una lista de los más comunes en Inglaterra. Fin de mi nota.) Los compañeros policías de Katherine llegaron en minutos a bordo de naves patrulla y se llevaron al Joviano (de nombre "Katsug") a la prisión de RX 338 para que recibiera su condena. Por nuestra parte, Katherine y yo conectamos muy rápido debido a que entablamos una pequeña conversación en el tiempo que sus colegas llegaban (afortunadamente, Katsug no se levantó). Nos hicimos amigas casi por arte de magia. Le pidió a sus compañeros policías que informaran a su superior (un señor de apellido "Hardy") que se tomaría un rato para " atender asuntos importantes" (que, en realidad, era pasar tiempo conmigo para conocerme). ¡Guau! Primero Armand y ahora Katherine. ¡Mi habilidad para hacer amigos es impresionante! Nuestra recién formada amistad fue motivo para que me invitara a su departamento en un edificio cerca del puerto (la residencia de Armand queda cerca. ¡Qué envidia!). En el estacionamiento del lugar vi muchos aeromóviles, y Katherine me comentó que tiene uno propio, pero no lo usa mucho. Cuando entramos a su departamento, me invitó a quitarme el traje por estar en un ambiente de confianza. No tuve ningún inconveniente, me convenció con sus palabras y desmaterialicé mi casco. Descubrió que era una chica joven, y como con Armand, le dije mi nombre. Se fijó en el listón rojo de mi cabeza y me hizo un comentario. — Oye, qué lindo moño usas. — Gracias. Lo uso desde hace poco tiempo. ¿Te gusta? — Sí. Te ves bien. Luces muy inocente. — ¿Inocente...? - pregunté, confundida y extrañamente halagada. — Te ves como una niña, una niña buena. Como Katherine conocía mi identidad, le pedí que guardara el secreto, y accedió con gusto. Pasamos un rato juntas y acordamos salir en días próximos, y casi toqué el tema de Armand. "¿Los presentaré?", es lo que pensaba. Lo dejaré para otra ocasión. Necesito conocerlos más. Llegamos a la actualidad. Como dije, han pasado tres semanas cargadas de eventos. Como es la costumbre, el comandante Hopkins y el señor Michaels me visitaron (últimamente prueban a llamarme a distancia para "sentirse más presentes"). Comentaron que... nuestro jefe, el comandante Malkovich (soné como Artemis), me enviaría a mi primera misión fuera del sistema solar, y tenía la intención de presentarme a dos cazarrecompensas que serían mis acompañantes. Sobre qué son, me dieron la pista de que son alienígenas. ¿Quiénes serán? Como esta sería una misión que tomaría lugar en otra región del espacio que no era Venus (así me doy un pequeño respiro de la Agencia Oscura), me vi en la obligación de estrenar un traje que mis mentores trajeron, conseguido por Ami Mizuno y con diseño personalizado: un traje ajustado, pegado al cuerpo, cuyos únicos colores son el naranja y blanco. Lo usaré bajo mi armadura y no tiene peso alguno (esta clase de trajes es usada por los humanos para su uso en ambientes espaciales). No presumiré mi cuerpo si no es en una pasarela o concurso de belleza. Las cosas como son. El último detalle que me revelaron es la posibilidad de que tarde varios días en regresar. Me preocupé, no por mí, sino por mi gato Artemis. No quería abandonarlo ni hacerlo sentir que lo abandoné, así que llamé a mi amiga Hikaru y le encargué que lo cuide en mi ausencia. Viajamos en el cuartel general (y usando el traje de batalla, que no quiero que todo el mundo pose su mirada en mí por traer ropa ajustadísima. Hay morbosos y pervertidos rondando), acompañé a mis tutores no al despacho del... jefe, sino a la misma donde me dieran mi primer informe de misión. Ellos me dicen que tengo que entrar yo sola, que ya no necesito de su presencia. Eso me extraño, ya que pensé que ya no me visitarían, pero me justifican que no requeriré de su ayuda en esta misión que tendré. Con la duda aclarada, entro y veo al comandante Malkovich en el interior de la habitación. — Hola de nuevo, Minako. Pasaron unas semanas. ¿Notaste la presencia de la Federación en Venus? - saluda. — Sí. La Policía Federal y la primera flota de la armada hacen rondines en horas nocturnas, y me he ofrecido voluntaria para ayudarles a buscar criminales. - contesto. - Comandante, ¿podría decirme en qué consiste la misión que tiene preparada para mí? Mi curiosidad se desborda. Y antes de que pregunte... sí, sé que tendré dos compañeros. — En tal caso, los llamaré para que los conozcas. ¿Te parece bien? - me pregunta, y asiento. Los contacta, y afirman que se encuentran en la cafetería, pero que vienen en camino. Llegan al cabo de unos minutos. Cuando entran por la puerta, me impresiono al saber que... me superan con creces en estatura. Los describo. Uno de ellos, masculino, posee complexión musculosa, piel rojiza, cuatro brazos y portando un equipo de protección de tonalidad dorada que cubre su torso, e incluye un casco con cristal azul, braceras, perneras y cuatro pistolas en sus respectivas fundas atadas a sus piernas, un pantalón negro, y anda... descalzo, enseñando sus pies de dos dedos (en general, me dio la impresión de ser un jugador de fútbol americano). Como último dato, mide 2.15 metros. Por otro lado, el otro personale, femenino, porta una armadura de un tono amarillo cromado, con partes cafés y grises, luces naranjas, un casco con visor redondo, y lo que salta a la vista es un cañón café en su brazo derecho. Su estatura es de 2.01 metros. El detalle extra es que se quitaron sus cascos y por tanto, muestran sus rostros. La cabeza de Ramko es de forma algo cuadrada, con sus dos ojos anaranjados con iris rojas y cabello oscuro y punteado; la de Zampda es más redonda, y su piel de color marrón grisáceo, con ojos azules (sin asemejarse a los míos). También tiene cabello oscuro, pero es corto, casi llegándole a los hombros (de manera similar a Ami). Los dos comparten nariz y orejas diferentes a las humanas (más Ramko. El rostro de Zampda es el más "humano" de los dos). — Gracias por llamarnos aquí, comandante. Veníamos de una situación incómoda. ¡La comida de la cafetería no ayudó a reducir la carga! Los humanos consumen cosas raras. - dice el poseedor de cuatro brazos, primero sonando aliviado y cambiando a despreocupado. — ¿Ellos... son mis nuevos compañeros, señor? - le pregunto a mi O. J., curiosa, para verificar mi información. — Así es. Minako, ellos son Zampda Kepptra y Ramko Semdri. Te harán compañía en esta nueva misión. - los presenta conmigo. Escaneo a ambos para conocer más datos (concluí que mi aprendizaje... es mayor con el escáner que en la escuela). Zampda Kepptra proviene de un planeta troyano (es decir, que comparte órbita con otro) que gira alrededor de la estrella más pequeña del sistema estelar binario de Aldebarán.. Ramko Semdri es nativo de Tauria, un planeta con condiciones extremas para los humanos (entre las cuales destaca su paisaje en exceso accidentado y su presión atmosférica, que supera el límite para los humanos). Ambos contaban con una gran fuerza, pero por factores variados: Zampda tiene fuerza sobrehumana gracias a un "sistema de superfuerza" en su puño izquierdo, mientras que Ramko la posee de forma natural. Los Taurianos son de las especies naturalmente más fuertes de la Federación, y son llamados para realizar trabajos pesados que otras especies no pueden. — ¿Así que esta pequeña muchachita humana va a ser nuestra nueva acompañante, señor? - dice Ramko en tono burlón. — ¡Oye! - le hago saber mi enojo. — Por favor, Ramko, no causes una mala impresión hacia ella. - le tranquiliza Zampda. ¿Se conocen con anterioridad y trabajan juntos? — Zampda, Ramko, ella es Minako Aino, conocida en su natal Venus como "Sailor V". - me presenta con ellos. — ¿Sailor V? Hmmm... La revista "Crónica del cazarrecompensas" recientemente sacó una nota sobre ti. Dicen que eres una mercenaria prometedora. - añade él de nuevo (¿mercenaria? ¡Yo quiero ser reconocida como una justiciera, no una mercenaria!). - Te daría un apretón de manos, pero con mi fuerza, terminaría fracturándola fácilmente. - comenta, y Zampda asiente para darle la razón. — Excelente. Ahora que se conocen, comencemos con la reunión. La puerta se sella (pero no sin antes que mis tutores se despidan de mí con antelación y salgan), y las holopantallas muestran varias imágenes, dando inicio así mi segundo informe personal de un oficial de la Federación Galáctica. Las fotografías proyectadas muestran... a los piratas espaciales. No son los Zebesianos (lo sé por los relatos que me contó el comandante Hopkins, donde decía que los piratas se componen de multitud de especies agresivas). Lo que comparten con los Zebesianos son sus tenazas. — << Oh... Son... piratas espaciales... >> - me dije a mí misma en mi mente. Presto atención. — Les tocará lidiar con los piratas espaciales que operan principalmente en el sector Dasha. Hace un par de horas, recibí un informe donde indicaban la presencia de una base pirata de tamaño considerable en el planeta Osiris VI. - explica el comandante, mostrando imágenes de la dichosa base enemiga en el citado planeta, que es desértico. — ¡Esos piratas sí que no saben cuándo rendirse! - alardea Ramko. - ¿Osiris VI? Sé que un desierto de proporciones planetarias, ¡perfecto para mí! — Necesitas relajarte. Siempre que nos toca lidiar con piratas, te vuelves loco de felicidad. - le comenta Zampda. Las imágenes cambian para revelar información del planeta. Duplica el tamaño de la Tierra, el agua escasea en la superficie (la mayoría encontrándose en depósitos subterráneos), la vegetación es inexistente salvo bajo tierra (esto aplica de igual forma con las formas de vida), y la cerecita del pastel es su estrella, más brillante y luminosa que el Sol (pero sin superar a Sirio, que está dentro del recorrido de patrullaje de mis mentores), resultando en un calor sofocante. Literalmente es un infierno. — Guau... Creo que ni el antiguo Marte se parecía a esto. - comenté. — Es todo lo contrario: el doble de grande que la Tierra y más caliente. Ustedes tres cuentan con la protección necesaria para estar ahí, y su equipamiento les permitirá adentrarse en la base pirata sin dificultades y obtener información. - dice el comandante. — Hacer esto será un juego de niños. Confíe en nosotros, señor. - expresa Ramko con toda la confianza del universo. — Correcto. Para terminar, vayan a Osiris VI, infíltrense en la base y háganla desaparecer. ¿Ha quedado todo claro? — ¡Sí, señor! - responden Zampda y Ramko al unísono. Yo asentí. — Bien. Aquí terminan mis instrucciones. Mis nuevos compañeros levantan su pulgar (el comandante Hopkins y el señor Michaels me aclararon que esa seña es una costumbre del ejército de la Federación), así que me uno a ellos tras verlos con curiosidad. Salimos y el señor Malkovich nos desea suerte. Mi inconveniente es la falta de un medio de transporte propio (por el momento), así que le pediría a alguno de mis camaradas un aventón a Osiris VI. Y sobre mis compañeros, salieron despedidos. Casi de inmediato los perdí de vista. — ¡Oigan, esperen! ¡Yo no puedo correr así! - les recrimino, y acelero el paso. - ¡Soy atlética, no una superhumana! Se detienen para que los alcance y optan por ir caminando despacio, sin ninguna prisa. Durante el trayecto al hangar, les notifico de mi problema, y Ramko se ofrece en llevarme. Posteriormente llegamos a los hangares, donde aprecio sus naves. La de Zampda es el clásico "platillo volador" (aunque que ella dijo que es una "nave de exploración y combate de la flota espacial Aldebarana"); la de Ramko es de un diseño bastante simple: una esfera metálica de color grisáceo. Un detalle a resaltar es el gran tamaño de ambas naves. Son exageradamente grandes, aún para sus pilotos (de buenas a primera se nota la desproporción). También, siendo creadas por civilizaciones diferentes, comparten el color gris y cristales azules (aunque en tonos diferentes). No dejé escapar estas similitudes y les dije. — Sí, lo sabemos. Es una coincidencia cósmica sumamente curiosa. - comenta Zampda. — No perdamos más tiempo y subamos. - dice Ramko, y pasamos a abordarlas. Zampda sube a la suya mediante una rampilla, y Ramko y yo accedemos a la otra por medio de una escotilla situada en la parte trasera. Lo bueno del tamaño es que podía entrar sin problemas (y un asiento extra). Al subir, se cierra la escotilla, dejándonos a oscuras momentáneamente antes de encenderse los sistemas. Artemis me informa de un mensaje que llega a mi visor, referente a la misión en curso. El mensaje dice lo siguiente: "--- ARCHIVO DE MISIÓN 49572 --- Hace unas 2 horas, gracias a un rondín de vigilancia de la patrulla Celta de la IMFG, fue descubierta una base perteneciente a los piratas espaciales en el planeta Osiris VI. --- Terminación del contrato --- Destruye las instalaciones enemigas y recopila toda la información posible relacionada con la actividad pirata. Comprueba si tiene relación con un supuesto nuevo proyecto llamado "Terror". --- Confirmación de datos --- La ubicación de la base enemiga es el planeta Osiris VI, en el sistema estelar homónimo. Actualizando con las últimas coordenadas recibidas por el equipo de exploración y reconocimiento..." Mis compañeros también reciben el archivo de misión en sus computadoras y se comunican. — Listo, ya recibí el informe. ¿Tú también, Zampda? — Por supuesto. ¡Pongámonos en marcha! Me sujeto con fuerza del asiento y, aun así, sentí el movimiento y casi me caigo. En cuestión de menos de un minuto abandonamos la Tierra. Ramko me da a entender que tardaremos 36 horas en llegar a Osiris VI y otras 36 en regresar. ¡Estaremos fuera por tres días enteros! Me alarmo, así que ordeno a mi IA Artemis que le informe a Hikaru (quien anda en mi casa) que cuide de mi gato por esos tres días, y solicite el servicio de mi robot Voltio si lo necesita (por mis clases no me preocupo en lo absoluto. Si me ausento, mi mejor amiga inventará una excusa para cubrirme. ¡Qué grandiosa es Hikaru!). — Estoy... lista. Tomé mis medidas de precaución. - informo a Ramko. — ¿Tienes una mascota? Si le buscaste una niñera, significa que la quieres mucho. - me dice, ya que me escuchó. — Por supuesto. Quiero mucho a mi gato. Y no me apeno de reconocerlo abiertamente. — ¡Ese es el espíritu! ¡Acepta las cosas sin temor a la opinión de los demás! Pasamos una pequeña parte del día viajando por el hiperespacio haciendo varias cosas, como charlar sobre mí (mostraron curiosidad, similar a Ami). Les conté cada detalle. — Y esa... es la razón por la que me convertí en una cazarrecompensas. - finalicé. — Así que fueron los piratas, después de todo... - comenta Ramko, escuchando atentamente. — Esos hijos de perra siempre tienen que aparecer cuando nadie los llama. Superan en molestia al imperio Kriken. - añade Zampda, oyendo mi relato desde la pantalla. — Minako, no quisiste contarme eso porque es muy doloroso para ti, ¿cierto? Si ese es el caso, lo lamento mucho. Como yo no estaba enterado, no conocía la magnitud. No era mi intención ponerte así. Lo siento. - se disculpa mi IA Artemis dentro de mi casco. — Mira, Zampda y yo no sabíamos ese detalle de ti. Si lo supiésemos antes, no te traeríamos aquí. ¿Verdad, Zampda? - le pregunta a ella, sonando... compasivo. — Por supuesto. - responde. - Los piratas son la organización más odiada en la galaxia, y una de las razones es que matan a cualquier inocente que les pase por delante por mera diversión. No le encuentro el sentido. Y casi siempre tienen que ser humanos sólo porque, para ellos, son "débiles". Si supieran que conozco a varios tipos de piratas que sufren de una desnutrición severa... — Si quieres, podemos ser tus amigos. - dice él. — Nosotros te protegeremos de esos bribones y lucharemos juntos. Teniéndonos de tu lado, nunca estarás sola. - dice ella, con un tono igual. — Minako, yo también te acompañaré, como programa y gato. Y no te olvides de tus tutores, quienes más se preocupan por ti, y también tus amigos e incluso Phantom Ace. - dice mi IA. — Les doy las gracias, pero... no me siento para nada triste. En realidad, estoy feliz por seguir viva... y demostrarme a mí misma que podía hacer muchas cosas. Contado mi relato, pasa a ser mi turno para conocerlos. No dijeron mucho, sólo se resumieron a decir que "son ex-miembros de un grupo de cazarrecompensas del que salieron por roces repentinos con todos sus integrantes, incluyendo a si líder y a quienes consideraban sus amigos". No me contaron más detalles porque venían de aquel lugar tenso y "no se han recuperado de que todos se unieran para exigirles a gritos que se marcharan de allá". Me dejaron con la intriga, pero juzgando el tono de sus voces, debió ser durísimo para los dos y necesitaban tiempo para superarlo. Minutos más tarde, Ramko prepara las cápsulas de hibernación para él y para mí. Antes de entrar en animación suspendida (desmaterializando mi traje con anticipación), él activa el piloto automático y me dice unas últimas palabras. — Buenas noches, muchachita. Nos vemos de nuevo al llegar, je, je. - me comenta de un modo amigable y entra en hibernación. — Sí, buenas noches. - me despido, y le sigo en la animación suspendida. 36 horas de viaje en hiperespacio después... — Despierta, muchachita. Ya amaneció. - escucho su voz. Abro los ojos, y me siento muy cansada y débil. Salgo de la cápsula apoyándome en el exterior de la misma con las dos manos. — Ay... Estoy... exhausta... y con mareos. ¿Estos son... los efectos de la animación suspendida... ? - le pregunto sobre la situación de mi estado físico. — Sí. Al principio es duro, pero terminas acostumbrándote. - responde a mi interrogante. - Como sea, hemos llegado a Osiris VI. Míralo por ti misma. Aprecio el planeta, viéndose justo como en las imágenes que nos enseñó el comandante Malkovich, y al fondo está la estrella madre, Osiris. — Es... el primer planeta que visito fuera del sistema solar desde mis cinco años. - sueno nostálgica, recordando mi viaje interestelar de niña con mis fallecidos padres. — Admito que sólo me recuerda a Tauria en el clima y paisajes. La estrella no se parece en nada. - comenta Ramko. — Avancemos. Tenemos trabajo que hacer. - se comunica Zampda, y los dos atraviesan la atmósfera. Descendemos, y durante el trayecto, corroboro nuevamente las imágenes de mi informativa del día anterior: sólo vislumbro arena y paisajes rocosos sin vida. Aterrizamos en medio de un mar de dunas. — Prepárate, muchachita. La gravedad es más fuerte que en la Tierra, así que tendrás problemas con tu movilidad. Quedas advertida. - Ramko sale de la nave como si nada. — << No me arriesgaré. >> - pienso, y activo el módulo gravitatorio instalado por Ami. Soy rodeada de un aura morada y mis luces se tornan rosadas. - << Mmm... Esta combinación de colores... >> - pienso de nuevo, y acompaño a mis colegas poniendo un pie en el exterior. El ambiente de Osiris VI es peor de lo que imaginé. Mi escáner detecta aire muy caliente soplando a velocidad moderada, una temperatura de 66° C y un nivel de radiación que apenas supera el límite tolerable para los humanos. Ni de broma me quitaría el casco por la ausencia total de oxígeno en la superficie (me gustaría tener un dicho o refrán apropiado para la ocasión, pero... no hallo ninguno que encaje). — ¿A dónde tenemos que ir? - pregunté. — Las coordenadas proporcionadas por la patrulla Celta localizan nuestro objetivo hacia el noreste, en línea recta. - Zampda señala hacia una dirección con su índice. - La base pirata está a kilómetro y medio de distancia. — ¿Y por qué no aterrizamos más cerca? — Porque el perímetro de la base cuenta con sistemas de defensa automatizados que detectan a cualquier aeronave no-pirata que se acerque a un radio de un kilómetro. Por eso bajamos aquí, para estar a una distancia segura. - explica Ramko. — Oh, bueno..., si no hay otra alternativa... En fin, caminemos, que quiero acabar con esto pronto. - tomo la iniciativa. Al ir avanzando, mis compañeros no son afectados por el ambiente. Ramko expresa gustoso que "se siente como en casa", y Zampda depende de la protección de su traje para no llenarse la cara de arena, al igual que yo. Y pensar que este planeta es más hostil que los desiertos de la Tierra y, pese a ello, tiene vida en el subsuelo (bien dicen que la vida se adapta a una extensa variedad de entornos)... De vez en cuando preguntaba si faltaba mucho para llegar, pues mi sentimiento decía que no avanzábamos mucho. Notan mi impaciencia y me tranquilizan asegurando que todo saldrá bien y que no estábamos muy lejos. Artemis me dice lo mismo. Hablé más con él que con mis cercanos (y le preguntaba por su otro "yo", mi gato, quien estaba siendo cuidado por mi amiga Hikaru en Venus). Llegamos a las cercanías de un acantilado, desde donde se veía un mar de arena mucho mayor (qué ambiente tan monótono). — Ahí está. - apunta la Aldebarana a la distancia. Me acerco al borde del precipicio para ver. encontrándome con que dimos al fin con la base de los piratas. Está compuesta por varios edificios de colores colores oscuros con cristales anaranjados y rojizos, y, como se esperaba, torretas de defensa automáticas. Del mismo modo, hay piratas vigilando el exterior. Me entran un poco los nervios y mi corazón se acelera. Recuerdo que en mi primera misión los piratas se entrometieron en el ataque de la Agencia Oscura (por lo que me contó Phantom Ace, porque "buscaban algo"), pero aquí... los enfrentaré directamente. La ansiedad me consume por dentro, pero aun así... haré frente a mi miedo y lo superaré. Lo enterraré en el olvido. — ¿Qué hacemos ahora? - pregunto, un poco ansiosa. — ¡No dejarlos esperando! ¡Eso es lo que haremos! - suelta Ramko, sorprendentemente muy emocionado, y se lanza al fondo del barranco gritando como un niño en Nochebuena, asustándome. - ¡YUJÚÚÚÚÚÚ! — Está en la naturaleza de los machos Taurianos disfrutar de las emociones extremas. - comenta Zampda, y me mira. - Sigámoslo rápido, Sailor V. Él tiende a emocionarse demasiado cada que le toca eliminar piratas. Los ve como "insectos a los que pisotear" por diversión. - comienza a descender aterrizando en cornisas de roca gris que sobresalen cuesta abajo. Yo me quedo atrás por unos segundos más para estudiar cómo desciende Zampda, y me preparo para seguirles el paso. — Artemis..., deséame suerte. - le dije a mi IA, suspirando. Empiezo a bajar saltando de cornisa en cornisa, imitando el método de la Aldebarana. Mi traje soporta el impacto y evitaba que cualquier caída fuese mortal, y el hecho de que las salientes no estuviesen tan separadas unas de las otras me facilitó bajar. En uno de los bordes hay una roca de un tamaño aceptable para sujetar mi cadena ahí y bajar haciendo rappel (noto que el rayo se puede alargar más dependiendo de mis necesidades), En el fondo del cañón me reencuentro con Ramko y Zampda. El primero formó un cráter de tamaño medio producto de su salto, y la segunda se halla en perfecto estado. — Minako, estás muy cerca del territorio de los piratas. Ten mucho cuidado. - dice Artemis en mi DRA. Me desengancho de la roca y avanzamos hasta quedar a cien metros de la base, escondiéndonos en una roca gigante. — ¿Qué hacemos? - pregunto. — Miren allá. - dice Zampda, señalando a una de las torretas automáticas gigantes que vimos. - Esas cosas son la razón del porqué aterrizamos tan lejos. Los piratas mejoraron sus torretas antiaéres para aumentar su ratio de cobertura a un kilómetro, pero su falla radica en que sólo detectan naves espaciales, no a individuos como nosotros. - prepara su cañón. - No detecto a ningún pirata cerca, así que haré una revisión. Se asoma por un lado de la roca, apunta su arma de brazo hacia la torreta y empieza a acumular energía. Dispara un rayo rojo-blanquecino que provoca una avería severa al impactar. — Guau... - solté. — Perfecto. Mi radar confirma que se acercan para inspeccionar la torreta destruida. Aprovechemos este oportunidad y entremos. Nos acercamos sigilosamente. Mientras yo pienso en la mejor manera de entrar, Ramko comete otra tontería al entrar al perímetro interno de un salto. Me llevé otro susto y creí que lo vieron a él, pero no fue así tampoco. — ¿Cuántas veces tengo que decirle que no haga eso? - se queja Zampda, entrando por sus propios medios. Empleo mi cadena de Venus para escalar la pared y acceder dentro más silenciosamente que el primero. Estando en el interior de la base, contemplo con mejor detalle cómo es la arquitectura de los piratas, destacando sus puertas de diseño redondeado. Sin embargo, también regaño a Ramko junto a Zampda por su entrada ruidosa (es un milagro que no lo hayan detectado). Avanzamos los tres juntos. Caminamos en silencio a través del complejo, encontrando en ocasiones torretas automáticas de un tamaño menor que las externas, que incluso mi rayo creciente cargado destruía. Dentro de un edificio damos con una estación del mapa. — Ganamos el premio mayor. No dependeremos de la suerte. - Zampda se alegra, se acerca a la estación y descarga el mapa local. Como buena persona que es, nos lo transfiere. - ¡Bien, vayamos! — Hay tres secciones importantes: el biolaboratorio subterráneo, la sala de computadoras y el cuarto de control. - indica Ramko. - Yo iré al cuarto de control, Zampda se dirígirá a la sala de computadoras y la muchachita investigará el biolaboratorio. - da instrucciones, y no nos oponemos . Nos separamos. Yo voy a tomar el ascensor al biolaboratorio, teniendo sumo cuidado de evitar a cualquier pirata o tocar algún láser por accidente. Así seguimos hasta llegar a nuestro destino: el biolaboratorio, instalaciones con tres pisos de alto, decenas de cápsulas de cristal verdoso, algunas computadoras, dentro de las cápsulas, unas extrañas criaturas. — Estas cosas son... - exclamo, acercándome a una de ellas, que está encerrada dentro de una cápsula de cristal verdoso. Mientras más me acerco, la criatura aumenta su agresividad. Quedo delante de ella. Es una "medusa" flotante, de color verde, varios núcleos en su cuerpo y colmillos en la parte inferior, donde tiene una mandíbula. Me gana la curiosidad y decubro lo que es: un Metroide. — Los famosísimos Metroides... Por fin sé cómo es uno que no esté congelado. - termino mi frase. — Estos seres son la fuente de los problemas que han azotado la galaxia durante los recientes años. - dice Artemis. - Aunque un viejo embajador de los Chozo declaró que no los crearon con malas intenciones, no contaban con que se usarían para propósitos perversos, en especial por los piratas. - indica. - Minako, frente a ti tienes a la versión "Estándar", la forma más conocida. Samus Aran ha informado de evoluciones más peligrosas, por lo que es mejor no tenerlas cerca. Observo una computadora a un lado de la unidad del Metroide. Para interactuar con ella, necesito posar mi mano sobre un escáner con la forma de la mano de un pirata espacial. — Hazlo sin problemas, Minako. La doctora Ami Mizuno incorporó un módulo hacker en tu traje con el que podrás escarbar en los archivos de los piratas sin dificultad alguna. - me indica mi IA. Escucho la sugerencia de Artemis y coloco mi mano derecha sobre la interfaz. Como él dice, accedo con facilidad. Uso mi escáner para saber qué harían con él y los otros. El archivo que leo confirma los datos del archivo de misión al mencionar el "Proyecto Terror", donde los piratas descifrarían la genética Metroide para alcanzar sus etapas evolutivas mayores sin las limitaciones que les fueron impuestas por sus creadores y los usarían para atacar el planeta Daiban, sede del salón de asambles, para erradicar a la Federación Galáctica desde sus raíces. — La seguridad informática de los piratas es una mala broma. Cualquier poseedor de un escáner básico logrará burlar sus protecciones digitales sin problema. - por medio del comunicador, Zampda se mofa de lo sencillo que es infiltrarse en los ordenadores enemigos. — Oigan, ¿es común que los piratas usen Metroides para atacar a la Federación? - pregunto. — Tan común que aburre, muchachita. - comenta Ramko. — Los piratas se empeñaron en sobreexplotar esa técnica, y siempre les sale mal por un motivo u otro. - añade ella otra vez. Sgo leyendo, y mientras tanto, un pirata espacial camina por un puente de los niveles superiores. Sin que yo me dé cuenta, me avista, y silenciosamente se encamina a activar la alarma. Las alarmas de la base se activan y llegan soldados enemigos para destruirme. Mi desventaja comienza a presentarse en números. — << ¡Oh, no! ¡Me descubrieron! >> - pienso al ver al pirata que me observó y se atrevió a ser el primero en plantarme cara. — ¡Hora de mandar al carajo el sigilo! ¡A divertirse! - dice Ramko, desbordando alegría. — Como no hay de otra... - reconoce Zampda. — ¡Pelea, Minako! - ordena Artemis. Estoy sola frente a un grupo de piratas que me apuntan con sus armas. Adopto una postura de guardia, preparándome para atacar. Los piratas gruñen y atacan primero. Esquivo los primeros disparos y me refugio detrás del tanque de un Metroide. — ... Bien, aquí vamos. - me doy ánimos. Me asomo parcialmente de mi refugio improvisado y ataco con mi rayo creciente cargado al máximo fulminando a dos piratas acertando en sus cabezas. En respuesta, los que quedaban tratan de acribillarme. Materializo mi boomerang creciente y lo arrojo contra ellos, pero no acerté a nadie porque se agacharon. Se acercan a mí. Usé mi cadena para enganchar a uno y lanzarlo contra sus compañeros. Todos chocaron con una máquina y la rompieron. — Chicas, en el cuarto de control se ocultaba uno de los peces gordos de los piratas. Escapó cuando estaba por atraparlo y huyó hacia el biolaboratorio. - informa Ramko por el canal de comunicación. - Muchachita, prepárate y resiste. Zampda y yo vamos en camino. Las cosas se complican para mí cuando los piratas liberan a los Metroides desde otra habitación (y refugiándose en las salas superiores para no morir a manos de estas criaturas, además de sellar las entradas). Estos se abalanzan en mi contra. Durante cinco estresantes minutos, participé involuntariamente en un juego del gato y el ratón. Uno se lanzó contra mí, pero antes de que me atrapara, tres piratas salen volando del cristal de una sala de observación aledaña y caen al piso, muriendo al impactar con este. Zampda y Ramko llegan para ayudarme a través de ese cristal roto (que rompieron totalmente por sus tamaños corpulentos). Gracias a la pistola azul de Ramko (que es de la misma naturaleza que las pistolas congelantes del ejército de la Federación), los Metroides caen congelados, y entre los tres limpiamos el biolaboratorio en menos de tres minutos, teniendo cuidado con los que no fueron congelados (un Metroide se adhirió a Zampda, pero Ramko la ayudó). Con los Metroides eliminados, los piratas regresan furiosos y nos acorralan en cifras desproporcionadas. Diez de ellos se lanzan encima de Ramko y todos caen abajo (el encuentro se dio en un puente de conexión de la primera planta). Zampda intenta protegerme, pero varios piratas consiguen separarnos por la fuerza y se le arrojan encima para inmovilizarla. Mi mente recuerda el día donde perdí a mi familia al presenciar la similitud de los hechos actuales con los pasados. — Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? ¿Cazarrecompensas enviados por la Federación Galáctica? Miro hacia arriba, encontrándome a quien recitó esas dos preguntas. — Llegó el pez gordo. - dice Ramko en tanto que lo sometían. — ¡Kax! - lo reconozco. — No sé quién seas, niña, pero creo haberte visto antes... ¿cerca de la Tierra? - hace memoria, revelando que él estuvo allí. - A un lado, tropas. Déjenme apreciarla bien. Se teletransporta igual que hace Phantom Ace para quedar frente a frente conmigo. Estando delante de él, noto que también me supera en estatura (de nuevo, gracias a mi escáner, sé que mide específicamente... 2.35 metros). — Los líderes de los piratas solemos tomar a alguien como archienemigo personal. Después de todo, ¿quién en la galaxia no conoce la enemistad entre Ridley y la Cazadora, Samus Aran? Pero si vuelves a encontrarte conmigo, ten por seguro que te haré la vida imposible. Zampda y Ramko se esfuerzan para liberarse, pero los piratas los sujetan muy bien para no permitirles moverse. Vi esto y significó recibir un golpe de Kax. Luego otro, y otro, y otro. Reduce el escudo defensivo de mi traje a más de la mitad y me sujeta con una de sus manos, levantándome del suelo. — ¡Eres una humana pequeña! ¡Nosotros, los piratas espaciales, odiamos a los seres diminutos! - resalta que, a pesar de crecer, siguen viéndome como una enana indefensa. — ¡No importa mi tamaño, sino lo grande que puedo llegar a ser! - le reclamo. — ¡Patrañas! ¡Mereces la muerte! - prepara una hoja afilada que guarda en su antebrazo izquierdo. - No te preocupes, ¡seré rápido! ¡Cortaré tu cabeza y la mostraré ante los otros miembros del Mando a modo de trofeo! Trato de zafarme por todos los medios posibles, pero no lo logro. Me niego a morir a manos de un pirata espacial y luchar, pero no consigo nada. Veo la hoja de Kax frente a mis ojos... y... en el último momento, todo se pone blanco para mí y sufro de un flashback. Recuerdo perfectamente esta escena. Yo tenía 10 años (muy próxima a cumplir los 11), y era la última ocasión en que estaría acompañada por Lily Thran, siendo que ella recibió la orden de su compañía de astrobiología de viajar por el cosmos. Tuvimos nuestra última conversación. — ¿Ya tienes que irte, Lily? — Lo siento mucho, Minako, pero la respuesta es un sí. Astronáutica Atena me encomendó la tarea de acompañar a un pelotón de marines de la Federación a un planeta remoto. Yo haré un reporte de todas las bioformas de ella, y los marines me protegerán de cualquier criatura hostil. A partir de la próxima semana, cuando cumplas 11 años, los señores Hopkins y Michaels se encargarán de ti a tiempo completo. — ¿Nos veremos algún día? — En este universo, cualquier cosa es posible. — ¿Qué hago si me encuentro con él en el futuro? - con esta pregunta me refería directamente a Kax, de quien ya conocía su nombre y lo que hacía. — Eres una jovencita diligente y muy hábil. Todo lo que te propongas, lo cumples. Si lo confrontas, estoy segura que lo derrotarás. — Gracias, Lily. Eres la mejor cuidadora que he tenido. - le di un último abrazo que ella respondió. Mi recuerdo finaliza con Lily Thran saliendo de mi casa y diciendo la última frase que me dijo: "Tú puedes, Minako". Tengo un pequeño momento de realización. — << Bien dicen que para superar tus miedos tienes que enfrentarlos. Eso es precisamente lo que haré. Yo puedo. Confío en mí misma. Me liberaré por fin de ésta carga y lo encerraré tras las rejas. >> - pienso. Encuentro la motivación que necesitaba y, haciendo un esfuerzo sobrehumano, me libero de la mano de Kax para evitar mi decapitación. Me dispuse a pelear contra él. — Mira que resultaste ser una caja de sorpresas, niña... - dice, impresionado. — Kax, si yo resulto victoriosa, liberarás a mis amigos y te marcharás de este planeta. — ¡Ja! ¡Así será! Aunque no deberías decirlo, porque no ganarás. - se separa de sus tropas para enfrentarme, pero les dirige unas palabras. - Pase lo que pase, ¡no se acerquen! Se ha vuelto personal. - me mira. - ¡Prepárate para pelear con el gran Kax, niña! Él inicia la pelea tratando de atacarme con su hoja afilada de su brazo izquierdo, pero lo evito y lanzo mi cadena de Venus y la engancho en su arma. Mi objetivo era aplicar el máximo voltaje que mi generador puede otorgar, pero no lo logro porque Kax aplica fuerza y me atrae a él para arrojarme a una cápsula de contención vacía que rompo al impactarla. Viéndome caída, Kax adopta una pose de ataque y salta con el fin de decapitarme, así que me levanto y me las ingenio para esquivar todos sus cortes saltando entre la maquinaria científica. Le enfoco, fijo el blanco y disparo mi rayo creciente de lejos. Se cubre, y en ese tiempo, materializo mi boomerang creciente y lo lanzo, causándole un corte a nivel del pecho (superficial, sin llegar a nada grave). Salto a la planta 2 y caigo de allí para darle una patada descendente en la cara. Kax no consigue cubrirse a tiempo, recibiendo mi patada y cayendo al suelo. Al tenerlo tirado, me pongo encima de él y lo someto a base de golpes. — Esto es por arrebatarme a mis padres. - lo golpeo en el rostro, y continúo. - Esto es por mi yo de cinco años. - le doy otro más. - Y este último es por enseñarme a valorar la vida más que nunca. Ahora los tuyos tienen a una nueva enemiga, y se llama... ¡"Sailor V"! - guiño el ojo y le doy un puñetazo final que lo deja inconsicente. Me levanté y me sentí... satisfecha. Dicen que la venganza no es buena, mata el alma y la envenena, pero si involucra algo de tu pasado, te persigue por mucho que quieras ignorarla, y al ejecutarla te sientes... tan bien, como si te quitaras un gran peso de tus hombros. dejan a mis amigos en paz y ayudan a su general a ponerse de pie y recobrar momentáneamente el conocimiento. — Je... Eres... una guerrera formidable, Sailor V, ¡pero esto... no se quedará así! ¡Nos veremos... de nuevo! - se retira con ayuda de sus soldados. Volteo a ver a mis compañeros, quienes no dicen nada. Están apantallados (o, como se dice popularmente, "los dejé con el ojo cuadrado"). — Guau, Minako... - dice Ramko, sorprendido. — No me esperaba que una humana que no fuera Samus Aran realizara esa clase de movimientos y actuara con tal valentía teniendo a un pirata de alto rango de frente. - me halaga Zampda. — M-Minako, como tu mentor cibernético, debo reconocer que... me has dejado anonadado. - habla Artemis tras presenciar mi batalla completa sin decir nada. — Ahora que ya sabemos esto, no te protegeremos demasiado. Puedes ocuparte de tus problemas por ti misma. De repente, las alarmas vuelven a activarse, sólo que en un tono más fuerte. Kax activó el sistema de autodestrucción. — Oh, genial. No es necesario que regrese allá. Los piratas se adelantaron como unos miedosos y la programaron a distancia. - comenta Ramko. — Tenemos cuatro minutos para escapar de aquí. ¡Tiempo de huir! - dice Zampda, y corremos a la explanada central. Atravesamos todas las habitaciones y regresamos al exterior, donde vemos a los piratas abandonando el recinto en su nave principal. — ¡Ja! ¡Menudos cobardes! - Ramko se burla de los piratas que escapan. — Llamemos a nuestras naves. - instruye Zampda. Los dos utilizan dispositivos de control remoto para que sus dos transportes lleguen a la zona en segundos (con la base en proceso de evacuación, las torretas gigantes quedaron desactivadas). Estas aterrizan, las abordamos y nos alejamos de aquella instalación enemiga, que explota y desaparece unos momentos después. — ¡Lo logramos! - celebré. — Así es. Volvamos a la Tierra. - dice Zampda por comunicación. Esperé a que Ramko descansara en su criocámara, pues yo me quedé despierta para hablar con mi IA Artemis. — Me alegra que tu primera misión fuera de Venus haya salido exitosa, Minako. Tus tutores se sentirán muy orgullosos de ti. - me felicita. — Igual que yo, Artemis. Aún estoy procesando que destruí una base pirata con Metroides en su interior. Esto me hará ganar cierta fama, ¿no crees? Hasta inclusive podrían compararme con Samus Aran. - le digo. — Si te lo propones, cualquier cosa es posible. Sólo tienes que creer en ti misma. Y espero que este pequeño enfrentamiento con los piratas te ayude a ello. — Yo también... lo espero, Artemis. - me acomodo y activo la hibernación. - Buenas noches. Hablaremos en un día y medio. Otras 36 horas más tarde... — ¡Muchachita Minako, despierta! - escucho una voz que me habla, y abro mis ojos. Es Ramko. - Oh, qué bien que reaccionas. Ya llegamos al cuartel general. Levántate y vamos a informar al comandante Malkovich de nuestra misión. - ofrece una de sus cuatro manos y me ayuda a levantarme (mi estado físico era igual que cuando desperté de la animación suspendida el día anterior). Vamos al despacho del comandante, quien parecía esperarnos. Le explicamos lo que presenciamos en la misión y la información que conseguimos. — Buen trabajo para los tres. Mandaré la paga a sus cuentas. - nos dice. - Y sobre esos datos que obtuvieron, la doctora Ami Mizuno se encargará de analizarlos y sabremos lo que los piratas traman con ese "Proyecto Terror". Si dan inicio con él, nos pondremos manos a la obra. Por lo pronto, pueden retirarse. - nos da la orden de irnos. Volvemos a los hangares para marcharnos, implicando con ello... que ha llegado la hora de despedirse. Yo... no quería despedirme de ellos. Mostraron empatía por mí sin conocerme demasiado, y eso significa que les preocupa cómo me sienta (al igual que mi IA Artemis). — Bien, muchachita Minako, es hora de que partamos. - comenta Ramko, pero ve que yo... estoy decaída porque tal vez ya no los veré. - Vamos, no te pongas así. Ya te dijimos que seremos tus nuevos amigos. — Sí. Te haremos compañía si lo necesitas. Cuando dispongamos de tiempo libre y te sientas sola, llámanos y acudiremos a verte. - Zampda lo apoya. - Decías que vives en los suburbios de la ciudad de Venus llamada "Nuevo Londres", ¿cierto? - pregunta para asegurarse que escuchó bien. — Sí, allí vivo. Llévenme y les mostraré cómo es mi casa.
— Esta es la segunda ocasión que te veo así. - se limita a decir Ramko. — Para ser una humana joven, te ves muy linda. - me halaga Zampda. — Ji, ji, gracias. - acepto sus comentarios y muestro una sonrisa. Procedemos a subir a las naves y volar a mi casa en Venus. Así termina esta larga misión de tres días, donde la mayor parte del tiempo se fue en dos larguísimos viajes, pero donde la acción no faltó. ¿Qué destaco de estas tres semanas? Pasé más tiempo con Armand y lo conocí mejor, me encontré con Katherine y me hice amiga de Zampda Kepptra y Ramko Semdri. Hice muchos amigos en estas tres semanas. ¡Y lo mejor es que la Agencia Oscura no apareció! Ahora sí diré que lo he gozado. |
Capítulo 7
|
---|
Conviviendo con el enemigo |
Zampda Kepptra y Ramko Semdri, mis nuevos amigos, me llevan a mi casa en Nuevo Londres (es muy cortés y considerado de su parte el ofrecerse a llevarme de regreso). Aterrizan las naves en medio de la calle y descendemos. Ellos observan mi hogar. — Para ser una casa donde vives tú sola, es bastante decente. - comenta Ramko. — Y eso que no han visto el interior. Vamos, pasen.. - los invito a entrar. — No, gracias. Sólo veníamos a dejarte. — Por favor, entren. Quiero pasar tiempo con ustedes ahora que cumplimos con nuestra misión. — Mmm... - Zampda lo piensa. - Está bien. Nos quedaremos un rato. Entramos, y dentro de la sala me encuentro con Hikaru alimentando a mi gato Artemis. Al principio me saluda como es común, pero de inmediato se asusta al ver a mis dos nuevos amigos, a quienes le presento y se da cuenta de que son agradables. Ella me da a mi mascota, a quien abrazo con mucho cariño, y las dos empezamos a conversar con mis invitados. En la plática, confieso abiertamente que... tenía miedo, que me asusté... cuando los piratas se abalanzaron sobre Zampda y Ramko, me rodearon por completo y fui atacada por ellos, los Metroides y Kax. Expreso que me aterré al creer que los piratas me arrebatarían a mis nuevos amigos. Zampda y Ramko me dicen que hay que tener mucho valor y agallas para enfrentar a los piratas de frente, y me motivan al decir que atraparemos a Kax algún día. Un rato después, Ramko me informa que él y Zampda deben irse. Salimos, y me fijo que el cielo se ha nublado de manera considerable. Además, escucho... un trueno (le tengo... un cierto pavor a los relámpagos). — Muchachita Minako, nos retiramos. Prometemos darnos otra pasada por aquí pronto. Recuérdalo: ahora somos tus amigos y no queremos quedar mal contigo. Si nos necesitas, llámanos. — Oh, vaya... Se avecina una tormenta. Las lluvias de los mundos humanos no son tan extremas como en mi planeta. - Zampda también tiene la misma observación que yo. - Nos vamos, Minako. Hasta luego. — ¡De acuerdo! ¡Nos veremos pronto! - me despido enérgicamente moviendo mi brazo. Los dos se marchan de vuelta a sus respectivos planetas. Al mismo tiempo Hikaru sale corriendo de mi casa. — ¡Es cierto: está por llover! ¡Mis padres se preocuparán! - dice, alarmada. - ¡Adiós, Minako! ¡Fue un gusto cuidar a Artemis! ¡Te veo mañana en la escuela! Entro a mi casa cargando a mi gato. Lo primero que hago estando a solas con él es... abrazarlo muy fuerte. — ¡Artemis, tuve mucho miedo en el planeta donde fui! ¡Y también te extrañé! - me expreso y casi quiero llorar. - ¡En el criosueño y en mi tiempo de misión, no paraba de pensar en que, quizás, me extrañarías como yo te extrañaba a ti! — Pues acertaste, porque sí te extrañé... al menos en forma física, no digital. - confiesa. - Creí que no regresarías y me abandonarías. No me sentía igual con tu amiga y Voltio que contigo. Yo... realmente te eché mucho de menos, Minako. — Oh... Artemis... Esas palabras... llegan a lo más profundo de mi ser. Mi gato... se sentía abandonado (¿pero lo dirá por mí? ¿O por la persona que lo cuidó antes que lo adoptara?)... y yo sentía un vacío en mi interior en el viaje de ida y vuelta a Osiris VI por él. Es como si en verdad tuviésemos una conexión. — No te preocupes, Artemis. - lo abrazo con un poquito más de fuerza. - Prometo que, sin importar el paso del tiempo, yo jamás te abandonaré ni me olvidaré que existes. Eres una parte de mí, y me aseguraré de darte todo lo que necesites porque... eres mi prioridad número 1. Abandono el vestíbulo de mi casa y subo a mi recámara. Me siento en mi cama y empiezo a acariciar a mi gato en la base de sus orejas para que se sienta mejor. — ¿Te sientes... tranquilo? - le pregunto después de hacerle lo que Voltio no. — Sí. Gracias. — Je, je. No es nada. - respondo. - Sal de mi cuarto un momento, voy a cambiarme de ropa. Con mi mascota fuera, dejo mi nuevo traje ajustado en mi guardarropa y me quito el brazalete, pues ya no voy a necesitarlo en lo que resta del día. Me visto con ropa cómoda y me veo en el espejo. — Hiciste un buen trabajo, Minako. Sigue así. - digo, autofelicitándome y mandándome un beso a mí misma. Al cabo de un rato, las nubes cubren por completo la ciudad y empieza a llover. Como la atmósfera de Venus contiene una vasta cantidad de vapor de agua, las lluvias son torrenciales y duran más tiempo que las terrestres o las marcianas. El ambiente se llena de un aire tranquilo, y mejor porque no cayeron relámpagos... cerca de la ciudad (dije que me aterran los rayos al caer, pero no dije que se crearon atractores especiales para desviar las descargas de las zonas urbanas y almacenarlas en células compactas que son usadas por la Federación Galáctica en sus naves y bases principales). Lo primero que se me ocurre es usar el programa de mi IA Artemis para hablar un rato con mis tutores (lo he vinculado incluso con mi laptop, pero no revisa mis cosas. Me informó que sólo me transmitirá archivos, como imágenes o videos, que el comandante Malkovich me envíe). Establecida la conexión, los saludé y pregunté por qué se fueron tan repentinamente, y el comandante Hopkins me explicó que ocurrió un altercado en el planeta Marte, y fue provocado por... ¡piratas espaciales!, despertando sospechas de la presencia de una célula pirata en ese planeta. Me informa que estarán ocupados, pero no faltarán a visitarme la próxima semana. Me despido de él porque están de camino a una misión y le digo que los esperaré la semana que viene. Enseguida pierdo el tiempo escuchando la música de mi idol favorita que guardé en el reproductor de música de mi móvil. Le pregunto a Voltio cuánto tiempo ha transcurrido desde mi llegada, y dice que más de una hora. — ¿Más de una hora? Yo creía que transcurrieron veinte minutos... - digo, sorprendida. - Voltio, prepara la comida, ¿sí? — Afirmativo, señorita Minako. Prepararé la comida. Con su respuesta afirmativa, navego por la Cosmonet (en estos días, literalmente puedes entrar en la red, pero para eso necesitas accesorios especiales, los cuales no he comprado... aún) encontrándome con cosas interesantes. Trataba de evadir cualquier nota que, según Artemis, fuera amarillista. Aquí sí es donde me pierdo entrando a... un concierto virtual, todo va muy bien, cuando alguien toca a la puerta. — ¿Quién será en medio de un monzón? - me pregunto, y me levanto de la cama para abrir. Regreso al vestíbulo de mi casa y abro la puerta, encontrando a... un muchacho más alto que yo (y que no aparente ser estudiante), de cabello blanco y ojos... grises (no conozco a nadie que tenga ojos grises, pero sé que ese color es posible, aunque muy raro), vestido con una camiseta, un pantalón de mezclilla y zapatos negros. Como añadido, está... totalmente empapado (¿vendría de regreso de alguna otra parte y le tocó la precipitación en el peor momento posible? Por cómo viene mojado, parece que sí). — Oh... - suelto, y me sonrojo. Es... un chico muy guapo. - Ho-hola. ¿Q-qué necesitas? — Lamento molestarte, pero la lluvia me tomó por sorpresa cuando regresaba a mi casa. - me explica (y acierto en mi suposición). - ¿Podría resguardarme aquí hasta que pase todo? Descuida, no te molestaré ni haré ruido. No notarás mi presencia. — ¡S-sí, claro! - acepto sin dudarlo. Lo dejo entrar, y es que... si un chico guapo toca a tu puerta, no debes desaprovechar la oportunidad (hay un refrán que dice: "Si la vida te da limones, haz limonada"). Al entrar, él deja tras de sí un rastro de agua. Pobrecito... — ¡No puede ser! Espera, te traeré una toalla. - le digo amablemente, y voy al baño por una. Regreso con ella y se la pongo encima. - Ten, aquí tienes. — Muchas gracias. Eres muy considerada y gentil. - responde de modo educado. — Vamos, ven. No quiero que te quedes ahí parado. Él da algunos pasos y contempla el vestíbulo de mi casa con sus múltiples puertas. — Guau... Vives en una linda casa. - comenta. — ¿T-te gusta mi casa? - repito, sonrojándome. Ni siquiera sé su nombre, y siento que le gusta algo de mí. — Claro. Me gusta ser sincero con las personas, sin importar que no las conozca muy bien. - dice, y desvía su mirada por dos segundos. - Por cierto, no te he dicho cómo me llamo. Mi nombre es Adonis. - se presenta. — ¿Adonis? No sabía que se podía poner ese nombre a las personas. — Oye, si hay gente que obtiene su nombre de objetos, flores y colores, ¿por qué yo no puedo tener un nombre distinto? Le digo que se adentre más en el pasillo, que no pasa nada (aunque sea un extraño, se ve confiable). No quiero que se quede de pie, de seguro que ha caminado muchísimo. Lo invito a mi sala para que tome asiento en el sofá de tamaño medio (para esto, lo tomo de una de sus manos y lo jaloneo un poco). Él no se ve muy cómodo con lo que le digo, y eso que trato de mostrarme como la chica alegre que soy. Cuando nos sentamos en el sofá, se oye un maullido dese otra parte de mi casa. — << Ay, Artemis... Tendré que educarlo para que no haga ruido cuando haya nuevos invitados. >> - pienso, y llamo a mi gato para que venga. - Artemis, ven aquí. — ¿Tienes un gato llamado Artemis? - pregunta extrañado. — Sí, así es. Es mi adorable mascota. Mi felino blanco llega hasta mí, lo cargo y lo muestro ante Adonis. — A-así que este amiguito es Artemis, ¿eh? - me pregunta, con el mismo tono y viéndolo de forma rara. ¿Es que no le gustan los gatos? ¡A mí me encantan (también me gustan los perros y animales en general... menos los insectos, pero los gatos más por Artemis)! — Sí. ¿Verdad que es tierno? — Bueno..., yo no tengo mascotas, pero... sí, es lindo. Coloco a Artemis a mi izquierda y pienso en mi próxima jugada. Sé su nombre, pero... quiero ir más allá. Quiero que seamos amigos, que le caiga bien, ¡que me considere atractiva! — Oye, ¿no quieres comer algo? - le ofrezco. — No, gracias. No quiero parecer abusivo. - rechaza. — ¡Vamos, no seas tan reservado! - me levanto y lo tomo de una mano. - ¡De seguro que debes tener un poco de hambre!, ¿no? — No, realmente. — ¡Anda, acepta! ¡Y no seas tímido! ¡Estás en un ambiente de confianza! - le doy una palmada en el hombro. — E-está bien. Acepto. — ¡Sí! ¡Qué bien! - me alegro. - Voltio, ¿ya terminaste de preparar la comida? ¡Realiza otro platillo para nuestro invitado! Mi robot de trabajo se pone a trabajar y hace otro plato de comida para Adonis (depender de mi robot me transformará en una chica floja, ¡pero no me importa! ¡Voltio está dispuesto a hacer lo que le ordene!). Mi robot asustente sirve los dos platos en la mesa e invito a Adonis a sentarse. Él acepta, sin quitarse esa pena. Sentados, no quito mi mirada de encima suyo (no, no lo estoy acosando visualmente. Lo estoy "inspeccionando", que es distinto). — Quiero... darte las gracias por la comida. - me dice. — No es nada. Recuerda lo que dicen: "Barriga llena, corazón contento". - respondo emocionada. — No esperaba que... tuvieras a un robot doméstico para que te ayudara. Estoy informado de que... son algo caros. — ¡Nada que un poco de trabajo duro no consiga! - digo alegre. Continuamos comiendo. Para que Artemis no nos moleste, instruyo a Voltio para que también le sirva de comer. Cuando ambos terminamos, mi robot asistente se acerca y recoge los dos platos (pude llevármelos yo, pero me dio pereza). Él me agradece por servirle, todavía sonando muy reservado. Oh, bueno, ¿qué se le va a hacer? Regresa al sillón grande de la sala y se sienta en él, sin planes de molestarme. Yo, por mi lado, intencionalmente me siento a su lado porque quiero sacarle charla. — ¡Ah! Oye, me dijiste tu nombre, pero me falta a mí hacerlo. - me animo a decírselo. - Mi nombre es Minako Aino. ¡Encantada de conocerte! — ¿Minako Aino? - repite mi bello nombre. - Fascinante... Tus padres hicieron una muy buena elección al llamarte así. Por cierto, ¿dónde están ellos? ¿Por qué te dejaron sola? — Ellos salieron de viaje, pero regresarán en unos cuantos días. - miento descaradamente. Me veía tan loca que casi me pongo encima suyo. Ciegamente le mostré varias de mis cosas favoritas, como la música, las golosinas, los videojuegos y los chicos guapos... y mi gato (ese felino es el centro de mi universo. Lo es todo para mí). — Sabes, eres muy extrovertida y llena de energía. Me imagino que debes tener muchos amigos, ¿no? — Pues sí. En mi escuela tengo a dos, pero fuera de ella cuento con más. — Y tienes una actitud bastante positiva y alegre. — Gracias por la observación. Yo suelo ser así la mayor parte del tiempo. - respondo emocionada. Con tantos halagos, hasta me olvido de las cosas malas de la vida. — ¿A qué te refieres con eso? — Son simples tonterías que dije sin pensar. No les prestes atención. - muevo mi mano de arriba-abajo. Paso más tiempo con él sin excederme ni parecer una acosadora. Asimismo, saco un tema de conversación para que hablemos... relacionado con... lo que he vivido las últimas semanas. — Oye, ¿te has enterado de algunos sucesos que han pasado por aquí recientemente? — Sólo sé que son ataques producidos por extraterrestres, pero ¿quiénes serán los verdaderos responsables? - pregunta. — Apaentemente... un grupo misterioso que se hace llamar la "Agencia Oscura". Él abre sus ojos, señal de que está sorprendido. — ¿"Agencia Oscura"? ¿Cómo sabes ese nombre? — Es un nombre... que me llegó en base a rumores sin fundamento. - miento. - Y también quisiera saber quién es su líder, pero no lo he visto, aunque escuché su nombre por ahí: "Danburite". — ¿Danburite? Hmm... Esto me preocupa, pero por mi residencia. - y empieza a explicar. - Verás, cuento con dos propiedades a mi nombre: una aquí, en Nuevo Londres, y otra al norte de la Tierra. Suelo pasar más tiempo en esta última, aunque visito mi casa en este planeta esporádicamente. - retoma el tema anterior. - Así que... dijiste que se hacen llamar "Agencia Oscura" y su líder es un tal "Danburite", ¿eh? — Exactamente. No sé por qué atacan Venus, pero estoy segura que no tienen buenas intenciones. — Lo mismo pienso yo. Apuesto 500 segurus a que no tienen nada mejor que hacer. — Yo... no puedo garantizarte nada. - suspiro. - Traerán algún plan perverso entre manos, como la conquista del universo o cosas así. No sé, son meras hipótesis mías. — Tal vez tengas la razón. - me apoya. Pasan los minutos, y la lluvia sigue cayendo sin intenciones de detenerse. Yo... no quería que se detuviera, ya que la compañía de Adonis me bastaba para pasar el tiempo. Con el tiempo, él ya no se ve tan tímido como al inicio. Pasa a ser más expresivo y abierto, lo cual me alegra. — ¿Ves? No te costaba expresarte. - lo felicito. — Es que me inspiraste a hacerlo. — ¿Yo? — Resido en un lugar aislado y apartado en el hemisferio norte de la Tierra, donde el contacto con otras personas es raro. Pero aquí, contigo, descubrí que tú tienes... un "no sé qué" que alegra a las personas. — Oh, g-gracias. - me sonrojo. — Estoy deseoso de que esta lluvia finalice. Necesito revisar mi casa en esta ciudad para asegurarme de que no la han robado. — Relájate. Estoy segura que no le pasó nada. Y... ¿quieres que te acompañe? — No, muchas gracias. Mi residencia está en un lugar muy peligroso de esta ciudad, y no quiero que salgas herida. Poco a poco, la lluvia deja de caer, hasta que, media hora más tarde, Adonis y yo miramos hacia afuera por la ventana de mi sala para revisar. La lluvia ha terminado. — Fantástico. Dejó de llover. - dice, y me mira. - Debo irme, Minako Aino. Gracias por permitir que me resguardara en tu casa. — No fue nada. - respondo, mostrando una sonrisa. Vamos a la entrada de la casa, y él da unos pasos hacia afuera, pero antes de que marcharse, quiero preguntarle una cosa más. — Oye, Adonis, tú... ¿crees que podamos volver a vernos? — No lo sé. El destino no está fijado para nadie. Tú eres la única persona que puede forjarlo. - dice, mirándome. - La vida te pone enfrente a muchas personas, algunas se cruzarán en tu camino por un tiempo limitado, y otras se quedan contigo para retroalimentarte de energía positiva, como tu familia o tus verdaderos amigos. Esas personas te dan lecciones de vida y creas un vínculo especial con ellas. — ¿"Vínculo especial"? - repito esas dos palabras con curiosidad. — Son palabras que escuché, y pensaba que este momento era el indicado para decirlas. - se acerca a mí y... estrecha su mano con la mía. - Adiós, Minako Aino. Gracias por la hospitalidad. - se aleja, se despide y se aleja caminando. — Adiós... Adonis... - me despido de él, moviendo mi mano de izquierda-derecha y sonrojándome. - << Otro chico guapo que conozco... y se va. >> - pienso. Cierro la puerta, apreciándome con una respiración ligeramente agitada (sin implicar problemas de salud). Corro al baño a observarme en el espejo, y noto que estoy... demasiado sonrojada. Además, llevando una mano a mi pecho, siento que mi corazón late como loco. — << Creo... que estoy enamorada. >> - pensé. El resto de la tarde es muy tranquilo. Llamé a Hikaru para hablar un rato con ella, y después con mis nuevos amigos, Zampda y Ramko. La conversación con ellos no fue larga, pero me entretuve. Entra la noche, y estoy viendo el canal de música. Mientras sintonizo el concierto, recuerdo las palabras de mis dos nuevos amigos: "Nosotros te protegeremos de esos bribones. Teniéndonos de tu lado, nunca estarás sola.", "Si quieres, podemos ser tus amigos." y "Recuerda que ahora somos amigos y no queremos quedar mal contigo. Si nos necesitas, sólo llámanos". — << Zampda y Ramko... son mis primeros amigos no-humanos. Sonaban muy sinceros en sus palabras. Parece que... realmente quieren ser mis amigos. >> - pienso, reflexiva. Aún disfrutando del espectáculo musical en emisión, Artemis se acerca a mí. Quiero saber lo que dijo antes, de que "creyó que lo abandonaría". — Oye, Artemis, ¿puedes contarme... sobre lo que me hablaste cuando volví de Osiris VI, que aparentemente te abandonaron? — Los gatos tenemos mejor memoria que los perros, así que recuerdo todo muy bien. Te lo contaré. Él me relata que, antes de adoptarlo, vivía con una bondadosa mujer de cabello plateado. Él no era su único compañero, ya que también convivía con una gata oscura de ojos azules (que, curiosamente, resulta ser la misma que "Usagi" se llevó en la tienda de animales de Arcadia). La señora era muy pacífica, pero tenía secretos oscuros, y un día, estos mismos le jugaron en contra debido a que fue atacada por gente con la que tuvo conflictos pasados. Ella murió, y una conocida logró salvar a los gatos y llevarlos a la capital de la Tierra. Lo demás es historia: el comandante Hopkins y el señor Michales me llevaron allí y lo adopté, y de ahí en adelante mi vida es más feliz por tenerlo como nuevo compañero de vida. — Y eso es todo lo que puedo contarte. - finaliza. - Bueno, Minako ahora te toca a ti. ¿Puedes contarme sobre tu vida? Estoy más que dispuesta a que sepa mi pasado. Los únicos que lo saben a fondo son mis tutores y mi amiga Hikaru (... Amano también, ¡pero porque es un entrometido!), pero él es mi mascota y acompañante en la vida, por lo que tiene que saberlo. — Claro que sí, Artemis. Ven aquí, te contaré toda mi historia. - le digo que se acerque, y se acurruca a mi lado. Le cuento todo, desde mi tierna (hasta cierto punto) infancia, la muerte de mis padres, mi encuentro con mis actuales mentores, el cómo conocí a Hikaru, mi episodio de leucemia, cómo conté con tres cuidadores y mis tres años de "entrenamiento personalizado" que surgió de mis deseos de superación personal (vi cómo movía su cola muy lentamente de un lado al otro, señal de que, según un artículo que leí en la tarde lluviosa, está concentrado y me presta atención). — Cielos, Minako... Me sorprende que seas tan feliz teniendo 13 años y cargando en tu espalda un pasado turbulento. — Bien dicen... que lo que no te mata te hace más fuerte, Artemis. No pasé estos ocho años lamentándome, sino que... quise ser alguien importante en la vida. Ése ha sido mi pensamiento. - me levanto para irme a cambiar de ropa. - Es hora de que me aliste para ir a dormir. Acompáñame. Subo a mi recámara y me cambio de ropa, poniéndome mi linda pijama de rayas blanco-azuladas, y cuya parte inferior deja expuestas mis piernas de las rodillas para abajo; y me miro nuevamente en el espejo, soltándome el cabello y poniendo una mirada melancólica. Cuando regreso, Artemis está sentado justo frente a la ventana de mi habitación. Abro la ventana y descubro que... no salta. Únicamente... se queda sentado. — Minako, he estado pensando en tu encuentro de esta tarde con Adonis. Noté que actuaba de manera un poco sospechosa. - inicia una conversación. — Bah, no sé de qué hablas. - digo, totalmente despreocupada. — Me refiero a que Adonis podría ser un ladrón, o peor, un miembro de la Agencia Oscura encubierto. — Artemis, te preocupas demasiado. Debes ser menos pensativo y disfrutar. Adonis es un chico ordinario como cualquier otro. ¿Qué es lo peor que podría pasar? — Bueno, pues... — ¿Sabes qué es lo mejor? ¡Que Adonis es otro chico guapo! ¡A este ritmo, quizás me consiga un novio pronto! — Si yo fuera tú, me enfocaría en asuntos de mayor importancia, como lo son tus estudios. Si te descuidas, se lo notificaré a Hopkins y Michaels. — Artemis, no seas aguafiestas. Deja que disfrute de la vida, ¿está bien? Sólo se es joven una vez en la vida... y quiero disfrutarlo. — Pff ... Está bien. Pero prométeme... que tratarás de mantener un equilibrio. ¿De acuerdo? — Claro que sí. Vuelvo a cargarlo (está tan acostumbrado que incluso me lo pide que lo cargue. Se nota que... él me quiere) y miro hacia afuera por la ventana de mi cuarto. Suspiro, soltando un pequeño aire de, nuevamente, melancolía y reflexión. — ¿Te sientes bien, Minako? - me pregunta. — Sí, Artemis. Sólo... estoy pensativa. - le respondo, y digo... - Tienes razón: he tenido... una vida llena de altibajos, pero... he logrado mantenerme firme a lo largo de todos estos años. Y lo hice... siguiendo el ejemplo de la famosa Samus Aran. Me he esforzado... para cumplir mis sueños. De una situación mala... salieron muchísimas cosas buenas. Conseguí varios amigos que me quieren, unos mentores maravillosos que me aprecian y una mascota que siente un gran afecto hacia mí. De igual manera, logré cumplir mi sueño de ser una justiciera espacial. — Es bueno saber que ves el lado positivo de las cosas. - dice él, alegre. Coloco a mi gato a un lado de mí y apoyo mis codos en los bordes de la ventana completamente abierta. Los dos miramos al cielo lleno de estrellas y la imagen de la Vía Láctea. — Es hermosa, ¿verdad, Artemis? La distancia que nos separa del centro de la ciudad permite vislumbrar este espectáculo celeste. - digo. - Y me da gusto que no escaparas. — ¿Por qué escaparía? No me apetece salir de esta casa teniendo aquí todo lo que necesito... y porque no muestro interés en entrar en peleas innecesarias con ningún animal callejero. Mantengo mi mirada puesta sobre la imagen de la galaxia que atraviesa el cielo. Es... hipnótica. — Artemis, ¿tú crees... que mis padres sigan con vida? — Existe la posibilidad de que, en base a la historia que me contaste, donde mencionaste otra cápsula de escape aparte de la tuya, tus padres hayan escapado. — << Hmm... Mamá, papá... Si están vivos, ¿dónde están? >> - pienso. Permanezco con mis ojos puestos en el firmamento. La idea de que mis padres se encuentren con vida en algún lugar del vasto cosmos... empieza a estremecerme. Si lo que dice Artemis es cierto y mi mamá y mi papá sobrevivieron al ataque donde nos separaron, ¿dónde se encontrarán y por qué no regresan a Venus? ¿O será que... realmente murieron? — Minako, por favor duerme. No quiero que te atormentes a ti misma con un hecho que probablemente no ocurrió. Lo que dije no debe afectarte de manera negativa. - dice Artemis, y le obedezco. Dejo la ventana y cortinas abiertas y me recuesto en mi cama (que, por cierto, acomodo de tal forma que duermo mirando el firmamento por la ventana) Artemis se recuesta a mis pies. — Buenas noches, Minako. - me dice mi gato. — Buenas noches, Artemis. - respondo, y cierro mis ojos. NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. Para pasar a lo siguiente, primero hay que regresar en el tiempo, casi inmediatamente después que Adonis se alejara de la casa de Minako. Danburite se teletransportó de regreso al cuartel general del Reino Oscuro en la Tierra para proceder a informar a su general de sus recientes hazañas. — Mi general Kunzite, logré averiguar quién es nuestra enemiga Sailor V. - dice, sonando orgulloso y triunfador. - Antes de empezar a buscar por todo el planeta Venus, recordé que Sailor V sólo aparecía en la ciudad llamada Nuevo Londres, por lo que empecé ahí. Me tomó un rato buscar casa por casa, y la lluvia no me ayudó, pero logré encontrar su residencia y descubrir su identidad. — Cómo se llama esa cazadora de recompensas principiante? — Su nombre es Minako Aino. Lo que noté por mi propia cuenta es que resulta más inteligente de lo que pensábamos. Conoce la existencia de la Agencia Oscura y sospecha de nuestros objetivos, y existe la posibilidad de que lo revele al gobierno. Lo que evité fue que descubriera mi identidad haciéndome pasar por un simple civil común y corriente de nombre "Adonis". — En ese caso, no hay que bajar la guardia. Toma nuevas medidas de precaución en tus próximos movimientos. Cuando vuelvas a tu faceta del cazarrecompensas Phantom Ace, ten muchísimo cuidado de que Sailor V no te descubra. De lo contrario, si ella no te aniquila... yo lo haré. - Kunzite aprieta su puño y este emite un brillo verde. - Recuerda que puedo anular tu poder de transferencia de alma. — Seré precavido, y venceremos a... Minako Aino muy pronto. Si otros cazarrecompensas como Samus Aran no aparecen y despiertan suspicacias de mí, como ha sido hasta ahora, las cosas seguirán su rumbo sin impedimentos. — Retírate para planificar tu siguiente movimiento. Yo iré a reunirme con los otros generales para discutir la propuesta de la líder sobre usar a nuestros "soldados especiales" para sacar información de grupos internos de la Federación, como la "élite federal", el consejo, la armada o afiliados como los Guardianes del Tiempo — Como ordene, mi señor. - Danburite sale de la sala, ocultando un detalle: como Adonis, parece... que se ha enamorado de Minako. |
Capítulo 8
|
---|
Vacaciones accidentadas |
— ¡Qué bien! ¡Ya estamos aquí! ¡Anhelaba venir a este lugar! - exclamo contentísima. Han pasado tres días desde mi primera misión fuera del sistema solar y mi encuentro con el galán de Adonis. ¿Dónde estoy para encontrarme tan feliz? ¡En una playa paradisíaca de la Tierra, situada en Hawái! Decidí no estresarme en exceso (esto lo digo por la tediosa misión que recibí el día anterior) y relajarme en un lujoso hotel terrestre. Y no estoy sola, puesto que me acompañan mi mejor amiga Hikaru, Artemis, Zampda y Ramko por supuesto (me dijeron que les llamara si necesitaba de su ayuda, así que... les pedí de favor que me trajeran aquí bajo el pretexto de "ser una sorpresa"). — Así que... ¿a esto te referías? - me pregunta Zampda, algo desconcertada. — Muchachita Minako, siento que nos tomaste el pelo. - Ramko suena confundido. — ¿Ustedes dos nunca han conocido una playa? ¿Sus planetas no cuentan con lugares así? - les pregunto. — Las grandes masas de agua en Tauria no favorecen la creación de ambientes como este. - explica él. — En Abu Zharam existe el agua, pero no forma regiones costeras. Lo más remotamente cercano son los cañones atravesados por largos ríos. - explica ella, revelando el nombre de su planeta de origen (que, a decir verdad, reveló en la conversación que tuvimos en mi casa tres días atrás). — Qué mundos tan aburridos los suyos, ¿eh?... - me dirijo a ellos con cara de amargura, paso a mirar la entrada del hotel y le pregunto a mi amiga. - ¿Verdad que es maravilloso, Hikaru? — ¡Ya lo creo! ¡Sigo dándote las gracias por invitarme! - su tono de emoción se asemeja al mío. — Minako, cuando dijiste que tratarías de mantener un equilibrio, no pensé que te descompensarías en sólo tres días. - expresa Artemis, a quien traigo cargado. - ¿Sí sabes que soy capaz de informarle a Hopkins y Michaels que...? — Artemis, recuerda que les comenté de mi pequeña vacación y aceptaron venir aquí a acompañarme y relajarse por igual. Necesitan alejarse del estrés que implica la dura vida laboral de un soldado del ejército por un rato. ¡Y por la boca muere el pez! - lo interrumpo sacando hierba de gato que pongo frente a su nariz. Indico que entremos a registrarnos porque ya no resisto las ganas de disfrutar, pero Zampda y Ramko rechazan entrar y la primera dice que "se verán muy fuera de lugar" (y es cierto. Otras especies no-humanas casi no ponen un pie en la Tierra por un motivo u otro). Los animo diciéndoles que se mostraban tensos al mencionar la " situación incómoda con su viejo grupo de cazarrecompensas" que tuvieron antes de que me conocieran, y quería que expulsaran esos sentimientos amargos porque son perjudiciales, pero aun así optaron por quedarse afuera porque se marcharán en unas horas. — Está bien. Quédense un tiempo aquí, les traeré comida. - les dije antes de entrar. Entrando, observo que... ¡el hotel es increíble por dentro, de primera clase y perfecto para vacacionar (posee una puntuación de 100% en la Cosmonet, y es considerado uno de los mejores hoteles de la Tierra. Entre algunas de sus secciones resalto una zona de juegos y un spa)! Paso a registrarme con mi amiga. — << Y pensar que casi elijo el Partenón de Atenas o la Gran Muralla China sobre este destino paradisíaco... >> - pienso durante el registro, feliz de no escoger el lugar equivocado (sí, esas dos locaciones prevalecen a día de hoy, y sobrevivieron a dos grandes conflictos pasados). Con algo del dinero que he ganado en misiones (sumado a la pensión que recibo de la compañía Exelion) reservo una habitación doble para Hikaru y para mí debido a que Zampda y Ramko no se quedarán. Dejo a Artemis en una sección exclusiva para mascotas para que él también disfrute de su lado, y pasamos a dejar nuestras cosas en la habitación. Con eso, como última acción (y en un frenesí de emoción), corremos a la piscina. Las dos nos emocionamos y procedemos a cambiarnos de ropa. Voy a un baño cercano y me pongo un atuendo que compré el día anterior en la zona de tiendas de Nuevo Londres: un traje de baño morado de una pieza (incluye el pareo). Hikaru sale del vestidor aledaño y portando otro, pero de diferente color y sin pareo. Corremos a la piscina para zambullirnos en ella (por extraño que parezca, no he visto a otras personas. Quizás se deba al clima, pues en esta parte de la Tierra están en pleno otoño). Nos sumergimos en el agua (primero yo empujando a mi amiga y luego lanzándome sobre ella) y nos divertimos como niñas durante un buen rato. Luego de eso, las dos salimos ya aburridas y con algo de hambre. Nos envolvemos con las toallas y caminamos al comedor del hotel, pero en el camino, le digo a Hikaru que se adelante porque iré a ver a mis otros amigos que se quedaron afuera. Los encuentro sentados afuera de sus naves y discutiendo entre sí. — ¿Ya te aburriste, muchachita? - me pregunta Ramko al observarme. — Para nada. Me dio hambre, es todo. Pero quería venir a verlos. - respondo, secándome el cabello con mi toalla. - Oigan, mi curiosidad sobre ustedes no ha desaparecido. ¿Podrían... contarme más sobre sus vidas? Zampda y Ramko acceden sin problema y me relatan más de sus pasados (ya les conté todos los detalles del mío, por lo que debemos estar a niveles similares, contar qué es de cada uno). Primero con Zampda: ella fue integrante de la armada espacial del sistema Aldebarán y luchó en múltiples ocasiones con los habitantes del planeta vecino. Tras muchos años de conflictos, los pueblos de ambos mundos firmaron un acuerdo de paz, los consolidaron como un sistema unido y colaboraron para exploraron las estrellas. Por su parte, Ramko era un competidor habitual en las "pruebas de fuerza" de aquel planeta. Resultó ganador en un torneo realizado por una de las "casas de Tauria", quien lo eligió como representante ante la Federación Galáctica, en la que pasó a trabajar como un agente y, al final, un cazarrecompensas afilidado a ella. Una de sus primeras misiones involucraba a un culto del planeta Gronheim que comercializa cristal formados en zonas volcánicas de ciertos planetas, que cotizan en valores exorbitantes, con los piratas espaciales. Las historias de los dos cruzan caminos muchos años atrás (antes de que yo naciera), cuando coinciden al ingresar (en compañía de otros tres individuos) en un grupo cuyo nombre llama poderosamente mi atención: la "Asamblea de Cazadores y Mercenarios". — ¿"Asamblea de Cazadores y Mercenarios"? ¿Qué es eso? - pregunto con curiosidad. Los dos me cuentan que es un grupo afiliado a la Federación Galáctica que no sobrepasa los 100 miembros (y no se trata de una organización masiva, como pensé en un inicio). Se conforma, como dice el nombre, de cazarrecompensas que aceptan contratos que el gobierno de la Federación publica en notas de un edificio cercano a su sede, que se ubica en una ciudad del planeta Jasdam. — Por largo tiempo creímos que era un grupo de buena gente, pero descubrimos que algo andaba mal. - narra Zampda, y suena que hubo eventos que le dolieron. — Después de que nosotros obtuvimos un reconocimiento por parte del fundador, que era un sujeto muy agradable y compasivo, y quien nos consideró los mejores de la asamblea, un día... sin previo aviso, todos empezaron a odiarnos. - expresa Ramko, demostrando que a él también le afectó. — Se llenaron de envidia hacia nosotros por ser los mejores, y esa envidia escaló y se transformó en un injustificado odio. Incluso el mismo fundador expresó fervientemente que se arrepentía de aceptarnos y premiarnos. — Resistimos porque pensamos que se calmarían con el pasar de los días, pero fue al revés. Nuestros ex-compañeros dejaron de ser nuestros amigos y llegaron al punto de atacarnos nada más vernos. Quien nos echó en nombre de todos, y que se veía que tenía ganas de hacerlo, fue un Nurdio de nombre "Kwark". ¡Odio a ese tipo por la sonrisa que dibujó en su fea cara al decir esas palabras: "Ahora, por favor, váyanse de aquí. ¡No queremos volver a verlos!"! Me quedo sin palabras y reconozco... que sus compañeros (en total mencionaron cinco nombres: Kaan, Terix y Grob son quienes entraron con ellos; Alxrat Eppsien fue el fundador; y Kwark quien los echó, y con quien llevaban una rivalidad) fueron "doble cara", primero siendo sus amigos y terminando por revelar sus facetas reales. Pienso en si muchos cazarrecompensas que trabajan en grupos grandes se comportarán así de hipócritas. Viendo la posibilidad de que así sea, dudo en si unirme a un grupo conformado únicamente por cazarrecompensas en un futuro. — Minako, sabemos que, como la humana curiosa que eres, querías saber todo... y pensarás en unirte a la Asamblea de Cazadores y Mercenarios. En base a la sombría experiencia que sufrimos Ramko y yo, te recomendamos que no entres a ella. - me dice Zampda, quien suena... un poco triste. — Hay muchas cosas que no te hemos contado porque son delicadas para nosotros. El miembro de la asamblea que más me cabrea con sólo recordar su rostro es Kwark. Muchachita Minako, si lo ves, ¡aléjate de él lo más que puedas! ¡Kwark no es lo que aparenta ser! - advierte Ramko. — Zampda, Ramko, yo... no tenía idea de lo que les pasó. Les pido que me perdonen. - suelto. — Está bien. Te perdonamos porque sabemos que tu intención no era hacernos sentir mal. - Ramko sonríe y pone una de sus cuatro manos sobre mi cabeza. Los dejo porque me avisan que visitarán otras zonas de la isla con sus naves y entro a buscar a mi querida amiga, a quien localizo en el comedor. Me siento junto a ella para comer. — Minako, quiero volver a darte las gracias por invitarme aquí. - me dice al sentarme a su lado. Se escucha feliz. — No es nada. Tú eres mi mejor amiga, y como tal, quiero que pasemos ratos divertidos juntas. Tú harías lo mismo por mí, ¿cierto? — Por supuesto que sí. - dice suspirando. Aprovecho la situación para sacar una pequeña charla. — ¿S-sabes?, Zampda y Ramko no son los únicos amigos nuevos que hice. Hay una más y vive en este planeta. Se llama Ami Mizuno, y me recuerda a a ti. Lo que las diferencia es el color de cabello, pues ella tiene cabello azulado; usa anteojos... y es una científica. — ¿Científica? ¡Guau! - Hikaru se sorprende. - ¿Es una niña prodigio? — El comandante Hopkins y el señor Michaels me contaron de ese supuesto rumor, y ella me confirmó de su propia voz que estudió en la academia de la Federación en Daiban y se graduó en un tiempo récord nunca antes visto. Todavía no la conozco demasiado bien, pero quería invitarla a venir. No aceptó porque me dijo que está ocupada con un proyecto que el señor Adam Malkovich le encargó sobre algo relacionado a un "generador de portales". — Ya verás que pronto acepta. Seguimos comiendo hasta la saciedad... o un poco más (ya sabes lo que dicen: "El arrepentimiento viene después"), y al cabo de diez minutos llegamos a nuestro límite... O bueno, casi, puesto que yo guardé unos pastelillos de fresas con crema para el final (¡considero que son una auténtica delicia!). — Je, je. Suerte que dejé un hueco. - le comento a mi amiga mientras le quito la fresa al pastelillo (la dejo para el último) y le doy una mordida. — Oye, Minako, ¡cuéntame qué misión hiciste ayer en la ciudad! - me pide. — Está bien. Te lo contaré. En lo que me termino los pastelillos, le narro mi acción heroica del día de ayer en Nuevo Londres. Implicaba a la banda dedicada al negocio de armas de donde fotma parte el Joviano "Katsug", con el que le di una mano a la Policía Federal. El ejército de la Federación localizó a uno de sus socios escondido en la ciudad, dentro de una bodega de los muelles..Por tratarse de un operativo, participé con el ejército (al lado del pelotón 23, al que pertenecen mis tutores) y la policía (acompañada por Katherine). En la zona de los muelles, dentro de la bodega 5, encontramos a nuestro objetivo: un dinosaurio humanoide armado con una ametralladora con la que mató a tres militares y seis policías. Fue un poco duro, pero gracias a mí (que llamé su atención), la Federación logró capturar a este dino (que se hacía llamar "Bharga"), lo llevó a la misma prisión que su compañero y confiscó toda clase de armamento que había al interior de la bodega. El comandante Hopkins y el señor Michaels me abrazaron y felicitaron por mi trabajo bien hecho... y me hicieron sentir muy feliz. Termino de contar mi relato (y de comerme el último pastelillo), y mi amiga se impresiona. Como hemos terminado de comer, regresamos a la zona de la piscina, pero no para zambullirnos en ella (por el momento. Debemos dejar pasar un tiempo), sino para apreciar el mar en el mirador del hotel. Sonreímos al tener la playa y el océano delante de nosotras (las costas de Nuevo Londres... no son como las terrestres. Están ocupadas por zonas de carga, veredas y una feria), y le digo a Hikaru que quizá volveremos a ese lugar en un futuro. En eso... — Oye, mira. Hay una mujer solitaria por allá. - señala a una señora que está en la playa y mirando hacia el océano. Me sorprendo al percatarme que es cierto: una mujer, completamente sola, observa el mar. Lo único que se aprecia de esta mujer (porque nos da la espalda) es su larguísima cabellera (más que la mía) de color verde oscuro y un "bombón" encima de esta. Sostiene en su mano izquierda un cetro tan largo como ella misma que acaba en un pequeño orbe rojo. — ¿Qué estará haciendo allí? - le pregunto a mi amiga, acercándome a la valla perimetral del mirador. — No lo sé. ¿Disfrutando de un momento de privacidad? - Hikaru da una posible opción. Seguimos mirándola, pero al final ella se da cuenta de nosotras y gira su cabeza muy velozmente. A pesar de la distancia, distingo el color de sus ojos: rojo granate (derrochan una gran soledad). Nos mira como queriendo decir que la dejemos en paz, y su seriedad nos asusta a ambas. Salimos corriendo de ahí para no saber si se enojó y regresamos. Como dije, regresamos al exterior para volver a la piscina, pero no iba a meterme de lleno, sólo mis pies (lo de esperarse un rato después de comer son puras patrañas. No obstante, ya no siento tantas ganas de nadar. Eso regresa por sí solo). Salimos de vuelta a la zona de la piscina, pero en eso... observamos algo que apareció sin previo aviso: una... especie de luciérnaga humanoide exageradamenta alta y de colores oscuros. Su presencia suelta un aire siniestro, y sumada a la pose que adopta, como si nos estuviera esperando pacientemente, nos intimida al grado de que nos abrazamos del temor (y suma puntos porque... es un insecto... gigante. ¡Puaj!). — ¡Oh, por favor! ¡¿Es una broma?! ¿No puedo ni siquiera tomar unas pequeñas vacaciones en la Tierra porque algún enemigo me interrumpirá? - me quejo en voz alta. - Hikaru, corre a esconderte. Me encargaré de este bicho asqueroso. - le indico a mi amiga, y accede a correr al interior del hotel. Con Hikaru fuera de peligro, oprimo el botón de mi brazalete y materializo mi armadura de Sailor V. El insecto bípedo de gran tamaño parece reconocerme, pero... no me dice ni una sola palabra, aunque, en cambio, estira sus manos hacia mí y... se comunica con un lenguaje de señas (desafortunadamente, no logré entender lo que me dijo). — Disculpa, pero no te entendí. ¿Qué quisiste decir? - le cuestiono. Casi de inmediato, materializa una especie de rifle con par de círculos rojos en sus laterales y rayas blancas que brillan en los colores del arcoiris que usa para apuntarme con él (eso trató de darme a entender, ¡que venía por mí!). No dudo en llamar a mis amigos por el comunicador. — ¡Zampda, Ramko, vengan a ayudarme! ¡Un alienígena hostil ha aparecido en el hotel! — ¡¿Qué has dicho?! - pregunta Zampda. — ¡Rayos! ¡Justo cuando contemplábamos un volcán famoso en este planeta... - se desilusiona Ramko. - ¡Resiste, muchachita Minako! ¡Iremos a apoyarte! Antes de que suceda nada más, analizo a mi enemigo para conocer nuevos detalles sobre él. Es de una raza pacífica que vive en el planeta Éter (pero que no es nativa de allí) conocida como los Luminarios, quienes poseen increíbles habilidades psíquicas (como la capacidad de levitar o crear campos de fuerza) y armamento basado en energía de luz, como rifles o espadas de hoja larga que funcionan con energía de luz o energía oscura. Son considerados la especie viviente más antigua de la galaxia, pero de origen desconocido (ellos mismos afirman que nacieron "en algún lugar entre las estrellas"). Me dispongo a luchar contra... el Luminario (quien reusó el lenguaje de señs, pero aún con esto escuché que se comunicó... dentro de mi cabeza: "¡Morirás a manos de la oscuridad!"), pero... alguien interrumpe. — ¡Espera! - es la misma mujer de cabello verde y ojos rojizos de antes, que salta a la escena. - T-Nol, ¿sigues siendo tú? - le pregunta a... "T-Nol", pero este no responde. - Lo sabía. El llamado que enviaste al resto de nosotros se ha confirmado: la oscuridad te ha poseído. - mueve su cetro y el orbe en su punta apunta al Luminario. - ¡No temas, T-Nol! ¡Te liberaré de tu sufrimiento! Me dice que me ayudará a eliminar al Luminario (un detalle extra es que aprecio que utiliza una blusa morada y falda negra, además de tacones cafés). Ella empieza la pelea saltando hacia... T-Nol, quien crea una barrera azul que lo rodea y la repele. Lo siguiente que hace es correr hacia él como una loca y mover su cetro con mucha rapidez, provocándoles varios cortes morados que parecen dejarlo muy adolorido. Este, en respuesta, genera otra barrera azul que la lanza en mi dirección y la estrella contra el piso. — ¿Estás bien? - le pregunto al acercarme para ayudarle a ponerse de pie. - ¿Puedes decirme quién eres o a qué te dedicas? — Sólo te diré que... formo parte de los Guardianes del Tiempo. - se limita a contestar. — ¿Guardianes del Tiempo? - repito. — Maldición... El enemigo se ha apoderado de T-Nol, y de algún modo. mejoró todas sus habilidades. - se levanta y agita su cetro. - ¡Mira! ¡Se prepara para atacar de nuevo! ¡Andando! Por su lado, desde el acceso al interior del hotel que lleva al comedor, Hikaru observa la pelea y me apoya en voz baja. — Tú puedes, Minako. Estás mejor capacitada para esta situación que yo. ¡Sé que lo lograrás, amiga! T-Nol nos apunta con su rifle de polaridades opuestas y oprime un botón para que las luces adopten un color morado, y acto seguido dispara pequeños remolinos de energía oscura en contra de nosotras. La Guardiana del Tiempo crea su propia barrera de energía (de color granate) con su cetro para no ser afectada, pero yo me veo en la obligación de moverme de aquí para allá. A continuación, lo que hace T-Nol es volar con una agilidad increíble para golpearme, y, en el aire, me dispara con su arma, acertando. Quedo envuelta en una cosa morada, viscosa y dura. La Guardiana del Tiempo se enfrasca en un pequeño combate con T-Nol (quien cambia de arma y materializa su espada de larguísima hoja) para darme tiempo a que me libere de mi prisión de materia oscura (como curiosidad, el escudo defensivo de mi traje disminuyó su intensidad debido a que la energía oscura parecía "corroerlo"). Consigo liberarme, y pido a mi IA Artemis que busque información de los Guardianes del Tiempo en los archivos de la Federación debido a la curiosidad que me ha despertado mi nueva aliada. Regreso a la pelea, y T-Nol se da cuenta de mi reaparición, se aparta de la Guardiana y se lanza sobre mí, pero lo esquivo dando un salto. En pleno aire, Artemis fija el blanco en él y disparo mi rayo creciente, pero se cubre con un campo de fuerza. No me importa y cambio a mi boomerang creciente, con el mismo resultado. Utilizo mi cadena de Venus y también se protege. La ausencia de la Guardiana del Tiempo le permite entrar en contacto telepático conmigo una vez más. — No podrás detenerme, Sailor V. Te llevaré con el amo Danburite y el general Kunzite para que te zambullan la oscuridad que llevamos en nuestro interior. Antes de hacer nada más, escucho a la Guardiana del Tiempo recitar las siguientes palabras desde la distancia: — ¡Grito... mortal! Un vórtice rosado aparece y envuelve al Luminario hasta no dejar nada de él... aparentemente, ya que al esfumarse la columna de energía, observo a protegido por su campo de fuerza. Sin embargo, algo sucede con él, puesto que desvanece el escudo y se desploma al suelo. Nos acercamos a él. — T-Nol, ¿has recuperado la razón? ¿Repeliste a la oscuridad? - le pregunta su compañera, arrodillada frente a él. T-Nol no le responde. En cambio, toma su espada y... atraviesa su cuerpo con ella. Yo... quedo sorprendida y horrorizada por lo que vi. — ¡S-se ha suicidado! - exclamo. Miro a la Guardiana del Tiempo, que se muestra seria, pero al mismo tiempo triste porque peleó con alguien de su bando que sucumbió a... la "oscuridad" (y a todo esto, ¿qué es la "oscuridad"?). — Fuiste un gran integrante de los Guardianes del Tiempo, T-Nol. - mueve su cetro en el aire (dejando una estela granate), rodea el cuerpo del Luminario con un campo de fuerza y este desaparece. - Serás recordado por tus hazañas. No te olvidaremos. La escena permanece en silencio. Sin embargo, yo me animo a decirle a ella unas palabras de consuelo, no sin antes agradecerle por ayudarme. — G-gracias. - le agradezco por su ayuda. — No fue nada. - se da la vuelta. - Hasta la vista. - se despide. El orbe de su cetro resplandece, y ella es rodeada por un resplandor de color granate y desaparece como cuando Phantom Ace se teletransporta. — ¡Espera! - exclamo para detenerla sin éxito, perdiendo mi oportunidad de animarla. - << ¿Quién... eres? ¿Cuál es tu nombre? Sólo quería... darte las gracias como es debido. >> - pienso. Después de que todo vuelve a la normalidad, Zampda y Ramko llegan apurados y listos para combatir (venían desarmados, pero tienen su equipo guardado en sus naves por si es necesario). Entran a la zona de la piscina de un salto y preguntan por la amenaza, pero yo les digo (riéndome un poco por su tardanza, justificada en que "volaron varios kilómetros") que la erradiqué con ayuda de una aliada misteriosa que se ha marchado justo antes de que llegaran. Ramko dice que desearía haber aparecido a tiempo para conocerla. Además, Hikaru sale del hotel y se acerca a donde estamos para abrazarme y felicitarme por la pelea que di. Por mi lado, caigo de rodillas al suelo por el cansancio. Previo a desmaterializar mi traje, Artemis me indica que ha descargado una entrada del banco de datos sobre los Guardianes del Tiempo (la leeré cuando regrese a Venus). La hora en que ha transcurrido este combate inesperado (las 3 de la tarde, horario local) me motiva a aprovechar las horas diurnas restantes para enfocarme en disfrutar. Por ello, de inmediato me puse a gozar entrando nuevamente a la piscina, regresando a comer (ahora sí con más gente, quienes se escondieron en sus habitaciones por la sorpresiva aparición de T-Nol y la pelea, y comentado asombrados que "la recién aparecida Sailor V salvó el día", halagándome), divirtiéndome en la zona de juegos, pasándome por el spa (al terminar la batalla, necesitaba relajarme allí) y otras cosillas más, como darme una pasada por la sección de mascotas y ver cómo se la pasa Artemis en compañía de un gato blanco con manchas negras (lo mejor fue presenciar que mi gato no buscara peleara con su "amigo") o conocer el famoso volcán Mauna Loa con mis propios ojos (claro, ayudada por mis amigos, que confesaron pasarse por allí cuando los llamé para ayudarme). Al llegar la noche, Zampda y Ramko se despiden y se marchan. Hikaru y yo vamos a nuestra habitación para dormir y nos ponemos nuestras pijamas sacándolas de las mochilas que llevamos (en mi caso, me vestí con mi pijama de dos piezas, anaranjada con bordes amarillos, se abrocha a botones y cuenta con una bolsa en el pecho izquierdo). Además... me quité el listón que uso en mi cabeza para dormir. — ¡Guau! ¡Pero qué día! - suspira Hikaru, recostándose en su cama (nos pusimos de acuerdo y ella escogió la cama derecha, más cercana al balcón). Salgo al referido balcón y miro al cielo estrellado (como si estuviera en mi casa), donde, además de la Vía Láctea, observo la Luna, que está en fase creciente. Me lleno de ilusión por verla y me imagino el planeta Venus con la suya propia. — Las personas que viven en la Tierra no tienen que preocuparse por la delincuencia como sí lo hacemos en Venus. Qué envidia la mía. - me comenta Hikaru desde el interior de la habitación. — Ni lo menciones. Estoy fastidiada de ver noticias de gente asesinada en la televisión. - comento, dándole la razón y regresando del balcón. — ¿Qué ciudad en nuestro mundo es considerada la "menos violenta"? ¿Ciudad Venera o el condado Maxwell? — Creo que dijeron que el condado Maxwell. Pero Ciudad Venera le pisa los talones. Desvío mi mirada hacia un lado y vuelvo a pensar... en mi gato Artemis. — Oye, Hikaru... - me dirijo a mi amiga. - ¿Tú crees... que estoy cuidando bien de mi gato? Personalmente opino que sí, pero... quisiera saber una opinión externa. — Claro que sí. Lo cuidas muy bien. He visto que ese felino te quiere mucho. Eso habla de cómo lo cuidas. Su respuesta me alegra, y decido ir a la sección de mascotas para pasar un poco de tiempo con él. Pido permiso para sacarlo y voy a la zona de la piscina para sentarme allí con mi gato. Tomo asiento en una silla de la zona de la playa (cercana a la orilla), acomodo a Artemis a mi lado izquierdo y quedo contemplando el espectáculo en el cielo mientras acaricio a mi mascota y escucho el sonido de las olas. Permanezco en ese ambiente tan relajante... por un largo, largo rato, pasando un tranquilo tiempo a solas con mi gato. — Te quiero, Artemis. Te quiero mucho. - le digo, sonando melancólica, y lo abrazo. Pasada una cantidad indeterminada de tiempo regreso al hotel, dejo a Artemis de vuelta en la sección de mascotas y yo subo a mi habitación, notando al entrar que mi amiga ya se ha dormido. Le sigo los pasos y me recuesto para dormir. — Buenas noches, Minako. - dice mi IA desde mi brazalete. — Buenas noches, Artemis. - respondo, me quito el brazalete y lo coloco en una mesa. Me duermo. |
Capítulo 9
|
---|
Ambición ígnea II |
Ha pasado más de una semana desde mis pequeñas vacaciones en Hawái junto a mi mejor amiga Hikaru y Artemis... con Zampda, Ramko y mis queridos tutores acompañándome en momentos diferentes. Actualmente estoy con Katherine. Empezamos a salir y nos hemos llevado de maravilla. Ella me comentó que pidió al jefe de la Policía Federal unos pocos días de descanso, y los ha aprovechado para que pasemos tiempo juntas. Caminamos por el distrito comecial de la ciudad y nos vemos bastante contentas. — ¡Gracias por aceptar salir conmigo, Katherine! - le comento feliz mientras me aferro a su brazo izquierdo. — No es nada, Minako. Últimamente he estado muy atareada y necesitaba descansar, por lo que hablé con el señor Hardy para pedirle unos días libres. ¿Qué mejor manera de quitarme el estrés que saliendo con una amiga? - me responde (en este tiempo, siento que me trata como si yo... fuera su hermanita, y simultáneamente, yo la veo como una hermana mayor). — Lo mismo digo. Pasamos por el exterior de una tienda de ropa, y al pegarme al cristal y mirar adentro, quedo inmediatamente hipnotizada por las prendas tan bonitas que están en exhibición. — ¡Katherine, entremos, por favor! - le señalo al lugar que quiero entrar, y ella accede. Como si no hubiera un mañana, empiezo a probarme un montón de cosas, preguntándole a mi amiga qué tal luzco (la ropa está hecha con seda de Nevea V, y ese mundo exporta una de las mejores sedas de la galaxia similar a como Jovia XII exporta acero). Aun con los comentarios halagadores de Katherine, no me decido en qué comprar, al menos hasta que... encuentro algo mejor: un vestido de color lila con cinturón incluído (al igual que unas medias claras) y un saco ligero de color negro. Me pongo el vestido con saco como si mi vida dependiera de ello y salgo del probador cambiada. Vuelvo a preguntarle cómo me veo, y dice que le encanta, recomendándome que lo compre. Tomo en cuenta esa sugerencia y compro el vestido sin dudarlo. Posteriormente salimos de la tienda y vamos a su edificio departamental cerca de la costa. — Anda, pasa. - me ofrece, y entro. - Uf... Esta tarde ha sido divertida. Ser miembro de la policía de la Federación es agotador... y necesitaba salir. - se sienta en el sillón pequeño (sí que suena cansada). —¿A quién perseguiste ahora, Katherine? - le pregunto con curiosidad. — A un bribón que se escapó de una prisión federal. Su nombre es Weavel, y es un general de los piratas espaciales con un cuerpo cibernético. Formó toda una persecución en la autopista, pero al final logramos detenerlo. - explica. — ¿Weavel...? - repito ese nombre. — Gracias a Samus Aran, descubrimos lo que ese granuja planeaba hacer: asaltar una base de la Federación en el sector Dasha acompañado por una gran flota. Lo interceptamos en el camino y se desvió a un planeta lleno de ciudades, donde lo perdimos de vista por unos minutos, pero de nuevo, gracias a Samus, logramos encontrarlo y atraparlo. Me acerco a la ventana, desde donde hay una excelente vista del océano del planeta. — Ay... Me gustaría poder ayudarte y atrapar criminales en otros planetas, pero estoy atrapada en Venus hasta que consiga el dinero suficiente para comprar mi propia nave espacial. Siempre tengo que depender de mis amigos cazarrecompensas o mis tutores para abandonar este mundo. - le confieso mis deseos de querer ayudarla mientras miro al horizonte (como la ventana da hacia el oriente, veo la puesta de Sol). — ¿Piensas comprarte una nave? Son muy caras, pero puedo darte una mano si quieres. - se ofrece. — ¿Estarías dispuesta a ayudarme, Katherine? Yo no... Yo no quiero verme muy abusiva. - me avergüenzo. — Claro que quiero ayudarte. Las amigas se ayudan entre sí para lo que sea. — ¿En serio? Guau... Gracias, Katherine. — Para eso estoy, para ayudar a mi amiguita. - esboza una sonrisa. Estoy con Katherine por un rato más y regreso a mi casa. Llegando a mi residencia (y pedirle a Voltio que haga de comer para mí), me pongo a investigar algunas cosas sobre la Asamblea de Cazadores y Mercenarios, y para esto, leo información que encuentro dentro de una página en la Cosmonet dedicada totalmente a ese grupo. De acuerdo a la información de la página, la Asamblea de Cazadores y Mercenarios fue fundada cuatro décadas atrás por un sujeto de buen corazón llamado "Alxrat Eppsien" (con piel de color rosa pastel, cabello violeta y ojos de un tono azul cielo) junto con cuatro camaradas suyos (entre ellos Kwark, que mis amigos mencionaron). Con el paso del tiempo se integraron más cazarrecompensas por el carácter amable del señor Eppsien, incluyendo a Zampda y Ramko, y se asentaron en la ciudad de Crossex del planeta Jasdam y se afiliaron a la Federación Galáctica. La asamblea no divide a sus integrantes en niveles o rangos (Alxrat quería que todos tuvieran la sensación de estar al mismo nivel), sino en generaciones. Todo iba bien con la asamblea hasta que, un día, Alxrat Eppsien fue asesinado, sin descubrirse jamás quién fue el responsable o alguna pista para dar con él. Buscando en la sección "Miembros", descubro que la asamblea ha contado con dos generaciones en 45 años, siendo la primera conformada por los fundadores y 35 cazarrecompensas más; y la segunda por otros 60 cazadores y mercenarios. Reviso el apartado de la primera generación y me doy cuenta de cómo eran Kaan, Terix y Grob, los viejos amigos de Zampda y Ramko. Kaan era una lagartija azul de ojos violetas; Terix un humanoide de piel amarillenta en un tono brillante con picos en la espalda similares a los dinosaurios, ojos verdes y musculatura similar a Ramko; y Grob poseía cuerpo redondo verdoso, seis ojos en su cabeza y extremidades un poco más cortas que el promedio. También busco los recuadros de mis amigos, y los encuentro, pero... están marcados con una línea roja diagonal, y debajo de estos se marca la leyenda "Expulsados". Lo aterrador viene al percatarme que... todos los integrantes de la primera y segunda generación han muerto, con excepción de Kwark quien, según la cosmo-página, logró resistir un misterioso ataque contra la sede de la asamblea que se llevó a cabo... hace tan sólo dos días, donde murió el resto de sus compañeros. — << ¿Ataque misterioso? Entonces eso quiere decir que... Kwark salvó las vidas de mis amigos sin darse cuenta. Zampda y Ramko lo odiaban, pero él los ayudó inconscientemente. >> - pienso. Reviso la biografía de cada uno y mi atención es capturada. Tal y como los dos me contaron, fueron reconocidos por Alxrat Eppsien y tuvieron problemas con sus amigos y Kwark. En cuanto hallo una imagen de él, mi sorpresa es mayúscula al enterarme que... ¡es un rubio de ojos azules como yo, y también aprecio que se ve atractivo (él es la descripción gráfica que muchas chicas tienen acerca del "príncipe azul", sólo que aquí es literal porque viste un traje de cuerpo entero de color azul) — ¡Oh...! - me sonrojo al verlo. - Él... es... ¡apuesto! Leo que Kwark no es un humano, sino que es de otra especie: los "Nurdios", nativos del planeta Utopía enfocados en la espiritualidad, poseedores de habilidades psíquicas superiores y un aspecto idéntico al mío, pues todos son rubios de ojos azules (aunque el tono del cabello y los ojos varía), siendo considerados como "seres de luz hermosos". Me hace un poco de risa el pensar que fácilmente puedo hacerme pasar por una de ellos (pero quitándome mi listón rojo, porque ellos aparentemente no usan accesorios en la cabeza). — << Recuerdo que, al conocer a mis tutores, el señor Federico Garza bromeó con que yo "era una Nurdia del planeta Utopía". ¡Ahora entiendo por qué lo decía! - me acordé de aquel día de mi juventud y la comparativa humorística que me hicieron. Paso a las horas de la noche, dejando mi lectura sobre los Guardianes del Tiempo para otra ocasión. Me pongo el vestido (con todo y accesorios) que compré en la tarde con Katherine y me arreglo bastante bien para salir con alguien más: Armand (me puse de acuerdo con él en la mañana para quedar de vernos en horas nocturnas). — << ¡Por favor, que el comandante Malkovich no me llame para una misión! ¡Sería una ruina que me hable en mitad de una cita! >> - rezo para no recibir una nueva misión. Abro la puerta y salgo, encontrándome con... neblina. - ¡¿Qué?! ¡¿Un banco de neblina?! - suelto. — Relájate, Minako. Al menos no es niebla. La diferencia entre ambas es que... - se acerca Artemis a explicarme, pero lo interrumpo. — Sí, sí, ya la sé. Una deja ver a más de un kilómetro y la otra no. - le resumo lo que iba a decirme. - Puf... Pues no tengo de otra. Artemis, me voy. Ya sabes que, si te da hambre, dile a Voltio. - me despido de mi gato. — ¡Por favor, no vayas a sobreactuar ni hacer el ridículo! - dice antes de que se cierre la puerta en toda su cara. Tomaré ese consejo en cuenta... tal vez. Voy a encontrarme con Armand, que me espera unas cuadras más abajo. Él lleva una especie de gabardina negra con botones amarillos (debajo se le ven dos camisetas, una del mismo color que mi vestido y otra blanca), pantalón de mezclilla oscuros y zapatos negros. Se veía... elegante (y como si le tocara asistir a un velorio. Ay, qué miedo). — H-hola, Armand. - lo saludo tímidamente. — Hola, Minako. ¿Cómo estás? - me saluda alegre. — Yo estoy... bien. Gracias. Y... - intento decirle. - ¿Y... t-tú cómo estás? — Muy bien. ¿Qué me dices si nos vamos? — S-sí, claro. - respondo, viéndome apenada. Caminamos por las calles de la ciudad (que están completamente vacías, a pesar de que no son las XXII horas o después) para ir al distrito comercial. Estamos nosotros dos, solos. Yo... estoy nerviosa, con la mirada puesta en el suelo. Él no me aprecia, pero luzco pensativa en si debo sacar algún tema de conversación o quedarme callada. Por estar distraída en mis pensamientos, sin darme cuenta doy un paso en falso, tropiezo y me sujeto de él para no caer. Volteo a verlo... y no lo noto enfadado. Al principio se sorprende, pero termina poniendo una de felicidad. Yo también sonrío y, por último, me aferro a su brazo derecho. — << Creo que... él podría ser mi novio. >> - pienso, muy segura. Continuamos en nuestra cita dando una vuelta por la ciudad y sin nadie que nos moleste. Como sucedió con Katherine, me la paso de maravilla al lado de Armand. Llegamos a la zona de comercios, y lo primero en lo que se posan mis ojos es una tienda de cosas para mujeres. Le suplico a Armand que entremos para comprar algo que haya salido recién (porque soy de las personas que están a la última moda), y él accede. Entramos y somos recibidos por la encargada, quien nos informa que se pueden realizar pedidos personalizados. Lo que yo pido es... una polvera en forma de luna creciente (no me tomó ni diez segundos decidir qué forma tendrá. Sólo miré mi brazalete y casi de inmediato decidí su forma final). Menos de cinco minutos, gracias a unos brazos mecánicos, tengo mi nueva polvera entre mis manos (volví a recordar el tema de mi propia nave espacial... y ya me estoy dando una idea de qué forma quiero que tenga). Armand se adelanta y paga por mí. Le pregunto por qué lo hace, y él me dice que lo hace para seguir expresando su agradecimiento por socorrerlo y llevarlo a un hospital de Ciudad Venera en mi primera misión (je, je... Además de guapo, es considerado. ¡Es perfecto!). Salimos de la tienda y nos pasamos por un pequeño restaurante cercano para cenar (sobre la privacidad, tampoco nos encontramos con nadie más allá de los trabajadores del local). Allí le cuento lo que me pasó en la Tierra recientemente. — ¿Entonces eso ocurrió? ¿Se fue así, sin más? - me pregunta para comprobar todo. — Sí, pero... ¿quiénes somos nosotros para juzgar? - confirmo y doy un sorbo a mi jugo. — Atacada por una alienígena y salvada por una Guardiana del Tiempo... Fascinante. Oye, y sobre eso otro que me contabas, ¿dijiste que tienes una amiga que trabaja en la Policía Federal? — Sí. Su nombre es Katherine. No la conoces, pero la considero una grandiosa amiga. ¿Te gustaría conocerla? — Sólo si tu quieres. — ¡Decidido: tú y Katherine se conocerán pronto! ¡Verás cómo se llevan de maravilla! Hago una pequeña pausa para pensar en lo siguiente que diré. En eso, vuelvo a ver la polvera que me ha comprado, que la tengo en mi mano. Sigo de incrédula en las cositas que ha hecho por mí. — Oye, he estado pensando en algo. — ¿Qué cosa? — Ya sabes que soy una cazarrecompensas, y por ende, necesito un medio de transporte. - soy muy directa. — Ajá... — Y me preguntaba si... ¿podrías ayudarme? — Claro que sí. Cuando quieras, te ayudo en lo que esté a mi alcance. — ¿Estás seguro? Sería muchísimo dinero, de eso no me cabe la menor duda. — Por supuesto. Trabajo en los muelles donde llegan las naves espaciales comerciales y gano un buen dinero. - me dice, haciendo una señal de juramento con la mano. — ¡Grandioso! ¡Gracias! - sueno bastante emocionada. Terminamos de cenar y salimos. Armand es tan gentil que se ofrece a dejarme en persona a mi casa, aún sabiendo que hay delincuentes sueltos (ya le dije dónde vivo. No tengo problema con que lo sepa). — Bueno, debo irme. Me la pasé genial contigo. ¡Nos vemos, Minako! ¡Cuídate! - se despide y agita su mano izquierda. — S-sí, adiós. - le respondo y muevo mi mano derecha con cierta timidez. Armand se va, y yo entro a mi casa. Mi emoción se desborda pensando en que... ¡esa fue una cita fenomenal! Enciendo la luz del vestíbulo, abro mi nueva polvera y veo mi reflejo en ella, encontrándome sonrojada de la cara (incluso me llevé una mano a ella). Y por dentro, mi corazón está acelerado. — Uf... Necesito... relajarme. - digo y respiro, llevándome una mano al pecho. - Contrólate, Minako. Contrólate. Descanso media hora al lado de mi mascota en mi cuarto y me preparo para mi última acción del día antes de dormir: patrullar la ciudad y ayudar al ejército de la Federación en detectar a la banda criminal escondida en el planeta. Me dirijo a mi gato, que yace recostado en la alfombra de mi habitación (no lo mencioné, pero dispongo de una alfombra en mi recámara. Es amarillenta con bordes naranjas y, dentro de estos, una figura cuadrada que comparte este color). — Artemis, daré un rondín por la ciudad. Duerme si quieres, yo volveré más tarde. Salgo de mi residencia y doy inicio a mi vigilancia de rutina para encontrar actividad sospechosa. Salto entre las azoteas de las casas y edificios, llegando así a la zona central. En el camino veo a algunos policías y soldados del ejército de la Federación, pero no los saludo porque patrullan por las calles. En un momento determinado opto por sentarme en la azotea de un edificio, donde entro en un pequeño período de reflexión relacionado con lo que he logrado a día de hoy, así como mis próximos deseos por cumplir. Permanezco en silencio por una buena cantidad de tiempo, tiempo en que miro al cielo estrellado. Mi silencio capta la atención de mi IA Artemis, quien pregunta qué me pasa. — No me pasa nada, Artemis. Solo me detuve a pensar en lo que he conseguido. - sueno reflexiva. - Para mí, aún es difícil creer que me he convertido en una justiciera espacial, una cazarrecompensas. Es como si estuviera en un sueño. Aunque... Ramko tenía cierta verdad en sus palabras: actúo más como una mercenaria que como una cazarrecompensas. — Lo que él dijo en realidad eran palabras de la "Crónica del cazarrecompensas". ¿Eso te parece malo? — No, pero... quiero ir un paso más allá. Deseo ayudar a la gente de otros planetas y viajar por el espacio, y para ello, necesito mi propia nave espacial. Desconozco cuánto cuesta una, y quisiera que tú me ayudaras, Artemis. ¿Serías tan amable de buscar el precio de una nave espacial de uso persoal para mí, por favor? — Está bien, lo haré, en especial por la forma tan amable en que me lo pediste. - accede. Pasan unos tres minutos y no recibo respuesta. Sin embargo, al final la tiene. — ¿Ya sabes cuánto dinero necesito ganar, Artemis? — Sí, ya. Una nave espacial de uso personal para cazarrecompensas cuesta alrededor de un millón de segurus. - revela (con escuchar esa cifra, casi me quiero morir). — ¡¿Un millón?! ¿Hablas en serio? Entonces... ganaré más dinero aceptando misiones y trabajos extra. ¡Me conseguiré mi propia nave de la forma que sea! ¡Y ya sé qué forma va a tener! - me propongo. - Pero... mis amigos me dijeron que iban a ayudarme. — ¿Vas a pedir prestado? — No... No quiero, pero... - quedo en silencio. — ... ¿Pero? — Quiero sentir que es otro logro que he ganado tras un esfuerzo inmenso, pero un poco de ayuda tampoco viene mal. Se forma un nuevo silencio. Miro de nueva cuenta hacia majestuosa imagen de la Vía Láctea que cubre la totalidad (y debido a que la noche está completamente despejada, se ve ¡fa-bu-lo-sa!). Suspiro. — ¿Sabes... en qué más estoy pensando, Artemis? — ¿En qué? — En lo que será mi futuro y lo qué pasará cuando sea capaz de pensar las cosas con mejor claridad que ahora. Por ejemplo, en si estoy haciendo bien mi rol de cazarrecompensas, o qué haré cuando salga de la escuela, el porqué soy tan enamoradiza, si seguiré trabajando para la Federación, o... cuando llegue el momento en que mis tutores tengan que partir porque ya no los necesitaré. - digo con seriedad. — ¿Y a qué viene tu pequeña tormenta de pensamientos? — Hay veces donde me pongo a pensar en mi vida. El tiempo sigue avanzando, y las cosas no permanecen iguales. Algún día, el comandante Hopkins y el señor Michaels dejarán de verme, Artemis; y cuando llegue ese día... estaré preparada. Seré fuerte... y me las arreglaré yo misma y en base a mis propias decisiones. — Me alegra que vayas madurando, Minako. — Lo sé. Necesito hacerlo porque es el proceso natural de la vida. - me levanto, y de repente... - ¡Pero por lo pronto, disfrutaré de mi juventud! - cambio abruptamente de personalidad y paso de seria a risueña. — Estábamos progresando tan bien... - Artemis se desilusiona. Regreso a mi casa a dormir. Al día siguiente, Artemis me despierta temprano (y esta vez no le recriminé por eso), por lo que me preparo muy bien y pongo rumbo a la escuela con media hora de anticipación. En mitad del camino... — Hola. - recibo un saludo de una mujer. Volteo de inmediato hacia la derecha, y a lo lejos, encuentro a las hermanas Pyrosianas Pandora y Petite Pandora (acompañadas por sus mascotas envueltas en llamas). — ¡Son ustedes! - les apunto con el dedo. — Saludos, Minako, Aino. No sabes cuánto te extrañamos - dice Pandora en tono burlón. — ¡¿Q-qué has dicho?! ¡¿Cómo sabes mi nombre?! - mi corazón se acelera y entro en pánico porque conoce mi identidad. — Lo sabemos y punto. Da gracias a nuestras habilidades extrasensoriales. - explica Petite Pandora. - ¡Prepárate! ¡Vamos a pelear! Vs Pandora y Petite Pandora (segunda batalla) No me dan tiempo a responder porque casi de inmediato me arrojan esferas de fuego. Esta acción me motiva a activar mi traje y materializar mi boomerang creciente, el cual lanzo contra ellas. Evitan mi ataque retrocediendo un poco y envían a sus insectos acompañantes, mas los elimino rápido. — Minako, la situación amerita la presencia de la Policía Federal. Llamaré a tu amiga. - dice Artemis en el comunicador de mi casco. Resisto luchando en el tiempo que llega Katherine. La siguiente en pasar a la ofensiva es Petite Pandora, que comanda a más de su enjambre de mascotitas a atacarme. No me quedo de brazos cruzados y los destruyo (pero tenía la impresión de que no importaba cuántos destruyera, siempre aparecían más). Me preparo para usar mi cadena de Venus, pero en eso, llega Katherine. Como arma lleva una pistola básica, que está en una funda en su pierna derecha. — ¡Quietas! ¡Policía Federal! ¡Pongan las manos donde pueda verlas! - les habla. Lo que Katherine recibe en su lugar es una bola de fuego lanzada por Petite Pandora que no logra esquivar. Yo observo la escena como si corriera a cámara lenta y con los ojos abiertos de la impresión. Katherine cae al suelo malherida, y abandono la pelea momentáneamente para revisar su estado. Mi escáner revela que, pese a la pequeña protección del traje de policía, Katherine sufrió quemaduras de segundo grado en la zona del abdomen (lo feo es que también revela simulaciones exactas de las quemaduras bajo el traje). — ¡Katherine, resiste! - me arodillado a un lado suyo, y sueno preocupada. — No te... preocupes. La policía... enviará refuerzos... para detener a estas dos criminales. Tú sólo... concéntrate en vencerlos. - me da ánimos, y se desmaya.
— ¡Oh, mira! - señala hacia arriba. Los refuerzos de la Policía Federal hacen acto de presencia. Dos de ellos se acercan a nosotras y ven a Katherine tirada en el piso y con una expresión de dolor bien marcada en su rostro. Solicitan una nave ambulancia y encaran a las Pyrosianas mientras yo me quedo a acompañar a mi amiga. Un par de minutos después, la nave ambulancia arriba al sitio y trasladan a Katherine al hospital militar de la cercana base Havoc. Yo no hago más que ver cómo se la llevan. Simultáneamente a la nave ambulancia, una nave de ataque y asalto de la policía aterriza y de ella sale un escuadrón especial equipado con armaduras robustas (incluyendo un casco un tanto... grande) y armado con pistolas con mira láser. Los miembros de este equipo especial dirigen las miras láser de sus armas hacia las hermanas Pyrosianas. — ¡Las manos donde pueda verlas! ¡No intenten nada o dispararemos! ¡Es la única advertencia! Pandora y Petite Pandora aparentan rendirse, pero resulta que se trató de una simple jugarreta. Las dos se envuelven en esa aura de fuego, y cada una lanza dos esferas ígneas contra los policías. Aunque el escuadrón trata de defenderse, de nada sirve y todos son vaporizados. Yo... me quedo helada del susto. — ¡Yo me encargaré! - Phantom Ace salta para enfrentarlas, pero recibe un golpe que lo deja fuera de batalla. Mi IA Artemis me informa que se comunicó con el "jefe", y en base a lo que ha visto en mi visor y a los reportes de la policía, él solicitó la presencia de la "artillería pesada", que está en camino y llegará muy pronto. En lo que llega la dichosa ayuda, me acerco a comprobar cómo se encuentra Phantom Ace. No obstante, no me se da la oportunidad de acercarme con él porque soy testigo de cómo Pandora y Petite Pandora reactivan su aura de fuego y crean esferas incandescentes para atacarme. Lo que impide que las arrojen contra mí es la llegada de otros dos escuadrones especiales de la policía, que se dan cuenta de cómo terminaron sus compañeros y tienen más cuidado. Me uno a los policías de élite y los ayudo para ganar tiempo con tal que aparezca la "artíllería pesada" (que me confirmaron que no se trata de ellos). Esquivamos cada una de las agresiones y contraatacamos. En cierto punto, Phantom Ace se reincorpora y entra a ayudar. — ¡Ha llegado la hora de que...! - dice Pandora, pero se detiene. - ¿Qué es e...? ¡Oh, no! ¡Hermanita, cuida...! - le advierte a Petite Pandora, pero no termina. Un disparo de hielo cargado impacta en ella, y descubro que fue mucho más perjudicial de lo que imaginé a pesar de protegerse con su aura ígnea (que se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos). Todos miramos hacia la izquierda para descubrir quién había disparado ese rayo de hielo, llevándonos una sorpresa muy agradable. — ¡Samus Aran! - exclamo, alegre y sorprendida. — ¡Llegó la artillería pesada! - revela Artemis. Samus da un salto descomunal y aterriza delante de las hermanas Pyrosianas. Petite Pandora, que intentaba ayudar a su hermana a ponerse de pie, desvía su atención a Samus y comanda a sus pequeños insectos que la ataquen, pero son congelados por otro rayo helado cargado que los tira al suelo, donde se rompen en pedazos (en este lapso observo que las luces de su cañón ya no son amarillas, sino turquesas). Petite Pandora se asusta por perder a sus insectitos pero se anima en volver a ayudar a su hermana, aunque Samus se lo impide al apuntarle con su cañón y empezar a cargar ese rayo azul. — Ríndete ahora o muere. Los Pyrosianos no resisten un cambio abrupto de temperatura. - le advierte. Petite Pandora entiende y se aleja, pero resulta ser una trampa porque Pandora (quien estaba a espaldas de las dos) se acerca rápidamente a Samus. Ella se percata del ataque y contrarresta a Pandora con una patada en su rostro que la tira al suelo, mas no la deja inconsciente. para rematar, dispara otro rayo cargado que, a diferencia del anterior, impacta directamente en Pandora, y tras romperse la capa de hielo, esta cae al suelo y... deja de moverse. Petite Pandora se acerca y trata de reanimarla, pero es inútil porque su hermana ha... muerto. La niña se va corriendo llorando. — ¡Maldita cazarrecompensas, me las pagarás! - dice mientras se aleja. La batalla finaliza y los batallones policíacos empiezan a retirarse. Me acerco al cuerpo de Pandora, lo escaneo y descubro la causa de su muerte: un paro cardíaco provocado por un "choque térmico" (necesito aprender más sobre los Pyrosianos). Por otro lado, miro a Samus, quien se comunica con el comandante Malkovich. Espero a que termine de hablar y le hablo. — M-muchas gracias, Samus Aran. - digo tímidamente. — ... - me mira de reojo. - ... No fue nada. - dice a secas. Oprime unos botones en su cañón y a los pocos segundos aparece en escena su icónica nave, de clase Cazadora. Samus procede a abordarla y marcharse del planeta. — ¡Samus, espera! - le exclamo, y se detiene. - ¿N-nos volveremos a ver? Y si así es, ¿me darías un autógrafo? — Acerca de la primera pregunta, es posible que nos encontremos de nuevo. Después de todo, somos cazarrecompensas. Y sobre la segunda... sí, te daré un autógrafo. Samus se marcha. Me quedo asombrada por tener un encuentro de primer tipo con ella... y que me respondiera de buena forma. En eso, volteo con Phantom Ace para preguntarle si también se lo cree, pero... se fue sin que me diera cuenta. Entonces miro a todas direcciones y noto que todo está como si nada hubiera pasado. Mi radar confirma la no-presencia de personas cerca. — Bien, no hay moros en la costa. - desmaterializo mi traje. - Primero me arruinan unas vacaciones, y ahora ni siquiera puedo tener una mañana tranquila. ¿Qué sigue? Bueno, nadie me dijo que la vida de cazarrecompensas sería sencilla. - me digo a mí misma, y continúo el camino a mi escuela. NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Minako. En la sede del Reino Oscuro, Petite Pandora se encuentra al lado de su superior Danburite informando al general Kunzite (quien venía regresando de una reunión con sus compañeros generales) sobre los recientes acontecimientos. La niña Pyrosiana está que arde... literalmente, ya que está envuelta en su aura de fuego, aunque con el detalle extra de... esferas ígneas que giran alrededor de su cuerpo. — La policía de la Federación se concentró al completo en nuestro pequeño espectáculo y no se dieron cuenta que obtuvimos grandes cantidades de energía vital en las otras ciudades del planeta en secreto. ¡Ni siquiera Samus Aran lo notó! ... O eso espero. Y perdimos a Pandora. - informa Phantom Ace. — Señor general, creo que debemos ir a más. - propone Petite Pandora. - ¿Por qué no usamos a las criaturas con las que robamos energía a las personas, pero evolucionadas? Sus amigos deben saber dónde conseguirlas. — Coincido contigo, niña. - dice Kunzite. - Disponemos de los medios necesarios para controlar telepáticamente a uno de esos seres. Hablaré con los "contactos" para que nos lleve al planeta donde tienen una colmena y obtendremos uno amenazante. Y tú, Petite Pandora, irás con Danburite a acompañar a los "contactos" a la colmena principal, donde tendrás la libertad de escoger al que quieras. Petite Pandora abandona la habitación, y Danburite y Kunzite retoman la conversación. — ¿Está seguro, mi general? — Ella es un simple peón, Danburite. Si muere a manos del Metroide, encontraremos a alguien que la remplace. La vida de estos huestes no me importa, sólo la conquista de la galaxia. — Comparto su punto de vista, mi general. Iré a ver con los contactos de inmediato. - Phantom Ace sale de la sala. |
Continuará... Historia en proceso...