Hola a todos, los saluda yo. Los que me han leído previamente ya saben que mi más reciente fanfic, la trilogía compuesta por Distopía-La Ira de Samus-Sombras del Caos, ha llegado a su fin luego de poco menos de dos años de escritura (fue en el 2018, y según yo fue ayer). Y bueno, ese sin duda será mi mayor proyecto de todos los que he hecho, dudo que algún día haga algo que lo supere, como esta historia que confío en que será de su agrado pero no será tan ambicioso.
No será ambicioso porque ni siquiera empezaré de cero, sino que adaptaré la historia de Perfect Dark, así como varios de sus elementos, en un fanfiction de Metroid, en el cual también cambiaré muchas cosas conocidas en la saga, como la misma Samus quien tendrá una vida diferente a la que todos conocemos. Eso solo es un ejemplo de lo mucho que se verá con el pasar del tiempo.
Sin más qué decir, acompaña a Samus Aran, la mejor agente dentro de Astronáutica Atena (AA), en una serie de misiones donde deberá investigar lo que la compañía rival - dataDyne - se tiene entre manos, esto luego de que AA recibiera un mensaje de auxilio por parte de un individuo identificado como Dr. Wells, quien desesperadamente solicita ser extraído del edificio de dataDyne. El resto será historia.
Ahora sin más que decir, empezamos.
Prólogo[]
Prólogo
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Fin del entrenamiento |
Ni siquiera sé por dónde empezar, es una historia -no tan- larga que es difícil establecer un punto de inicio, pero supongo que lo mejor es que describa el hecho de que todo comienza en un entrenamiento, en un simulador de combate virtual en el cual superé múltiples desafíos que me hizo subir de rango dentro de la agencia donde trabajo (hablaré de esto después), y tan solo me hacía falta completar un último desafío para ascender a un nivel que nadie más en mi agencia había logrado alcanzar, ni siquiera el mejor de nuestros agentes. Pero me propuse la meta de lograrlo.
¿Qué es un simulador de combate? Donde trabajo debemos entrenar por este medio para ser agentes secretos, consistiendo en superar 15 desafíos que te harán acreedor del rango de A+, aquellos que tienen licencia para matar durante los operativos. Pero el desafío 16 era considerado imposible incluso por su propio diseñador, y de completarlo sería motivo de crear un nuevo nivel de agente, el A++. Aun así el desafío era simple, refiriéndome a la manera de completarlo: matar al simulante de nivel Dark por lo menos una vez, y el entorno era una fábrica recreada a partir de otra fábrica existente en la vida real que le pertenecía a cierta compañía de la que hablaremos después. Y cuando me refiero a un simulante de nivel Dark, me refiero a un simulante que está programado con capacidades superhumanas, como una velocidad de reacción superior, una velocidad de movimiento mejor que la de cualquier superatleta, y una precisión con las armas que no tiene ningún medallista de oro en el deporte de tiro al blanco. ¿Y crees que eso es todo? No, también sabe dónde estoy sin importar a dónde me mueva. Dicho por su creador, James Pierce: no hay humano ni alienígena con capacidades superiores al de MedSim, diseñado específicamente para hacer trampa, y sin embargo es posible derrotarlo, con un porcentaje muy bajo del 0.5%, pero es posible, y por ello es que se autorizó la adición del desafío en el simulador.
Fue en eso que escuché el sonido de una compuerta abriéndose a lo lejos, y supe que el sonido provino del área de laboratorios de la fábrica virtual. La cosa era que el MedSim se movía muy rápido, así que daba igual si se encontraba alejado, pronto me alcanzaría para borrarme del mapa con las balas de su Superdragón o del lanzagranadas que tiene incluido. Podía colocar una mina de proximidad en la puerta, pero MedSim iba a saberlo y solo esperaría a que el tiempo de la simulación llegara a su fin, cosa que también le daría la victoria.
Decidí que ya había sido suficiente, que debía darle su merecido a ese simulante. Escuché sus pasos, subía las escaleras hacia la puerta de los baños, y justo ahí arrojé una de las minas directo a la puerta, casi al mismo tiempo que el MedSim la abrió para matarme por última vez y sumarme otra derrota en su contra; el MedSim no se detuvo cuando arrojé la bomba, porque primero debe pasar dos segundos para que se active el sensor de movimiento que la detona, así que entró con el dedo en el gatillo. MedSim disparó primero una ráfaga de balas al determinar que era riesgoso usar su lanzagranadas, pero mi traje de operativo me permitió sobrevivir ante las balas aunque me sí me produjo heridas de consideración; sin embargo, eso no me detuvo, pude apuntar con mi Falcon a la mina que arrojé y que se pegó en la pared. Ni el escudo de energía de MedSim, que encima recuperó al recoger otro generador que halló en su camino, lo protegió de la explosión de la mina, se desintegró como señal de que fue derrotado, y a mí me alcanzó un poco de metralla que no hizo otra cosa que lesionarme todavía más. Unas heridas así me hubiesen permitido caminar mínimo mil metros sin ayuda hasta encontrar primeros auxilios, así que se puede decir que gané y quedé más o menos bien parada.
Solo como dato rápido, la sala de realidad virtual es oscura con luces blancas y con hasta 4 camas RV acomodadas en forma de X, que es donde te acuestas para colocarte las gafas y realizar todo tipo de actividades en el mundo digital, desde los desafíos hasta un duelo rápido con otros agentes y, si hay un acuerdo, cada uno acompañado de un simulante, gente real contra simulantes, todos contra todos, y un largo etcétera. Digamos que es el lugar de entrenamiento, algo serio, pero también un lugar recreativo siempre y cuando la sala esté disponible. En lo alto hay un pequeño centro de control visible desde abajo mediante una vitrina transparente, y allí trabajan los encargados del mantenimiento y control de la sala virtual, que eran dos trabajadores solamente. Aunque solo estaba presente una de ellos, y no era James, sino una mujer de cabello corto y complexión delgada llamada Aurora Orsic, quien fue alertada sobre mi fin de sesión mientras fumaba un cigarro electrónico.
Ahora pasaré a presentarte el mundo, o galaxia debería decir, en donde ocurrirá lo que estás por leer. Es el Año 20X5 del Calendario Cósmico, la Tierra y varios otros planetas componen el gobierno que recibió el nombre de Federación Galáctica, un gobierno que comenzó hace muchos, muchos años cuando sucedió el primer contacto entre varios representantes de las civilizaciones que componen la Federación. Hay intercambio cultural y comercial por medio de grandes naves espaciales, pero también hay conflictos, sobre todo con una banda de criminales muy bien organizados y terriblemente armados que reciben el nombre de Piratas Espaciales. Claro, esto no es de suma importancia, pero sí que debes saber que el contacto humano con seres alienígenas fue posible gracias a la compañía para la que trabajo: Astronáutica Atena. ¿Qué hace esta empresa? Bueno, comenzando que existe desde el remoto siglo XXI, empezó como una compañía espacial que desarrolló las primeras naves capaces de viajar a la velocidad de la luz, pero a día de hoy se ha extendido a otras áreas como el desarrollo de armas y tecnologías varias. Pero lo que nadie sabe, o muy pocos saben, es que Astronáutica Atena posee una división de investigación que supera a cualquier agencia de inteligencia de la Federación: tiene agentes secretos, hackers profesionales, y lleva a cabo operativos encubiertos que se enfocan en otras compañías rivales que son consideradas como una posible amenaza para la sociedad galáctica, debido al poderío e influencia que poseen, o pueden poseer, dentro del gobierno. ¿Quién soy yo, te preguntas? Me llamo Samus Aran, tengo 23 años, y soy una de las reclutas más nuevas que se unieron a la compañía en el área de inteligencia. Poseo los mejores récords de entrenamiento, sobre todo cuando de armas se trata, y he sido la única en la historia de toda la división que alcanzó el rango de agente A+ en un año. Fuera del instituto no sé qué decir... ¿Parientes? Solo mis padres, vivos y ya retirados, viviendo en tranquilidad en la colonia humana K-2L. Antes de eso estuve un tiempo en el ejército, así que supongo que gracias a esa experiencia fue que subí tan rápido de categoría. Según yo no dejo nada fuera sobre el trasfondo... o eso espero, así que regresemos a mi "fiesta". El cuartel general, ubicado en "algún punto del planeta Tierra", se tomó un día libre para celebrar mi ascenso al imposible rango de agente A++. Todo mundo estaba presente: James y Aurora de cómputo; Lily Thran y Jeff McCloud del área de capacitación para gadgets de espionaje; Maurice Favreau y su asistente K.G. Misawa de la armería; Lyle Smithsonian, el encargado de los hangares y el mejor piloto del edificio, también asistió a pesar de que por alguna razón no le soy de su agrado (alerta de spoiler, nunca entendí el motivo, pero según rumores le recuerdo a su ex-mujer que le puso el cuerno debido a la distancia); hubo también varios agentes de distintos niveles, entre ellos el ahora único agente A+ y amigo cercano, Anthony Higgs; y sorprendentemente también se presentó el jefe de jefes, el CEO de la compañía quien siempre se encuentra ocupado y no es conocido precisamente por su espíritu festivo: Adam Malkovich. Champagne, bocadillos, música a un volumen agradable, pláticas entre nosotros... Fue un día agradable, creo que todos lo necesitábamos para desestresarnos un rato, después de todo es en el cuartel general donde vivimos la mayor parte del año, teniendo derecho el personal no combatiente a un año de vacaciones por cada tres años, y los agentes encubiertos tenemos solo un mes de descanso por cada año, desafortunadamente.
La noche llegó y la fiesta terminó, luego nos fuimos todos a descansar salvo los que debían trabajar en turno nocturno. Llegó el siguiente día, desperté gracias a mi alarma y busqué tomar una ducha como hago todas las mañanas luego de despertar, pero antes de entrar recibí una llamada de Adam que tuve que atender.
VIDEO REAL DEL DESAFÍO 16 VS EL SIMULANTE DARK: Aquí |
Acto 1[]
Central de dataDyne
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Deserción |
Llegó el día para mi primera misión, y no te preocupes, daré los detalles de lo que Adam me explicó tras citarme en su oficina, es solo que quiero comenzar contando que hice una parada en el cuartel antes de partir hacia mi objetivo, y es que Adam mencionó que en la armería tenían un regalo para mí. Es en la armería donde Maurice y K.G, junto a su equipo, piensan en ideas para nuevas armas o para mejorar las ya existentes, luego hacen el diseño respectivo y lo envían a las fábricas de la compañía para ser producidas en masa cuando pasan los controles de calidad. Ahí estaba todo el equipo haciendo toda clase de pruebas con las armas que no me molestaré en describir, simplemente llegué con Maurice y K.G para ver lo que me tenían guardado. Y un dato más: el uniforme estándar de la compañía, refiriéndome solamente al personal no combatiente, es una camisa verde de manga larga y pantalón del mismo color pero con un tono más oscuro.
Me metí al campo de tiro y K.G activo las dianas, comenzando así la prueba. Usé dos cartuchos de la pistola y analicé cada disparo con mis propios ojos, así como otros aspectos como lo es el retroceso o la estabilidad al apuntar. Gasté 36 balas y la prueba terminó, cosa que sucede cuando se apagan las luces en el campo.
De ahí pasé a vestirme con mi uniforme de agente, consistiendo en un traje de cuerpo completo hecho de una fibra flexible y sintética antibalas, debajo de un pantalón y chaleco top de textura rígida ambas prendas, brazales y perneras metálicas; pero lo más importante es mi cinturón táctico, donde puedo llevar una cantidad limitada de dispositivos de apoyo, y mi pistola la guardo en una funda atada a mi muslo derecho, así como también llevo un cuchillo de emergencia en mi brazo derecho, justo debajo del hombro. Finalmente pasé el resto del día analizando la misión para decidir qué equipo llevar conmigo. Esta fue la situación por la que Adam me citó en su oficina: Resulta que un científico de la compañía rival dataDyne, que se identificó a sí mismo como Dr. Wells, contactó con AA pidiendo un rescate. Declaró que presentó una queja a los altos niveles de dataDyne con respecto a un proyecto en el que estuvo trabajando, pero no simplemente no fue escuchado, sino que los ejecutivos habían decidido "reestructurarlo mentalmente" para que nuevamente vea aceptable la naturaleza de este proyecto secreto. El problema es que no había tiempo, Wells iba a ser sometido justo esa misma noche. Adam dijo y cito en resumidas cuentas:
Y así llegó el atardecer y abordé una transporte aéreo fabricado por AA, pequeña, silenciosa y maniobrable, diseñada para entornos urbanos, con capacidad para albergar al piloto y a un máximo de cuatro agentes, mas equipo táctico y de combate, aunque carece de armas para atacar o defenderse. La nave se dirigió a la Torre Lucerne, el cuartel general de dataDyne, en la ciudad de Chicago, Illinois. Al llegar a la ciudad, y mientras la nave pasaba por encima de los grandes rascacielos y esquivando vehículos voladores, Adam se comunicó conmigo mediante radio una vez más.
Descendí de la nave al deslizarme por una liana, y el transporte se alejó temporalmente hasta que yo pudiera asegurar al doctor que iba a buscar. Ahí me vi, en lo alto de la torre de nuestros rivales, que era la que más se distinguía de los otros rascacielos a su alrededor gracias, sobre todo, al emblema luminoso que en esencia eran dos "D", una minúscula y una mayúscula que compartían la misma línea recta para formar el logotipo, y al mismo tiempo así es como se abreviaba el nombre de dataDyne. Sabes, creo que ha llegado el momento de explicar de una buena vez qué cosa es dataDyne. Es una mega corporación a nivel galáctico especializada en la investigación y producción comercial del área militar, así que no dudes que en este campo es muy superior a Astronáutica Atena, y por ende es considerada como la mayor potencial amenaza para la galaxia. Posee varias sedes a lo largo de la Federación y muy seguramente fuera de ella, legiones de equipos de científicos y de soldados muy bien entrenados para el combate, guardias de seguridad y una flota de toda clase de vehículos aeroespaciales. Más preocupante es el hecho de que el Ejército de la Federación adquiere gran parte de su armamento de esta empresa. ¿Su cabeza principal? Una mujer de 39 años llamada Madeline Bergman, distinguible porque casi siempre viste completamente de azul rey, desde su saco, pasando por su falda y sus zapatos; llama la atención también sus brazaletes de oro y un curioso collar dorado igualmente, pero de forma triangular y con una joya de zafiro en el centro. A esta mujer se le describe como adicta al poder, y detesta seguir las órdenes de otros, así que se altera cuando pierde la iniciativa; realmente es capaz de hacer lo que sea para estar encima de toda competencia, especialmente por encima de nosotros, AA, debido a su especial odio hacia Adam Malkovich. Se dice que hubo algo íntimo entre ambos en el pasado y que un incidente ocurrió para haber acabado así, pero son solo rumores, nunca he hecho una pregunta al respecto y la verdad dudo que me lo explique si lo llego a hacer. Basta de cháchara, volvamos a lo que nos concierne. Bajé del helipuerto para ingresar al edificio por medio de la puerta de la azotea que me dirigía a una sala de máquinas, aunque antes destruí un par de cámaras de seguridad de las que no me preocupé pues eran IAs autónomas, es decir que no existía una sala con un hombre gordo observando múltiples pantallas pertenecientes a las cámaras. En la sala de máquinas me topé con dos guardias que usaban uniformes negros y una pistola automática, llamada CMP-150, como arma principal. Hago paréntesis para describir la CMP-150. Fabricada por dataDyne, parecía una Uzi pero con una empuñadura secundaria por delante para ofrecer más estabilidad con la otra mano que no se usaba para disparar, esto para quienes no se acomodaban dispararla con una sola mano. Tiene una carcasa negra y el cartucho se mete por debajo de la empuñadura principal, mismo que posee una capacidad de 32 balas. Se trata de una pistola fiable y eficaz, razón por la cual es el arma más vendida de dataDyne en los últimos dos años. Dispara a una velocidad de 900 balas por minuto. Volviendo al tema, no fue difícil acabar con esos guardias, usé mi Falcon 2 (complementada con una mira telescópica y un silenciador) y los maté de un solo disparo sin armar alboroto, luego rápidamente destruí otra cámara de seguridad y en aquella sala encontré el hub de comunicaciones de seguridad interna. A esta consola le coloqué una mina de contramedidas electrónicas que inhabilitó el resto de las cámaras de seguridad en el edificio, aunque el efecto no iba a durar mucho tiempo, por lo que tuve que apresurarme.
Bajé unas escaleras y di con el penúltimo piso de la torre, habiendo grandes cristales con vista al exterior, mobiliario de madera, plantas como ornamento, un suelo tapizado de azul con patrones negros (todas estas cosas mencionadas se repiten en todo el edificio), y tres guardias más que los abatí con un disparo a la cabeza a cada uno. Uno de ellos era quien controlaba un interruptor instalado en un escritorio, que abría o cerraba la oficina de Bergman, así que pulsé el botón y entré al espacio de la empresaria con mi arma lista. Ahí estaba ella, junto a su asistente que era otra mujer un poco más joven y que vestía de una forma similar a Madeline, pero sus prendas eran rojas.
Sabes, no esperaba que Madeline intentase defenderse, pero lo hizo, trató de darme un golpe en la cara y dejó en evidencia su poco, casi nulo, adiestramiento. Interpuse mi brazo izquierdo para bloquearlo y ella sintió dolor por el impacto con mis braciles, y acabé dejándola inconsciente con un culatazo en su sien. Ahora quedaba su asistente.
Tardó alrededor de 6 segundos el robo de información y pasé a enviar lo que se pudo extraer al cuartel general para un posterior análisis. Ahora venía la parte complicada, que era escabullirme hasta la planta baja, y eso estaba como a 100 pisos de distancia. ¿Tomar las escaleras? Pérdida de tiempo, por ende solo tenía los ascensores completamente transparentes como única opción. Afortunadamente la seguridad estaba a niveles mínimos, y no había nadie cerca de los ascensores en la planta baja, todos vigilaban la entrada y la recepción, el corredor frente a los escalones que llevaban a ambos ascensores cristalinos, y sobre todo otra sala de máquinas y el acceso al ascensor hacia los laboratorios subterráneos. Al llegar, busqué un escondite lo más rápido posible, siendo que los guardias patrullaban el lugar de un lado a otro, y más pronto que tarde di con una rejilla de ventilación a unos centímetros del suelo; disparé a los tornillos inferiores y abrí la rejilla tal como una tapa, luego me metí justo antes de que un guardia pasara por allí.
Dejé cuerpos atrás, Madeline o su asistente iban a despertar en cualquier instante, así que cualquier caso me metería en un lío, pues ahora no solo tendría a los soldados de dataDyne sobre mí, sino también a la Policía Federal de Chicago. Lo de la policía tenía solución, y era colocar otra mina ECM en otro hub que impediría cualquier llamada por ayuda del exterior. La cosa es que para llegar a él debía abrir otra rejilla, pero al haber soldados en la cercanía no me iba a salvar ni el silenciador, pero para ello tenía otra herramienta conmigo en mi cinturón.
CamSpy, o camarita espía como me gusta llamarlo. Es una cosa esférica y muy diminuta, tanto que cabe en la palma de tu mano, tiene una milimétrica antena con la que recibe señales de mi transmisor ocular que es por donde lo controlo, y como ya dije puede levitar en el aire a unos pocos centímetros del suelo. El modelo estándar se usa para labores de reconocimiento y espionaje con mucha discreción (aunque con una mala resolución debido al tamaño de la lente), pero Jeff McCloud y Lily Thran, de la división de I+D de gadgets, la modificaron recientemente con un diminuto cañón capaz de disparar hasta 10 nanodardos impregnados con una potente droga somnífera obtenida de un bicho originario de un mundo llamado Bryyo, allá en los confines de la Federación. A esta variante la nombraron como DrugSpy. Controlé el dispositivo y dormí a los cuatro guardias apostados en el interior con los dardos somníferos que hicieron un efecto casi instantáneo, señal de que en dosis altas puede resultar fatal. Solo así pude disparar a los tornillos de la rejilla y entrar a la sala de maquinas, y sin pensarlo dos veces coloqué otra mina ECM en su respectivo hub.
No sé qué sucedió en los pisos superiores, pero descubrieron que algo mal andaba e hicieron sonar la alarma de peligro en todo el edificio, y eso no fue todo, el sistema de circuito cerrado se reinició y las cámaras volvieron a estar operativas. Una cámara estaba instalada en el mismo lugar que yo, así que me descubrió y reveló mi posición a todas las fuerzas de seguridad.
Primero se colocaron frente a la puerta y dieron un mensaje de advertencia, no necesito decir qué dijeron exactamente, es el típico mensaje donde te exigen la rendición y salir con las manos en alto. Pero al no recibir respuesta decidieron volar la puerta con un pequeño explosivo, y una cuadrilla entró con sus pistolas automáticas en una mano y sin el seguro puesto, y con la otra mano llevaban linternas para alumbrarse en la oscuridad que ni siquiera era iluminada por los diversos ordenadores encendidos. Yo me oculté detrás de un sofá y me asomé cuando los sentí cerca para matar a los cuatro, empezando primero con el más cercano a quien le metí una bala en el corazón, luego rápidamente lo tomé para usarlo como escudo humano ante las ráfagas del enemigo, y me deshice del otro trío con relativa facilidad, pero en eso entraron más guardias. Mi Falcon 2 no iba a ser suficiente, por lo que me la guardé en la funda y tomé la CMP-150 del cadáver que sostenía con mi brazo izquierdo, y gracias a que era automática pude acribillar a otros pocos y herir a otros tantos hasta agotar el cartucho de 32 balas, y hecho esto solté el cuerpo que usé de escudo junto a su arma para adentrarme de nuevo en la rejilla, casi al mismo tiempo que más guardias arribaron al lugar en auxilio de sus compañeros. Regresé al corredor de la planta baja y avisté que los ascensores descendían con una cuadrilla de hombres en cada uno, y encima hubo quienes se quedaron lejos de la sala de máquinas para vigilar el resto del piso, siendo estos quienes dieron el aviso a los otros. Me dispararon y yo me oculté detrás de un pilar, y sabiendo que me tenían acorralada decidí usar un arma secundaria que traje conmigo por si acaso.
Así lo hice, ubiqué el ascensor que se ocultaba detrás de lo que aparentaba ser un muro, pero no en realidad, sino que era una pared falsa que podía abrirse como cualquier otra puerta. Inmediatamente estaba el ascensor hacia los laboratorios, coloqué el collar de Madeline frente a un escáner, y las luces rojas se enfocaron en la joya de zafiro central, lo que permitió la apertura de las compuertas luego de un par de segundos. Más guardias me persiguieron, pero las compuertas se cerraron cuando trataron de detenerme y yo me despedí de ellos con una sonrisa y agitando mi mano abierta de un lado a otro. GAMEPLAY DE LA MISIÓN EN PD: Aquí, a partir del minuto 1:30 |
Búsqueda en dataDyne
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Investigación |
La cosa solamente se iba complicar allá abajo en los laboratorios, y debía ser rápida porque en la planta baja harían todo lo posible por romper la barrera digital de seguridad que impide acceder al ascensor secreto sin el collar de Madeline, luego enviarían escuadrones de soldados a perseguirme junto con las fuerzas del subterráneo. Ah, porque no he dicho que el ascensor no era pequeño como los otros, sino que era tan ancho que podía entrar un grupo de doce personas máximo. En fin, solo quiero decir que mi trabajo allá abajo no solo consistió en encontrar a nuestro doctor y asegurarlo, sino que tenía otras tareas.
Si, fue justo como lo anticipé, cinco soldados ahora con trajes balísticos verdes me esperaban al otro lado (y nunca puede faltar el logotipo de dataDyne en el pecho), pero cuando las puertas se abrieron no encontraron a nadie, estaba vacío, o eso aparentaba.
No lo dejé terminar porque lo sorprendí al caer desde arriba, pues abrí la escotilla superior y me coloqué encima del ascensor, esperando el momento preciso para hacer mi movimiento. Lo tomé del cuello haciéndole una llave y lo usé como escudo humano, lo cual los hizo dudar un instante antes de que abrieran fuego, y este moméntum me sirvió para matarlos a todos ellos de una bala a cada uno en cerca de dos segundos, y al elfo que tenía subyugado lo dejé inconsciente con un culatazo en su nuca.
En ese caminó me esperó una compuerta de ligero blindaje que se abre hacia arriba, la abrí y me oculté en una saliente que la hacía de marco para la compuerta, me asomé y encontré a un técnico inspeccionando algo en las tantas pantallas de la habitación, y cerca de sus pies estaba un robot de limpieza, un robot sencillo de apariencia alargada con detalles amarillos, y que flota sobre el suelo, llevándose cualquier morusa, residuo o rastro de polvo que encuentre en su paso. Afortunadamente no hubo necesidad de matarlo al darme la espalda, me le acerqué silenciosamente y lo noqueé con un culatazo, de ahí me pasé a las consolas.
Al presionar este comando, el robot comenzó a moverse y abandonó aquella sala para dirigirse al sector 3, y finalicé disparando a la consola para impedir cualquier intento de sabotear al dron de limpieza. Volví al punto de reunión inicial y escuché a otra tropa de soldados aproximándose, quizás porque perdieron contacto con sus compañeros que recién maté. Me oculté detrás de un pilar con tal de esperar a los refuerzos para sorprenderlos, viendo que eran tres de ellos.
Salí de mi escondite y maté a dos de ellos con un tiro en la cabeza, pero el último logró girarse y me disparó una ráfaga que esquivé al rodar lateralmente por el suelo, luego apunté rápidamente y le puse una bala en la garganta; primero se llevó sus manos al cuello tratando de detener el sangrado, pero en vano se puso de rodillas mientras gorgoreaba, acabando puesto bocabajo y ya muerto sobre su propia sangre.
Resulta que toda la base subterránea estaba en fase de alerta amarilla, con escuadrones de soldados en trajes verdes patrullando los pasillos y varias torretas automáticas con forma de cañones gatling protegiendo los accesos. Las torretas eran mi peor amenaza en esta misión, sobre todo con los pasillos tan estrechos donde no hubo muchos lugares dónde cubrirse; pero peor era que esas cosas pueden dejarte peor que un queso si no tienes cuidado, no importa el tipo de blindaje que poseas. Afortunadamente tenía una ventaja: las torretas tomaban entre dos a tres segundos para activarse y abrir fuego, tiempo suficiente para mí en destruirlas con una bala bien acertada en la lente que tienen para ver a su objetivo, siendo que son autónomas. A esas torretas no podía burlarlas como a los soldados, así que el enfrentamiento era inevitable.
Esos tarados... Si supieran que me las arreglé para subir a la ventilación superior y así burlarlos, quedándome solamente arrastrarme hasta una encrucijada donde alcancé a vislumbrar dos compuertas: una que decía "Sector 2" y la otra "PELIGRO: Zona radioactiva".
Aquí hay que aclarar algo. Dije que debía obtener evidencia de tres proyectos armamentísticos de especial interés, y uno de ellos involucraba una máquina de isótopos radioactivos que, según Wells, estaba siendo usado para el desarrollo de nuevos escudos de energía para infantería. Dejé caer mi DrugSpy entre las rendijas y la hice abrir las compuertas del área de peligro, y me llevé la sorpresa de que tras la primer compuerta descubrí a dos soldados más, pero protegidos con un traje hazmat que los mantuvo a salvo de la radiación, y antes de que pudieran hacer algo los dormí con un dardo a cada uno. Luego abrí la siguiente compuerta y ahí me encontré la máquina que buscaba: algo similar a un cautín de grandes dimensiones apuntando a un generador de escudo estándar, mismo que se sostenía de dos soportes, uno en el techo y el otro en el suelo; tomé la fotografía y la envié a Atena para su análisis, posteriormente la hice regresar a la encrucijada.
Caí en la encrucijada y recogí el DrugSpy, también recogí la rejilla despegada y la coloqué contra una pared, que pareciera que alguien de mantenimiento la haya puesto por ahí debido a algún defecto o algo, pues estaba segura que nadie se fijaría en un detalle tan irrelevante, no a menos que estuviera justo debajo del hueco de ventilación de forma tan sospechosa. Pasé al siguiente corredor del sector 2, teniendo sumo cuidado de avanzar sin ser vista y de ocultarme en un buen lugar cuando veía que los equipos de guardas patrullaban cerca. Mi entrenamiento me ayudó a salir de estas situaciones, incluso algo tan sencillo como ocultarme adentro de contenedores vacíos me ayudó. Pasé cerca de una de las compuertas del sector y la interferencia se volvió todavía más intensa, siendo señal de que había dado con uno de los laboratorios con experimentos raros. Entré y encontré a un equipo de científicos que se sorprendieron por mi presencia, pero entraron en pánico al ver mi arma.
En eso, me acerqué a un científico que me llamó la atención por lo que guardaba en una pequeña funda sobre su cinturón. Era una pequeña pistola no letal de aspecto casi triangular, con un cargador redondo que se inserta por la parte posterior del arma. Era un Tranquilizador.
El tranquilizador es una pistola hallada en muchos laboratorios médicos y hospitales a lo largo de la galaxia. Puede contener hasta ocho sedantes que pueden ser disparados de forma semiautomática, o inyectar una dosis letal de cuatro sedantes fatal para muchas formas de vida. Claro, para usar este modo secundario de fuego hay que estar muy cerca del objetivo, prácticamente en distancia cerrada. Dicho este punto, cuando el experimento se interrumpió, la interferencia bajó de intensidad, así que me apuré en explorar los otros laboratorios. En el siguiente no encontré a nadie, ni científicos ni soldados, pero sí un pedestal cubierto por cristales de contención, y sobre el pedestal una especie de gafas violetas. Wells fue claro en lo que eran los prototipos: un nuevo escudo, unas gafas revolucionarias que son producto de una mezcla de rayos X y visión nocturna, y por último una nueva arma de asalto de la que no dio tantos detalles. Sin duda las gafas del pedestal eran las mismas de las que habló Wells, así que con la DrugSpy le tomé una foto que se envió al instante a mi agencia. De ahí pasé a otro laboratorio más y fue lo mismo que con el primero: dormí al equipo después de pedirles amablemente que detuvieran los experimentos. La misma situación ocurrió nuevamente en otro laboratorio justo pegado al segundo, y con eso logré cumplir otro de mis objetivos, además de que se restablecieron las comunicaciones con Adam y los otros.
Primero me topé con cuatro guardias con quienes usé mi Falcon 2, pero después de eso llegaron las barreras láser que me cortaron el paso al siguiente sector. ¿Dónde quedó el dron que reprogramé? Fue lo que me pregunté, y entonces apareció ante mí pero al otro lado pues venía de regreso, y conforme avanzaba desaparecían las barreras, pero al alejarse se encendían de nuevo; pasó cerca de mis pies y siguió avanzando por el camino por donde llegué. No pasaba nada, pronto regresaría ya que no iba a ir muy lejos, y así fue, por lo que lo seguí a su velocidad y logré llegar al nuevo sector. No me quedó claro qué actividades se llevaban a cabo en este lugar, por lo que deduje creo que era la zona habitacional del personal, tanto científico como "militar", juzgando por las tantas puertas que encontré a las que no tuve acceso, junto a una habitación recreativa y un comedor. Pero algo era evidente, estaba más fuertemente protegido, tanto que hubo soldados armados con fusiles de asalto Dragón. Dragón, un fusil estándar que dispara a una velocidad de 700 balas por minuto. Cargador mediano de 30 balas, capaz de disparar en automático, en rondas o semiautomático. Elaborado por dataDyne y que se convirtió en el arma estándar de las fuerzas del Ejército de la Federación. Sigue la tendencia de la compañía de poseer una sorpresa desagradable para el enemigo, pues bajo el cañón posee una mina de proximidad que se activa manualmente. Cuando se activa, debe arrojarse el fusil a un punto que el portador desee tender una trampa. Esta gente fue especialmente peligrosa con esos fusiles, podían causar mucho daño si me descuidaba, pero pude eliminarlos a todos y sobre todo al que vigilaba la entrada al sector 4.
Mi dispositivo especial bastó para abrir la puerta, pero antes de seguir tomé el fusil del soldado que recién maté, activé la mina y la dejé justo a orillas de la puerta por donde llegué. Hecho esto seguí y adivinaste, más guardias con cascos y fusiles, todos protegiendo una sala llena de pilares de cristal que contenían diferentes artefactos desconocidos. Cuando los maté, a los soldados, Adam comentó al respecto.
Más guardias, más torretas, todo igual, también el material con que estaba hecho el estrecho corredor, con terracota y metal, pero más metal que el otro material. Al final del camino me llevó a algo parecido a una pequeña oficina en donde había un arma desconocida sobre un escritorio, un arma metálica de textura brillante y de color azul. En su leyenda al costado decía Vengadora K7. Le tomé su foto y con eso di por terminado otro objetivo... pero en eso se me ocurrió una idea.
Salí de ahí, regresé a la sala con cristales, luego me dispuse a ir a otra compuerta, pero al acercarme sonó una alarma que se activó cuando un sensor láser me escaneó.
Y ahora sin duda iban a ir tras de mí, así que me preparé para la batalla. Primero escuché la explosión del rifle que dejé atrás, pero ellos siguieron avanzando y eventualmente llegaron a mi posición, comenzando así con el tiroteo.
Decidí probar el prototipo que recién recogí (daré sus detalles técnicos para otra ocasión), y me dejó con el ojo cuadrado. Las balas penetraban superficies de blindaje ligero, como las propias compuertas, y las armaduras de los soldados no sirvieron tampoco.
Cada vez que jalaba el gatillo alguien moría, daba igual si se ocultaban detrás de alguna superficie, las balas los alcanzaron. Maté a la primera ola, luego recogí un fusil Dragón y lo arrojé al acceso por donde estaban llegando, cerré las compuertas, y nuevamente cayeron en mi trampa cuando llegaron. Varios sobrevivieron a la explosión, así que disparé el prototipo y pude matarlos gracias al efecto penetrante de las balas. Esperé algunos segundos y ya nadie más vino.
Me apresuré en seguir mi camino, donde destruí más torretas en un pasillo medianamente largo con algunas cajas que me sirvieron para protegerme. Y fue al final que descubrí que ya no había más caminos, llegué al final de todo el complejo, pero frente a mí esperaba otra compuerta cerrada manualmente por el otro lado. Eso me hizo sospechar.
No era humano, ni extraterrestre, era una IA, era algo similar a un ordenador portátil capaz de flotar por su propia cuenta, y en la pantalla se veían dos grandes ojos de apariencia humana.
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Central de dataDyne
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Extracción |
Una Inteligencia Artificial es lo que era el Doctor Wells, y debí sospecharlo cuando escuché sus primeras palabras, cuyo sonido era amplificado y artificial. ¿Pero qué tenía de importante, por qué tanto empeño en rescatar a una máquina de diseño sencillo? Bueno, pues le pregunté cuando ya entramos al ascensor de regreso.
Empleé la misma táctica que cuando bajé a los laboratorios, de ocultarme en la parte de arriba del ascensor y tomar por sorpresa a quien quiera que estuviera esperando al otro lado. Pero pasados quince segundos no apareció nadie, tampoco escuché voces, ni el más mínimo sonido de algún ser vivo, así que me asomé con el prototipo K7 en modo automático, y nada, más allá de las compuertas no había nadie en aquel puesto de guardia, así que bajé y encendí de nuevo a Wells.
Salí del cubículo con suma precaución esperando alguna clase de trampa, instante en el que el guardia inconsciente en el ascensor (recuérdalo, lo noqueé tras usarlo como escudo humano justo cuando llegué al nivel subterráneo) despertó y me vio. Manteniéndose leal a sus empleadores, y en lugar de quedarse quieto y callado, gritó a todo pulmón.
Desafortunadamente fue escuchado y la alarma sonó, pero no fue todo, también las luces se apagaron en toda la planta baja. Era tiempo de que me tocara algo más de acción que de espionaje, aunque lo ideal habría sido sin Wells de por medio. Debía avanzar por una compuerta que cubierta de madera, pero decidí abrirla estando ocultada en una saliente y diciéndole a nuestro doctor que debía mantenerse siempre detrás de mí. Activé la visión nocturna de la lente de mi transmisor y abrí la puerta, al hacerlo un guardia roció gran parte de su cartucho sin darle a nada, luego yo lo maté de una bala -proveniente de la Falcon 2- a la cabeza gracias a mis reflejos más agudos, dándome cuenta de que mi agresor se escondía detrás de una barricada marcada con el logotipo de dataDyne.
Al tratar de salir a la salón principal de la planta baja, dos guardias armados con una Magnum DY357 me atacaron, y aunque tomé cobertura una de las balas atravesó la pared y me rozó en el hombro, así que me coloqué bocarriba sobre el suelo y equipé la K7, y por último solté una ráfaga contra la pared que también atravesó las barricadas de al otro lado y eliminé a ambos. Ellos y el otro tenían algo en común, al igual que casi todos los demás guardias que enfrenté en esta parte de la misión: eran soldados de choque, soldados con armaduras de color azul rey (más resistentes que las verdes de los hombres en los laboratorios) y todos llevaban el casco negro, sin excepción. Estaban mejor entrenados, resistían más daño, pero igual venía preparada contra ellos, y ninguno pudo frenar mi avance hacia los ascensores de cristal. Eventualmente pude rodear la planta baja y llegué a la barricada de los hombres con las magnum, y tomé una de ellas tras haber llenado el cilindro de balas. Magnum DY357. Un revólver de doble acción que parece genérico a simple vista y que solo parece destacar por su cuidado diseño y superficie reflectante, pero es más que eso. De grueso calibre y buena precisión, se tiene catalogada como la pistola más fuerte hecha por el ser humano. Cada bala tiene un increíble efecto penetrador y una gran fuerza de parada gracias a la potencia del disparo. El mayor defecto es su tambor en el que solo entran seis balas, por lo que el usuario debe tener cuidado en un tiroteo y debe elegir el momento prudente para recargar. El revólver también es pesado, por lo que es útil para dar culetazos o cachazos. Me llevé una magnum solo por si acaso, no me molesté en llevar más cilindros de balas porque no quería cargar con tanto peso, mejor tomé uno de los ascensores y desactivé la visión nocturna porque desde allá abajo pude ver que en los pisos superiores seguía habiendo luz. Pero antes de llegar al último piso, el cubículo se detuvo súbitamente en el penúltimo, y su compuerta se abrió; traté de seguir subiendo, pero fue bloqueado y no tuve más remedio que salir e ir por las escaleras de emergencia, pero rodeando todo el piso en el que me atraparon puesto que colocaron una barricada que me bloqueó el acceso directo a las escaleras, que era hacia la izquierda del ascensor.
Fui por el camino de la derecha, donde tocando pared había una desviación de nuevo hacia la derecha, y al final de esta desviación me esperó otra barricada con dos tropas de choque con pistolas automáticas. Saqué la magnum de antes y los mandé con su creador de forma sencilla, e incluso gracias a la fuerza del disparo ellos salieron volando hacia atrás. Al lado de la barricada había una puerta de acabado de madera, la única que seguía abierta pues las demás que me encontré fueron bloqueadas; al cruzar llegué a la orilla del edificio: largas ventanas con vista a la ciudad de Chicago, y un cruzamos una puerta que nos llevó a un corredor con ventanas hacia el exterior por el lado derecho, y por el izquierdo otras puertas más con pequeñas oficinas en su interior. Era cosa de avanzar y matar más soldados de choque armados con fusiles Dragón, porque hubo resistencia que de hecho salieron furtivamente de adentro de las oficinas; hecho esto tan solo debía ir al otro lado del pasillo, abrir otra puerta de madera y tendría las escaleras de emergencia al alcance, pero algo me detuvo cuando recargué mi Falcon 2, un sonido extraño.
El misterioso sonido solamente se hizo más fuerte, y me quedó más que claro que venía de afuera, y no tardé mucho en reconocer lo que era. Un motor, pero no un motor cualquiera, sino un motor de un objeto volador.
Con Wells en mi mano izquierda, corrí como alma que lleva el diablo por todo el pasillo del frente; al mismo tiempo, el artillero disparó la torreta frontal de la aeronave, rompiendo todos los cristales y perforando múltiples puertas y muros. Guardé mi Falcon 2 y saqué de nuevo la magnum que ahora tenía cuatro balas, con ella regresé la agresión y le di directo a la cabina, que aunque no le di a nadie sí bastó para que el piloto retrocediera y el artillero dejara de disparar, dándome la oportunidad de atravesar la puerta justo al frente de las escaleras de emergencia. Wells volvió a la normalidad cuando estuvimos a salvo del helicóptero (prefería no cargar con él, así podía usar la K7 en algún momento crítico, pero solo me quedaba un cargador).
Era cosa de subir un piso, luego ir a la sala de máquinas de la azotea, y finalmente la azotea misma. Solo que al abrir la puerta de las escaleras me cayó una lluvia de balas desde arriba que me hicieron retroceder, siendo la causa un soldado de choque que apuntaba desde arriba con su pistola automática. El soldado no despegó la mirada, así que me arrojé hacia adentro tal como un arquero de fútbol cuando quiere detener la pelota, solo que en lugar de eso yo evité la segunda lluvia de balas y maté al soldado con dos balas en la frente. Sin más estorbos, llegué a la última planta y, cubierta contra el muro, deslicé la puerta maderosa, instante en el que múltiples escopetas fueron disparadas desde el otro lado por alrededor de cinco segundos, hasta que se detuvieron y escuché una voz.
Hice lo que me dijeron, lentamente salí con las manos en alto aunque todavía con mi Falcon 2 en mano, llevándome a descubrir que frente a mí y frente a la oficina de Madeline, un grupo de siete mujeres me esperaban y la mayoría armadas con escopetas. De igual forma, todas llevaban el mismo uniforme: pantalón blanco, botas negras a la altura de la rodilla y chaqueta de piel también negra. Eran las guardaespaldas de Madeline, su guardia pretoriana.
Sabes, quisiera haber estado "en los zapatos" de Wells justo en ese momento, porque estoy segura que no se asomó ni por la más mínima curiosidad. Seguramente escuchó los estruendos de las escopetas, de mi Vengadora K7, y, por increíble que suene, de un lanzacohetes que alguien llevaba consigo y que ocasionó severos destrozos en aquel piso. Los ruidos duraron por cerca de veinte segundos hasta que solo quedó una única superviviente en aquel tiroteo a corta distancia. Claro, fui yo, maté a las siete guardaespaldas, incluyendo a la del lanzacohetes, y volví con Wells tras encender la luz tal como estaba antes y de recoger mi pistola.
¿Cómo sobreviví? Pasa que Lily y Jeff estuvieron un tiempo desarrollando una nueva herramienta de apoyo para los agentes de alto nivel: una píldora de combate. Debes quitarte una porción de un diente cualquiera y remplazarla con la diminuta píldora, solo así podrás tragarla en el momento que quieras sin tener que tomarla de alguno de tus bolsillos, pudiendo ahorrar un valioso tiempo así. Cuando la tragas, ocurre un proceso biológico en tu cuerpo que hace que todo tu alrededor parezca ir más lento de lo normal, pero tú seguirás moviéndote con normalidad, es decir que te hace más rápido en todos tus movimientos, y puedes superar en velocidad a cualquier persona. El efecto dura por cerca de 30 segundos. Dicho esto, Wells y yo cruzamos la sala de máquinas, nuevamente le dije que esperara atrás porque todavía quedaba un problema del cuál debía encargarme: el estúpido helicóptero de ataque. En cuanto di unos pasos hacia afuera, la aeronave llegó desde abajo y me iluminó con su foco delantero.
Otra de las tantas armas de dataDyne. El lanzacohetes es conocido por su peculiar diseño: fue hecho para ser disparado desde la cintura, lo cual absorbe mucho retroceso y permite recargar la ojiva más rápido que con cualquier arma de similar naturaleza. Posee dos modos de disparo: el regular que permite que la ojiva viaje a vertiginosa velocidad, sacrificando precisión al no tener ninguna mira de por medio, aunque por lo mismo es útil contra agrupaciones de enemigos. El segundo modo es un cohete perseguidor, el lanzacohetes detecta una fuente de calor y la ojiva perseguirá esta fuente hasta alcanzarla y destruirla, aunque la desventaja es que el cohete viajará más lento que en el modo libre, por lo mismo es que este modo es útil contra toda clase de vehículos. Pero para mí no fue necesario cambiar al modo secundario, menos por el hecho de que casi me fusilan. Simplemente accioné el gatillo y dañé severamente a la nave, tanto que el piloto perdió el control y el daño se agravó todavía más, al grado en el que el helicóptero explotó en el aire sin estrellarse en ningún lado. Solo me concernió el hecho de que los restos pudieron haber caído sobre algún desafortunado peatón, aunque más tarde me enteré que no hubo heridos ni víctimas mortales, solo conmoción. Ya no siéndome útil, arrojé el lanzacohetes.
Llegamos a la plataforma y era hora de que mi transporte no llegaba, pero peor todavía fue que más enemigos me alcanzaron, siendo dos guardaespaldas con escopetas y la misma Madeline. La CEO iba en medio de las otras dos y fue la primera en hablar.
La verdad sonaba tentador, una compañía de la talla de dataDyne podía ofrecerme un salario mucho más elevado por mis servicios. Pero no solo tenía un mal presentimiento, sino que no soy tan mala gente como para dar la espalda a mis amigos en Atena. Mi transporte llegó oportunamente con la escotilla lateral abierta, y en un movimiento muy rápido disparé a sus guardaespaldas con mi Falcon 2, exactamente las últimas balas que aún conservaba.
A punto de que la escotilla se iba a cerrar para comenzar la extracción, alguien más apareció en escena. Madeline se acercó al barandal a orillas del edificio y le dio un golpe en señal de frustración, pero entonces alguien se materializó justo a su lado de la nada, literalmente. Un hombre de alrededor de dos metros mal encarado, tez blanca y cabello rubio, que vestía un atuendo completamente blanco que consistía en un grueso suéter bajo una larga gabardina, pantalón y zapatos elegantes. No era todo, este sujeto llevaba una pistola que en mi vida había visto, pero con ella nos disparó un único tiro, y fue tan poderoso que podía atravesar el blindaje de la aeronave. No era una pistola cualquiera, era una pistola de energia.
Sorprendentemente, aquel misterioso hombre ya no siguió disparando, nos dejó ir sin más. Y lo que sucederá a continuación no lo vi porque... pues porque no estaba allí, me largué en mi transporte, pero de alguna manera debes saberlo, así que te será contado.
Y volviendo conmigo, pude finalmente respirar hondo, pero mi alivio duró poco cuando vi que el doc resultó dañado.
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Acto 2[]
Villa Atena
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Conquista |
Rescaté al objetivo que se identificó como Dr. Wells. Una IA con una voz muy precisa y educada, que simula la personalidad de un académico. La operación salió muy bien salvo por el detalle que Wells recibió un fogonazo justo en su HDD, esto por parte de una persona no identificada que se materializó justo al lado de Madeline, aunque más tarde lo pensé bien y no es que haya aparecido cual fantasma, sino que debía tener consigo un dispositivo de camuflaje óptico. Los expertos han tratado de identificarlo desde entonces, sin éxito; sin embargo, por lo mismo le pusimos un apodo para referirnos a él en temas futuros: Mr. Blond, o Sr. Blond, como quieras llamarlo (yo lo prefiero con el "míster"). Y si bien Wells seguía a salvo, ahora existía la posibilidad de una pérdida de memoria que ponía en riesgo la información importante que tenía que comunicar a la astronáutica, específicamente a Adam. James y Aurora se dedicaron a evaluar los daños y ver si todavía se podía hacer algo al respecto. Y en lo que a mí respecta, pasé algunas horas hospitalizada debido a mis lesiones que sufrí al luchar contra las guardaespaldas de Madeline. Tenía vendas en muchas partes del cuerpo. Antes de ser dada de alta, desperté una mañana y encendí el televisor, en uno de los noticieros.
Ella no tardó en hacerlo, me miré en el espejo y fue tal como dijo, no hubo cicatriz alguna, aparte podía moverme como siempre. Realmente el daño que recibí no fue nada fatal.
No lo he dicho, pero me gusta mucho pasearme por el cuartel general. Emite un ambiente muy tranquilo, relajante, tanto que si eres un visitante y te colocan en espera no te vas a aburrir, sientes como si los problemas en tu mente desaparecieran. La verdad no sé a qué se debe eso, seguramente sea por el poco ruido que hay en el área principal, a lo bien iluminado que está gracias a la arquitectura del edificio que permite la entrada de la luz solar, o quizás a una mezcla de ambas cosas. Iba perdida en mis pensamientos y con rumbo a la central hacker, cuando me topé con Maurice justo afuera de la armería.
Ya nadie me detuvo, lo que me permitió tomar un ascensor al piso de arriba (el edificio tan solo tenía dos pisos, contando ya la planta baja, luego un subnivel de los hangares, y justo debajo el complejo habitacional de los empleados junto a la enfermería). Caminé un poco y llegué a la central hacker, de ahí fui a la oficina de nuestros informáticos estrella, estando Adam con ellos y el doctor, quien estaba encendido con cables conectados a la corriente eléctrica para recargar su batería.
James colocó lo rescatado en un nuevo disco duro, que en estos tiempos son delgados como una lámina y no más largos que la palma de una mano, y lo insertó en una de las ranuras de Wells. No tardó mucho en procesar lo que contenía el HDD y finalmente emitió unas palabras.
Era la clave para una lujosa villa que mi empresa posee en las orillas de una costa en España, sobre un acantilado, habiendo cerca un observatorio y un molino de viento que suministra energía a todo el complejo gracias a los vientos perpetuos de la zona. Adam la suele usar para liberarse de la presión que implica ser el jefe de una empresa de la talla de Astronáutica Atena, pero esta vez fue su objetivo para mantener una reunión privada con Wells. Fue tanto el secretismo que Adam se dirigió a ese lado del mundo sin un piloto, pues él mismo condujo una pequeña nave con la única compañía de Wells, y ambos llegaron en la tarde de la zona horaria de aquel país. Ahí estaba la villa, que por fuera y dentro es una mezcla de tradicionalismo y modernismo, en el sentido de que no hay demasiada tecnología instalada (haciendo del lugar ideal para la meditación y relajación), pero la poca que existe es de punta como lo es el generador de viento o el observatorio. La nave personal fue recibida por algunos empleados justo frente a la entrada principal (era una nave tan pequeña que no hubo necesidad de aterrizar sobre un helipuerto). Uno de los empleados le hizo señales con un par de esas linternas de neón que se encienden al agitarlas, Adam aterrizó y salió del interior, llevando a Wells en la mano izquierda bajo el modo de reposo, cosa que hizo creer a todos de que se trataba de algún tipo de compuportátil genérica, salvo por el detalle de que en la parte superior tenía dibujado el logotipo de dataDyne. Otro empleado de mediana edad se le acercó para darle la bienvenida.
Adam se adentró en la villa, sin saber que el mayordomo estaba tramando algo. Este personaje sacó un teléfono de su bolsillo y marcó un número, y del otro lado lo atendieron luego de tres tonos.
La villa puede parecer laberíntico para alguien que no la conoce, pero Adam sabía bien por dónde caminar para encontrar su habitación, cuyo interior albergaba el típico mobiliario de siempre y una cama de las llamadas "king size", y adentro también había un pequeño baño con regadera. Pero lejos de acostarse o tomar una ducha, Adam encendió las luces tenues de la habitación (están esas y las que alumbran más), después sacó su teléfono del bolsillo y entró a una aplicación creada por su misma empresa, misma que permite detectar la presencia de micrófonos ocultos en el alrededor, y el detector no encontró ninguna intervención en el cuarto. Ya habiendo seguridad, Adam encendió a Wells.
En eso, el ruido de la alerta roja resonó en todo el complejo, y alguien rápidamente tocó con fuerza a la puerta de la habitación.
Desde el horizonte hacia el océano mediterráneo, un grupo de naves de asalto de dataDyne apareció y no venían en son de paz. Todas las defensas de la villa fueron alistadas, y los soldados se colocaron en sus puestos, con la confianza de que el complejo estaba bien resguardado y que podrían repeler cualquier ataque. En tanto, Adam se dirigió al baño de su cuarto y abrió un compartimento secreto en una pared de la regadera mediante el escaneo de su huella digital.
Las naves enemigas cargaban con hasta 6 tropas que descendieron mediante cuerdas, mientras eran apoyados por artilleros que disparaban al enemigo usando los cañones laterales cerca de las escotillas. Tal como se dijo, la Villa Atena iba protegida para casos como este, sobre todo porque hay ordenadores que contienen información vital de la empresa, pero pronto las fuerzas de Atena iban a descubrir que estaban por enfrentarse a un poder mayor. dataDyne preparó a sus tropas para la ocasión: soldados de choque protegidos con escudos de energía que les duraría cinco minutos una vez activados; también los mejores guerreros se armaron con fusiles K7, y fueron tan lejos como para necesitar el apoyo de una arma de la que se hablará después. Las naves de asalto permitieron el desembarco de las tropas de tierra, quienes fueron masacrando a los hombres de Atena casi con suma facilidad, incluso si estos poseían un armamento decente que no envidiaba a nada a potencias militares como la Federación. Primero cayeron las defensas del observatorio y del exterior de la villa, después lograron ingresar a la extensa mansión, donde se encontraron con una resistencia más desafiante, aunque de poco iba a servir con el arma que acompañaba a dataDyne, misma que se encargaba de destruir las torretas automáticas colocadas en posiciones estratégicas. Algunos soldados de Atena apagaron el molino de viento y le colocaron un cierre de seguridad cuyo código enviaron al cuartel, y otros soldados sacaron a Adam con mucho cuidado de su habitación hacia el sótano de la villa, a un refugio ubicado cerca del generador eólico mencionado y justo al lado de una extensa cava llena de toda clase de vinos. Una vez adentro, varios regresaron a los niveles superiores a combatir, mientras que otros tantos se prepararon para encerrar a su jefe detrás de un par de puertas blindadas pero con apariencia maderosa.
Cuarto por cuarto, pasillo por pasillo, toda la mansión se convirtió en una zona de guerra, la primera batalla entre Atena y dataDyne al puro estilo bélico. El arma de apoyo era el mayor de los problemas, obligaba a la gente de Adam a retroceder cada vez más hacia abajo, en especial por el escudo de energía que le equiparon y que le permitió resistir toda la contienda hasta terminar con daños menores. dataDyne siguió empujando y empujando, tomando el nivel más alto primeramente, después la planta baja junto al puerto marítimo en el cual había un yate blanco; ya al final siguió el sótano, los soldados aliados no lograron resistir, todos fueron masacrados, y lograron abrir la puerta donde se ocultaba Adam. Varios hostiles lo rodearon y le apuntaron, pero su líder, con la cara cubierta con un casco, se le acercó para exigirle una respuesta.
dataDyne pasó a deshacerse de los cuerpos que quedaron luego de la batalla al envolverlos en un material plástico y arrojarlos en el mar. Posteriormente se distribuyeron para resguardar la Villa y evitar así que fuera retomada. Si, claro... Idiotas, no supieron con quién se metieron. Ahora me tocaba a mí ir a darles una lección, pero eso es un tema para después. NOTA: Esta parte de la historia no existe en el juego de Perfect Dark. Es una invención completamente mía, pero que prepara el terreno para el siguiente capítulo. |
Villa Atena
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Rehén Uno |
Agente Aran, bitácora de la misión. 1846 horas. Anoche recibimos un mensaje de Madeline Bergman. Una fuerza de ataque de dataDyne tomó a Adam Malkovich como rehén adentro de su villa privada en una costa de España, y dicen que perdonarán su vida a cambio de que les entreguemos la IA. Desafortunadamente, nosotros no la tenemos. Adam y Wells se hallaban justo en esa misma villa para hablar de "asuntos de interés mutuo". Parece que Adam se las ingenió para ocultar a Wells en algún lugar de la villa al momento en el que las fuerzas de dataDyne llegaron. Con suerte, la táctica del falso negociador me dará la oportunidad de tomar por sorpresa al escuadrón enemigo. Esta vez no solo es mi vida la que está en juego.
Yo me convertí en el "falso negociador", o falsa negociadora para decirlo correctamente. Me vestí con un traje formal predominantemente rojo, sin armas y sin equipo, salvo por mi comunicador y una PC portátil como herramienta de apoyo en las negociaciones. Me dirigí a la villa mediante una lanzadera genérica usada por ambas compañías, y al aterrizar en el helipuerto me recibieron de forma agresiva, siempre yendo detrás de mí y casi empujándome con sus armas. Me escoltaron hacia el interior de la villa para entrevistarme con su líder, pero antes de entrar pude ver los rastros de una intensa batalla, como agujeros de bala y muchos daños alrededor. Sin embargo, sobre todas las cosas, noté que el molino de viento que estaba apagado.
Igualmente, también avisté que había algunos francotiradores en los tejados y sitios altos en general, distinguidos por poseer trajes morados con cascos que les cubre la mitad superior de la cara. Muy hábiles en cuanto a tiro se refiere, en conjunción con los rifles de francotirador se vuelven letales. El modelo de rifle que ellos tenían era casi el mismo de aquel producido por mi propia agencia, una copia, solo que con algunos detalles menores como el cambio de logotipos. Y no me extraña, se trata de una de las mejores armas de Atena, teniendo una mira telescópica con un aumento de hasta 30 veces, precisión perfecta y una excelente potencia de disparo que permite a la bala viajar a muy alta velocidad. Viene además con un silenciador, y si el tiro llega a fallar sería por culpa del portador, no del arma. Modo de fuego: semiautomático. Capacidad del cartucho: 8 balas. Prosiguiendo con la historia, me ayudaba el hecho de que ya conocía la villa desde un tiempo atrás, cosa que me ayudaría, al momento de comenzar "la acción", a navegar por todos sus corredores y habitaciones sin el temor de perderme, pero hice como si no conociera el lugar y me dejé guiar por los brutos de dataDyne, quienes me llevaron al muelle de la villa. Encima colocaron una mesa redonda con dos sillas, debajo de un parasol que era útil en esos tiempos de primavera. En una de las sillas, alguien me esperaba sentado, un soldado de choque con la cara cubierta con un casco negro.
El suero Psicosis es un invento de la propia Federación que se supone apenas era un prototipo, y en ese momento no tuve idea de cómo fue que dataDyne lo consiguió, pero conforme progresó esta historia lo resolví, aunque es un tema para otro día. Lo que debes saber ahora es que el suero se trata de un coctel de químicos que distorsiona la realidad percibida por el sujeto a quien se le inyecta esta mezcla. El bueno se convierte en malo, y viceversa. Pero de alguna manera, Adam había logrado aguantar los efectos, lo que impidió que viera a su interrogador como un aliado durante un buen tiempo.
En estos casos, siempre hay que usar la necesidad del otro como arma. Como negociadora no soy buena, así que tuve que darme una "capacitación express" antes de ir a la villa, porque por mí hubiese entrado y matado a todo el mundo con una "sorpresa" que tenía oculta bajo la manga, pero no era el momento. Mejor debía esforzarme más, como nunca, en esta parte, rogando que las cosas salieran bien.
Ahora sí estaba en problemas, y si bien pude ocultar mi expresión de peligro, asumí que él sabía perfectamente quién era yo.
Anteriormente hablé de un invento de Maurice y K.G, algo llamado "arma PC". Eso era el portátil que tenía en mi mano y coloqué sobre la mesa. Un subfusil que bajo su "disfraz" no puede disparar, pero sí cuando toma su verdadera forma alargada, y el ruido que libera al abrir fuego es fácilmente reconocible por su tono agudo y de muchos decibeles. Como muchas armas de la era moderna, posee un modo secundario de fuego, que consiste en adherirse sobre cualquier superficie para tomar la forma de una torreta perimetral, misma que es capaz de reconocer aliado de enemigo. Dispara 1000 balas por minuto de manera automática. Capacidad del cartucho: 50 balas. Mi PC se convirtió en arma justo sobre la mesa, y rápidamente apreté el gatillo para llenar de agujeros el pecho de mi "cliente". Para encargarme de los que tenía atrás, me tiré al suelo de espaldas con todo y silla luego de impulsarme con mis zapatos, y acostada logré matarlos antes de que abrieran fuego primero. El problema entonces fueron los francotiradores que se dieron cuenta del alboroto, pero ya todo esto estaba planeado, porque no vine sola. Cuando la lanzadera me dejó en el hangar, pasó a retirarse, pero antes desplegó a otro agente sobre el gran telescopio en el área del observatorio, y ese agente no era otro que K.G Misawa. Un genio al diseñar armas, pero también es bueno con las armas de largo alcance como el fusil de francotirador, que fue el arma que usó en esta operación para matar de un solo tiro a todos los otros tiradores enemigos a lo largo de la villa entera.
Fue entonces cuando escuché un sonido grave a lo lejos, proveniente del molino de viento: volvió a activarse. Y no lo dije, pero cuando me escoltaron hacia el muelle, pude ver a algunos hackers sentados sobre los ordenadores de la villa, viendo si podían suministrarles energía de alguna manera, pero con la reactivación del molino ya no tenían necesidad. James vio esto desde la lente de Samus.
Tomé el cinturón táctico del soldado con quien negociaba, pues sus cartuchos de CMP-150 eran compatibles con mi arma PC. Luego me adentré en la villa nuevamente y las fuerzas de dataDyne fueron a por mí por montones. Maté a varios en la planta más alta, ninguno representó ser un desafío, pero el problema fue que llegué a ver a docenas de soldados evacuar la villa por la entrada principal, al mismo tiempo en el que algunas lanzaderas enemigas aparecieron para recoger a esta gente. Asumí correctamente que era el equipo que encontró a Wells y partió del acantilado de regreso a alguna de sus tantas bases en la Tierra o en otros planetas. Aún así hubo otros que se quedaron, con la orden de neutralizarme. Tomando en cuenta esto, bajé las escaleras y dejé el arma PC con cargador lleno para que vigilara esa parte, confiando en que mataría a cualquiera que se atreviera a seguirme. Tomé una CMP-150 del suelo para defenderme en los siguientes tramos. En el piso inferior, los hackers hacían lo suyo, pero primero tuve que abrirme paso entre más fuerzas de dataDyne fuertemente armadas con fusiles K7. Primero los enfrenté en el comedor justo frente a un pequeño jardín, no tardé mucho en deshacerme de ellos, así que tras robar uno de esos fusiles me apuré en encontrar a los hackers en un pequeño cuarto, y descubrí a cuatro de ellos sentados frente a cuatro pantallas, pero fugazmente se pusieron de pie para atacarme, aunque igual no fueron lo suficientemente rápidos. Conociendo que solo existían estas computadoras en la villa, confirmé el cumplimiento de uno de mis objetivos.
Bajé al sótano, en la parte del generador eólico, habiendo tres caminos por tomar: izquierda o derecha para los controles del generador, y al frente que me llevaría al refugio. Solo que por los lados me encararon más de esos molestos soldados incompetentes. "¡Está por aquí! ¡Acábenla! ¡Estás fuera de nuestra liga!", son algunas de las frases que podía escuchar cuando combatía contra ellos, pero al momento de sus muertes se enteraron que yo no era como cualquiera de esos asesinos. Me di un respiro que no duró mucho cuando desde el acceso derecho llegó un nuevo tipo de enemigo. Un robot de seguridad semiesférico llamado Robot G5, una IA de combate diseñada para la guerra urbana. Flota con un motor antigravitatorio; bien blindado y armado. Usualmente se usa para alejar a gente indeseable debido a su programación de "atacar primer y preguntar después".
Oculta, vacié mi último cargador de mi CMP-150 contra el robot, pero iba protegido también por un escudo de energía que ni siquiera desactive, aunque sí lo debilité. Esa cosa siguió avanzando y yo tuve que seguir huyendo, siendo rociada con láseres que pudieron atravesar las puertas por donde pasaba. Finalmente llegué a la cava que custodiaba un único soldado armado con una escopeta de dataDyne, y acabé con él al desarmarlo y romperle el cuello tras un rápido combate cuerpo a cuerpo (este hombre era el interrogador que vi por medio de la micropantalla en manos del jefe del escuadrón). Desafortunadamente el robot rafagueó la puerta, luego con su peso la acabó por romper en pedazos, me avistó y siguió disparando sin importarle las cientas de botellas de vino almacenadas allá abajo. Créeme, hasta a mí me dolió ver tanto líquido rubí derramado.
Escopeta de dataDyne, un arma creada especialmente para las fuerzas de seguridad de cualquier cuerpo en la galaxia. Una escopeta de acción de bombeo que no es nada sutil. Tiene dos modos de fuego: el regular que dispara una ronda, y el secundario que libera dos rondas de un solo accionamiento, volviendo esta arma sumamente peligrosa en combate cerrado. Puede contener hasta nueve cartuchos de perdigones en su interior. El problema es toma un tiempo valioso recargar esta arma, por lo que uno debe planear bien lo que hace acorde a la situación. Arma predilecta de las guardaespaldas de Madeline Bergman. La escopeta le rompió su escudo, aquella cosa contraatacó con más ráfagas que una acabó por rozarme en el muslo, pero sin ser nada grave. Por suerte, estos robots suelen ser torpes y fáciles de engañar, cosa que hice cuando me arrastré por el suelo y lo sorprendí por su retaguardia, donde lo ataqué con la K7 que llevaba en la espalda; las poderosas balas de esta arma atravesaron su blindaje y dañaron su circuitería a niveles irreparables, lo que acabó por destruir al robot.
Crucé la última puerta, la del refugio, y ahí lo encontré, atado a la silla y claramente agotado por tanto suero Psicosis, pero todavía consciente y en sus cinco sentidos.
GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Acto 3[]
Chicago
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Sigilo |
¿Has probado la comida china? Seguramente sí, no lo sé, pero en lo personal me gusta mucho. Luego de lo ocurrido en la Villa Atena regresé a otro punto del occidente del mundo, esta vez a la decadente ciudad de Chicago nuevamente, por lo que en el camino, a bordo de un transporte, tuve que hacerme un cambio de ropa y pensar en las armas que llevaría para la misión. Me armé solo con mi Falcon 2 - con aditamento de mira telescópica - y me vestí como una persona cualquiera para no resaltar, y al llegar a la ciudad se me ocurrió hacer una parada en un puesto callejero de comida china, aprovechando que aún tenía dos horas de tiempo. Arroz blanco acompañado con pollo en salsa agridulce y vegetales salteados en salsa de soya, uno de mis platillos favoritos, fue lo que ordené al hombre asiático de la tercera edad que me atendió cuando me senté.
Volvamos a lo que nos importa, empezando por explicar qué es el edificio G5, perteneciente a la compañía homónima. Ubicado entre las calles altamente transitadas de la ciudad de Chicago, no destaca entre su entorno tal como lo hace la torre Lucerne de dataDyne, pero sí forma parte de todo el repertorio de grandes rascacielos encontrados en todo el distrito comercial de la ciudad. Esta vez, de acuerdo con los incompetentes soldados de dataDyne, se llevaría a cabo una reunión adentro del edificio exactamente al punto de la medianoche. No sabía que iba a suceder en tal junta, y si bien debía hacer un trabajo de espionaje al respecto, mi principal objetivo era recuperar el respaldo de la personalidad del Dr. Wells, encontrado adentro de una bóveda blindada. Afortunadamente tenía un mapa del edificio instalado en mi transmisor, pero antes debía entrar al edificio... y antes de eso existía otro problema. Yo iba con tranquilidad caminando entre las calles, con la fría lluvia de alta pluviosidad resbalando sobre mi gabardina impermeable y limitando mi capacidad visual. Los peatones pasaban frente y detrás de mí, la oscuridad de la noche disfrazada por las luces de los faroles y anuncios publicitarios por doquier. Mi cara iba cubierta por una larga capucha anclada a mi gabardina de color arena, y como me veía como un civil cualquiera con la cara medio oculta, no tuve que temer tanto en ser reconocida por el enemigo. Porque no he dicho que en la ciudad exploró un equipo de reconocimiento nuestro, un equipo que confirmó la presencia de policías federales pagados por la compañía rival, dedicados a patrullar todo el cuadrante alrededor del edificio y con órdenes de arrestar a cualquier sospechoso.
Alto flujo de civiles y de vehículos en modo terrestre, policías comprados, y un entorno laberíntico. No me gustaba nada la situación, debía procurar no provocar ningún revuelo, incluso si poseo entrenamiento en el combate urbano; los policías federales, conocidos por sus uniformes grises y de blindaje mediano, podían ser más peligrosos que las tropas de dataDyne, sobre todo por su equipamiento más pesado. Por algo es que son capaces de hacer frente a los Piratas Espaciales, aunque con el poder que estos han estado adquiriendo, se pone en duda tal afirmación. Sin embargo, esto no nos incumbe para nada en esta misión. Regresemos a mis actividades nocturnas. Ya mencioné que previamente exploró el lugar un equipo de reconocimiento nuestro, pero no he dicho que también dejó algunos regalos para mí. Me metí en un callejón de mala muerte, encontrándome con algunos indigentes durmiendo en sus refugios improvisados y calentados por las fogatas que prenden en barriles metálicos, y lo que debía abrir fue un contenedor de basura en donde los exploradores dejaron un maletín con equipo táctico en su interior. Fue un cinturón con diferentes dispositivos que usaría a corto y mediano plazo, un chip para mi lente que al insertarlo le instaló un escáner de infrarrojos, y un rastreador cuyo uso conocerás más temprano que tarde. Oculté todo esto bajo mi gruesa gabardina y volví a la avenida por donde iba, pero rápidamente me detuve en la saliente al avistar a un cuarteto de policías en compañía de un robot G5.
Me topé con una malla ciclónica que fácilmente pude trepar, igual que un vándalo cuando huye del policía que lo sorprendió pintando un grafiti de forma ilegal, y ya al otro lado seguí caminando con naturalidad hasta llegar a una calle de un solo sentido. Más peatones y gente, igual que otros policías en la cercanía, pero sobre todo en la fachada del edificio, donde incluso mantenían un puesto de control para el flujo peatonal; usaban escáneres, perros entrenados para la detección de armas, y más robots G5. Me asomé por allá y algunas personas más fueron arrestadas cuando se les encontró algo, ya fuera algún arma o droga ilegal, este último caso dándose mayormente entre los pordioseros.
Era una limusina negra que aparcó frente a la entrada principal, de donde bajó alguien a quien ya conocía de antes y del que no guardaba buenos recuerdos: Mr. Blond, el hombre de ropajes blancos y gran estatura que provocó daños en el sistema del Dr. Wells. Bajó sin compañía alguna y se adentró en el edificio G5 con autorización tanto de los policías como de los guardias de la torre, quienes ni siquiera se molestaron en inspeccionarlo. Como no podía ir tras él, solo me quedó una única opción.
Retrocedí del lugar y discretamente recargué la pistola con toda la discreción del mundo, de ahí me dirigí a la parte trasera de la torre G5 mediante un callejón como el de antes, solo que más transitado al haber ahí una salida trasera de un club de striptease. 11:40 de la noche, fue la hora que indicó mi lente, así que llegué justo a tiempo a esta parte trasera del club, reconocible por su anuncio de neón bajo el nombre de "Extasis Stardust", el cual iba acompañado por una silueta femenina en una pose sugerente. Puntualmente salió un joven dos años menor que yo de adentro del club, se me acercó y me habló.
La mina a control remoto es una variante de mina cuyo nombre lo dice todo: se activa por acción de quien posea el detonador en mano. De aspecto hexagonal y color metálico, puede adherirse sobre cualquier superficie y permanecer anclada hasta su detonación. Ideal para tender trampas vigiladas o realizar explosiones controladas. Sin más qué hacer, seguí avanzando a la parte trasera de la torre G5, justo en donde se hallaban varias salidas de emergencia contra incendios (y más indigentes, de verdad que esta ciudad tiene un problema con la falta de empleo), pero que en algún punto de la historia del edificio se dejaron de usar, y se cubrieron con ladrillos y cemento. Una de esas salidas debía ser mi ruta de escape, y siguiendo los planos del edificio debía ser aquella ubicada en el tercer piso, así que subí por las escaleras de emergencia y allí coloqué la mina, y la dejé para ser detonada en el momento perfecto.
No podía ser por el frente, ni por los escapes bloqueados, así que la única vía era por el ascensor hacia el estacionamiento subterráneo, ubicado en una lateral del edificio cerca de los escapes de emergencia. En esa parte no había policías custodiando el lugar, pero si un equipo de guardias de G5 (sus uniformes eran casi iguales a los de la policía, solo que con armaduras ligeras y de color azul celeste), que no solo estaban listos para hacer frente a cualquier amenaza, sino que también estaban listos para bloquear el ascensor de llegar a ocurrir un incidente. Si me lo bloqueaban, ya no iba a poder hacer nada, y tampoco podía llegar disparando a medio mundo considerando ese riesgo. Algo debía hacer, y de hecho ya estaba trazado en el plan, solo que hubo un inconveniente.
Uno por uno, este oficial fue analizando a todos mientras sus compañeros cuidaban el perímetro, y yo pensaba en lo que podía hacer para librarme de tal situación. Por desgracia no había manera, el combate era inevitable, y entonces fue mi turno.
Parece que no mencioné que había un policía que se diferenciaba de los demás por no poseer un uniforme blindado de color azul cielo, sino por vestir una camisa blanca bajo una larga gabardina de color café, al igual que una lente como la mía pero ligeramente diferente, y que en realidad era un dispositivo de reconocimiento facial. El conflicto se presentó cuando este policía especial me miró a los ojos y su lente obtuvo una imagen mía, que no puedo confirmarlo al 100, pero seguramente fue una imagen que captaron las cámaras de la torre Lucerne cuando me infiltré en ella.
Rápidamente usé como escudo humano al policía a quien le corté el aire y maté de cuatro tiros en el pecho al de la gabardina, pues él era el más peligroso al contar con una magnum que pudo haber atravesado a mi escudo humano y también a mí. Los otros dispararon con sus pistolas, matando a su compañero con varios tiros que recibió pero sin atravesar más allá al no tener esa propiedad. Eso me permitió darles un tiro de gracia a cada uno en la cabeza, pero todo el escándalo pudo escucharse en otros lugares y las sirenas de policía no tardaron en resonar a mi alrededor.
El plan era reprogramar cualquier vehículo aparcado, de esta forma se encendería, alzaría el vuelo y pasaría a estrellarse frente al ascensor al estacionamiento, un punto conocido por la baja afluencia civil donde el vehículo podía desplomarse sin causar ningún daño colateral, y más tomando en cuenta que lo programé para estrellarse en un canal fluvial donde ahí si no debía haber nadie.
¿Para qué fue esto? Porque era mi distracción para los guardias del ascensor. Una patrulla cayendo repentinamente frente a ellos sin duda llamaría su atención, los haría dejar sus puestos e ir de curiosos a ver lo ocurrido, descuidando así la entrada al ascensor que concluiría con la primera parte de esta operación. Esperando que se hiciera realidad mi predicción, rápidamente abandoné el terreno cuadrado casi en el momento en el que llegaron refuerzos de la policía, quienes encontraron los cuerpos de sus compañeros.
"¿Hay alguien adentro?" "¿Estará bien el conductor?" "¡Llamen a emergencias!" "¿Pero cómo se desplomó?" Eran las frases que podía escuchar entre los civiles, quienes consternados no podían mirar a otro lado, quizás también por el morbo de que podía haber uno o más cadáveres adentro. Caminando sin verme sospechosa, vi también a los guardias del ascensor, y al llegar encontré al guardia que cuidaba el panel de cierre.
Mi bala no pudo ser escuchada, no cuando las ambulancias se posaron cerca del vehículo destrozado y sus sirenas disfrazaron el sonido del fogonazo. El vigilante se posó contra la pared al perder sus fuerzas, y lentamente se deslizó hasta sentarse y caer muerto, dejando un rastro de sangre en el camino. Sin más que hacer, me metí en el ascensor, me despojé de mi gabardina y me preparé para la segunda parte de la misión. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Edificio G5
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Reconocimiento |
Los estacionamientos subterráneos del edificio G5 son conocidos por sus entornos de hormigón y pilares de acero, bien iluminados con luces de alta luminosidad y pesadas compuertas horizontales que permiten el paso a los vehículos. En cada nivel hay pequeños accesos a ascensores y escaleras de emergencia que llevan a los pisos superiores, es decir lo que encuentras en un típico rascacielos perteneciente a una corporación. En el primer subnivel, tres guardias montaron una pequeña mesa cerca del ascensor por el cual me infiltré y se pusieron a jugar cartas, confiados en que la situación estaba en código verde. Lo que es más, adentro del edificio había alguna clase de aparato que impedía cualquier tipo de comunicación externa, tan fuerte que interfería en todas las comunicaciones en toda una manzana alrededor, quizás tratándose de un sistema de seguridad para que nada sobre la reunión secreta se filtrara, y por esta razón fue que no podía comunicarme con nadie en la astronáutica desde que llegué al foco rojo de esta operación. Aquello me dio la confianza de que nadie allá abajo se enteraría del cadáver que dejé en la superficie. Pero volviendo a los guardias, disfrutaban de su juego en el que apostaban monedas.
El primer y tercer guardia pagaron por ver, así que el fumador, el segundo, bajó sus cartas, siendo superior al juego de los otros dos, quienes tenían un doble par cada uno.
Fue ahí cuando llegué yo en el ascensor, lo cual llamó su atención porque no esperaban ninguna visita. Aunque lejos de alarmarse, siguieron relajados creyendo que era alguien de los suyos, después de todo tenían la protección de la policía en la superficie, no se supone que debía haber intruso alguno, simplemente se pusieron de pie para ver de quién se trataba. No sabían cuán equivocados estaban. Salí rodando lateralmente y disparé a los tres, matando a dos de ellos salvo a uno que le di en el hombro, y no solo eso, resistió el dolor y disparó su pistola automática en mi contra. Pude ocultarme detrás de un pilar de acero ante la lluvia de balas, y alcancé a ver cómo el sobreviviente usó un dispositivo de camuflaje para ocultarse ante el ojo común.
Predije bien, el guardia pretendía accionar la alarma y sabotear la reunión, y por ende sabotear mi misión. Por suerte le metí tres balas en la espalda antes de poder alcanzar la palanca, después tomé su dispositivo de camuflaje y activé mi visión infrarroja por el resto de la operación. Lo siguiente fue acceder por un portón grande que me llevaría a un desnivel y luego a la segunda sección del primer subnivel, solo que el portón no lo pude abrir hasta que noté un panel de control cercano, mismo que requería el uso de una llave electrónica que estaba en manos de uno de los cadáveres.
Bajé por el camino en bajada con precaución, sin encontrar ninguna amenaza hostil con mi visión infrarroja, o eso hasta que encontré el siguiente portón a la segunda sección, custodiado por un guardia que parecía reparar un panel. Me le acerqué en silencio y lo inmovilicé con una técnica de llave, además de apuntarle en la sien.
Acabé noqueándolo con un culatazo (no me gusta matar innecesariamente), y te preguntarás por qué hice esto teniendo los planos del edificio en mi lente. Bueno, Madeline tomó varias medidas para reunirse con Mr. Blond y quizás otros personajes, no era descabellado pensar que podía organizar su reunión en alguna otra parte del edificio, pero por lo que dijo el guardia no fue así. Claro, nunca me pude quitar de la mente la pregunta de por qué hacer una sala de reuniones en un piso subterráneo, cuando es común que estén en los pisos superiores de los edificios. Ya habiendo confirmado que debía ir a la sala de reuniones, vi que el panel en el que trabajaba este guardia era para manipular las luces en la segunda sección. Ni me pregunté por qué el panel se hallaba dañado, no le di importancia, pero vaya que me sería útil en los siguientes instantes. Cuando abrí la compuerta pesada, me esperaron cuatro guardias al otro lado que rápidamente se tornaron invisibles, y para ponerlos en desventaja disparé al panel, lo cual hizo fundir las luces en esa sección. Usé la oscuridad a mi favor para ocultarme, a la vez que yo podía verlos a ellos con claridad; los guardias G5 accionaron sus gatillos cuando cambiaron de posiciones, dirigiendo sus rondas hacia el portón y sin darle a nada. En cambio, yo me adentré y maté a tres de cuatro muy fácilmente, y el último comenzó a abrir fuego sin control en todo el alrededor, cosa que le sirvió de nada porque aparecí detrás de él y le disparé en la cabeza. Ya sin amenazas, ubiqué un ascensor y el acceso a las escaleras de emergencia cerca de mí.
No lo olvides, robé un dispositivo de camuflaje cuando enfrenté al primer trío de guardias, cosa que me sirvió para entrar a la encrucijada sin ser descubierta; pero eso sí, el hecho de que se abriera la compuerta inquietó a los guardias de al otro lado.
Aprovechando su distracción, abrí un conducto de ventilación en el techo al que pude acceder gracias a unas escaleras ancladas al muro, desactivé el camuflaje para ahorrar batería, me arrastré siguiendo los planos y ubiqué la ruta hacia la sala de reuniones. Yo no debía espiar, ese trabajo le correspondía a mi CamSpy, cuyo tamaño le permite meterse entre las rendijas de los ductos de ventilación, y en modo automático puede grabar sucesos con suma discreción, más que un gato acechando a su presa. La CamSpy fue a hacer lo suyo cuando yo me desvié para tomar la ruta hacia la sala de mantenimiento, que era donde la interferencia se hacía cada vez más fuerte y pude comprobarlo al momento de llegar a la encrucijada previamente. Antes de narrar esto, primero veamos un fragmento de la reunión. Es un lugar con una mesa cuadrada y varias sillas, focos que proveen la suficiente iluminación, el logotipo de dataDyne en un muro y una puerta hacia la encrucijada por el lado contrario, mientras que en un tercer muro había una compuerta hacia un ascensor de tamaño pequeño, como para cuatro personas máximo. Para ese instante había únicamente dos personas presentes en sus asientos: Madeline Bergman y el misterioso Mr. Blond.
Justo a tiempo llegó un tercer invitado. Un hombre casi de la tercera edad, 1.75 metros de estatura, tez blanca y calvo. Vestía un uniforme militar de color olivo, el cual tenía varias medallas por sus servicios, y siendo una medalla en específico (similar a un ave de caza con su envergadura extendida y una perla en el centro) que delataba su rango: un coronel. Su nombre era Jonathan Easton, conocido por ser el director de la Agencia Central de Información de la Federación, que en términos simples se trata de la encargada de los trabajos de inteligencia adentro de la Federación Galáctica.
Esta parte de la reunión no la vi en el momento, ya que en paralelo me dediqué a apagar la baliza de interferencia. Llegué a la sala de mantenimiento mediante los ductos, comprobé que no había moros en la costa y abrí la rendija para caer cerca de la máquina; ahora debía destruir esa máquina, pero como el sigilo era crucial no podía simplemente llenarla de balas, así que abrí accedí a sus circuitos desde una pequeña escotilla metálica encontrada en la parte trasera, tomé un puñado de cables y los arranqué de golpe. Regresé los fusibles dañados al interior y cerré la escotilla, y finalmente regresé a los ductos luego de trepar por la misma rendija que dejé colgando, solo tuve que dar un pequeño salto y escalar. Con esto, el archivo de vídeo de la reunión ya podía llegar al cuartel de Atena y podía comunicarme con ellos.
Solo me quedó arrastrarme hacia la caja fuerte, no me tomó mucho tiempo, y esta vez había un guardia vigilando justo afuera de la bóveda, sentado y leyendo un periódico. Lo tomé por sorpresa cuando caí frente a él desde el techo, también trató de defenderse cuando se despegó de su silla producto del susto, pero no logró ponerme ni un dedo encima, y en cambio yo lo dejé inconsciente luego de algunos golpes en su torso y al final una patada giratoria sobre su cara.
Efectivamente, la alarma se activó en cuanto comenzó la decodificación, y para asegurar mi supervivencia tomé la CMP-150 del guardia que dejé inconsciente, al igual que todos sus cartuchos de balas.
Salí de la bóveda hacia un acceso de las escaleras de emergencia y ahí formé mi resistencia detrás de un pilar de metal, los guardias llegaban en montones y yo los recibía con la pistola automática. De una ráfaga maté a un trío de guardias y herí a dos más, quienes fueron arrastrados por sus compañeros a un lugar seguro al mismo tiempo que algunos más les brindaban fuego de cobertura.
El escuadrón terminador era un grupo de guardias armados con DY357, esa magnum capaz de penetrar superficies, incluyendo el pilar que usé de barricada. Derribé a algunos de ellos, pero eventualmente me superaron en número y me vi obligada a regresar a la bóveda, esquivando las balas pesadas que hicieron añicos el pilar de metal. Por suerte el decodificador ya había completado el proceso para ese entonces, y el portón blindado se abrió lentamente. No tardó más de diez segundos, pero el montón de guardias amenazó con abrir las compuertas de la bóveda y me vi obligada a vaciar las últimas balas que me quedaron de la pistola automática para retrasarlos, e igualmente hice explotar mi ruta de escape para el mismo fin (recuerda el capítulo anterior, dejé una mina a control remoto en la parte exterior de un escape de emergencia bloqueado por ladrillos). Entonces ingresé a la caja fuerte y recuperé el respaldo del Dr. Wells, que era parecida a una tarjeta de memoria.
Los guardias finalmente ganaron terreno y entraron al lugar, solo para quedar con el ojo cuadrado por el hecho de que no me encontraron adentro. En ninguno de los rincones de esa estrecha habitación: fue como si me hubiese esfumado del aire, y uno de los guardias no tardó en deducir lo que ocurrió realmente.
El guardia líder se asomó y solamente vio a los refuerzos de la policía que arribaron al lugar, y no por el estallido, sino por los cadáveres de oficiales corruptos que dejé ahí. Seguramente alguien los encontró y buscó a otros policías para avisarles. Aunque dio completamente igual, logré alejarme del foco rojo de la ciudad durante los treinta segundos que le restaba de energía a mi camuflaje, corrí y corrí sin detenerme hasta que llegué a otro estrecho callejón donde no había nadie, y el dispositivo vio agotada su energía. Nadie me perseguía, en las calles pasaban las patrullas de policía a toda velocidad hacia la zona del crimen, y sintiéndome segura me recargué contra una pared para recuperar el aliento, mientras las gotas de la lluvia me empapaban completamente. Por suerte mis gadgets son a prueba de agua. Pero para mi mala suerte, una bala perdida se incrustó en mi bícep derecho durante la trifulca, y no me di cuenta sino hasta que me relajé en aquel callejón (lo que hace la adrenalina en momentos donde tu vida peligra). Ni me sorprendí, después de todo no llevaba nada de armadura, tan solo un conjunto que consistió de un top deportivo y pantalones cortos con botas largas, todas estas prendas de color azul. Aun así no fue nada grave, podía ser atendida en cuanto pidiera asistencia por radio, no me iba a desangrar tan fácilmente y la lluvia me limpiaba la sangre. No has olvidado el fragmento de la reunión que se narró hace poco, ¿verdad? Bien, porque eso fue lo que vi cuando me dio por revisar el metraje grabado, justo esa misma porción. La cosa parecía ser grave, así que contacté rápidamente con Atena.
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Notas de Maurice
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Sobre los proyectos secretos de dataDyne |
Interesante lo que Samus recopiló y me trajo de los laboratorios subterráneos de dataDyne. Ojalá tener las tres tecnologías secretas aquí conmigo, pero me doy por satisfecho con las imágenes y los datos ofrecidos por el escáner de la CamSpy, así como con el fusil K7 que se se logró recuperar. K.G y yo nos quedamos impresionados por lo que se descubrió en esas instalaciones. Empezaré con el generador de escudo. Había un nuevo prototipo justo frente a una máquina de isótopos radioactivos, y de acuerdo con el escáner parece ser un escudo de nueva generación que funcionará a base de un micro reactor nuclear interno. Este tipo de energía no es desconocida en lo absoluto, ¿pero cómo se las arreglaron para ser usada en algo tan pequeño, más pequeño que un generador de escudo estándar? Luego está máquina de isótopos... Lo que me intriga es su diseño, no concuerda con el tipo de tecnología que uno puede esperar de dataDyne, ni de cualquier otra compañía conocida... ni de nada conocido dentro de la Federación. Lamentablemente no sabemos qué propiedades tendrá este nuevo prototipo, pero K.G tiene una teoría y creo que es la más obvia y acertada: el micro reactor nuclear solventará la mayor falla energética de estos escudos, que es su duración límite de cinco minutos cuando no ha habido ningún tipo de daño; con la energía nuclear, el escudo podría tener duración ilimitada hasta que sea desactivado por exceso de daño. En segundo lugar están las gafas misteriosas, de estas se encargaron Jeff y Lily para su análisis. En términos simples, dicho por estos dos, las gafas combinan los espectros de rayos X y de visión infrarroja, ¿pero por qué diseñaron tal artefacto? Bueno, por sí solos, ambos espectros tienen algunas desventajas: la visión de rayos X, aunque útil en determinados casos, tiene un rango visual bastante limitado, solo puedes ver un poco más allá de tu nariz; la visión infrarroja te permite ver más allá y detecta el calor de los seres vivos, pero puede jugarte malas pasadas si entras en un entorno muy caluroso, o que sin darte cuenta pisas donde no debes debido a su naturaleza monocromática con los tonos fríos. ¿Pero qué pasa si combinas ambos espectros? En teoría debería ser un completo desastre óptico, pero si dataDyne trabaja en ello, entonces hay algo que pudieron lograr pero que desconocemos. Para saber más hace falta tenerlas físicamente. Luego tenemos lo que más me llamó la atención, este fusil que K.G y yo tenemos aquí, la llamada Vengadora K7 que hemos desmontado pieza por pieza. ¿Cómo describo esto? Aterrador, simplemente aterrador, en nuestras vidas hemos visto un fusil de asalto semejante, dataDyne se ha superado con este prototipo que al parecer ya producen en masa. De configuración bullpup, dispara 950 balas por minuto, tiene capacidad penetrante y es personalizable con los aditamentos de toda la vida. Creo que lo más llamativo es un identificador de amenazas que se conecta al DRA del usuario, con él puedes detectar cualquier mina oculta en tu camino, armas autónomas, y en general cualquier trampa que algún desalmado te haya tendido. Nadie ha visto algo igual, es un arma mucho más poderosa que la Superdragón, manufacturada también por dataDyne. Puede que su único punto flojo sea su pequeño cartucho de 25 balas, pero todo lo demás lo compensa. Eso es todo lo que puedo escribir en esta bitácora por hoy. Seguiré trabajando en el nuevo proyecto con K.G. Estoy seguro que crearemos algo que rivalice a la K7. |
Acto 4[]
Sector Zero
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Infiltración |
Acabé regresando al cuartel de Atena tras recuperar el respaldo de Wells y haber obtenido evidencia de una conspiración que pondría la vida del Presidente de la Federación en peligro. Sin embargo, Adam repentinamente decidió dejar este asunto de lado para atender algo "de carácter todavía más urgente". La doctora Diana atendió mi herida de bala y después me dirigí rápidamente a la oficina de Adam, era momento de saber qué es lo que estaba sucediendo y quiénes eran estos "amigos" suyos.
En su oficina había una pantalla oculta adentro de uno de los muros. Si bien en estos días son más comunes las pantallas holográficas, las pantallas físicas de toda la vida siguen ofreciendo mejor resolución y calidad. Adam la encendió y mostró un metraje compuesto por varias grabaciones que hizo el espía enviado.
El vídeo pasó a mostrar una zona cercana, un punto de acceso a la base en ese mismo acantilado, pero protegido por un muro de hormigón y acero joviano, el cual solo tenía como acceso una pesada compuerta que podía abrirse mediante un puesto de control bastante cercano en forma de atalaya.
Y a partir de aquí aparecieron los fotogramas más impactantes, empezando por mostrar las instalaciones del ala oeste del Sector Zero, es decir los laboratorios y los hangares, y luego la mayor revelación. Sin duda me sorprendió, porque en ningún lado había visto a alguien igual.
Tuve que infiltrarme en un carguero de suministros con destino al boscoso planeta Norion y apretada dentro de un contenedor por casi un día completo, no tan incómodo, pero fue casi como viajar en autobús. Contra mi buen juicio, y encima sin ningún arma salvo por algunos gadgets y un cuchillo de combate, estaba por infiltrarme en la base del Sector Zero, que fue diseñada con el propósito de defender a la Federación de cualquier enemigo externo, siendo la primera línea de defensa contra los invasores. Sentí cuando el carguero aterrizó en el muelle a las 1045 horas del horario de Norion, y salí del contenedor en el que me oculté, esperando a que la escotilla inferior se abriera para salir yo con un campo de camuflaje activado.
No tardó mucho, el personal de la base ordenó abrir la escotilla para inspeccionar la carga, y fue mi oportunidad de salir corriendo directo hacia la primera sección a la que debía dirigirme: al gran muro con la atalaya. En el cuartel, Jeff y Lily derramaron sangre y sudor para armar un dispositivo de camuflaje con el doble de batería, es decir de un minuto de duración; no parece mucho, pero por eso hay que saber aprovechar lo que uno tiene. Como la buena velocista que soy, me tomó solo cinco segundos llegar a un rincón seguro donde me detuve a observar y pensar mis siguientes pasos. La nave carguera seguía atracada y descargando, habiendo cerca varios camiones donde subían la mercancía que iban a llevar más allá del muro, hacia los almacenes subterráneos; podía aprovechar esto para acceder al otro lado del muro, y según mis cálculos llenarían los camiones en cerca de diez minutos. Podía usar este tiempo para ir a hacer otra cosa: encargarme de la antena de comunicaciones.
La MagSec 4 es una pistola diseñada para uso militar, siendo de lo último en tecnología. Posee una excelente potencia de disparo, aceptable poder de parada, y un cartucho de 15 balas, útil en conflictos armados también por su modo secundario de fuego: puede disparar ráfagas de tres balas que solo aumenta su letalidad. Su mayor defecto es su imprecisión causada por su diseño alargado, en este sentido la Falcon 2 y la DY357 son muy superiores. Esta arma fue patentada y producida por una empresa llamada Industrias Chesluk, uno de los mayores rivales de dataDyne. Y por último, un comentario mío: si me lo preguntas a mí, creo firmemente que los responsables de su diseño se basaron en la Beretta que usa Robocop en la película clásica. Vamos, que se parecen, a mí no me van a engañar. Pero volviendo al tema de la antena, este artefacto tenía dos funciones que podían ponerme en aprietos durante y al final de la misión, y puso en aprietos a nuestros aliados. Su primera función era servir como un mecanismo de anulación para dispositivos de comunicación que mantienen una línea con un emisor fuera del planeta, y este mecanismo solo actuaba en el interior de la base, no en las áreas exteriores como en donde me hallaba (lógico, pues si hay una emergencia la base debe contactar con el exterior, pero esto solo es posible fuera de las instalaciones). Su segunda función es la de fungir como un sofisticado radar aeroespacial, tan sofisticado que no parecía ser nada de lo que la tecnología de la Federación pudiera hacer, y fue gracias a este radar que la nave amiga fue detectada y derribada. Esta antena se hallaba erigida sobre una edificación de unos seis pisos de alto, habiendo en el último piso, justo bajo la antena, una sala de comunicaciones sin importancia para mí, pues era donde el personal autorizado podía enviar y recibir mensajes de todo tipo. Lo que me interesaba residía en el subnivel de la antena, donde debían estar los servidores y toda la maquinaria necesaria para hacer funcionar el dispositivo parabólico.
No había nada adentro del edificio, tan solo un soporte muy grueso para ambos, la sala de control y la antena, además de un ascensor y unas escaleras de emergencia que daban hacia dicha sala, pero en todo lo demás iba completamente vacío, salvo por unas cámaras de seguridad y Torretas Alabarda inactivas. Uno accedía al subnivel desde una escotilla en el suelo cerca a la puerta principal del edificio, donde apagué el camuflaje al no encontrar ningún sistema vigilancia, solo a dos Mecánicos muy ocupados y centrados en sus quehaceres con las máquinas, tanto que ni se percataron de mi presencia. Al menos esto me sirvió para escuchar una conversación entre ellos.
Al menos ya sabía dónde encontrar a los Interceptores, estaban cerca de la antena en los talleres mencionados, y era información que el espía (el cual no me dijeron quién era porque "lo iba a reconocer por su voz") no proveyó al no conocer ni él su ubicación. Habiendo escuchado suficiente, ataqué a los mecánicos con mis técnicas de combate cuerpo a cuerpo y los dejé inconscientes.
Que no te engañe el nombre, los explosivos no eran como dinamitas o granadas que estallan ruidosamente o arrojan metralla, eran más bien como... ¿Cómo lo pongo? Como los cortadores de plasma que se usan para romper soldaduras o metales con mucho grosor, es decir que liberan una intensa flama a intensa temperatura que va derritiendo el punto donde son colocados. Bastante discretos, así fue como nadie se dio cuenta que su querido radar interceptor quedó deshabilitado.
Sobre eso último que dije, por favor no lo malinterpretes. Anthony me cae bien, es buena gente y un buen amigo, pero es solo que no me gusta trabajar con él. Una cosa es que nos llevemos a todo dar fuera de una misión, pero cuando trabaja lo considero un completo desastre, y no lo digo por creerme superior, es solo que deberías verlo cómo trabaja. La verdad no entiendo cómo es que fue el mejor agente de Atena por mucho tiempo.
Tengo malos recuerdos con Anthony en el trabajo, pero el peor de todos fue en una simulación para trabajo en equipo, donde debíamos planear cuidadosamente los pasos a seguir en una situación de rehenes. Yo queriendo ser profesional, y este hombre se lanzó directo contra el enemigo en compañía de su, según él, "siempre fiable" DY357. Al final pudimos completar la misión, increíblemente los rehenes quedaron a salvo y ninguno de nosotros dos salió herido. "El poder de la suerte, Sammy", fue lo que me dijo cuando le reclamé por su acción tan estúpida, que bien pudo acabar terriblemente mal en una situación real. Y bueno, ese tipo de cosas siempre me han dejado una mala impresión de él en el ámbito profesional, pero luego lo pensé y quizás estaba siendo algo dura con él. Igual y en una misión de verdad podía tomarse las cosas más en serio, eso fue lo que pensé cuando me dispuse a irme de aquella enorme antena, bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde. ...Y si te preguntas cómo es que Anthony estaba infiltrado en la base como un marine cualquiera, pues solo te repetiré que Atena supera a cualquier gobierno y agencia en lo que a labores de inteligencia se refiere, somos mejores incluso que la Unidad Aurora 217 que vigila lo que ocurre más allá del territorio federal desde su sede en Elysia. Se le fabricó una nueva identidad, se hackeó la plantilla del personal del Sector Zero y se incluyó a Anthony en ella, se le creó una tarjeta de ID, y eso bastó para que pudiera estar dentro y fuera de las instalaciones. La mayoría no iba a sospechar de él, y otros pocos que son más observadores con sus compañeros pensarían que se trata de un soldado nuevo que serviría a su gobierno al trabajar en el Sector Zero. Regresemos a la historia, donde ahora tenía que encargarme de aquellos robots, que por cierto no he descrito. Consistían en un cuerpo central de forma irregular, pero en medio tenían un ojo que brillaba en azul, mientras que por la parte trasera del cuerpo tenían los propulsores; poseían un brazo en cada costado, brazos en forma de tenazas con los que se sostenían sobre el suelo y que al mismo tiempo eran sus principales armas, capaces de disparar munición de energía y misiles de alto poder; no eran más grandes que un aerocoche promedio y poseían una coloración violeta metalizado con franjas azules luminosas, igual que el ojo central. Los talleres que los contenían estaban todos juntos, pegados pero separados cada uno por un muro, y a accedí a uno de estos talleres por la compuerta principal por donde el robot podía salir a volar. Aún tenía de esos explosivos flamígeros, así que le coloqué uno en la parte de abajo. Lista para ir por el siguiente, escuché que se acercaba un trío de marines que hablaban entre ellos, por lo que tuve que buscar otra ruta para llegar al otro robot sin tener que usar mi camuflaje, al cual ya no le quedaba tanta pila; encontré la solución cuando miré en el suelo y hallé un camino de ventilación que podía llevarme a los otros talleres, así que me arrastré por ese túnel y coloqué los últimos explosivos a los otros dos robots.
Para cuando llegué, la enorme compuerta ya había sido abierta por los guardias en la atalaya y varios camiones iban cruzando hacia los dos amplios ascensores que daban a los niveles inferiores, en los almacenes. El último camión, el octavo, estaba a nada de cruzar, así que usé lo último que quedó de batería de mi camuflaje y corrí lo más rápido que pude, alcancé a subir a la parte trasera del vehículo y me oculté bien entre las cajas para no ser vista. Finalmente pude acceder a la base, a una sala de recepción de suministros, tan solo quedándome seguir avanzando por una puerta que me llevaría directamente al punto de encuentro.
Contra todo pronóstico, pude esquivar los guardias, las cámaras y tampoco provoqué la activación de las torretas pesadas. Basta con tener la mente en calma y controlar tu ritmo respiratorio para volverte completamente silencioso ante un oído promedio, amén de estirar bien las extremidades para que no hagan ruido por los tronidos que llegan a hacer tus articulaciones. Pude cruzar la puerta, apareciendo en un largo pasillo de 16 metros de largo, e hice contacto con Anthony Higgs.
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Rescate |
La verdad es que rescatar al alienígena no era mi único objetivo una vez adentro de la base, había que hacer otras cosas primero. Anthony me aseguró que los científicos del Sector Zero poseían un registro de información acerca de la nave estrellada y los objetos que recuperaron de ella; el banco de datos principal, la Unidad Aurora 486, se hallaba en su respectiva cámara sobre el corredor principal de la zona de los laboratorios.
Había otra cosa que hacer, y era el acceder a la sala de autopsias donde se llevaría a cabo la vivisección (mejor dicho porque el alien seguía vivo) dentro de poco. El problema sería atravesar la vigilancia justo afuera de la sala, y tanto Anthony como yo llegamos a la conclusión de que lo mejor era disfrazarme de un técnico de laboratorio, pero para ello debía o bien acceder a los vestidores, o encontrar a alguien del personal con dicho uniforme y arrebatárselo. Ese, sin embargo, era el menor de los obstáculos, y Anthony lo explicó.
No dije que con nosotros había una caja encima de una pequeña plataforma levitadora, misma que flotó a escasos centímetros del aire cuando Anthony encendió la plataforma amarilla que cargaba con el objeto en cuestión.
Tomé la caja y la empujé tal como cuando caminas con un carrito de compras, seguí así por aquel pasillo hasta encontrarme con el gigantesco almacén repleto de contenedores de distintos tamaños. Evidentemente este contenedor explosivo iba a retrasarme y a poner en riesgo mi vida, por lo que decidí dejarlo entre otro montón de contenedores y apagué la plataforma antigravitatoria con el fin de hacerlo pasar inadvertido. Primero debía limpiar el camino. Empezando con la planta baja, usé los laberintos creados por las estanterías para emboscar a los marines y darles muerte con tres balas de mi MagSec 4 a cada uno, siempre asegurándome de hacerlo a una distancia corta para no fallar mis tiros, y no porque tenga mal tino, sino porque la pistola es imprecisa aunque de alto poder. El problema vino cuando un marine se negó a morir, y con sus pocas fuerzas disparó su arma pero no contra mí, sino a un punto cualquiera del lugar con el fin de alertar a sus colegas.
Las cosas se complicaron. A ese punto llegaron varios soldados de la planta baja de la bodega, quienes no hubiesen abierto fuego de no ser porque encontraron cadáveres de sus amigos incluyendo del quien los alertó previamente, por ende me dispararon y tuve que usar las pilas de cajas como cobertura. Esta vez los marines venían mejor equipados y armados, estaban empleando fusiles Superdragón.
¿Qué se puede decir de la Superdragón? En apariencia y en estructura es idéntica a la Dragón, uno no nota la diferencia a simple vista hasta que empieza a observar con detenimiento. Es una variante pesada a la que se le retiró la mina de proximidad para reemplazarla con un lanzagranadas, convirtiéndola en un excelente arma tanto de asalto como de apoyo. Fue adoptada por el Ejército de la Federación Galáctica como un arma de apoyo pesado. Tamaño del cartucho: 30 balas de alto calibre, 10 granadas antipersona. Velocidad de disparo del modo primario en automático: 700 balas por minuto. Unos por un lado, otros por otro, buscando flanquearme por ambos lados y cortarme el paso, pero no tomaron en cuenta que podría trepar por esos montones de cajas hasta quedar muy arriba y en un punto en el que no podían verme; tampoco tomaron en cuenta que tomé la Superdragón del otro cadáver, arma con el que disparé una granada contra ese grupo de marines que solo llegó a matar al que estuvo más cerca del estallido, pero a los demás los dejé heridos y los terminé con las ráfagas de balas del mismo rifle hasta agotar el cargador. Fue cuando me percaté que quedé justo a la altura de la planta alta y tres marines se posicionaron en el andador superior que daba hacia los laboratorios; ellos accionaron sus gatillos y yo me salvé al retroceder y ocultarme, después disparé ciegamente la última granada del rifle que conservé en mis manos, y aunque no maté a nadie me sirvió para aturdirlos y hacerlos retroceder, cosa que aproveché para asomarme y darles muerte con el modo secundario de mi MagSec 4. Hecho esto, descarté el fusil "prestado", regresé al nivel bajo, miré alrededor y descubrí que había limpiado la zona de hostiles, y regresé a por la caja explosiva.
Tomé la caja flotante y accedí al ascensor de carga cercano que me llevó al segundo nivel de la bodega, de ahí avancé por el andador superior hacia la siguiente sección, otra sala de dos niveles con otro ascensor de carga y otro andador en la parte de arriba. Sobre el andador había más soldados que maté rápida y certeramente, no debía dejarlos disparar por el riesgo de que podían darle a la caja de explosivos. Tomé el ascensor y subí a la parte superior, de ahí avisté una puerta por la que no podía acceder por no tener un pase adecuado, pero sí que más tropas arribaron desde el otro lado con intención de asesinarme, y fue cuando los acribillé con ráfagas de mi pistola, luego apunté al cierre de seguridad de la compuerta y lo destruí, bloqueando así el acceso e impidiendo la entrada de más marines.
Me alejé varios pasos, estiré los músculos de mi cara y de mi cuello, apunté a la caja y solo fue suficiente una sola bala. La explosión derribó aquella porción del muro, también pasa que una cuadrilla caminaba justo cuando sucedió la detonación, perdiendo la vida casi al instante. Oh, y puede que pienses que pude haberme ahorrado el tener que llevar una caja inestable conmigo si bien pude haber usado una granada de aquellas armas largas. Pues no, el muro era frágil pero seguía siendo duro, una granada cualquiera no lo iba a derrumbar, pero sí algo de mayor poder como la caja esa. Claro, también esto acabó con un pedazo del andador, dejándome sin otra opción que dar un salto largo para poder cruzar.
Esta parte de la base consistía en largos corredores con puertas que daban a diferentes habitaciones, y había una voz artificial que daba instrucciones a cierta gente del personal de la base: "Capitán Santiago. Por favor diríjase a la bahía médica 6." " Teniente Field. Repórtese al área de contención." "Dr. Francis. Diríjase a autopsias." Y así muchos otros mensajes de nula importancia. De donde rompí la pared, hacia la izquierda, podía ir a los cuartos de criogenización donde debía estar congelado nuestro contacto, y por la derecha era la dirección a la cámara de la UA, así como a los vestidores donde debía obtener un disfraz de técnico de laboratorio. En el camino no me topé con tantos guardias, neutralicé a muchos. Mi peor enemigo fueron las múltiples torretas Alabarda perimetrales, no podía destruirlas mientras se mantuvieran retraídas, tampoco había una manera de burlarlas en espacios como esos, por lo tanto no me quedaba de otra que provocar su activación por proximidad y destruirlas con mi pistola. Resistentes no eran tanto, casi como las torretas gatling de dataDyne, pero si no tenías cuidado podías darte por muerto. Por lo menos no me retrasaron tanto, atravesé una compuerta que guardaba un corto pasillo casi oscuro salvo por unas luces azules de poca intensidad, con el entorno metálico y docenas de torretas por doquier. Los cañones no se activaron porque la entrada fue autorizada, simplemente seguí caminando hasta cruzar otra puerta, y ahí vi al gigantesco tanque de contención opaco con la máquina biomecánica en su interior. Me acerqué a su panel, saqué mi conector de datos y le implanté el virus que diseñó Lily.
El conector no tardó nada en insertar el virus. La UA ni siquiera se activó, ni dijo ni una palabra, pero el trabajo ya estaba hecho. Abandoné la cámara y me dirigí a los vestidores lo más rápido posible, porque se escuchó un mensaje en las bocinas que no era de la voz femenina artificial, sino de la oficial que se comunicaba con los otros soldados.
Tuve el infortunio de que los conductos de ventilación eran estrechos, tanto que ni yo podía caber en ellos, obligándome a seguir mi camino a pie y con alto riesgo de ser sorprendida por cientos de soldados. Logré cruzar las pequeñas compuertas justo a tiempo, a casi nada de ver una compuerta contigua, de mayor tamaño, abrirse para dar paso a una unidad de doce tropas más o menos. SIn embargo, aquello me distrajo y no me percaté de que había alguien atrás de mí: un técnico de laboratorio que recién salió de las duchas y llevaba su uniforme bajo uno de sus brazos.
Suspiré y le disparé a una tubería encima de él justo cuando pasó debajo, y el vapor liberado lo hizo tropezar. Me le acerqué y le di un culatazo en la cabeza, ya inconsciente le quité su uniforme y me lo puse encima de mi traje de agente, posteriormente coloqué al hombre inconsciente adentro de un casillero al cual le puse candado electrónico. Este uniforme era gris salvo por la bata, cuya mitad izquierda era roja como la sangre.
Actué con naturalidad y caminé tranquilamente a aquella zona, ubicada en el lado opuesto donde estaba, es decir por el lado izquierdo del agujero que provoqué con la explosión de la caja. A mi lado pasaban soldados trotando a paso veloz, nadie sospechaba de mí, quizás los únicos que podían descubrirme eran otros científicos, pues lo lógico era pensar que entre ellos podían conocerse a la perfección, pero un soldado no presta atención al personal científico, y viceversa. No tardé en llegar al agujero en la pared, múltiples soldados contemplaban el hueco y otros embolsaban los cuerpos que fueron víctimas del estallido. Seguí caminando y llegué al otro extremo.
En ese punto tan solo encontré dos criolaboratorios en cada lateral, y según Anthony nuestro amigo debía estar en aquel de la derecha. Me acerqué y la compuerta se abrió cuando escaneó mi identificador, encontrándome en una habitación circular con consolas en el contorno, y en medio el módulo de hibernación con espacio para cinco especímenes, uno en cada cápsula. Pero las cápsulas se encontraban debajo del módulo, donde se mantenía la temperatura fría, así que tuve que ascenderlas con ayuda de los ordenadores alrededor, hecho esto usé mis rayos X y confirmé la presencia de dos sujetos hombres-pájaro, pero faltaba uno.
Un nuevo mensaje en la megafonía se anunció: "Dr. Wong. Por favor, vaya a autopsias", seguido del mismo anuncio de antes que rezó "Dr. Francis. Diríjase a la sala de autopsias." Curiosamente iba a ser en una sala de autopsias donde nuestro amigo pasaría por una vivisección, según mi buen Higgs. Crucé una compuerta que me dirigió a otro largo pasillo (porque parece que al arquitecto de esta sección de toda la base le encantan los corredores así).
En el pasillo había soldados haciendo labores de oficina, y hasta el otro lado esperaba otra puerta que ahora sí debía llevarme a la verdadera sala de autopsias.
Terminada la conversación, atravesé la puerta y esta se cerró detrás de mí, pero al frente tenía otra puerta más. En realidad primero debía sanitizarme y desinfectarme en aquella diminuta sección, cosa que llevaría unos 10 segundos con ese agente químico en forma de vapor rociándome por todos lados. Cuando sucedía esto, la puerta contigua tenía un pequeño cristal por donde podía asomarme al otro lado, y lo mismo podía hacer el guardia que custodiaba ese acceso, quien me miró a través de ese vidrio blindado.
El proceso de desinfectado terminó y continué, teniendo la mala suerte de que el tal Dr. Wong me miró y rápidamente gritó:
Mi disfraz se fue al demonio, no tuve remedio que tomar mi MagSec 4, oculta todo este tiempo debajo de mi bata rojigris, y asesinar al guardia que me dejó pasar con un tiro en la cabeza. Luego hice lo mismo con Wong, quien desenfundó una pistola de tranquilizantes con la que trató de detenerme, pero no lo dejé disparar ni un solo dardo; habían otros dos técnicos más cerca y un cirujano, todos con el mismo tipo de arma no letal, e igualmente los mandé al Hades con suma facilidad. Con sus muertes se activó una torreta en el techo que destruí a tiempo con tres ráfagas de mi pistola, no dejé al cañón ese hacer un solo ruido, pero en consecuencia se desgastó mi silenciador y no tuve de otra que descartarlo.
Pasa que la sala de autopsias se dividía en dos porciones: la parte no autorizada, encerrada en cristales blindados polarizados por los que uno podía ver hacia adentro estando afuera, pero los de adentro no podían ver hacia afuera; de este modo, los xenoforenses no se sentirían presionados por ver a la gente que podía estar observándolos desde afuera. La otra porción es donde maté a toda esa gente y destruí la torreta, desde ese lugar actuaban los técnicos de laboratorio para vigilar que los sistemas funcionaran óptimamente durante un procedimiento forense. Igualmente, desde adentro de la porción no autorizada tampoco podías escuchar lo que sucedía afuera, a no ser que emplearas un micrófono para comunicarte con el exterior, así que los cirujanos del interior no se dieron cuenta de lo que les hice a los otros, siguieron trabajando en el procedimiento. Estos cirujanos, muy parecidos al Dark MedSim que derroté durante mi última fase de entrenamiento (trajes verdes y máscaras blancas con gafas), se apanicaron cuando me vieron entrar y les apunté con mi arma. Ellos retrocedieron del espécimen hombre-pájaro, que estuvo a nada de ser viviseccionado con un instrumento láser.
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Escape |
Las preguntas acerca del alienígena volvieron a surgir en mi cabeza cuando ahora lo tenía justo al frente. Un hombre pájaro de dos metros de altura, un sujeto cuya especie nadie nunca había visto, pero que por razones que aún desconocía, Adam Malkovich conocía de su existencia. Mejor me centré en sacar al alien de ahí, mientras tenía amagados a los dos cirujanos con mi MagSec 4.
Y sí, de pronto escuché un sonido peculiar en el ambiente.
Y el doctor de antes, aún en esa misma pose de las manos sobre la cintura, rápidamente entró en pánico. El muy tarado olvidó que el gas también se liberaba en el interior de su caja de cristal.
Tanto en la sala de autopsias como en el pasillo previo a ella, el gas invadió por completo, solo que los oficinistas en el pasillo largo sí tuvieron tiempo de escapar a diferencia de los cirujanos. Cuando atravesaba este lugar, Anthony me habló.
Pude salir de la zona contaminada con mucho esfuerzo, tanto que me tuve que parar para recuperar el aliento, aunque no pude quitarme de la lengua ese asqueroso sabor a químico. Ya repuesta, tomé el camino hacia los criolaboratorios, recordando que entre ellos había una compuerta con otro pasillo de longitud mediana que iba cuesta abajo (ya quería irme, puro pasillo en este lugar, estaba harta como no tienes idea), y al final de este otra compuerta más, una pequeña habitación vacía que era una encrucijada: una sola puerta daba al hangar donde se mantenía la nave del alien, y las otras dos (sin contar la compuerta por donde entré) se hallaban bloqueadas, cortesía de Anthony.
En el criolaboratorio A me encontré a dos médicos que me atacaron con sus dardos nada más al verme, pero pude evitar sus agujas al retroceder un poco, y luego acabé con ellos con una bala a cada uno, pues no aguantaban nada al no tener armaduras como los marines. Rodee la unidad de hibernación y encontré la escotilla, aquello me dirigió por un camino empinado hacia abajo con otra puerta al final. Al otro lado pude tomar desprevenido a un marine y le disparé en la sien, rápidamente lo tomé del cuello con todas mis fuerzas (porque al tener armaduras pesan como no tienes idea) y lo usé como escudo humano contra los otros marines que hacían guardia en el área de mantenimiento. Creo que llegué a matar a tres, pero otros dos retrocedieron por medio de otra escotilla que daba hacia un puente suspendido sobre un acantilado, mismo que servía para conectar el ala este con el ala oeste de los laboratorios, pero siendo un acceso reservado solo para personal autorizado (el resto debía usar los largos y tediosos pasillos).
El puente mencionado no era recto, era quebrado, es decir que presentaba varias desviaciones con tal de interconectar ambas escotillas separadas por el acantilado. En el otro lado seguían los marines retirándose, pero se detuvieron frente a la escotilla para dispararme, lo cual me forzó a retroceder y protegerme con la roca madre del acantilado; me asomé cuando tuve la oportunidad y disparé ambas de mis pistolas, donde desperdicié dos cargadores completos debido a la imprecisión de dichas armas, aunque por lo menos pude matar a esos dos marines.
Pasando la segunda escotilla me llevó a una bodega de productos de riesgo biológico, donde se suponía que debía encontrar el kit médico de nuestro amigo, según Anthony, y es algo que Adam bautizó como "Autocirujano". Acabando de matar a dos médicos con tranquilizantes, encontré un compartimento con instrumental médico en su interior, y adentro estaba el objeto en cuestión; ni sé cómo describirlo bien, este kit médico parecía un refractario metálico con una protuberancia a lo largo que servía para insertar los comandos en el aparato. Para abrir el compartimento tuve que quitarle la identificación a uno de los médicos, con eso bastó, el Autocirujano lo tomé y apenas cupo en mi cinturón (también me tuve que quitar la bata de técnico, porque me estorbaba para alcanzar mi equipo táctico, cosa que no dije pero lo hice cuando dejé al hombre pájaro en la zona segura).
Continuando regresé (otra maldita vez) a los pasillos largos de los laboratorios, lidiando tanto con torretas como con más marines, pero fue cuando llegué al acceso a los cuartos de máquinas donde las cosas subieron de intensidad, ya que los marines federados montaron barricadas. Me sorprendieron cuando abrí una compuerta y me recibieron a balas, y aunque pude ocultarme en una saliente no evité que me metieran una bala en el pecho. Mi uniforme de operativo, con sus fibras de carbono y seda de Zoro, me salvó la vida, la bala atravesó mi piel y desgarró un poco de músculo porque se fragmentó; tuve suerte de que fuera una sola bala, otra más y ahora ya sería historia. Y aunque el sangrado no era profundo y mi vida no estaba en riesgo, me dolía como ninguna otra cosa y aparte me cortó el oxígeno debido al impacto de alta velocidad, por lo tanto me senté momentáneamente en mi escondite.
Las granadas son tal como las conoces: explotan y arrojan esquirlas en un diámetro de diez metros a la redonda, provocando enormes daños en la infantería enemiga. Las granadas de la federación son cilíndricas, parecidas a las Bombas N que usé durante mi infiltración en la torre Lucerne, y detonan cuatro segundos después de quitarse el seguro, aunque los más habilidosos "cocinan" las granadas en sus manos durante uno o dos segundos antes de arrojarlas, así se aseguran de que los enemigos no tengan tiempo de cubrirse. Y como toda arma en esta existencia también tienen un modo secundario: rebotarán sobre las superficies sin parar hasta que detecten movimiento, donde finalmente detonarán. Esto las hace parecidas a las minas de proximidad, aunque el rebote puede jugar malas pasadas y existe el riesgo de que regrese a su usuario, o que explote sobre aliados cercanos. Fue exactamente el modo secundario lo que usé para salvarme, arrojé la granada igual que una de esas pelotas que usas para jugar con los perros, de ahí rebotó algunas veces hasta caer sobre los marines, quienes murieron o terminaron heridos de gravedad con la explosión. Y yo terminé de acostumbrarme al dolor y rápidamente destruí las torretas en el techo, seguidamente vi que un marine seguía postrado en el suelo pero con su arma en mano, con la que quiso darme muerte; yo pude haberlo matado antes porque hubiese reaccionado más rápido, y justamente eso iba a pasar, pero alguien más me hizo el favor, alguien cuya arma hacía un molesto ruido pero que logró perforar el casco del marine con una sola bala.
Coloqué el nuevo cinturón encima del otro que ya tenía, me armé con la arma larga y regresé por el mismo camino que recorrí junto a Anthony hasta la sala de mantenimiento, pues él tenía en mente hacer uso de una salida que él mismo iba a crear con explosivos, una salida que nos iba a llevar al hangar donde los marines colocaron la nave derribada, que al mismo tiempo también podía llevarnos al hombre pájaro. Al llegar a este lugar, aparecieron más guardias que encontraron los cuerpos que dejé y enviaron un reporte de ellos, así que los tomamos (tomé) por sorpresa y me bastó de una granada de mi rifle para acabar con ellos. Con la zona libre, Anthony se dirigió a una caja cercana que ignoré en mi primera visita y del interior sacó un explosivo que se usa en demoliciones.
La cosa era que el explosivo no estaba armado, Anthony debía unir todas las piezas necesarias en su lugar y con sumo cuidado, o podía volar en pedazos ahí mismo. Lo peor del asunto es que venían más soldados por el puente, y yo defendí desde la escotilla para que no se acercaran, pero teniendo pocos cartuchos no iba a poder frenarlos mucho tiempo; encima todo se puso más feo cuando escuché otra escotilla abrirse, y era aquella que daba al criolaboratorio A, del otro lado vinieron más marines que apuntaron a Anthony, pero yo lo salvé cuando disparé dos granada hacia aquella dirección, y rápidamente volví a enfocar mi atención en el puente, pero incluso este descuido mínimo bastó para que ellos se acercaran considerablemente. Y no, no podía volar el puente con granadas, era demasiado grueso y duro para eso, hacía falta algo de mayor poder como un explosivo de Anthony o un misil.
La explosión nos abrió un camino, pero también hizo que quedaran varios escombros a punto de colapsar, así que tuvimos que ir rápido. "¡Vamos!", fue su señal para avanzar, y yo crucé rodando por el suelo frontalmente, dándome unos milisegundos extra que me evitaron un mal destino, el de ser aplastada por los escombros que acabaron por colapsar y, por ende, bloquearon la salida. Y entonces la vimos: una nave desconocida para nosotros, que yo asocié con un típico platillo volador debido a un trío de vainas antigravitatorias debajo de su base, pero el resto de su estructura es bastante irregular; la cabina venía cubierta por un cristal verde con una forma similar a la letra "V", el casco anaranjado, y los propulsores iban por atrás. Nadie sabía qué tipo de nave era, salvo Adam.
Justo debajo de nosotros estaba el punto donde dejé al hombre pájaro, solo era cosa de bajar por una rampa y abrir una compuerta pesada. Dos marines dieron con el alien y se preguntaban qué hacer con él, y Anthony acabó con ellos con su magnum. Hecho esto, tomé el Autocirujano de mi cinturón (lo cual también me libró de un buen peso), y recibí instrucciones de Adam sobre cómo usarlo.
El proceso duró 20 segundos, y al final el extraterrestre despertó de golpe, gritando, pataleando y moviendo sus brazos descontroladamente como cuando alguien quiere subyugarte mediante la fuerza. Nosotros nos alejamos por pura reacción, pero este estado de alerta pronto se le pasó al hombre pájaro, momento en el que miró alrededor y se sentó sobre su camilla flotante.
Pusimos rumbo a la nave de Sullust, momento en el que también vi que los marines trataban de abrirse paso por la salida que Anthony abrió. Y cuando creímos que todo había acabado, se presentaron más problemas al llegar a la nave.
Anthony se ofreció para el trabajo cuando Sullust abordó su nave mediante un ascensor inferior, encendió los motores y se puso manos a la obra. Estuve de acuerdo con su plan, él era el indicado para eso, pues yo tenía el arma grande que podía disparar varias balas por segundo y también granadas. Anthony subió por la misma rampa por donde bajamos, corrió lo más rápido posible hacia la consola e hizo lo suyo con ella, pero a su vez los marines rompieron la barrera de escombros, asimismo abrieron una grieta en la puerta inferior con el cortador de iones. Respiré hondo, torcí mi cuello un poco, estiré mis dedos sin soltar mi fusil, y disparé contra el primero que vi aparecer.
Derribé a cinco marines con ráfagas de tres balas de mi rifle, sin darles tregua en su labor de tomar posiciones para atacarme con sus armas, tan solo tuve que cuidarme de las balas que disparaban sin apuntar, y eventualmente fueron tantas balas que ya no podía asomarme, e igualmente dispararon granadas que por fortuna solo me hicieron daños mínimos al estar lo suficientemente alejada del radio de efectividad. Respondí arrojando mis últimas granadas de mano en modo de rebote que eliminaron a varios soldados, y me dieron la oportunidad de defender a Anthony puesto que varios marines iban hacia él; cambié a modo automático y los fusilé, volví a colocar el modo de ráfaga y regresé a enfocarme en los que venían.
Aún no es tiempo de ofrecer detalles de esta arma, solo diré que era muy rápida disparando, y en posesión de alguien a quien no le afectaba tanto las balas, se volvía un arma mortal. Sullust logró asesinar por sí solo a gran parte de la fuerza que seguía invadiendo el hangar, no necesitó tanto mi ayuda, yo simplemente me dediqué a proteger a Anthony hasta que logró abrirnos las enormes escotillas.
Anthony, Sullust y yo nos posamos sobre el ascensor y nos elevó al interior de la Cazadora. Sullust fue a los controles, elevó la nave y aceleró rápidamente hacia el cielo ante la mirada atónita del personal que trabajaba afuera de la base. Excepto que no podíamos darnos un respiro, porque no estábamos a salvo, pues los Interceptores, los mismos robots que provocaron el derribo de la Cazadora, fueron tras nosotros.
Creo que ya lo olvidaste, pero al momento de entrar en el perímetro de la base interferí a estos robots colocándoles un explosivo incendiario a cada uno. Al accionar el botón, estos se calcinaron por dentro y acabaron por explotar en el aire, llegando a causar tan solo daños mínimos sobre la Cazadora con sus torretas de rayos. Con esas cosas fuera, solo algunos cazas fueron tras nosotros, pero la nave de Sullust probó ser superior en velocidad y maniobrabilidad, lo cual le permitió acelerar a más allá de la velocidad luz de regreso a casa. Norion quedó atrás, esta vez sí que nos dimos un respiro Anthony y yo, ahí sentados cómodamente en los grandes asientos diseñados para gente más alta. Ahora solo tenía una última tarea.
Si, podíamos conversar un rato con este hombre pájaro, de cualquier forma íbamos a tardar en regresar a la Tierra, así que tiempo para dormir y descansar teníamos de sobra. Empezando con Sullust Gammarae. Se trata de alguien de sexo masculino que pertenece a la especie de los Chozo, alguien joven dentro de lo que a su esperanza de vida se refiere, pues para cuando lo rescatamos tenía "apenas" 320 años, y se reflejaba en su comportamiento juvenil y enérgico. Es un "Protector" (guardaespaldas) del embajador Chozo a quien Adam contactó para pedirle ayuda contra dataDyne, y quien lamentablemente falleció en el Sector Zero junto al Protector Dos. Y como Protector, Sullust está entrenado en el combate y su coraza le ofrece una protección natural como se acabó de ver en la base. Y ya que mencionó a los Chozo, también se molestó en explicarlo. Son una especie muy antigua que han estado vigilando a la Federación desde su fundación, pero siempre de forma benevolente creyendo que sus habitantes tienen un enorme potencial para llevar a la galaxia a un futuro próspero. Si hasta el momento no habían revelado su existencia, fue porque la Federación ya tenía varios enemigos externos con los que lidiaba, siendo los Piratas Espaciales los principales, y los Chozo temieron que un contacto directo con el gobierno galáctico traería más problemas para ambas partes. Pero pasa que había alguien que conocía de su existencia: el fundador original de Astronáutica Atena, William Davenport. Muchos años atrás, Davenport detectó a una nave Chozo sobre la Tierra y la contactó desde el observatorio de la Villa encontrada en España, tenía la esperanza de que finalmente llevaría a la humanidad a los rincones más alejados del Sistema Solar, que por fin había encontrado la forma de salvar a su planeta natal de una catastrófica sobrepoblación que rápidamente mataba a la madre Tierra. Este incidente marcó el primer contacto entre Humanos y Chozo, y consideraron que el plan de Davenport era bueno, también lo vieron a él como una persona con integridad, así que los Chozo autorizaron prestarle algo de su tecnología y secretos. Esto sirvió para crear las primeras naves humanas más rápidas que la luz, lo cual llevó a la construcción de varias exocolonias y a otros contactos extraterrestres. Luego se fundó la Federación Galáctica, en tanto que los Chozo siguieron siendo amigos de Atena, o más bien de los CEO que sucedieron a Davenport desde entonces. Y yo no podía quejarme. Estas revelaciones saciaron mi curiosidad, mis dudas... Ahora conocía los más profundos secretos de Atena, o eso creía. En fin, que pude cerrar mis ojos y dormir durante el trayecto de regreso, debía descansar porque aún tenía cosas que hacer una vez de vuelta en la Tierra. Una vida corría peligro: la del Presidente de la Federación Galáctica. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Acto 5[]
Base Aérea
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Espionaje |
Tan pronto como regresamos al cuartel, a Sullust se le puso al corriente de la situación actual y pasó a prestarnos su ayuda, pero antes hizo contacto con su gente más allá del territorio de la Federación y confirmó la trágica muerte tanto de su colega Protector como del Embajador. El personal de la Astronáutica no tuvo problema alguno con Sullust, incluso hubo quienes ansiaban hablar con él para conocer la tecnología Chozo, sobre todo nuestros ingenieros. Pero para mí no hubo tiempo de socializar con él (además de que lo había hecho en el viaje de regreso), pues había una operación de carácter urgente que debía realizarse lo más pronto posible. Por si lo olvidaste, el coronel Jonathan Easton, director de la ACIF, iba a encontrarse con el Presidente de la Federación en la base aeroespacial Démeter. Y por la evidencia recogida en la torre G5, asumimos (correctamente) que Jonathan llevaría a cabo su maquiavélico plan contra el presidente. Pero había algo todavía más inquietante en todo esto, algo que un agente de reconocimiento logró captar cuando fue enviado a espiar a Jonathan Easton con suma discreción: confirmó que usualmente lo vio cerca de múltiples hombres idénticos a Mr. Blond en lo que a vestimenta se refiere, diferenciándose únicamente en los rasgos faciales y tipo de cabello. ¿Quiénes son ellos? Fue lo que me pregunté al ver las imágenes, pensando en una posible organización secreta y nada benévola en manos de tecnología avanzada, pues fueron ellos quienes suministraron a la base del Sector Zero los ejemplares de Interceptores que derribaron a Sullust, así como el radar que los detectó cuando en condiciones normales debió ser imposible. Es más, James y K.G sospecharon que las nuevas armas de dataDyne, entre ellos la Vengadora K7, fueron producto de la tecnología de estos hombres con rasgos escandinavos. El problema es que, muy al igual que con Mr. Blond, no se pudo identificar a ninguno de ellos, era como si fueran fantasmas, e igualmente no tenían nada encima que pudiera ayudarnos a dar con su procedencia, ni un logotipo en sus hombros o una cosa así. No tenían nada en común salvo su etnicidad y vestimenta. Y claro, creo que lo olvidaste, pero cuando me paseaba por Chicago pude colocarle un rastreador a la limusina en donde Mr. Blond llegó a la torre G5; esto al final no sirvió de nada, porque la limusina iba manejada por una IA básica que se dirigió a un punto apartado de la ciudad y poco transitado, y el vehículo explotó en medio de la nada, lo cual también eliminó cualquier evidencia que pudiese ayudarnos a descubrir su identidad.
Volvamos a la historia. Fui enviada a la base Démeter, ubicada en cierto planeta perteneciente a la Federación y cerca de uno de sus polos, para interferir con las maquinaciones del coronel. El Presidente de la Federación se hallaba aquí en una gira sobre las varias colonias alrededor del mundo, y Démeter era su penúltima parada antes de regresar a Daiban. La cosa es que ya estaba por culminar con su visita a la base para dirigirse a una última colonia en el planeta, la más grande de todas, así que tuve que ser rápida en esto. La base la construyeron en medio de unas montañas nevadas, terreno que aproveché para acercarme por medio del terreno alto y analizar el terreno; para esto, me vestí con un traje polar hecho de cabellos de un animal lanudo, de color blanco con patrones de camuflaje. Uno no accede a la entrada principal de la forma normal, pues no hay un camino transitable debido al terreno extremadamente irregular, sino que debes usar un teleférico ubicado en las faldas de las montañas que te lleva a un punto cercano a la entrada, y solo debes caminar unos pocos metros para entrar por la puerta. Me coloqué en una posición donde nadie podía verme y saqué unos binoculares que me ayudaron a inspeccionar la zona, y ahí vi a Jonathan Easton caminando hacia la entrada en compañía de dos escoltas de la ACIF, reconocibles por sus gruesos petos de un azul muy oscuro, casi negro, adornados de rayas blancas verticales. Detrás de ambos iba otro hombre, más importante que los escoltas recién mencionado, y lo reconocí al verlo: era el jefe de guardaespaldas de Easton, alguien vestido con un uniforme gris oscuro, con el cabello largo y atado a una pequeña coleta, y teniendo como arma una DY357.
Para esta ocasión me llevé con una mini portátil, de 17 x 11.5 centímetros de medidas que me permitieron colocarlo en mi cinturón táctico, y era aquí donde se hallaba almacenada la evidencia que incriminaría a Easton, por ende debía cuidar este dispositivo como oro molido. Caminé rápidamente por encima de la base hacia el punto de llegada del teleférico, y desde aquella altura podía ver el aerodromo donde esperaba el Fuerza Aérea Uno, una nave Lusitania modificada para servir como aeronave presidencial, fuertemente equipada con lo último de tecnología militar. Aún había gente abordando y personal llenando la nave del famoso combustible llamado Gel Fuel, así que todavía tenía tiempo. Me aproximé a donde iba y vi al teleférico llegar, habiendo en su interior una mujer vestida invernalmente y con cargando un uniforme bien planchado y doblado bajo su brazo, mientras que en la otra cargaba con un maletín; ella era la azafata, pero el problema es que venía acompañada por cuatro soldados de la base, y el colmo es que yo tenía prohibido matarlos por ser inocentes. Afortunadamente vine preparada.
De poco rango y con capacidad de cinco flechas, la ballesta no debe usarse en un enfrentamiento armado, todo lo contrario, se diseñó para misiones de sigilo y puede jugar malas pasadas debido a que debe recargarse manualmente, flecha por flecha hasta llenar el cupo. Las flechas tienen un agente somnífero que funcionan bien con el modo primario de fuego, pues en dicho modo no se emplea tanta energía cinética y las flechas tan solo atraviesan la epidermis junto a un poco de músculo, así que es raro que alguien muera usando esta modalidad (aunque puede suceder). El modo secundario emplea mucha más fuerza concentrada que vuelven a las flechas un arma letal, pudiendo penetrar órganos internos y arterias vitales.
Bajé de mi escondite tras recargar una flecha a modo letal, me metí a la cabina del teleférico y en el panel lo puse en modo de bloqueo, para que no se pudiera mover de regreso por donde vino. Este tiempo lo aproveché para cambiarme de ropa, quitándome mi abrigo y pantalón grueso para ponerme ese uniforme de azafata, consistiendo en una camisa blanca bajo un saco azul cielo, mismo color que compartía con la minifalda y los zapatos con tacón de mediana altura; vine maquillada desde un inicio tomando en cuenta esta situación, y por suerte no se me estropeó en ningún momento. Eso sí, con ese uniforme me entró un frío insoportable y lo tuve que mitigar colocando a los cuerpos dormidos adentro del teleférico (me hizo entrar un poco en calor), desactivé el bloqueo y la cabina fue de regreso, pero cuando quedó suspendido en el aire disparé la flecha letal directo al cable para detener el curso de la cabina, pues se activó el sistema de emergencia al detectar una anomalía. Así tardarían mucho en darse cuenta de los cuerpos dormidos, pues primero tenían que asegurar la cabina y la flecha lo iba a impedir por un buen rato. También tomé el maletín de la azafata y guardé en él todo mi equipo y armamento, incluyendo la preciada evidencia.
Los guardias que vigilaban el perímetro me miraron sin decirme nada, señal de que no sospechaban ni un poco sobre mí. Claro, me alarmé un poco cuando me topé con el guardia de la puerta principal.
Quisiera saber qué pasó por la mente de este tal Veroni que logré convencerlo finalmente. ¿La presión del tiempo? ¿El hecho de que antes de subir a la base uno debe pasar por un estricto punto de control, y que no debía haber error alguno? ¿Quizás que en su transmisor de oído recibió, él y varios más, un reporte de falla en el teleférico, lo cual confirmó lo que le dije? O todas las anteriores, quién sabe, pero al final me dio entrada.
Una sala de recepción me espero al otro lado, cualquiera que deseara información respecto a tal asunto (enrolarse en las fuerzas aeroespaciales, visitar a alguien, hablar con algún superior, etc.) debe pasar por aquí y hablar con los recepcionistas, que les da igual mantener una buena cara o no, después de todo se trata de un complejo militar; cerca de esta gente existe una puerta custodiada por dos soldados que lleva al interior de la base. Para pasar por aquí, hice lo que ya dije.
Escaleras mecánicas, más guardias, cámaras de seguridad y torretas Alabarda, algunos cuantos agentes de la ACIF merodeando por ahí. Ahora bien, no podía ir directo al avión con el sistema de seguridad activado, había muchos escáneres que detectarían mi equipo guardado en el maletín, por ende la única manera era facturar mi carga, solo así iba a poder evitar los escáneres de metal. El siguiente problema sería el escáner de los equipajes facturados, los rayos X de las cámaras revelarían a seguridad lo que guardé adentro del maletín. Pensando en estas cosas, me dirigí a dejar mi maletín robado en la cinta que lleva el equipaje a quién sabe dónde, y en cuanto atravesó las cintas plásticas me dirigí a la sala de inspección. Pero en cuanto me giré, casi choqué con alguien.
Ojalá haberme dado cuenta en ese instante que Miguel vio a través de mi disfraz, que Easton instruyó a su gente a reconocer mi rostro, a la persona que tantos problemas les ha dado durante estos días. Supongo que Miguel contactó a sus subordinados cuando le di la espalda, quienes me siguieron en silencio y con mucha discreción para no alertarme. Nadie de los soldados de la base sospechaba de mí y eso me permitió pasearme por la base sin ningún problema, solo así llegué al cuarto de inspecciones para el equipaje tras caminar por algunos pasillos y subir unos escalones.
Rápidamente me puse a manipular el ordenador y apagué los escáneres en el área de transporte de equipaje, pero entonces apareció el mismo de antes, este Miguel, y venía con compañía, un total de cinco agentes de la ACIF quienes me rodearon con sus armas listas para disparar. Sus armas eran las poderosas Vengadoras K7.
¿Cómo describir esto que sucedió después? Es complicado, fue un cúmulo de técnicas y golpes cuerpo a cuerpo, todo mi aprendizaje sacado a relucir en un enfrentamiento contra estas seis personas. El primero fue el que trató de esposarme, me giré y le apliqué una técnica con la que lo derribé en el suelo y lo hice soltar su arma. Luego me fui con el siguiente que estaba más cerca, luego a otro, y esto no obligó a los demás a abrir fuego, pues aún seguían con la orden de no asesinarme y aparte podían darle a sus compañeros a los que les daba una paliza. Por ende, ellos se fueron contra mí también con golpes. Recibí algunos por parte de ellos, en especial de Miguel, pero nada que no pude soportar, y en cambio yo les rompí varios huesos y les propiné ataques tan duros que quedaron inconscientes. Al último quedó Miguel, y decidió quebrantar la orden cuando vi que alcanzó su magnum en el suelo (lo desarmé previamente) e intentó dispararme, pero nuevamente lo volví a desarmar con una llave, de ahí le apliqué una técnica de judo, consistiendo en azotarlo contra el suelo tras usar mi espalda para elevarlo y darle un azote al final usando su peso propio. Ya lo tenía ahí abajo con su brazo inmovilizado, pero con el otro sacó un cuchillo y casi laceró una de mis manos, cosa que no logró porque lo solté, y es que quería evitar cualquier tipo de daño visible que pudiera alzar las sospechas entre los demás. Aquello le permitió reincorporarse y con su cuchillo al frente. Cuchillo de combate. Hay de varios tipos y modelos, pero el más popular es el fabricado por dataDyne, y en este nos enfocaremos puesto que es el modelo usado por Miguel y todo aquel relacionado a dataDyne. No hay mucho que decir, es una hoja de 30 centímetros de largo, hecha de tal forma que posee el balance necesario como para servir también como un cuchillo de lanzamiento. La hoja, hecha de acero damasceno, puede atravesar múltiples corazas. No falta el enfermo que humedece la hoja con distintos tipos de venenos, de esta forma se puede eliminar al objetivo incluso si el corte propinado no es letal. Desafortunadamente, Miguel impregnó su cuchillo con un veneno, pues lo vi húmedo, y no me imagino lo que pudo haberme pasado de no haber soltado a este personaje antes de ondear su arma en mi contra.
Él era hábil y debía tener cuidado, tanto por su manejo de la hoja como por su veneno. Logré esquivar varias cuchilladas y estoques, luego aproveché una debilidad suya y le di dos puñetazos en las juntas de sus brazos junto a los hombros; Miguel retrocedió en consecuencia pero todavía en condiciones de pelear, contraatacando al arrojar su arma en mi contra que evité al doblarme diagonalmente, sin embargo él avanzó y me siguió agrediendo con ataques de cuerpo a cuerpo. Bloqueé muchos de sus movimientos, salvo un gancho al hígado que casi me sofocó, y lo acompañó de una patada giratoria justo en mi cara. Casi caí al suelo de no ser porque amortigüé la caída interponiendo mis brazos, Miguel recogió su cuchillo que quedó incrustado en una superficie maderosa, y regresamos al combate. Miguel fue buen rival para mí, de verdad, no había sudado en contra de nadie desde que derroté a Anthony en una pelea amistosa para yo ascender de rango. Pero eventualmente fue Miguel quien se llevó la derrota, y lo resumiré en que pude tumbarlo en el suelo, lo inmovilicé con una llave, le rompí su brazo con el que sostenía el cuchillo, lo recogí y se lo encajé en el corazón un total de tres veces con tal de atravesar su chaleco protector. Respiré hondo y lo solté, me puse de pie y me miré en una superficie reflectante encima del ordenador, viendo si no me quedó alguna marca o si mi maquillaje no se estropeó. Ninguna de las dos cosas, por suerte, y antes de seguir mi camino miré al cuerpo de Miguel, había algo saliéndole por debajo de su saco.
Al salir me aseguré de bloquear la puerta para dejar ocultos a los agentes desmayados y al cuerpo envenenado de Miguel. Fui a tomar un ascensor que me llevó a un piso todavía más alto, recorrí más pasillos y habitaciones sin importancia. Y finalmente se presentó ante mí aquella nave Lusitania modificada.
Dos guardias custodiando esa entrada me autorizaron abordar y terminé esta parte de la misión sin mayores contratiempos. Fui a sentarme en mi lugar asignado y me abroché el cinturón durante el proceso de despegue de la nave. Ahora lo peor estaba por venir. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Fuerza Aérea Uno
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Antiterrorismo |
En el camarote presidencial, el Presidente de la Federación, Castor Dane, mantenía una conversación con el infame director de la ACIF, el coronel Jonathan Easton. Dane, un hombre caucásico en sus 50, conocido por ser una persona temperamental y recta que siempre trata de hacer lo correcto por el gobierno que lidera, descansaba en un asiento muy cómodo y reclinable, mientras que Easton permanecía de pie.
Y por mi parte tuve la fortuna de conocer el interior del Fuerza Aérea Uno. No hay mucho que decir al respecto, por dentro es como un transporte Lusitania cualquiera, pero modificado para ofrecer mayor comodidad y un mejor atractivo visual, como las compuertas con una carcasa externa de ébano, un suelo de tapiz azul, menor cantidad de asientos para ofrecer más espacio, y entre varias otras cosas. El cuerpo de seguridad presidencial montaba guardia en distintas secciones de la nave, y esta gente es reconocible por parecerse al típico agente secreto con un traje muy elegante, solo que ellos usan un traje gris claro en lugar de negro. Me fui a encerrar en un W.C cuando el despegue concluyó y me comuniqué con la agencia.
Salí del baño y recorrí la nave en busca de cierta escotilla en el suelo que me llevaría al nivel inferior de la Lusitania. Para mi suerte tuve que ir hasta el extremo contrario, casi en la parte trasera de toda la nave, y en el camino no hubo quien sospechara de mí, hasta los guardias presidenciales me saludaban con amabilidad y yo les respondía con el mismo tono. No debía olvidar que esta gente trajeada era neutral, tenía prohibido hacerles daño. Pero al menos no se presentó ningún incidente y llegué a lo que era un mini bar, y justo al lado de este lugar encontré la escotilla en el suelo, misma que se abrió al darle un simple toque con la suela de mi zapato, como cuando enciendes una de esas básculas electrónicas para pesarte.
Crucé una compuerta de madera más adelante, llevándome a una sección con un cubículo, en el cual adentro había un objeto cónico de 2.50 metros de altura siendo inspeccionado por otros dos técnicos. Pasé casualmente sin molestarlos y sin decir nada, pero gracias a que hablaban entre ellos supe que ese objeto era una cápsula de escape de emergencia, para uso exclusivo del presidente. Seguí caminando y la siguiente puerta me dirigió a la cocina.
Quizás no conozcas a los cocineros, pero puedes pasar entre ellos y ni te van a mirar siquiera, están tan concentrados en lo suyo que otras personas, salvo sus compañeros de equipo, serán como fantasmas que no pueden ver. Fue así como los pude atravesar hasta llegar a la otra puerta, misma que me llevó a un simple acceso sin importancia que solo sirve para dividir la cocina del área de equipaje, así que continué y llegué a mi destino. Ahí encontré desde mochilas hasta grandes maletas, y lo bueno es que no tuve que hurgar tanto, siendo que mi maletín era lo más pequeño entre ese montón. Lo abrí y recogí la pequeña portátil donde almacené las pruebas incriminatorias , también saqué una flecha de mi ballesta de muñeca, guardé el aparato debajo de mi saco y la flecha en mi cintura siendo sostenida por mi minifalda, dejé el maletín junto al resto del contenido justo ahí mismo entre el montón de cosas y salí de ese lugar, de regreso por donde vine, pero recordé al guardia cerca de la escotilla, ese que me saludo y que me vería volver sin razón alguna. Pensando en cualquier excusa, el segundo al mando en la cocina me detuvo de golpe.
Ascensor miniatura, eso lo vi en cuanto entré a la cocina por primera vez, frente a uno de los extremos anchos de la mesa central, había una compuerta maderosa más pequeña de lo normal y justo a un lado un botón de llamada. Era eso, un ascensor que en teoría debería ser usado solo para llevar cosas preparadas de la cocina hacia niveles superiores, pero podías entrar tú también agachándote y colocándote en posición fetal, cosa que hice para atajar mi rumbo e ir directo al nivel superior. Mi problema con este nivel fue que había varias puertas.
Desde luego, ver que otras puertas no estaban protegidas me hizo clic en el cerebro. Me acerqué a los guardias, coloqué el plato frente a mí de tal forma que mi brazo tapó una parte de mi pecho, ocultando así el hecho de que no tenía ninguna identificación conmigo, y al final quité la tapa del plato con tal de mostrarles lo que llevaba.
Ahí adentro estaba el presidente, sentado en un escritorio y dando la espalda a la puerta, y se le veía escribiendo algo sobre unos papeles.
Mi táctica llegó a su fin, así que solté el plato y le di un golpe con el pisiforme de mi mano izquierda al guardia que tenía en ese mismo lado, justo en su clavícula, luego me centré en el otro a quien le di una combinación de tres puñetazos y una patada en el tronco de su cuerpo, cosa que lo derribó y dejó dolido momentáneamente. Fue cuando el otro se recuperó del impacto sobre su clavícula y me aplicó una llave china, y fue por esto que hice bien previamente en traer una flecha conmigo, pues la enterré sobre su mano y el tranquilizante hizo efecto, por lo que pude liberarme de él. El segundo guardia sacó su pistola Ciclón en lugar de enfrentarme mano a mano, solo que yo fui más rápida y le arrojé la flecha con la intención de que el filo rozara su cuerpo, cosa que sucedió, y él igualmente cayó dormido. Ahora la cosa radicaba en que hicimos mucho ruido y todo el cuerpo presidencial entró en alerta y se dirigió al camarote principal, y yo lo previne tomando una de las Ciclón de uno de los guardias noqueados y disparé al cierre de dos de las tres puertas fuertemente blindadas encontradas adentro del camarote, mientras que al cierre de la compuerta por donde entré lo dejé intacto por obvias razones, simplemente cerré esa compuerta y le puse el seguro electrónico para que nadie pudiera pasar. Quedé a solas con el Presidente Dane, aunque no de la forma en la que quería.
Saqué la mini portátil de mi saco, lo encendí y le mostré el metraje mientras las puertas seguían siendo cortadas. Bastó con solo mostrar un minuto del mismo, a Easton revelando parte de su plan a los otros conspiradores, Madeline Bergman y Mr. Blond.
Dane se quedó pensando un momento, pero no fue hasta que escuchó el ruido de las puertas azotando contra el suelo y los gritos de sus guardias que reaccionó. Ellos rápidamente me rodearon y me apresaron, pero Dane rápidamente los detuvo.
Y lo verdaderamente bueno comenzó aquí. Se sintió una fuerte sacudida en todo al avión que más de uno perdió el equilibrio y cayó al suelo, al igual que varias cosas alrededor del camarote.
¿Qué clase de nave podía pasar invisible ante los radares del Fuerza Aérea Uno y acoplarse encima? Nadie lo sabía, pero sí supimos todos al salir que nuestros enemigos eran las fuerzas de la ACIF, aquellos hombres con armaduras oscuras y rayas blancas, armados con poderoso armamento y generadores de escudo. Y yo con una Ciclón en mis manos, estando entre la formación diamante de guardaespaldas que cubrían al político mayor. Pistola Ciclón. Una pistola automática diseñada para los guardias presidenciales de parte de la compañía Industrias Chesluk (la misma que fabrica las MagSec 4), hecha específicamente para NO ser precisa, sino para suprimir al enemigo con la tormenta de balas que puede liberar, sobre todo en su modo secundario de fuego. El modo primario descarga rondas a 900 balas por minuto, mientras que el modo secundario descarga toda la munición en un segundo a 2000 balas por minuto, a costa de una imprecisión tremenda. Es una de las armas cuya munición se basa en energía, uno inserta el cargador por un costado y sale vacío por el otro. Capacidad del cargador: la batería suficiente como para cargar a la pistola con 50 balas de energía. No me gusta la imprecisión, ¿pero qué otra opción tenía? Ayudé a los guardias a lidiar con la ACIF, la nave se convirtió en un campo de batalla que en una nave civil cualquiera hubiese sido fatal, pero en una nave blindada como el Fuerza Aérea Uno no hubo qué temer por los daños que podían desencadenar una despresurización que pudiese enviarnos al inframundo a todos. Fue muy complicado el combate, esos generadores de escudo que llevaba el enemigo puso las cosas más difíciles, eran más los guardias presidenciales muertos que los soldados de la ACIF, y proteger al Presidente fue una tarea ardua.
Bajamos y fuimos a la cápsula de escape, que iba custodiada por los ingenieros armados también con las Ciclón. Ellos nos abrieron tanto la compuerta como la escotilla de la cápsula, y el Presidente entró en ella.
Cuando nadie se lo esperó, alguien habló por los altavoces de la nave. Por su voz reconocimos que era Jonathan.
Fuimos corriendo hasta allá sin ninguna confrontación de por medio, pero no hizo falta ir hacia ese extremo de la nave, pues a mitad del camino, en una sección con varios asientos para pasajeros, nos esperaba Jonathan en solitario.
Estas eran las DY357-LX, un modelo personalizado para uso exclusivo de Jonathan Easton. En esencia son iguales a las magnum comunes: misma capacidad del tambor, misma velocidad de fuego, peso y estructura en general. La diferencia era el color dorado que tenían y la textura maderosa de las empuñaduras, pero lo más notable era su mejorada potencia de fuego, capaz de hacer añicos muchos materiales.
Pasa que todavía había dos hostiles más a su lado, cubiertos por un campo de camuflaje que acabó por tomarnos por sorpresa. Encima eran de esos hombres altos escandinavos, armados con K7 y apoyados con una rodilla sobre el suelo. En cuanto se revelaron nos agredieron, llegando a matar a todo el cuerpo presidencial e hiriendo de muerte a su mejor hombre, mientras que yo pude ocultarme detrás de una saliente lo suficientemente dura como para resistir la penetración de las balas. Easton usó este fuego de cobertura para huir, pues me quedé atrapada y no me dejaban salir, encima el muro donde me escondí, aunque resistente, no podía soportar mucho tiempo recibiendo balas y balas. Solo había una manera de salir con vida y de derrotar a esos rubios.
Hay un gadget llamado "píldora de combate" que ya he usado antes, cuando lidié con las guardaespaldas de Madeline en la torre Lucerne. Siempre la llevo en mi boca, como un sustituto para un pedazo de molar, pero siempre evito usarla, pues su mayor riesgo es que puede provocar un arresto cardiaco, y además tiene un sabor horrible. Pero esta situación requería su uso, no había otra manera. Consumí la píldora cuando los hombres altos recargaban, salí de mi escondite y usé mis últimas balas para matar a uno de ellos, mientras que para el otro tomé una Ciclón tirada en el suelo, la cambié al modo secundario y lo rocié hasta romperle el escudo y atravesar su cuerpo con las balas. Mi adrenalina se regularizó al cabo de poco y fui a revisar al jefe de guardias presidenciales, donde confirmé su muerte por heridas fatales en el torso. Fue entonces que el Fuerza Aérea Uno empezó a sacudirse sin control y a caer en picada. No tardé en darme cuenta de lo que el enemigo intentó hacer: con su nave no identificada iban a provocar el derribo de la Lusitania, para hacerlo parecer un accidente aéreo y borrar evidencias de un asalto en su interior. Con dificultad me dirigí al lugar donde nos abordaron y ahí lo vi: un hueco en el techo, un conducto conectado a la nave enemiga y una escalera de mano por donde bajaban los soldados de la ACIF. ¿El problema? No había manera de desacoplar ambas naves, no con mis armas, pero al menos Sullust llegó con la ayuda.
Sin embargo había un problema que se hizo evidente cuando su Cazadora se acercó al umbilical interceptor. Resulta que su caza no tenía armas.
Sullust retrocedió y volvió a avanzar a toda velocidad para estrellarse contra el umbilical, pudiendo así desacoplarlo del Fuerza Aérea Uno, pero al mismo tiempo él perdió el control y fue a estrellarse en algún punto del mapa. Tampoco evitó el colapso del Fuerza Aérea Uno, que siguió cayendo en picada al sufrir daños severos por el agresivo ataque de Sullust, pero si había un esfuerzo por parte del piloto automático en intentar realizar un aterrizaje forzoso, así que mi única manera de sobrevivir (y lo único que podía hacer) fue dirigirme con dificultad a cualquier asiento de pasajeros, colocarme el cinturón y respirar desde las mascarillas de oxígeno que salieron de sus compartimientos de forma automática. Tristemente no pude hacer nada por el personal de cocina ni de mantenimiento. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Sitio del accidente
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Confrontación |
Debo decir que Jonathan planeó bien su estrategia con el Fuerza Aérea Uno, pero sus acciones me indicaron que no pretendía secuestrar al Presidente como llegué a pensar, sino que directamente iba a matarlo ahí mismo. ¿Qué mejor forma de hacerlo que pareciendo un accidente aéreo? Derribar al Fuerza Aérea Uno desde tierra o desde aire iba a levantar muchas sospechas en el gobierno, pero la cosa cambia cuando entras a la nave, matas a los pilotos y haces que se estrelle contra la superficie en una aparente falla técnica. Un desafortunado accidente donde el Presidente muere y del que no queda testigo alguno. Aun así, ¿por qué dataDyne y los otros estarían tan empeñados en acabar con la vida de Castor Dane? ¿Qué tiene que ver con esa cosa a la que llaman Pelagic II y de la cual no sabemos qué es? ¿Qué beneficio sacan de todo esto? Bueno, eso estaba por descubrirlo. Tras la "maravillosa" maniobra de Sullust, las tres naves involucradas en el incidente (el Fuerza Aérea Uno, la nave enemiga que nos abordó y la Cazadora de Sullust) se estrellaron sobre una región nevada del planeta.
No creas, escribir en algo tan pequeño como mi comunicador de oído es bastante tedioso, solo hay cuatro botones para escribir (uno para elegir las letras de forma ascendente/descendente, otro botón para confirmar las letras, y el último para enviar el mensaje escrito. Por lo tanto no había botón de borrado, así que debía cuidar mi ortografía). Pero al menos este método sirvió para ponerme en contacto con Atena. Entonces Adam me respondió así.
Me puse de pie y caminé un poco hasta dar con un hoyo en el fuselaje, viendo que esta parte, donde me preparé para el impacto, se separó tanto de la cola como del frente. Afuera vi montañas nevadas al igual que el terreno, copos de nieve cayendo desde el cielo, un sol en pleno atardecer y la humareda de las partes separadas de la nave en distintos puntos de la zona. Claro, yo seguía con minifalda y me entró un frío horrible al cuerpo, así que regresé al interior en busca de algo abrigador si no quería congelarme en el clima bajo cero. No tuve otra opción que quitarle el uniforme de combate a un agente de la ACIF muerto, era una armadura hecha para resistir el calor de hasta 80° C y el frío de -30° C. No me quedó a la medida, pero tampoco pequeño, así que me conformé con eso, la idea era abrigarme. Lista para salir, escuché una especie de motor aproximándose a mi posición, un sonido suave característico de las aeromotos, motocicletas que flotan a pocos centímetros sobre el suelo y que son conocidas por la alta velocidad que llegan a alcanzar. El piloto de la moto era un agente de la ACIF, quien vio el hueco en el fuselaje y se detuvo.
Pero yo lo esperé justo a un lado de la abertura con un objeto alargado y contundente en manos, cosa con la que lo golpeé justo sobre su cabeza al momento de poner un solo pie adentro. Quedó desmayado y lo arrastré al interior, tomé sus cosas y lo dejé vivir, después miré los mensajes que había recibido. Uno de ellos decía: "Cápsula de escape localizada", y venía con las coordenadas. Sin duda era la cápsula del Presidente, y todavía tenía tiempo de llegar, pues el mensaje había sido enviado a los pocos segundos de que el agente de la ACIF que noqueé entrara en el fuselaje. Me monté sobre la moto y aceleré hacia esas coordenadas lo más rápido posible, pasando entre todo tipo de formaciones rocosas y montones de nieve; también encontré la punta de la nave y su cola, esta última pasando por un fuerte incendio que ya había consumido todo lo que quedó adentro. Continué mi helada travesía con el aullido del viento zumbando en mis oídos, hasta que finalmente lo encontré en medio de un claro, esa cápsula cónica hecha con los mejores materiales conocidos en la galaxia, capaz de resistir hasta los más potentes explosivos. En teoría el Presidente debía estar a salvo en su interior, nadie de la ACIF debía ser capaz de poder abrir la escotilla a menos que alguien tuviera consigo un cortador de iones, y aún así llevaría su tiempo abrir un hueco. Sin embargo la encontré abierta.
Nadie la forzó, ni un solo rastro que delatara el uso de algún cortador de iones ni nada de eso. Claramente el Presidente la abrió y abandonó su lugar seguro. No entendí el porqué, y pensando en la razón recordé que la cápsula podía enviar señales de auxilio, así que miré la computadora y encontré que ya había sido activada, pero de poco iba a servir con las interferencias en el ambiente. Fue cuando miré a un lado que encontré otra cosa igual de interesante: un compartimiento secreto. Lo abrí y adentro encontré un escáner presidencial.
El escáner médico presidencial es una conectada a los signos vitales del Presidente en turno, teniendo una forma ovalada sin bordes plásticos. Constantemente actualiza su historial médico y es capaz de vigilar su estado de salud. Al menos siempre hay uno en cada cápsula de escape para tener un diagnóstico de su estado al momento de su rescate. Y yo revisando aquella cosa encontré una buena noticia y una "rara" noticia; la buena noticia es que los signos vitales de Dane no se vieron alterados, seguía con vida y mantenía un buen estado de salud, y la noticia rara fue que el escáner estaba detectando a dos presidentes. Sí, tal como lo lees, detectaba a dos presidentes en el área.
Había un clon, un impostor, un doble del Presidente Castor Dane. Si lo piensas detenidamente todo cobra sentido: lo que Jonathan Easton reveló durante la reunión secreta en la torre G5, su plan de contingencia y que solo le bastaba con tener una muestra del tejido del Presidente. Por eso el agresivo asalto de la ACIF en el Fuerza Aérea Uno, fue como lo imaginé, realmente querían matar a Dane en aquel accidente fabricado, y reemplazarlo con el falso Presidente. El ambicioso de Jonathan fracasó en obtener aquello que llaman Pelagic II, pero con un falso Presidente en lo alto del poder de la Federación, es decir un títere de Easton, dataDyne y de los hombres escandinavos, la obtención de la Pelagic II podía ser posible. Si, la respuesta a todo esto debía ser un clon, no había otra cosa, y al respecto solo me rondaba por la cabeza una duda: ¿Cómo saber cuál es el falso y cuál el verdadero?
Fue una de las situaciones donde casi morí, esta vez la libré porque el tirador que me disparó falló el tiro. Me asomé lo menos posible y vi que el agresor era un hombre con traje blanco que venía acompañado por una cuadrilla de agentes de la ACIF, todos ellos viniendo de un pasaje hecho por la roca madre del entorno que llevaba no sé a dónde. La K7 que robé tenía una mira telescópica y un lanzagranadas, ambas cosas me sirvieron para repeler la agresión y acercarme hacia ellos con ayuda del generador de escudo que robé del agente que noqueé. Oh, no lo dije, perdón, pero tomé su generador y lo activé en esta ocasión, y no fue un escudo cualquiera, era del mismo tipo que el prototipo que encontré en los laboratorios de dataDyne, aquel con el que experimentaban con isótopos radioactivos. Y también resultó ser lo que Maurice y K.G teorizaron: eran escudos con batería ilimitada, lo único que podía agotar su energía era el daño recibido por las balas. Algunas balas me impactaron pero el escudo pudo protegerme, solo así alcancé una roca que me sirvió de cobertura y desde esta posición les disparé una granada que más que matarlos sirvió para dispersarlos. Volví a usar las balas con las que maté al hombre de blanco que tenía el rifle de francotirador, rápidamente salí y cargué en contra de los demás a la vez que abría fuego con las balas. Pude deshacerme de mis agresores y también tomé el francotirador del hombre de blanco, seguidamente volví a la aeromoto.
Conforme seguí conduciendo encontré más restos del avión, o mejor dicho de su contenido: asientos que se despegaron, un retrete y hasta un piano que fue el mismo que vi durante mi recorrido en el interior del Fuerza Aérea Uno. Al final del pasaje llegué a una zona peligrosa en la que ya no pude avanzar con la aeromoto, pues el lugar en cuestión era un cañón con caminos estrechos en las orillas de las formaciones rocosas y un fondo muy profundo, un cañón por el que los últimos rayos del sol no iluminaban con facilidad. Y si bien el escáner médico señalaba al punto más cercano hacia el noroeste, avanzar por ese peligroso terreno no fue nada sencillo, en especial porque también había agentes enemigos patrullando. Hubo choques entre nosotros, fuertes tiroteos tan estruendosos que esperaba ver avalanchas de nieve o de rocas producidas por las ruidosas ondas sonoras, o por el poder de las balas que perforaban la roca con facilidad. No hubo milagros conmigo y sufrí algunos impactos de bala a los cuales sobreviví gracias a mi escudo robado, pero el daño ya había sido demasiado y el generador se separó de mi cuerpo para autodestruirse; evidentemente no era sencillo esquivar en un lugar como ese, aunque para el enemigo la situación era igual y eso también me dio ventaja. Eventualmente encontré un camino hacia el interior de una cueva, un camino que debió atajar mi rumbo, pero que igualmente me llevó a otra cosa interesante que vi cuando llegué al final y regresé al exterior.
Esta nave era de una clase que en mi vida había visto: poseía un cuerpo alargado con dos grandes alas en los lados que iban armadas con cañones frontales y lanzamisiles; encima del casco poseía un alerón y en la parte trasera los propulsores; era de color hueso y poseía marcas en patrones extraños sobre toda la superficie. Pero lo más desconcertante fue cuando noté que las interferencias eran mucho más intensas justo en ese mismo lugar.
Sin más remedio tuve que seguir caminando, pero antes revisé los mensajes que los agentes se enviaban entre sí. Gracias a ellos logré descubrir que Sullust andaba por la zona, algunos agentes lo encontraron junto a su Cazadora y lo reportaron, pero también hubo otros que se atrevieron a atacarlo solo para encontrarse con la muerte, según los mensajes repito. Con ayuda de Sullust el Presidente podía quedar a salvo, y además conocía la ubicación de este Chozo. No perdí más tiempo y me dirigí al Presidente más cercano. Cerca de él me encontré con un robot de patrulla G5 (del mismo tipo que dataDyne usó para atacar la Villa Atena), y a diferencia del último encuentro lo pude destruir con facilidad al sorprenderlo por la retaguardia y vaciar un cartucho completo. Entonces lo encontré en una caverna con un agujero en el techo, y cuando él me escuchó salió y me apuntó con un arma que tomó de su cápsula de escape, una pistola de emergencia llamada Paralizador que expulsa rondas eléctricas capaces de aturdir hostiles. Afortunadamente me reconoció de inmediato.
Era Jonathan en compañía de sus tropas y de los hombres de blanco. Les apunté, pero ellos hicieron lo mismo, y gracias a la superioridad numérica supe que dispararles no era una opción. A los pocos segundos también llegó el clon, escoltado por otros tres hombres escandinavos armados con fusiles K7. Pronto todo se convirtió en una reunión nada amistosa y muy tensa.
Fue entonces cuando de manera inesperada nos salvó la vida un terremoto que sacudió el alrededor. Un terremoto muy suave ocasionado por formas de vida subterráneas que rápidamente emergieron desde lo profundo de la nieve, quizás por el aumento de la presencia de personas aparte del Presidente y de mí. Eran Griptorax de las Nieves, unos bichos de gran tamaño capaces de enroscarse y cargar contra sus presas a altas velocidades, y el daño que causan se potencia gracias a la dureza de sus corazas. Montones de ellos embistieron a los enemigos y estos tuvieron que enfocar su atención en ellos, cosa que me ayudó para recuperar mi rifle y matar al clon que crearon, bastó con una sola ráfaga para destrozarle todo el pecho y causarle una muerte casi instantánea. En tanto, Jonathan Easton llegó a matar a dos de esos bichos, pero un tercero se le acercó demasiado y el coronel tropezó al retroceder por inercia, accidente que lo hizo caer y rodar por una empinada cuesta abajo, llegando a perder uno de sus revólveres que quedó ahí mismo donde tropezó.
Dejamos atrás al enemigo y llevé a Dane con Sullust. Ahí lo vimos en medio de la nada, patrullando alrededor de su nave estrellada y con varios cadáveres cerca de él pertenecientes a los agentes de la ACIF. Finalmente reunidos los tres, Castor Dane se sentó sobre una cómoda roca para darse un respiro en lo que Sullust seguía patrullando; ahí esperamos hasta que la Cazadora terminara de autorrepararse, proceso que ya estaba a nada de finalizar. En medio de la espera, el Presidente y yo conversamos un poco.
Mientras tanto, en otra parte de aquel lugar polar, Jonathan siguió con vida y se sacudió la cabeza, se puso de pie y frente a él apareció el sujeto que menos quería ver en un momento crítico como ese: Mr. Blond. Este extraño hombre siempre está mal encarado, pero esta vez sí que se le vio lleno de ira.
En tanto, Blonde siguió caminando amenazantemente, Jonathan se llenó de un miedo como nunca antes había sentido, sentimiento que solo empeoró cuando vio que la figura de su ex-aliado comenzaba a distorsionarse. Pasa que Mr. Blond nunca fue un humano, era un alienígena, un humanoide con un cuerpo robótico, un visor amarillo y un mechón de algo similar a cabellos saliendo de atrás de su cabeza. Este cíborg encendió una cuchilla láser de su antebrazo derecho y se dispuso a decapitar al coronel.
La nave enemiga abandonó el planeta, lo supe porque todas las comunicaciones se restauraron y ya podía hablar tanto con Adam como con el resto de la agencia. Al Presidente le dimos un aventón de regreso a la cápsula y ahí lo dejamos, ahora estaba seguro puesto que la ayuda iba en camino gracias a que la señal de auxilio de la cápsula pudo ser detectada al ya no haber interferencias de ningún tipo. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Acto 6[]
Pelagic II
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Exploración |
Finalmente hemos identificado la identidad real de los hombres de blanco, o mejor dicho, Sullust logró identificarlos gracias a la nave que usaron para atacar el Fuerza Aérea Uno. No eran humanos, ni una sociedad secreta, eran una especie extraterrestre llamada Zebesianos y que aparentemente estaban usando alguna clase de disfraz para parecer hombres escandinavos de gran estatura. Hablamos de individuos humanoides de gran tamaño, con una mandíbula tripartita repleta de repulsivos colmillos, tres pares de ojos y piernas similares a las patas traseras de muchos animales mamíferos. Los Zebesianos son una especie guerrera, muy agresiva que convirtió la guerra en una religión a la que son muy devotos. Los Chozo, más pacíficos en contraste, se encontraron con ellos siglos atrás y, dada la diferencia en usos y costumbres, una guerra entre ambas especies fue inevitable; no fue hasta que transcurrieron años repletos de escaramuzas que ambas partes acordaron un cese al fuego muy frágil, en el sentido de que las tensiones continuaron en muy alto nivel, y que encima de todo aún había fanáticos Zebesianos poniendo a prueba el tratado de paz con actos terroristas. Estos Zebesianos han estado trabajando con Madeline Bergman y Jonathan Easton por alguna razón, ellos intercambiaron parte de su avanzada tecnología a cambio de la ayuda para poder hacerse con el control de la Pelagic II, de ahí nacieron los prototipos de dataDyne que descubrí casi al comienzo de esta historia. Y espero que no hayas olvidado al Dr. Wells, la IA que rescaté de la torre Lucerne. Sospechamos que su creación está relacionada a la misión secreta que los conspiradores han ido desarrollando, por alguna razón crearon a una IA con habilidades enfocadas en la resolución de lenguas y ruptura de códigos. Solo quedaba preguntarse: ¿Cómo converge Wells, los Zebesianos y la importancia que representa tener el control de la Pelagic II? Eso es lo que íbamos a averiguar. Luego de frustrar el plan maestro de Jonathan Easton, el Presidente Castor Dane y Adam Malkovich llevaron a cabo una reunión formal donde se dio a conocer que la astronáutica posee una división secreta, una división que ha estado ayudando a mantener a raya el poder de las mayores mega corporaciones en la galaxia, que si se descuidan pueden llegar a ser tan peligrosas como los enemigos más comunes hoy en día, tal como ya vimos con dataDyne. Pero ambos representantes también se reunieron para hablar de un asunto urgente: la Pelagic II fue asaltada y robada por fuerzas enemigas, dirigiéndose a un punto del Pacífico sur, en las coordenadas 47°9'S 126°43'O. Obviamente esto desató la ira del gobierno federal y se movilizaron múltiples fuerzas para su recuperación, desde vehículos marinos y submarinos hasta naves de ataque, pero se encontraron con una inesperada resistencia a bordo del masivo barco. Cañones antiaéreos y baterías de misiles tierra-aire de fabricación desconocida a bordo, responsables de haber derribado toda nave de abordaje que intentó aterrizar encima; sistemas de torpedos y minas submarinas que hundieron los navíos militares. Y encima de todo un sofisticado sistema de radares que podían detectar cualquier aproximación enemiga por aire y dar tiempo a la tripulación de prepararse para el combate, radares que, asumimos bien, eran del mismo tipo que Easton ordenó instalar en la base del Sector Zero. Afortunadamente no era lo mismo con los sonares, cosa que se comprobó al ver que los submarinos lograron aproximarse mucho más cerca que cualquier nave en el aire. Esta operación se realizó en conjunto con el cuerpo de Fuerzas Especiales de la Federación, consistiendo en dos fases. La primera fase trató de infiltrarme yo junto con Sullust mediante un sumergible muy silencioso e indetectable, abordar desde uno de los hangares y hacer los sabotajes correspondientes para desactivar los radares. Hecho esto seguía la fase dos: la toma de la Pelagic II por nuestras fuerzas y los marines de élite de la Federación, donde posteriormente un equipo selecto usaría uno de los sumergibles para adentrarse al lecho marino. Un pequeño buque nos dejó a ambos a algunos kilómetros de distancia en medio del mar abierto, Sullust fue el primero en subirse al sumergible en forma de un tiburón y del tamaño de una aeromoto, y yo me subí sobre la espalda de Sullust donde me agarré fuertemente alrededor de su cuello. Cabe decir que Sullust se equipó con una armadura Chozo pectoral con dos hombreras redondas y un casco de batalla con DRA, cosa que solo subió su ya elevada defensa natural otorgada por su piel tosca; yo simplemente me coloqué un traje de buceo de color gris y líneas amarillas a lo largo, ajustado a mi figura y con un respirador incluido. El Chozo aceleró bajo el agua y nuestros respiradores se activaron.
Los sonares no nos detectaron, pudimos entrar por uno de los hangares y me quité el respirador, él y yo colocamos el sumergible en una orilla y abrimos su compartimiento secreto donde ambos metimos nuestras armas. Empezando por mi cinturón táctico, la siempre confiable Falcon 2 con silenciador y mira telescópica añadidos, un arma PC y tres bombas N (recuerda estas bombas que usé durante mi primera misión: liberan una nube oscura de neutrones en un radio amplio, y no matan pero dejan inconsciente a cualquiera); Sullust tomó su propia pistola de origen Chozo al igual que un rifle extraño y alargado, ambos de apariencia orgánica y carnosa, compartiendo también el predominante color turquesa. Sullust fue el primero en subir a una superficie alta y me echó una mano para ayudarme, aseguramos aquel lugar metálico y azulado, y ubicamos una pequeña compuerta al frente por donde podíamos seguir.
La Fénix es el arma secundaria que cargan los guerreros Chozo en su arsenal, una pistola con flexibilidad que la hace resistente contra impactos. Su modo primario permite disparar balas de energía de forma silenciosa y con el mismo poder y ritmo que una Falcon 2, pero el punto fuerte viene en su modo secundario: las balas se vuelven explosivas y el gasto de munición seguirá siendo el mismo, con la desventaja de que desaparece el sonido silencioso y que no se puede disparar tan rápido en este modo, pues de lo contrario se dañarían el mecanismo de disparo y el cañón. Cruzamos la compuerta y rápidamente matamos a los guardias apostados en el estrecho pasillo al otro lado, fue ahí cuando conocí el peculiar y silencioso sonido de la Fénix, parecía un sonido MIDI de 16 bits que podía llegar a dar la impresión de que la pistola es débil, pero la realidad es otra. Los guardias vestidos con camisas blancas y overoles rojos (se parecían a Mario Bros tras comerse una flor de fuego) no pudieron alertar a nadie, ni porque tenían cerca una palanca para la alarma de emergencia. Continuamos avanzando sobre ese mismo nivel cuyo metal era de color guinda, uno muy discreto y nada intenso, destruíamos cámaras automáticas y ambos contábamos las muertes: al llegar a una zona cuadrada más amplia, él llevaba 5 Marios muertos y yo 6. ¿Y sabes qué? Llamemos a estos guardias de la nave como "Marios" de aquí en adelante.
Cuando digo ocultas es que uno debía usar un visor de rayos X para poder ver las pantallas. Sullust por un lado, yo por el otro, hicimos todo el procedimiento que se nos dictó antes de venir y logramos revelar un pequeño interruptor en la parte baja del núcleo. Bajamos las escaleras y lo pulsamos, acción que provocó un apagón en aquel cuarto azul al igual que en varias partes del barco, lo que llevó a la activación de los generadores de emergencia.
Era cierto lo que nos advirtieron, toda la nave era como un laberinto en el que no nos perdimos gracias a los mapas, pero imagínate de no tenerlos a la mano; no solo nos hubiésemos perdido, nos hubiésemos vuelto locos también sobre todo por tanto uso monocromático en todo el horrible barco. Ubicamos las escaleras que podían llevarnos al puente de mando, avanzamos rápida y silenciosamente, procurando siempre matar a los Marios sin armar escándalo. Luego de un recorrido no tan largo, nos encontramos con la tripulación del puente compuesta por solo tres hombres, todos apostados al centro donde los constructores del navío colocaron las consolas principales diseñadas para el control de todos los sistemas de la nave. Ellos alzaron las manos, de ahí nos acercamos intimidantemente a ellos.
Y lo siguiente que pasó fue por culpa de un descuido nuestro, uno muy pequeño, pero bastó para que uno del trío sacara una magnum debajo de su saco de marino con el que mató al hombre que apagó lo radares.
Arrojé todas estas granadas hacia las compuertas, procurando romper las pequeñas ventanas de cristal que tenían cada una, pudiendo así enviar los explosivos no letales hacia los otros lados y eliminando el riesgo de que las nubes de neutrones nos afectaran a nosotros. Seguramente derribé a muchos Marios, pero no los suficientes pues varios más siguieron apareciendo y amontonándose en los accesos, donde disparaban sus CMP 150 ciegamente por todas partes, es decir sin asomarse de los lugares donde se cubrían; esto no te garantiza que llegues a atinarle a alguien, pero cuando son varios atacando así las probabilidades aumentan. Encima de todo también nos arrojaron granadas pero explosivas.
Nos salvamos, pero las explosiones provocaron cuantiosos daños adentro, y dio moméntum a los Marios de ingresar y tomar posiciones. Entonces se me ocurrió usar el modo secundario de mi arma PC, que le permite convertirse en una torreta perimetral capaz de adherirse sobre cualquier superficie, la arrojé al techo y el arma comenzó a agredir a los Marios, llegando a acribillar a dos de ellos antes de verse agotada su munición.
FarSight XR-20. Es un rifle de fabricación Chozo, igualmente flexible y de textura orgánica, con los mismos colores que tiene la Fénix o la Callisto. Es un arma con un dispositivo de escaneo por rayos X que permite ver más allá de cualquier objeto sólido y a una distancia máxima de 1000 metros. No exagero cuando digo que es el arma más poderosa que he visto en mi vida: sus balas pueden atravesar los objetos sólidos hasta dar con el blanco, por ello que tenga una función de rayos X. ¿Desventajas? Hay que esperar 1.5 segundos entre cada disparo, y aunque use de munición orbes más grandes consume mucha energía de ellos, tanto que solo puedes disparar hasta 8 balas. Y si, Sullust mató a un Mario sin asomarse un poco siquiera, luego a otro, y así siguió con muchos otros guardias que apenas subían las escaleras para llegar al puente de mando, pero entonces agotó sus ocho balas de "energía de ondas" como él las llamó y requirió de mi ayuda.
Las balas explosivas de la Fénix fueron como diminutas granadas que mutilarían a cualquiera de un golpe directo, e indirectamente tienes mayores probabilidades de sobrevivir pero igualmente terminarías herido gracias a la metralla energética liberada con el impacto sobre una superficie. Ambos continuamos disparando y disparando, la adrenalina se apoderó de nosotros y, eventualmente y sin darnos cuenta, asesinamos a todos los Marios presentes en el barco, matamos a medio mundo excepto a los científicos que Sullust llegó a identificar cuando apuntaba en el nivel justo debajo de nosotros, que era la zona de laboratorios.
En ese momento hubo una fuerte sacudida y varios sonidos de explosiones, nos asomamos por la ventana del puente y vimos a las naves de la Federación atacando a los sistemas de defensa, que esta vez reaccionaron muy tarde al ya no haber radares, lo que propició su destrucción y el desembarque tanto de las fuerzas especiales como de nuestros agentes.
Al menos el barco fue tomado y ambas partes hicimos lo necesario para averiguar lo que sucedía en el fondo del mar abierto. Interrogando a los científicos, supervivientes y buscando cualquier cosa posible en todos los ordenadores disponibles, finalmente dimos con la respuesta. ¿Recuerdas lo que Wells habló con Adam cuando se entrevistaron en la Villa Atena? Se suponía que esta IA conocía toda la verdad, pero debido al daño que recibió cuando lo rescaté no pudo recordarlo todo, excepto que sí mencionó algo sobre una nave oculta en el planeta Tierra. Conforme se desarrolló toda esta historia creímos que se refirió a la Pelagic II, pero pasa que no fue así. En las profundidades, coincidentemente en el mismo lugar donde Lovecraft le dio localización a su ciudad ficticia llamada R'lyeh, realmente había una nave espacial hundida, una nave que muy probablemente cayó en el planeta hace millones de años. La nave, según los científicos que seguramente contaron con la ayuda de los Zebesianos porque era imposible que ellos solos superan todo esto, pertenecía a una civilización desconocida conocida como los "Alímbicos". Al escuchar este nombre, algo hizo clic en el cerebro de Sullust, y en el camino a las profundidades (tomando el último sumergible con capacidad para un pelotón de soldados) nos contó acerca de aquella raza y de lo que posiblemente se trataba esa nave perdida. Pero más alarmante fue lo que los investigadores anotaron en sus documentos:
GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Mar profundo
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Anular amenaza. Parte 1 |
La Pelagic II fue hecha con dos plataformas en mente, la plataforma principal que fue donde abordamos y asesinamos a los Marios, pero la segunda plataforma debía estar acoplada a la principal justo desde abajo, solo que ya no estaba por el simple hecho de que la desacoplaron para que se hundiera. La segunda plataforma era una estructura cristalina que servía de punto de llegada para los sumergibles, y era tan resistente que aguantaba los impactos de los grandes monstruos marinos de aquellas profundidades. La segunda plataforma pareció crear una conexión umbilical con la nave Alímbica, y era justo por ahí donde entraron las fuerzas enemigas. Aún queda otra incógnita a sumar entre todas las preguntas que aún teníamos. Está el hecho de que ni la misma humanidad nativa de la Tierra sabía de que tal secreto reposaba en el abismo acuático, ni antes de la era de la Federación ni después, siempre pasó desapercibida ante nuestra mejor tecnología y era evidencia de la existencia de un sofisticado sistema de ocultamiento, complementado por la acumulación de sedimentos con el pasar de los eones. ¿Cómo supieron los Zebesianos sobre la existencia de una nave perdida en la Tierra? ¿Cómo dieron con las coordenadas exactas? Fue una pregunta que pronto sería contestada, porque no había ninguna respuesta en los archivos de la Pelagic II ni de ninguno del personal a bordo. Sullust, Anthony y yo, en compañía de un pelotón de tropas de la Federación, abordamos el último sumergible y descendimos por un largo tubo que unía a la segunda plataforma con la Pelagic II, las compuertas de abajo se abrían cuando las de arriba se cerraban, de esta forma no podía aplastarnos la presión. Para esta misión me cambié a mi uniforme de operativo, llevé varios cargadores de mi pistola y una escopeta de dataDyne con muchos cartuchos, junto a otras cosas que verás a lo largo de esta parte de la historia. Sentados y abrochados, veíamos desde aquella cabina oscura cómo todo se iba oscureciendo todavía más cuando los rayos del sol ya no alcanzaban a iluminar el fondo, y nuestra única fuente de luz fueron los focos del largo tubo cristalino que al menos nos ayudaron a vislumbrar algunas sombras de los animales abisales que pasaban cerca. En el trayecto fue que Sullust nos explicó cosas acerca de los llamados Alímbicos, qué podía ser esta nave y qué eran los Metroides mencionados en los archivos de la Pelagic II.
El sumergible en forma de mantarraya se acopló al lado de una plataforma por donde desembarcamos para luego avanzar por unas escaleras en caracol hacia un ascensor inferior. La mitad de nosotros nos colocamos sobre el ascensor y los demás esperaron arriba, ellos simplemente iban a saltar y frenar su caída con ayuda de sus propulsores dorsales que sirven solamente para estos casos, mientras que nosotros descendimos a la vieja usanza para enfrentarnos a quien estuviera esperándonos abajo, pero conforme descendíamos contemplamos todo el amplio entorno transparente, y no había nadie ni nada peligroso. Todo vacío, salvo por una enorme compuerta con franjas amarillas justo en el umbilical que conectó con la nave Alímbica.
Primero fue una puerta que nos llevó a otra porción del umbilical, donde contemplamos a un Kraken pasar encima de nosotros, es decir un calamar todavía más grande que los calamares gigantes comunes, pero este animal no nos distrajo tanto porque nos ignoró y seguimos adelante. Llegamos a un área muy espaciosa de la nave perdida, hecha casi toda de un material extraño que nunca habíamos visto, pero era de consistencia carnosa y sólida y acuosa, pisar encima se oía como cuando pisas un tapete de plástico mojado y se sentía también su suavidad; parte del entorno iba revestido por un metal de origen extraterrestre, también había luces verdes alumbrando toda la nave, pero no eran tan potentes y varias partes de la misma iban cubiertas por penumbras. También había algo que nos ponía los pelos de punta, algo que mezclado con el frío nos provocaba una sensación de miedo, era algo parecido a un grito entre humano y bestial, ahogado y grave que se escuchó desde ese punto en adelante, pero de pocos decibeles que lo hacían soportable.
Avistamos otro acceso más adelante cerca de un estanque de agua, punto en donde noté algo inusual en las ondas del agua producidas por el viento de dicho acceso: las ondas rodeaban dos círculos en medio del agua, y viendo detenidamente vislumbré una silueta casi invisible.
Este ataque sorpresa abatió a seis tropas del pelotón, pero seguíamos siendo superiores en número. Activé mis infrarrojos y me oculté detrás de una roca, pudiendo matar a uno de ellos de un tiro a la cabeza, Anthony hirió a otro con su magnum y uno de nuestros aliados terminó por matarlo con su fusil Dragón, mientras que Sullust se encargó de un grueso de los enemigos con su poderosa Callisto, que no había vuelto a ver desde que huimos del Sector Zero. Callisto NTG. Otro ejemplo de lo excelente que es la ingeniería Chozo. En aspecto es igual a otros tipos de armas Chozo, con textura carnosa y flexible, esta vez tratándose de un subfusil alimentado por orbes que se insertan debajo del cañón. El modo primario permite disparar a una velocidad de 900 balas por minuto, pero el modo secundario hace que las balas viajen a una velocidad mucho mayor que las hace capaces de penetrar superficies duras, tal como lo hace una magnum o una Vengadora K7, con la contra de que la cadencia de tiro se reduce a 300 balas por minuto, pues al igual que con la Fénix se hizo así para no dañar el mecanismo de disparo ni el cañón. Acabamos perdiendo a seis hombres, pero pudimos diezmar a las fuerzas defensivas que nos agredieron, la mayoría de ellos siendo Marios y otros pocos tiradores de élite con uniformes morados. De ahí en adelante avanzamos con mucha precaución y con los infrarrojos activados, cruzamos el acceso mencionado anteriormente y nos topamos finalmente con un Zebesiano... pero muerto. Al parecer fue eliminado por una torreta instalada en el techo y que era de origen Alímbico, una torreta que el enemigo pudo destruir pero que dejó un difunto en el camino.
Adelante nos esperó una división de caminos uno a la izquierda que llevaba a la sala de control de los teletransportadores (en breve explico) y el otro que daba al núcleo del crucero de batalla. La puerta al núcleo, sin embargo, estaba cerrada, pero aún así había algunas ventanas por donde pudimos ver al otro lado, y descubrimos que el núcleo era un cerebro (literal) de grandes dimensiones contenido en un cristal y suspendido por dos pedestales, uno en el techo y otro venía del fondo; el cerebro pulsaba, de él salían luces intermitentes que viajaban por medio de gruesos tubos y cables.
El resto del pelotón de las Fuerzas Especiales se quedó atrás para asegurar la zona. Nosotros tres entramos por esos túneles esponjosos y enfrentamos a más soldados con trajes morados que montaron guardia, pero ninguno fue rival, nadie nos impidió llegar al cuarto de control de los teletransportadores, que esta vez estaba vigilado por cuatro Zebesianos sin disfraz de escandinavo. La cosa escaló rápido y ellos tenían como arma el mismo tipo de pistola con la que Mr. Blond atacó el transporte al que me subí justo cuando escapé de la torre Lucerne, y misma arma que causó daños en Wells. Pistola pesada Mauler. Llamada también Destruktor, es el arma estándar de las fuerzas Zebesianas debido a su poder que ocasiona un daño brutal sobre el enemigo. El modo primario, disparos sencillos, ocasiona tanto daño como una MagSec 4, pero el modo secundario es el problema a lidiar con la pistola. Sacrificando 1/4 de la munición del cartucho y con ayuda del reactor nuclear miniaturizado adentro del arma, la pistola puede recargarse y liberar un devastador disparo cargado capaz de atravesar blindajes de nivel mediano. Para compensar este gasto de munición, el cartucho posee la energía suficiente como para brindar a la pistola un total de 20 balas de energía. Sullust nos permitió entrar con sus ráfagas rápidas, sea de paso mató a un Zebesiano, y tomamos posiciones. Ellos no escatimaron en usar sus tiros cargados sabiendo de lo que éramos capaces, pero milagrosamente la estructura de la nave pudo protegernos bien de aquellos disparos de destrucción pura, aunque no iba a ser por mucho. En una de esas tuve la oportunidad de atacar a uno de ellos con mi escopeta, donde pude comprobar lo resistentes que eran sus armaduras estándar, llegando a aguantar dos tiros de mi escopeta hasta que el tercero lo pudo matar. Anthony tuvo que gastar cinco de sus seis balas para derribar al segundo Zebesiano, mientras que Sullust hacía lo mismo con un tercio de su arma en modo primario. Pero la cosa no terminó, porque habían otros dos Zebesianos esperándonos en el techo, colgados con la fuerza de sus brazos y que esperaron el momento indicado para dejarse caer y atacarnos con sus cuchillas en lugar de emplear armas de fuego. Uno se abalanzó hacia Sullust, quien cambió de arma a una daga que salió por abajo de la palma de su mano, y se enfrentaron en un combate cuerpo a cuerpo; el otro se enfocó primero en mí, pero Anthony atrajo u atención al dispararle con su revólver, por lo que el combatiente enemigo se impulsó contra él empleando un Sistema de Propulsión con el que intentó empalar a mi colega de trabajo. Lo bueno es que Anthony tiene reflejos rápidos y logró esquivarlo cuando se arrojó contra el suelo hacia su derecha, haciendo que el arma del Zebesiano quedara empalada contra el muro viscoso, oportunidad que aproveché para vaciar mis perdigones sobre él; para mi sorpresa aquello no bastó, no hasta que Anthony vació el barril de una de sus DY357 sobre la criatura, pudiendo destruir su corazón y amputarle el brazo que se le quedó atascado. Sullust, por su parte, demostró ser superior en combate mano a mano que su oponente y lo ultimó al apuñalarlo por la espalda.
Esto apenas comenzaba. Muchos peligros nos aguardaron más adelante, más información acerca de esa nave, pero sobre todo una amenaza muy seria que aún seguía dormida. Debíamos llegar al Cerebrum y apagarlo, o destruirlo, según corresponda. Cruzamos el primer teleportal y todos coincidimos en algo: nuestra visión se distorsionó y seguidamente vimos un destello blanco, para luego reaparecer en otra sección de la nave hundida completamente enteros. NOTA: Esta misión del juego decidí dividirla en dos partes, pues introduciré secuencias y elementos que no existen en el juego y que son parte de Metroid, por ende se va a alargar mucho. Debido a esto es que el gameplay de la misión se verá hasta el siguiente capítulo. |
Mar profundo
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Anular amenaza. Parte 2 |
El teleportal terminó llevándonos a un acceso con una compuerta contigua, pero nos detuvimos momentáneamente debido a que Sullust detectó otro paquete de datos más, que como siempre leyó para nosotros.
Al otro lado nos encontramos con un gran pozo cuyo fondo no se veía, justo al igual que la parte más alta, pero sí había un camino a la orilla unido a un puente sobre el vacío que conectaba con otra orilla con una compuerta. Con cautela cruzamos ese puente, en donde nos percatamos que había múltiples cuerpos en todo el paso, cuerpos de extraños seres que tenían cada extremidad, cabeza incluida, separada de los torsos, pero no parecieron haber sido destazados por algo o alguien. Tenían cabezas con un largo cuerno en la frente y otros cuernos más pequeños en los costados, junto a un único ojo; un par de brazos y una tercia de patas.
Y listos para seguir, Klaus nos detuvo haciéndonos una seña con el puño de su mano.
Efectivamente, aparecieron lo que creí en un principio eran cabezas de estos Alímbicos que volaban por todas partes, pero no eran eso en realidad. Eran androides creados por esta misma gente que hacían la tarea de seguridad, recibían el nombre de Psicobots y por su fragilidad es que nos atacaron en grupos en un momento inoportuno. En medio de un puente sin donde cubrirnos, los Psicobots cargaron sus armas y abrieron fuego contra nosotros, acertando a algunos de los nuestros quienes cayeron por el pozo y se perdieron para siempre; eran fáciles de destruir, me bastaba con dos tiros de mi pistola, pero como se movían mucho era complicado darles. No puedo contar a cuánta gente perdimos, pero sí fue a un buen puñado antes de poder eliminar a esos androides de seguridad. Acabado el conflicto, escuchamos todos unos ruidos lejanos pertenecientes a los sonidos característicos de la K7, la CMP-150 y la Mauler de los Zebesianos, y provenían de la siguiente puerta. Los que íbamos a la vanguardia atravesamos la compuerta y sorprendimos a las tropas extraterrestres y de dataDyne luchando contra más sistemas de seguridad de la nave. Torretas Alímbicas en forma de largos cañones y adheridos a los muros laterales, frente al siguiente teleportal; más androides pero esta vez tratándose de máquinas bípedas, ágiles y resistentes. Los soldados de dataDyne se las arreglaron para destruir las torretas, pero los otros tres androides, identificados como Guardiánes, mataron a esta gente y a los dos Zebesianos que seguían disfrazados de escandinavos (porque aún no revelaban su verdadera identidad a sus aliados, a pesar de que había algunos al descubierto en la sala de control de los teleportales). Estos Guardianes pasaron a enfocarse en nosotros, donde demostraron ser unos enemigos muy duros de lidiar. Pudimos distribuirnos rápidamente y les atacamos luego de perder a cuatro hombres más, uno cayó pero el otro disparó un misil que hirió de gravedad a un dúo nuestro y el tercer guardián se ancló al techo con sus patas mientras se movía constantemente de un lado a otro, al mismo tiempo que seguía disparando.
Saldo total: cinco muertos, una fracción del escuadrón con lesiones que variaron de gravedad, y solo quedaba un puñado capaz de seguir luchando. No fue todo, había otra compuerta que ignoramos al llegar, y los radares detectaron que iba aproximándose una fuerza de ataque de dataDyne y Zebesianos, eso porque escuchamos sus voces desde nuestra posición. Y Klaus, decidido, nos dio instrucciones a nosotros, los enviados de la Astronáutica.
Reaparecimos en otra sección compuesta de múltiples corredores y puntos de control en forma de habitaciones amplias. El Cerebrum debía estar en medio de toda la sección y hacía falta llegar destruyendo una serie de cristales cilíndricos en los puntos de control, que no sé qué eran pero su destrucción nos permitía el acceso a más corredores y salas de este tipo. Avanzamos y fuimos recibidos por más torretas junto a más Psicobots, pero al llegar al último punto de control antes del Cerebrum aparecieron otros robots llamados Voldrums, que salían de una especie de pirámides de energía azul de forma indefinida. Máquinas esféricas con dos cañones, terrestres y mejor blindados que los androides voladores, pero por más que los matábamos no dejaban de aparecer de esas pirámides. Al minuto Sullust descubrió qué hacer.
Funcionó, las pirámides fueron destruidas y ya no aparecieron más de esas bolas con orugas. Tuvimos la total libertad de destruir el pilar cilíndrico del centro que nos abrió la siguiente puerta hacia otro estrecho y corto pasillo con otra compuerta más en el extremo contrario, y cruzando esta siguiente compuerta finalmente nos encontramos cara a cara con el Cerebrum.
Al llegar nada ni nadie nos atacó, por ende creímos que finalmente podíamos darnos un respiro, pero fue justamente lo contrario. Al parecer el Cerebrum detectó que la entrada a sus procesos fue no autorizada, y a nuestro alrededor aparecieron varias criaturas flotantes similares a medusas con una membrana verde. Recibían el nombre de Petrasyles, peligrosos al contacto debido a una sustancia segregada de sus filamentos que podían corroer casi cualquier material, y si bien no eran nada agresivos sí que aparecieron muchos de ellos, inundaron casi toda la sala y era cuestión de tiempo antes de que alguno de nosotros los tocara. Tuvimos que atacarlas, fueron fáciles de destruir hasta para mi Falcon 2, pero no paraban de salir de una serie de conductos ubicados en todo el alrededor, al que matábamos era reemplazado por otro, y así sucesivamente.
Agachados Anthony y yo, seguimos a Sullust a la compuerta que todavía no habíamos abierto, y él sí se podía tomar la libertad de recibir algo de daño al tener una armadura con una protección mucho mejor que nuestros uniformes de operativos. Ya no nos encontramos en otro corredor, esta vez llegamos a una habitación con otro teleportal, uno que iba a llevarnos al núcleo de la nave y que era donde debía estar Wells; pero antes de proseguir nos dimos un respiro y revisamos nuestras municiones. Anthony contó 6 ruedas de balas, yo tres cargadores de mi Falcon 2 y 18 cartuchos de escopeta, mientras que Sullust tenía solamente dos orbes para su arma rara, que le devolví en ese instante, por cierto.
Cuando alcé la vista me llevé el susto de mi vida, porque había una monstruosa criatura suspendida del techo. El tamaño de un león, un único par de patas, una mandíbula cuatripartita, una cola cuya punta era un glóbulo amarillo, y una piel verde-gris tosca. Era algo llamado Ithrak Mayor que inmediatamente se soltó del techo y de ahí saltó sobre Sullust, lo atrapó con sus mandíbulas y demostró tener tanta fuerza como para levantarlo del suelo y arrojarlo violentamente contra un rincón.
En lo que mi colega agente lo tenía ocupado, recargué la escopeta con otros nueve cartuchos y vacié la mitad, nuevamente sin ningún resultado, sin embargo me ayudó a distraerlo y el monstruo me rugió. Cuando abrió sus mandíbulas y mostró su interior salpicante de saliva fue que se me ocurrió una idea en la que tuve que reaccionar muy rápido, y así lo hice, disparé una ráfaga doble justo a sus entrañas y eso sí que lo hirió, escupió un poco de su sangre amarilla y retrocedió, pero igual no fue suficiente para matarlo, solo lo enfureció más e hizo crecer algunos dientes de adentro de sus mandíbulas que expulsó a alta velocidad en mi contra. Si, tal como lo lees, me atacó a distancia con esos colmillos y varios quedaron atascados en mi cuerpo como espinas, pero por suerte pude cubrirme la cara interponiendo mis brazos, y por otro lado, en la parte negativa, quedé muy adolorida y volví a caer de rodillas. Anthony luchó contra el dolor y trató de recargar uno de sus revólveres, pero ya no tenía tiempo, el Ithrak casi me devoró de no ser porque Sullust se recuperó.
Con la mitad de su orbe logró destrozar la anatomía interna del reptil modificado genéticamente, su piel no lo puso a salvo de los tiros potenciados por el modo secundario de la Callisto y simplemente el Ithrak cayó muerto luego de meternos en un apuro. De no ser por Sullust y su arma cuyo sonido de disparo es digno de 64 bits, quién sabe cómo hubiese terminado todo para Anthony y yo.
Cruzamos el teleportal, no había rastro de Sullust hasta que abrimos la próxima compuerta, y nos reencontramos con él, descubriendo que asesinó a dos Zebesianos disfrazados. El lugar en cuestión consistía en un andador en forma triangular suspendido en el aire sobre un vacío oscuro junto a una masa orgánica similar a un cerebelo en el vértice del andador, sobre donde también se encontró una consola analógica; y este cerebelo delató que nos situábamos justo debajo del Cerebrum. Pero lo más importante fue que encontramos al Dr. Wells, acoplado sobre la consola, y sus ojos generados en la pantalla mirando perdidamente frente a él, pero esta mirada demostraba una furia absoluta, era un seño virtual fruncido y ojos llenos de ira.
La coloqué encima de la ranura correspondiente y rogué por que todo saliera bien.
Acabé aceptando que Wells ya había llegado a su destino final, y nosotros tres emprendimos el escape de regreso al sumergible. Advertí de esto a Klaus y los demás.
Una sirena de alerta rezumbó en toda la Mazmorra, las luces se volvieron intermitentes y solo teníamos unos 10 minutos como mucho, que no debimos tardar ni la mitad en volver, pero nos topamos con varios enemigos - tanto de origen alímbico como de la otra alianza - que nos ralentizaron, aunque de menos me sirvió para reemplazar mi ya inútil escopeta por una K7. Al cabo de unos minutos cruzamos caminos con Klaus y el resto de su equipo, que también tuvieron problemas en el camino.
Pues repentinamente uno de ellos fue atacado por uno de los temidos metroides que salió de entre las sombras. Se adhirió encima con sus cuatro mandíbulas y le succionó toda la energía hasta dejarlo inservible, por lo que su cuerpo colapsó en el suelo, e inmediatamente aparecieron más y más de ellos que redujeron a las otras máquinas a tan solo una pila de escombros.
No hubo nada que hacer excepto ignorarlos en lo mayor posible y bloquear las puertas que dejábamos atrás, y aún así sufrimos bajas. Quienes eran atrapados se convertían en algo como momias que pasaban a desintegrarse en partículas de polvo al mínimo contacto con cualquier cosa. Otros que fueron acorralados comprobaron de primera mano que sus balas rebotaban al tocar las membranas gelatinosas, el del lanzacohetes tampoco los pudo destruir, y todos ellos no vivieron para contarlo. Como mucho las armas de mayor poder los hacían retroceder un poco y aquello nos compraba algunos milisegundos más de tiempo. Solo sobrevivimos 10 de nosotros, encendimos el motor del sumergible y regresamos a la superficie, sintiendo fuertes sacudidas a causa de las múltiples explosiones causadas por la autodestrucción, mismas que también se sintieron en la Pelagic II. Escapamos a duras penas, y Wells pereció en el fondo del abismo oceánico, pero su sacrificio no fue en vano, pues la Mazmorra y las terribles armas que albergaba fueron eliminadas para siempre. Un desastre a nivel galáctico fue evitado, y el enemigo quedó al borde de la derrota. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Acto 7[]
Bonus
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La venganza de Mr. Blond |
Las armas biológicas fueron nuestra mejor baza para el exterminio de los Chozo, hallar esa cápsula de auxilio perdida en la inmensidad del cosmos se sintió como un regalo divino para nosotros, los Zebesianos; de no ser por esta errante cápsula alímbica, jamás hubiéramos conocido la existencia de los Metroides en el fondo del océano de aquel horrendo planeta. Pero esta esperanza se ha desvanecido, y aún así hemos decidido no rendirnos. De una forma u otra los Chozo caerán, y la galaxia se pondrá de rodillas ante nosotros. La incompetente de Madeline Bergman, líder de la corporación humana dataDyne, ha echado a perder la causa Zebesiana. Ha huido de su torre lumínica cual rata acorralada en un laberinto, y ha escapado hasta de su propio gobierno que también la busca. Pero nosotros hemos conseguido localizar su ubicación primero: se oculta en un planeta colonia de la Federación, resguardándose en un refugio de su ya decadente imperio. Debes capturarla y traerla ante la justicia Zebesiana. Su reducto recibe el nombre de Ravine, una central de energía geotérmica levantada sobre una falla volcánica, y es aquí donde has de dirigirte. Tu primera tarea es colocar la Bomba de Tiempo en su caldera principal, que una vez destruida el efecto en cadena hará el resto. Otros agentes ya se encargaron de demoler la torre lumínica en donde los ineptos científicos de dataDyne experimentaban con nuestra tecnología, pero no está de más ser precavido con esta central geotérmica. Toma precaución con las últimas fuerzas que Madeline Bergman tiene todavía a su disposición, especialmente su cuerpo privado de guardaespaldas. Estas guerreras están dirigidas por una individual que se hace llamar Georgia McHenry. Elimínala para prevenir cualquier intento de represalia dirigida contra los Zebesianos por parte de los remanentes de esta corporación traicionera. Puede que sea hilarante pensar que unos simples humanos logren exterminar a los Zebesianos, pero jamás debemos subestimar el poder de la venganza. No lo olvides, Madeline Bergman, esta vil humana, debe pagar por sus crímenes ante los ojos de nuestra gente. Debes escoltarla hacia el helipuerto donde los esperará una de nuestras naves antes de que todo el complejo sea consumido por la roca fundida. Y así fue como Mr. Blond se dirigió al planeta 2466 URSA para hacer pagar a Madeline por todos los fracasos hasta entonces. La Central Geotérmica no era un lugar fácil de invadir sobre todo a su ubicación, pero también debido al diseño de su interior y a las fuerzas de seguridad. Mr. Blond, en su disfraz escandinavo, logró infiltrarse justo en medio de un almacén de materiales al aire libre.
El complejo se mezclaba bien con el entorno natural árido y rocoso, tanto que los constructores no llegaron a molestarse a pavimentar todo, dejaron intacta mucha roca madre y esto no supuso un problema para nadie. Fue el caso de aquel almacén por donde se podía acceder a las cavernas candentes mediante una cueva que atravesó. Llegó a la falla principal, un cañón cubierto de magma en el fondo, andadores estrechos en los muros de roca, plataformas principales que algunas ascendían y descendían como si fueran ascensores, múltiples señalamientos y un calor sorprendentemente soportable debido a una serie de complejos sistemas de enfriamiento instalados alrededor. Blond fue preparado con un dispositivo de invisibilidad con el que pasó inadvertido frente a las guardaespaldas de Madeline que hacían sus tareas de patrullaje. Una conversación entre dos de ellas situadas, ambas situadas sobre una plataforma, reveló información útil.
La oficina, era la ubicación de Madeline y Blond sabía a dónde ir gracias al mapa del complejo que se le proporcionó previamente. Avanzó por aquel acantilado con magma en el fondo usando los andadores metálicos, pero se detuvo cuando vio a una guardaespaldas saliendo de otra cueva justo al frente e iba a pasar por el mismo andador. No había forma de evitarla, así que Mr. Blond le propinó un golpe directo a la cara que hubiese dejado inconsciente a cualquiera, pero tratándose de Blond, un Zebesiano encubierto, el golpe fue mucho más duro y rompió el cráneo de aquella mujer hasta dejar hecho pulpa su cerebro también. Fue una muerte silenciosa, no hubo ningún ruido percibible para algún oído, y para eliminar cualquier evidencia Blond empujó el cuerpo hacia la fosa de magma. Eliminado este problema él siguió avanzando, entrando por la misma cueva de donde salió la guardaespaldas, acceso que lo llevó a un área cuadrada con la caldera encerrada en una jaula de malla ciclónica al centro; el camino en el contorno del lugar descendía algunos metros, estando la puerta de la jaula en la parte de abajo. Mr. Blond abrió la puerta metálica y colocó una bomba adornada con picos sobre el mecanismo, y si bien apagó su camuflaje para ahorrar batería al no haber nadie cerca, no se percató que había una cámara autónoma que lo detectó e hizo sonar la alarma en todo Ravine. O de hecho no, quizás Blond se dejó detectar adrede, buscó el conflicto siendo parte de una civilización guerrera que disfruta del calor de la batalla, y probarse a sí mismo contra las fuerzas de Bergman era su oportunidad de oro. Blond abandonó la jaula y siguió el mismo camino ahora hacia un acceso a una sala de control, consistiendo en un largo pasillo completamente cubierto de concreto, con tuberías de diferentes tipos (agua, luz, gas, etc.) y luces blancas. Aquí se encontró con dos guardaespaldas que empleaban una CMP-150, pero cuando le dispararon descubrieron que Blond llegó con un escudo de energía equipado, cosa que lo salvó de las ráfagas y le permitió a él responder a esta agresión; Blond usó su Mauler y las mató de a dos tiros normales a cada una, siguió avanzando y escuchó a más enemigas llegar por donde él vino, así que rápidamente se giró y disparó a una tubería de gas. Esta acción no causó ninguna explosión, pero sí dejó una abertura por donde el gas escapó a presión, pero el disparo también lo encendió y aquello formó un chorro de fuego que incendió a una de las de este trío, y si bien no murió y no sufrió quemaduras debido a que sus compañeras pudieron apagarla a tiempo, sí que dio tiempo a Blond de continuar sin ser interrumpido por una serie de escaleras que lo devolvieron al primer nivel.
Blond se dirigió a tomar el ascensor flotante que tenía cerca hacia el segundo nivel, donde fue rodeado por todos lados: arriba en la plataforma y andador, e igual en el nivel donde estaba. Guardaespaldas y tropas de choque armados con las DY357, Mr. Blond quedó rodeado y sin posibilidad de escape.
La plataforma donde atraparon a Blond se llenó de balas y resultó con severos daños, tanto que quedaron enormes huecos en cuyo interior se podía apreciar las varillas de acero que eran el esqueleto de la estructura, sin embargo no hubo ningún rastro de Blond. Pasa que este Zebesiano hizo uso de sus habilidades sobrehumanas y dio un salto tan alto que ningún atleta olímpico humano sería capaz de igualar, y con eso llegó al segundo nivel sin necesidad ya de emplear el ascensor. Lo que es más, cayó detrás de Georgia y desactivó tanto su disfraz como su camuflaje, y con su cuchilla empaló a la capitana por la espalda hasta afuera del pecho. Con ella muerta, Blond pasó a eliminar a quien tenía cerca con otros movimientos de cuerpo a cuerpo a los que nadie pudo reaccionar excepto por una guardaespaldas que llegó a interponer su escopeta al frente, pero su arma no bastó para detener la cuchilla láser del Zebesiano, que no solo atravesó la escopeta sino que también le propinó un golpe mortal a su usuaria.
Blond retrocedió un poco y tomó un cinto de granadas de uno de los cadáveres, y solo le bastó activar una que dejó caer en el nivel inferior, lo que provocó una gran explosión que derribó gran parte de la plataforma y de dos andadores llenos de fuerzas de dataDyne, por lo cual ellos inevitablemente cayeron en el flujo de magma al fondo. El Zebesiano restauró su disfraz y siguió caminando, pasó por una cueva más larga y con un muro incandescente de roca a punto de fundirse, lugar donde lo interceptaron dos tropas de choque; ellos abrieron fuego e increíblemente dieron en el blanco, pero no fue suficiente para vencer a esa armadura del verdadero Mr. Blond, y los trajes de estos soldados no estaban hechos para poder soportar los rayos reforzados de la Mauler. Blond continuó su avance a contrarreloj porque la bomba que dejó previamente seguía corriendo su temporizador, pero mantuvo la calma todo el tiempo, y al recorrer un camino natural en una parte alta fue que ubicó el edificio con la oficina de Bergman, y justo a un lado de él el helipuerto. Una nave de dataDyne estaba llegando y del edificio salió Madeline acompañada por seis guardaespaldas suyas.
Pero a 50 metros en el aire sobre el helipuerto, la aeronave recibió un ataque que la hizo perder el control hasta estrellarse a lo lejos en un punto desconocido. Mr. Blond usó el modo secundario de su Mauler para recargar un tiro con el poder suficiente como para derribar un vehículo aéreo como ese transporte. El cuerpo de mujeres escoltas abrió fuego contra el Zebesiano, pero este repitió nuevamente su estrategia de volverse invisible para tomarlas por sorpresa. Una a una fueron cayendo, mutiladas o asesinadas de un tiro limpio en un punto vital de sus cuerpos, y la última fue la que logró debilitar el escudo de Blond con una ráfaga bien conectada de su escopeta, pero igual no sobrevivió cuando su corazón fue alcanzado por una bala de energía.
Con la Falcon, Bergman solamente le causó daños menores a Blond, y él acabó desarmándola al darle un roce en su mano con su guadaña de energía. Y para este punto Madeline desconocía la verdadera identidad de Blond, pero finalmente conoció la verdad cuando el Zebesiano se despojó de su disfraz holográfico. Otra nave llegó y aterrizó sobre helipuerto en ese instante, esta vez tratándose de un transporte Zebesiano como el que interceptó al Fuerza Aérea Uno.
El piloto despegó y la bomba detonó, provocando la desestabilización de toda la falla volcánica que derivó en fuertes erupciones. Se calcula que en menos de dos minutos toda la base colapsó, el trabajo de ingeniería con la que se construyó no pudo contra el poder de la naturaleza en forma de roca fundida y terremotos. Ahora lo que quedó de dataDyne cayó en manos de los Zebesianos, y reunidas todas sus fuerzas se prepararon para vengarse de quienes han sido su mayor obstáculo: la Astronáutica Atena. ATENCIÓN: Esta misión si existe en el juego, pero he decidido modificarla y ambientarla en otro lugar que no es la torre Lucerne, sino en el mapa Ravine de Perfect Dark Source (que se puede ver aquí a partir del minuto 7:02 al 10:08). Esto para dar variedad y no repetir la torre Lucerne de nuevo, pero igualmente dejo el gameplay de la misión: Aquí |
Astronáutica Atena
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Defensa |
La existencia de los Chozo dejó de ser un secreto, y ellos más pronto que tarde acordaron con el Presidente Dane un encuentro formal en el planeta Tierra, el primer contacto entre la Federación y los Chozo, y Adam Malkovich también fue invitado en nombre de la Astronáutica Atena. El gobierno quedó en deuda con los hombres pájaro y con nosotros por haber estropeado los planes de dataDyne y de los Zebesianos, algo que de no haber logrado hubiese colocado a toda la galaxia en un espiral de caos sin precedentes. Por ende, además de reunirse dos representantes importantes, Dane y el Emperador Chozo, mi agencia también iba a recibir honores. Anthony y yo también fuimos invitados, pero a Anthony no le agrada la formalidad ni sus protocolos correspondientes, y pasó de la invitación, así que solamente iba a ir yo junto con Adam, dos agentes de nivel C, y el piloto Lyle que iba a llevarnos al Cuartel General de la FG. Tomé mi mejor vestido para la ocasión... o debería decir el único que tenía, uno largo y de color azul celeste que ni recuerdo en dónde fue que lo compré; me hice otros arreglos bastante comunes, destacando sobre todo el corte de cabello que me hice al ya tenerlo maltratado luego de tantas misiones movidas. Me tomó aproximadamente una hora en arreglarme, colocándome ya al final mi transmisor de oído con la versátil lente que tiene instalada, de ahí abandoné mi habitación y me dirigí al hangar, donde tanto Lyle como los agentes de escolta ya estaban listos, el único que faltaba era Adam, y no fue nada puntual.
Conversamos un rato para matar el tiempo de espera, y tras varios minutos finalmente Adam había llegado pero con otro atuendo algo diferente al que siempre usa: un smoking blanco adornado con un moño negro y un pantalón del color del moño, siendo un conjunto que en él (ni en nadie en caso de usarlo) se veía bien, consecuencia de que no hay nadie que lo asesore en su imagen, incluso Anthony lo miró raro pero de forma discreta. Digamos que parecía un ventrílocuo, con todo respeto.
AR34. Configuración bullpup y diseño estándar, la AR34 es un rifle de asalto bastante genérico, inferior a otros fusiles como el K7 o ambos modelos del Dragón, pero al mismo tiempo tiene un costo menor. Diseñado por la Astronáutica Atena, posee un buen rango y una capacidad decente del cartucho, pudiendo almacenar hasta 30 balas. No posee un modo secundario de fuego, algo que Maurice quiere corregir a toda costa para poder competir con otros fusiles. Velocidad de disparo: 750 balas por minuto. En venganza por haber hecho trizas el gran plan con los Metroides, los Zebesianos decidieron moverse en contra de la fuente de sus más grandes problemas: la Astronáutica Atena. Llegando en el momento más inoportuno y con una organización como nunca había visto, recayó en mí y el resto de los agentes la tarea de salvar lo que se pueda de la agencia ante su posible destrucción total. Los dos escoltas permanecieron en el hangar cuidando de Malkovich, quien se resguardó adentro de la nave por indicación de estos agentes, mientras que yo regresé a la planta baja y me detuve justo antes de llegar, pues primero observé de reojo la situación para pensar mi próximo movimiento, y vi a los soldados de dataDyne, armados con K7 y protegidos con escudos, enfrentando a nuestros hombres de la Astronáutica. Fue en ese momento cuando las puertas principales fueron derribadas por la fuerza bruta de un Zebesiano, y este llevaba un arma distinta a las Mauler que conocíamos hasta ahora, algo que recibía el nombre de "Destripadora". Destripadora. Un arma pesada diseñada para usarse con ambas manos y teniendo un triple cañón en cadena con aspas filosas. Una de las armas más mortíferas y repulsivas que puedas conocer, que en manos con la fuerza necesaria se convierte en tu peor pesadilla, pero en las manos de alguien más débil como un humano se vuelve terriblemente inefectiva debido a su retroceso, y en este caso hay que apoyarla sobre un bipode. Su modo secundario de fuego consiste en solamente girar los cañones sin disparar una sola bala, pero esto puede ser aprovechado para un combate cuerpo a cuerpo donde las aspas destriparán al objetivo. Capacidad del cargador: 200 balas. Cadencia de disparo: 1800 balas por minuto. El Zebesiano con esa arma causó severos daños al entorno y también abatió a varios agentes, todos ellos acabando con enormes huecos en sus cuerpos. Este enemigo no soltó los dos gatillos del arma y siguió causando destrozos, obligando a nuestras fuerzas a ocultarse y dar paso a los hombres de dataDyne. Desde luego que no lo permití y sorprendí a este alien desde su costado, le apunté a la cabeza y disparé las balas suficientes como para quitarle su escudo y darle el tiro de gracia; aprovechando la conmoción también maté a otros soldados más antes de que desviaran su atención hacia mí, pero al hacerlo mis otros colegas volvieron a la carga y me permitieron reunirme con ellos.
Pasemos un momento con Anthony. Combatía junto a algunos agentes a quienes les pidió cobertura, solo así logró huir temporalmente del conflicto para adentrarse todavía más en aquel laberíntico lugar del instituto, que en esencia era el área de mantenimiento. En su camino a las máquinas de control para las torretas, se topó con algunas tropas de choque de dataDyne que más o menos eliminó con relativa facilidad debido al poder de sus dos armas DY357, y siendo el segundo mejor agente no tuvo ningún problema en hacer el trabajo él solo. Pudo abrirse paso hasta llegar a las consolas correspondientes, encontrándose con los cadáveres de los encargados originales de tales máquinas.
Logré reincorporarme y fui a salvar a los rehenes, pues bien lo ha dicho Adam antes y siempre lo dice a los nuevos que vienen a trabajar con nosotros: la Astronáutica es su gente, no el edificio. Mi lente tenía conexión con las cámaras de seguridad y, gracias a ella, supe que los rehenes estaban en las oficinas importantes y adentro mucho de nuestro personal clave. Decidí ir primero a la armería, y justo antes de abrir la puerta escuché disparos de adentro, así que no lo pensé más y entré. Me encontré con que Maurice y K.G. tenían armas ocultas en casos de emergencia, y en un descuido por parte de sus captores las tomaron y abrieron fuego contra ellos, a la vez que se movieron con velocidad a un lugar dónde cubrirse. Estas armas eran pistolas Falcon, y obviamente no fue suficiente para asesinar al enemigo con sus escudos, pero de menos sirvió para distraerlos y que descuidaran la puerta de acceso, por lo tanto no vieron venir el instante en el que los sorprendí y los acribillé por la espalda con mi último cargador. Por fortuna, Maurice y K.G resultaron ilesos, se cubrieron con una saliente de un muro en la galería de tiro.
RC-P120. Basada en el venerable subfusil FN P-90 de a finales del siglo XX, el P-120 es el arma secreta de Atena y el nuevo invento estrella del dúo de la armería. Utiliza un tipo de munición hecha a partir de un mineral especial (especificaciones no conocidas) que, combinada un altísimo ratio de disparo y un cargador mucho más extenso de lo normal, hace de esta arma una herramienta perfecta para ser usada en contra de los Zebesianos y cualquier enemigo protegido con escudos de energía. Este subfusil tiene instalado un dispositivo de invisibilidad que camufla al usuario al activarse, pero que se desactiva cuando decide abrir fuego, y es esto su modo secundario de fuego. Los cargadores largos de balas se insertan por arriba del arma bajo la agarradera con agujeros, mientras que las baterías para el camuflaje se introducen en la ranura trasera que lo hace parecer tener una configuración bullpup. Velocidad de disparo: 1100 balas por minuto. Capacidad del cargador: 120 balas. Duración de la batería para el camuflaje: 25 segundos. Quería felicitar a Maurice y a K.G por esta nueva arma, realmente me gustó y más cuando la puse a prueba justo al salir de la armería. Me topé con dos soldados de choque a los que les disparé sin chistar, y en un parpadeo pude atravesar sus escudos y sus armaduras sin que ellos pudieran reaccionar de ninguna manera mas que cayendo muertos en el suelo. El arma me ayudó mucho en abrirme paso y en evitar conflictos gracias al camuflaje, y entonces llegué a la segunda habitación con rehenes, a la sala de realidad virtual. Antes de entrar miré la situación en mi lente y descubrí algunas cosas. Aparentemente había seis rehenes y cuatro hostiles vigilándolos, pero se me hizo extraña la presencia de tantos rehenes adentro y algunos de ellos no se me hacían familiares, así que cambié la visión de la cámara a infrarrojos y encontré algo interesante: tan solo había tres rehenes, los otros eran proyecciones holográficas que los tres empleados de verdad programaron antes de ser recluidos. Tomando esto en cuenta, abrí la puerta de forma abrupta y ahí los vi, a los rehenes arrinconados contra el muro negro.
Y rápidamente se enfocaron en mí, pero no les di tiempo de actuar, simplemente apreté el gatillo y ellos, al estar formados uno al lado del otro, cayeron como fichas de dominó con tan solo una ráfaga larga de este poderoso prototipo.
De ahí me dirigí a rescatar a James, a Orsic, y a otros tres de sus ayudantes, pero a medio camino hacia al ascensor entré a un área de conflicto, donde un soldado dataDyne eliminó a un trío de nuestros agentes usando una única arma de gran poder explosivo, un lanzagranadas con el nombre de "Devastadora". Devastadora. Un lanzagranadas de largo alcance manufacturado por dataDyne, siendo una de sus más recientes novedades. El modo primario dispara granadas en parábola, mismas que tienen un poder todavía mayor al del lanzagranadas de la Superdragón. El modo secundario activa un campo magnético alrededor de la bomba, lo que le otorga adhesión por un pequeño rato. Cuando este tiempo llega a su fin, el campo se revierte y la bomba cae de su lugar de adhesión para acabar explotando. Este modo secundario es útil por la razón de que las granadas tienden a no detonar durante el primer contacto con una superficie, sino hasta que rebota dos o hasta tres veces. El cargador, de ocho granadas, se inserta en la lateral izquierda del arma. Maté al usuario del lanzagranadas, y las cámaras me alertaron de un pequeño escuadrón aproximándose por un acceso cercano, así que corrí a tomar el arma del enemigo, activé el modo secundario y dejé una mina lapa sobre el marco de la entrada, y fui demasiado precisa porque el campo magnético de la granada se revirtió y detonó sobre el escuadrón, sin dejar ningún superviviente. Hecho esto fui a retomar mis deberes. Subí al ascensor, irrumpí en la oficina de James y maté a los dos soldados que los retuvieron contra su voluntad, dando así la libertad a los rehenes de huir.
Y solamente quedaba la oficina de Lily y Jeff, habiendo otros dos soldados enemigos más. Fue igual que antes, respiré hondo, controle mi pulso, abrí la puerta y abatí a ambos objetivos, y los rehenes quedaron a salvo.
Ni él ni yo teníamos una solución para este problema, pero no fue hasta que mis ojos se posaron sobre el escritorio de Lily Thran y mi mente tomó en cuenta lo que ella quería decirme. Mencionó que había algo en su escritorio, pero no había forma de abrirlo sin el código de acceso, sin embargo esta cerradura no tenía una encriptación muy buena que digamos, y mi conector de datos lo abrió con facilidad. En su interior me encontré con un cortador láser. Cortador Láser. Desarrollado en conjunto por el equipo de la armería y de los dispositivos especiales, el cortador láser se coloca en el antebrazo por un orificio en la muñeca de la mano con dos modos de fuego. El primer modo permite disparar láseres en modo semiautomático que no ocasionan demasiado daño, mientras que el modo secundario dispara un rayo continuo capaz de cortar placas metálicas gruesas, pero con un rango limitado. Es más cómodo llevar uno de estos que un cortador de iones. Me coloqué esta herramienta y me dirigí a la oficina de Adam empleando el modo de invisibilidad de mi RC-P120, y una vez adentro procedí a cortar la caja fuerte. No tardé más de 20 segundos en conseguirlo, la placa de metal cayó sobre el suelo y adentro estaba una pequeña tarjeta de memoria que estampé contra el suelo, y por último le di algunos pisotones con uno de mis tacones hasta dejarlo inservible.
Bajé a la planta baja de regreso al camino hacia los hangares y al helipuerto, tuve que pasar nuevamente por la entrada principal, en la recepción, y encontré que los Zebesianos superaron a nuestras fuerzas. Maté a algunos extraterrestres antes de decidir que lo mejor era pasar de ellos estando camuflada, pues eran muchos y con armas de extremo poder en sus manos, fueran las Destripadoras o las Mauler, me pusieron en aprietos y ni las protecciones presentes en toda la arquitectura del complejo serían suficientes para mantenerme a salvo. Usé fuego de supresión contra una agrupación, ellos retrocedieron un poco y aproveché para volverme invisible; pasé entre ellos sin que se dieran cuenta, cambie de batería y seguí andando hacia el helipuerto. Ahí hallé a la nave Zebesiana con la escotilla inferior abierta, pues de adentro salieron las fuerzas enemigas que invadieron la recepción, y me adentré hasta dar con las consolas de mando.
La cosa es que el virus hizo despegar a la nave del suelo y tuve que correr como alma que lleva al diablo para salir de ella, salté de la orilla de la escotilla a una altura baja que no me causó ningún daño salvo por algunos raspones, y entonces la nave se elevó más y más, para finalmente alejarse lo suficiente y explotar en el aire. ¿Lo malo de todo esto? Mi caro vestido quedó con rasgaduras, y además rogué por que no hubiese más problemas.
Me dirigí a la misma nave que nos llevaría al Cuartel de la Federación, pero al estar cerca de ella fui atacada por la espalda. Eran los Zebesianos y entraron por montones, poniendo en riesgo la integridad de la lanzadera y de todos sus tripulantes. Yo me vi obligada a ocultarme detrás de unas cajas, porque de seguir avanzando podían matarme ante tantas ráfagas disparas en mi contra.
Pero no iba a ser posible, era demasiadas balas de por medio, e incluso uno de los agentes recibió un impacto en el hombro que lo hizo caer de espalda.
La lanzadera abandonó el complejo gracias a mi sacrificio, y yo ya no pude resistir más. Tras haber matado a cuatro alienígenas más, uno que jamás había visto, pero que era reconocible por su armadura de color olivo y visor amarillo, me tomó por sorpresa al aparecerse sobre otro montón de cajas detrás de mí. Quise atacarlo, pero este no hizo casi nada para vencerme, simplemente empujó un par de cajas pesadas que cayeron sobre mí. Aparte de que sentí unos golpes muy duros, una caja impactó sobre mi cabeza y me dejó inconsciente al instante. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Nave de Ataque
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Asalto |
Quisiera saber cuánto tiempo permanecí inconsciente, pero no hay duda que fue el suficiente tiempo como para reaparecer en un lugar lejos de la Astronáutica, pero sobre todo lejos del planeta Tierra. Desperté confundida y con jaqueca por el impacto que recibí previamente, pero tras recordar los sucesos recientes pude enfocarme y ver a mi alrededor con mi vista aún nublada. Un entorno metálico en su totalidad y cerrado, de apenas unos 5 x 5 más o menos. No tardé en deducir lo que era ese lugar.
Las cosas se pusieron feas cuando escuchamos pasos acercándose a nuestra celda, y mi oído entrenado me dijo que esos pasos eran de un solo hostil.
La puerta se abrió y acerté cuando dije que era un solo Zebesiano, entonces Madeline escapó de la celda y pasó por debajo de nuestro custodio, quien tuvo una reacción lenta ante esta fuga. Antes de que la puerta volviera a cerrarse, y esta vez sin el cerrojo activado, pude ver cómo el Zebesiano se giró y persiguió a Madeline. Lo último que escuché de ella fue un grito desgarrador. Y no me quedó de otra que reconocer su sacrificio, fue algo que me esperaba de cualquier otro menos de alguien como ella. Atravesé la puerta y me encontré en un bloque de celdas, con más puertas a los lados de un pasillo no tan largo ni tan corto, y siendo el extraterrestre de antes el único custodio vigilando el lugar, lo cual me permitió deducir que nosotras dos éramos las únicas prisioneras y que, al estar aparentemente desarmadas, no fue necesario mantener una vigilancia estricta. Y hablando del Zebesiano, sostenía el cadáver de Madeline desde el cuello y la tenía levantada por encima del suelo, delatando que ella gritó al momento de ser atrapada y luego el captor le rompió su cuello con suma facilidad gracias a su fuerza sobrehumana.
Apunté a la cabeza del enemigo y arrojé el cuchillo, la hoja se enterró en él pero ni mi fuerza ni el filo del arma fueron suficientes como para incapacitarlo o matarlo directamente. Tan solo sintió un dolor punzante que lo hizo soltar a Madeline, rápidamente tomó su Mauler presente sobre una mesa a su lado y se giró para dispararme; al principio pensé que su puntería era paupérrima siendo que no acertó ni un solo tiro y logré cubrirme en una saliente, pero pronto entendí que el veneno avanzó por su torrente sanguíneo hasta llegar a su cerebro, y aquello afectó todos sus sistemas habidos y por haber. Ni siquiera tuve que enfrentarlo, el veneno se encargo de darle muerte en menos de quince segundos, y con este problema solucionado obtuve un arma mejor que el cuchillo que le retiré de su cráneo. Siendo la Mauler desconocida para mí, primero me familiaricé con ella. Ubiqué el gatillo, el cañón, el cargador y la mirilla láser, pero había un botón que no supe qué podía hacer; mi curiosidad me superó y lo presioné, descubriendo así que aquello activaba el modo secundario de disparo cargado, que podía serme muy útil contra los duros Zebesianos. En la misma mesa donde el Zebesiano tomó su arma también encontré otra cosa: mi comunicador con lente táctica. Este artefacto me lo quitaron mientras me secuestraban y se lo encargaron al custodio, y rápidamente traté de contactar con alguien de Atena sin tener éxito; pero no se puede decir lo mismo de Sullust, a él le hablé y me contestó.
Tomé el ascensor que me elevó a una encrucijada en la que me hubiese perdido de no ser por el mapa que Sullust me envió. Pude ubicar la sala de control en el camino de la izquierda, así que tomé esa dirección y avancé con suavidad pero a la vez con velocidad; el problema llegó a medio camino que se activó una torreta perimetral cuando me detectó, una Torreta Tormento que parecía ser una Destripadora adherida al techo, pero más peligrosa siendo que me atacó con rayos de mayor intensidad. Afortunadamente salí librada de cualquier daño y destruí esa torreta con un solo tiro cargado, permitiéndome continuar hacia el ascensor que debía tomar. Descendí una vez más y al salir del cubículo tuve que enfrentarme a dos Zebesianos que merodeaban en la sala. Al primero lo fulminé de un tiro cargado en la espalda, pero el segundo me dio batalla y nos enfrentamos en un tiroteo, con él protegido por unas barreras de metal desde donde me arrojó una granada, y yo me coloqué contra un muro tras alejarme del radio de detonación. La situación fue mala para mí porque casi me quedé sin balas en el intercambio de ataques, solo contaba únicamente con el cargador del objetivo que recién maté y que no podía desperdiciar más. Pero fue al observar este cuerpo que descubrí que también tenía una granada consigo que podía a librarme de aquel problema, así que dirigí algunos disparos sencillos de mi pistola solo para obligar a mi oponente a cubrirse, y este moméntum lo usé para acercarme al cadáver, tomar su granada y arrojarla detrás de sus barreras metálicas. No sobrevivió a eso y yo seguí con lo mío, pero había un problema.
Los nuevos visores de rayos X, parte de los prototipos que encontré en los laboratorios de la torre Lucerne. Se caracterizan por ser una mezcla de infrarrojos con rayos X, lo cual crea un espectro único en el que se puede detectar a cualquier amenaza invisible mediante los colores térmicos que varían del azul al rojo intenso. Cuando mi lente se actualizó hice la prueba, vi mi mano y todo mi cuerpo, este modo de visión me permitió ver mis propios huesos e ignoró lo demás, llámese carne y piel a excepción de mis órganos vitales; este espectro de visión también ignoró la estática de las consolas, lo cual reveló que ocultaban ocho símbolos, con cuatro de ellos repitiéndose en la pantalla del centro. Hasta el menos intelectual pudo ser capaz de deducir lo que uno tenía que hacer: pulsar con un dedo a los símbolos de las ocho pantallas que correspondían con el monitor del centro, de izquierda a derecha. Lo intenté con los escudos y los desactivé, luego con la puerta del hangar y terminó por abrirse. Al poco tiempo resonó en toda la nave una sirena de alerta, así como ruidos pertenecientes a un fuerte tiroteo. Y bueno, dispuesta a ir al hangar a ayudar a mis aliados, me detuve porque el ascensor había ascendido y de nueva cuenta volvió a descender, lo cual era señal de que alguien lo estaba usando. Me preparé para combatir, pero Sullust me contactó.
En efecto, Sullust llegó junto a otro Chozo con una armadura similar a la de mi conocido, excepto que su armadura carecía de las hombreras grandes y redondas, y en su lugar poseía hombreras planas con un pico extendido hacia afuera. Sullust traía consigo una maleta grande como las que usas para viajar, e igualmente tenía algunas ruedas para poder desplazarse por el suelo.
Sí, muy útil, mejor que el mismo atuendo que se supone usaría para la ceremonia del encuentro entre la Federación y los Chozo, pues aún lo seguía usando cuando estaba hecha prisionera. Me cambié lo más rápido posible y me equipé con esas armas, quedando lista para la batalla en el crucero.
Pasa que el combate seguía suscitándose en el hangar, con la nave Chozo (de apariencia alargada y cuyo casco recuerda la forma de un halcón peregrino) ofreciendo fuego de cobertura con sus cañones antipersona y el resto de la tripulación combatiendo a las hordas Zebesianas. Rápidamente nos unimos nosotros al combate y facilitamos las cosas.
Aparecieron Zebesianos desde todas las compuertas, y fácilmente nos superaron en número al ser solo 22 por nuestro lado, pero el entrenamiento de este escuadrón Chozo demostró que valía más que la ventaja numérica. Aún así dos de los nuestros murieron ahí mismo, uno al recibir de lleno una ráfaga cargada de una Mauler en el pecho, y en represalia yo maté a su agresor con una ráfaga bien conectada de mi fusil de asalto; Sullust fue quien mató a un artillero equipado con una Destripadora que fue el responsable de abatir a un Chozo y de dispersar a los demás, y solo le bastó con tres tiros explosivos para acabar con el problema.
Subimos al segundo nivel, caracterizado por sus angostos corredores y toda habitación en general, lo cual dificultaba todavía más el avance, especialmente por las torretas perimetrales. Era un absoluto desorden en el que hubo varias víctimas fatales por nuestra parte, pero nadie estaba dispuesto a retirarse, menos porque estábamos cerca del objetivo. Estando a punto de entrar a la sala de los motores, Sullust dio una orden a su lugarteniente.
Seguimos por algunos corredores angostos más, matando y destruyendo sistemas de defensa, entre los cuales encontramos unas unidades nuevas (al menos para mí) llamadas Garrapatas Mecánicas, robots pequeños del tamaño de una garrapata que pueden caminar sobre cualquier superficie y disparar desde sus ojos. Por suerte no fueron muy resistentes, algunas balas de mi fusil bastaron para destruirlos, y no fueron suficientes para detenernos. Sullust y yo llegamos al motor principal, que era un pilar de energía mismo que se absorbía mediante unos soportes conectados con gruesos cables a los propulsores traseros de la nave, pero lo extraño es que no había ninguna consola para provocar un sabotaje.
Así de simple, hubo que crear explosiones aquí, por allá, y alrededor de todo ese pilar de energía hasta que acabamos con todos los soportes. La nave ya no podía entrar a hiperespacio, tan solo desplazarse en el vacío por pura inercia. Y terminada esta tarea, Sullust sintió que estábamos en peligro gracias a sus sentidos superiores, y entonces se agachó porque un enemigo invisible casi lo decapitó con una guadaña láser. Ante un enemigo que empleaba ataques cuerpo a cuerpo, Sullust desenvainó su daga y logró acuchillar al hostil invisible, llegando a dañar su dispositivo de camuflaje pero sin herir a su portador. Descubrimos que era Weavel, anteriormente conocido como Mr. Blond.
Ambos contendientes caminaron en círculos un par de segundos hasta que Weavel dio el primer golpe. Fue un duelo de armas blancas a muerte, pero en gente como ellos el espectáculo era magnificado, ambos poseían una velocidad casi imperceptible para casi cualquier tipo de ojo, y sin darse cuenta también estuvieron provocando daños a su alrededor, dejando profundas marcas sobre los muros metálicos y toda la maquinaria. En cierto punto ambos se hirieron uno al otro, pero nada de gravedad: Sullust quedó con un arañazo en el antebrazo y Weavel con una puñalada poco profunda en su clavícula. Pero al ver que Weavel no sangró, Sullust decidió escanearlo y descubrió su verdadera naturaleza.
Sullust siguió con una combinación dada primero en el cuello, luego en un costado y un tercero dirigido a la clavícula, pero todos estos ataques fueron bloqueados y Weavel tomó su turno, agitando su guadaña por sobre toda dirección posible y dispuesto a dar un golpe final directo a la garganta. Sullust se dobló hacia atrás para esquivar, rápidamente volvió a enderezarse para girarse 180° y frenar un tajo mortal con ayuda de su arma. En tanto los demás llegamos al puente de mando, donde nos esperó una fuerte resistencia. Fue muy complicada esta parte de la misión, gasté todas las rondas de mi Fénix prestada y tuve que descartarla para volver a mi fusil convencional, pero igualmente tenía pocas municiones y tan solo me duró cuatro cargadores más, hasta que también me deshice de ella y me quedé solamente con mi Falcon 2.
Este tiroteo fue de las cosas más intensas que había vivido en toda mi vida, quedando solo por detrás del ataque a Atena y de lo que sucedería después de esto. ¿Y Sullust? Siguió combatiendo contra Weavel, ya quedando ambos con heridas de mayor gravedad (aunque todavía sin poner en riesgo la vida de alguno de ellos) y más cansados también. En este punto se decidió el ganador de la contienda. Batallaron un poco más con feroces acometidas, hasta que un mal movimiento de Weavel permitió que Sullust pudiera colocar su pata derecha sobre el cuello del cíborg, y al tener garras de ave de presa pudo enterrarlas hasta lograr tocar el espinazo del Zebesiano, que junto a su cerebro y a su corazón eran los únicos elementos orgánicos que seguía conservando de su cuerpo original. La cabeza de Weavel colgó de su cuerpo gracias al espinazo, sus sistemas comenzaron a fallar y empezó a moverse erráticamente, asestando cuchilladas erráticas por todas partes. Weavel se alejó con tal de salir ileso y dijo:
Weavel dio unos pasos atrás y se llevó las manos a la herida fulminante, cayó de rodillas y finalmente colapsó bocabajo, quedando sin ningún signo vital. Sullust sacudió la sangre sintética que quedó en su hoja y se marchó para alcanzarnos a los demás. A buena hora se le ocurrió llegar, porque nosotros ya habíamos acabado, pudimos abatir a todos los soldados presentes en el puente de mando, pero pasa que no llegó para ayudar sino para advertirnos.
De los dos ascensores llegaron numerosos enemigos armados hasta los dientes, y en compañía de unidades autónomas como garrapatas y unos robots voladores llamados Jolly Roger, muy rápidos y con cañones del mismo tipo que la Mauler, pero frágiles, todavía más que las garrapatas. A día de hoy no sé cómo es que los cristales con vista a las estrellas no se rompieron con tantas balas de energía de por medio, sé que estaban hechos de un vidrio reforzado, pero me sigue sorprendiendo que fueran capaces de soportar tanto daño. Sullust recuperó su pistola, la recargó junto a la otra y abrió fuego, Voz Gris y lo demás aún tenían algunos orbes en su poder que le otorgaron munición a sus subfusiles Callisto, además otros más cayeron en combate. En mi caso mi Falcon 2 no era tan eficaz, tanto así que requería de dos balas en sus cabezas para dejarlos bien muertos, así que tomé una Callisto de uno de los Chozo muertos y usé el modo secundario perforador. Perdí la noción del tiempo, igualmente acabé con arañazos y con metralla metida en uno de mis costados ante tanta ráfaga expansiva, pero nada que pudiese ser atendido con un botiquín de primeros auxilios. También fuimos capaces de eliminar a todos los Zebesianos restantes que dieron sus vidas por tratar de retomar el puente, y con la nave ahora bajo nuestro poder, Sullust se dedicó a sacar información de ella. Le hice compañía mientras veía por una ventana hacia un planeta en la lejanía, un mundo mapeado por la Federación y que recibía el nombre clave de Tallon II, por ser el segundo mundo en órbita sobre su estrella llamada FS-176.
Voz Gris quedó a cargo del crucero de batalla junto a los Chozo restantes, en espera de refuerzos. Sullust y yo abordamos el transporte y nos dirigimos a ese árido planeta de dos lunas. ¿Qué fue lo que él encontró en esa consola además de la existencia de varios puestos de avanzada enemigos esparcidos por la galaxia? Me lo explicó en el camino. GAMEPLAY DE LA MISIÓN: Aquí |
Acto 8[]
Ruinas Zebesianas
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Sepulcro de Batalla |
En la Federación se conoce como Tallon II al segundo planeta que orbita alrededor de la estrella FS-176, pero entre los Chozo es conocido como Zebes, y de este nombre nace el gentilicio de nuestros enemigos: Zebesianos. Un planeta árido en su superficie debido a sus constantes lluvias ácidas, pero rico en vida en las cavernas inferiores; es además un mundo hostil debido a sus agresivas formas de vida tanto animales como vegetales, por lo que no es recomendable viajar solo y sí o sí debes ir bien armado. Y creo que es una redundancia lo que voy a decir, pero este planeta albergaba la base principal de los Zebesianos.
Justo como lo acabas de leer. El corazón de la religión Zebesiana estaba al alcance, y también era el lugar donde me iba a topar con su líder, pues Weavel jamás fue el cabecilla principal detrás de los ataques de esta raza extraterrestre; según los documentos en la nave, el verdadero líder no se separa nunca de Tourian, pues se trata de una poderosa IA que podía exceder al poder que poseen las Unidades Aurora, una IA al que ellos llamaban como Cerebro Madre, y que debía encontrar encerrada en una cápsula de contención al igual que las supercomputadoras de la Federación. Pensarás que bastaba con organizar una invasión conjunta entre los Chozo y la Federación contra el mítico planeta, o simplemente llamar a la flota Chozo, y no te culpo, pensé lo mismo, pero no era tan simple la cosa. Entre lo laberíntico y hostil del planeta, así como de las defensas enemigas, primero tuve que hacer un trabajo en las ruinas de Zebes. Pasa que Tourian y todas las ruinas iban protegidas por un escudo de defensa energizado por tres dispositivos en forma de pilar, todos esparcidos sobre las ruinas y que debía encontrar usando un rastreador térmico, y hecho esto colocar sobre ellos un explosivo plástico que los destruiría; con ese escudo activo no sería posible ubicar la posición exacta de Tourian para invadirlo. Sullust sobrevoló las ruinas y encontró una zona de aterrizaje donde posó la nave. Acabando de preparar lo que me iba a llevar, la escotilla inferior se abrió y me coloqué una mascarilla de oxígeno que solo cubría mi boca y nariz, sin preocuparme por la lluvia ácida ya que todavía no azotaba en la superficie.
Un mapa descargado de la nave de ataque me ayudó a explorar el área con relativa facilidad. Los primeros enemigos que me encontré fueron unos bichos con caparazón llenos de púas llamados Zoomers, inofensivos pero peligrosos al contacto y por ser portadores de enfermedades. El peligró aumentó al toparme con los Skrees, unos animales similares en comportamiento a los murciélagos, pero que se lanzan en picada contra cualquier cosa que consideren una amenaza y la empalan con sus poderosas mandíbulas frontales; maté a tres de esos con mi Falcon 2 cuando amenazaron con lanzarse, pero con los otros tres tuve que esquivar y dejarlos explotar en pedazos al estamparse contra el suelo.
Seguí explorando las imponentes ruinas de piedra y entonces me percaté de una cosa que hubiese llamado la atención de cualquiera: había alrededor varios jeroglíficos tallados en los muros, murales de hombres pájaro haciendo diferentes cosas en cada panel, estatuas de otros hombres pájaro, y recalco que los jeroglíficos que acabo de mencionar estaban escritos en idioma Chozo.
Pero por si las dudas usé el modo de rayos X avanzado que instalé previamente en mi lente, permitiéndome descubrir a un Zebesiano oculto detrás de un pilar que rápidamente se arrojó en mi contra con su guadaña láser. Me rozó el brazo y sangré un poco, pero mi reacción fue rápida y le metí tres tiros directo a la sien, suficiente para terminar con su vida. La cosa es que llegaron más desde la compuerta por la que iba a continuar, dos con Mauler y uno con una Destripadora, y el pilar que usé para ocultarme solo iba a resistir por algunos segundos antes de quedar completamente desecho ante tantos disparos de alta potencia. Por fortuna fui bien armada para la misión (lo cual me hizo sentir más pesada de lo normal) y llevé conmigo una Devastadora de dataDyne, y en cuanto tuve la oportunidad me asomé y les disparé una granada que los mató al instante y al mismo tiempo.
Avancé por un pasaje rodeado de estatuas y que terminaba en un cruce con un pilar puntiagudo al centro, de 5 metros de altura. Al verlo con mis rayos X descubrí que tenía firmas térmicas a diferencia de otros objetos de su misma naturaleza, y que la energía liberada iba ascendiendo hacia arriba, hacia el escudo de defensa activo.
Seguí caminando y volví a encontrarme con más enemigos, tanto silvestres como Zebesianos, que no hicieron otra cosa que atrasarme en mi empresa de terminar con todo esto. La Callisto me ayudó mucho con su modo secundario que daba propiedad penetrante a las balas, y eventualmente di con el segundo pilar ubicado detrás de un tipo de altar con forma de un Chozo sentado y viendo a la derecha; esta obra me recordó mucho al chac mool de la cultura maya. Tratando de no distraerme por los vestigios Chozo, el rastreador térmico me llevó al último pilar erigido adentro de un relicario en el que fui atacada por una especie de moscas gigantes alienígenas llamadas Reos, conocidas por atacar en grupos y gestarse en nidos creados en el interior de cualquier estructura firme. Por fortuna no me causaron ningún daño y tras acabar con ese grupo coloqué el último explosivo sobre el pilar, luego me alejé rápidamente para no seguir molestando a esos horribles bichos.
Los pilares de piedra fueron destruidos y las torretas de defensa, halladas a lo largo y ancho de las ruinas, se activaron al detectar que varias naves Chozo se adentraron en el planeta con el objetivo de dar un último y contundente golpe a sus enemigos. Primero fue el bombardeo que me obligó a esconderme en un rincón seguro hasta que los temblores y las explosiones cesaron, cosa que ocurrió en aproximadamente un minuto tras la caída de las bombas.
Llevaba una Destripadora en mano, pero al tenerlo a un par de metros frente a mí fue que decidió atacarme con el modo secundario de su arma, es decir con sus aspas afiladas en pleno giro pero sin disparar ni una sola bala. La zarandeó de un lado a otro, conmigo retrocediendo y doblando mi cuerpo para no ser alcanzada, pero igual llegó a hacerme daño justo sobre el pecho, causándome una cortada superficial y diagonal sobre mi pecho que provocó una hemorragia a presión (cuando la sangre parece polvo en lugar de un chorro líquido); grité de dolor, pero lo aguanté lo suficiente como para esquivar el siguiente golpe: un ataque directo que hubiese hecho trizas mis entrañas. Evitar esto fue muy clave, porque el torpe Zebesiano enterró su arma sobre un muro de roca y ya no la pudo desencajar, dándome completa libertad de matarlo a quemarropa con las balas de mi Falcon 2 sobre su cabeza. Cuando el pirata cayó muerto de espaldas, su peso ayudó a desencajar el arma, y me sirvió para lo que vino. Una unidad completa de Zebesianos me emboscó por atrás y tomé la Destripadora para acabar con ellos al mismo tiempo, pero no quedé exenta de dificultades. La Destripadora es sumamente difícil de controlar para alguien con una fuerza física como la mía o de cualquier persona corriente; debes ser un Zebesiano, un Chozo, un gorila, o cualquier cosa más fuerte que un humano. Cuando disparé esa arma sentí que por poco y perdía los brazos por el tremendo retroceso, igualmente llené media sala de agujeros, pero acabé matando a muchos de aquella unidad y el resto retrocedió por temor. Solo uno resultó con lesiones menores cuando el cargador de aquel cañón se vació, y consigo llevaba un arma que para entonces me era desconocida: una Slayer. Slayer. Un lanzacohetes de origen Zebesiano reconocible por su forma animal y por el sonido agudo que suena al abrir fuego. El modo primaro simplemente dispara la ojiva a la dirección apuntada. El modo secundario permite al operador poder controlar el proyectil de forma manual con los manubrios instalados en un costado del arma, y con ayuda de una microcámara ubicada en la punta hueca del misil. Los Zebesianos adoran usar el modo secundario, sienten una enorme satisfacción el ver cómo los objetivos huyen con miedo del misil que está por alcanzarlos. Y no supe de este modo secundario hasta que, luego de protegerme de una explosión segura, vi de reojo cómo el misil disparado en mi contra se desvió de forma anormal hasta volver a tenerme en la mira. Reaccioné disparando al misil cuya onda expansiva me empujó contra un muro y un poco de metralla me afectó en todo el tronco y muslos, y malherida traté de abatir al portador del lanzamisiles, pero alguien más, un Chozo, lo hizo por mí. Un pelotón de ellos llegó y me auxilio, e iban dirigidos por Sullust.
Era la primera vez que me vi envuelta en una batalla bélica, y sí, hice servicio en el ejército, pero nunca fui enviada a una zona de combate en disputa, hasta entonces. Acompañada de soldados que no eran de mi especie, unas aves gigantes de tecnología superavanzada para lo que conocemos dentro de la Federación, nos abrimos paso ferozmente ante las hordas Zebesianas, que empleaban cualquier táctica para resistir ante nuestro asalto, incluyendo la guerra de guerrillas. Desde posiciones altas nos emboscaron varias veces con ayuda de sus camuflajes, atacándonos con misiles o láseres de alto poder destructivo, y sus máquinas de guerra tampoco faltaron al evento. Afortunadamente los Chozo también tenían sus juguetes: máquinas esféricas que ruedan por el suelo y pueden ir a velocidades extremas, además de depositar pequeños explosivos a su paso; robots llamados Shirks y que tienen un ojo junto a un frente blindado cubierto de púas, y que solamente ataca embistiendo a sus objetivos con su mismo frente blindado con picos; robots voladores, con dos cañones y una antena disruptora de misiles, llamados Dragones que eran difíciles de golpear debido a su agilidad. En el cielo no fue la excepción, pues los interceptores Zebesianos Fang, cazas de aspecto alargado como una aguja y con una enorme turbina en el lado derecho, despegaron para derribar a cuanta nave Chozo fuera posible. Los Chozo enviaron a sus propios cazas que eran similares en colores a la Cazadora en la que Sullust llegó a la Tierra, pero en diseño radicaba la diferencia: un cuerpo central complementado con dos baterías de ataque, una en cada lado, capaces de arrojar misiles y disparar rayos. Por desgracia un Fang llegó a derribar a una Cazadora de ataque, y la nave Chozo se estrelló contra el puente, logrando destruirlo y además se llevó a varios soldados con ella. Solo logramos cruzar alrededor de 150 tropas incluyendo a Sullust.
Pero las cosas se complicaron al llegar al área abierta, un lugar cuadrado cubierto por un domo y lleno de estatuas de 10 metros, con una gran compuerta al otro lado que era donde nos esperaba el cerebro. Pero en ese lugar fuimos atacados cuando varias puertas secretas se abrieron sobre los muros de alrededor, y escuadrones de Zebesianos nos interceptaron.
Muchos de los nuestros no pudieron cubrirse a tiempo y cayeron muertos, pero los que seguimos de pie pudimos tomar posiciones y responder a la agresión. Los Zebesianos estaban dispuestos a morir con tal de proteger a su líder, y si bien logramos derrotar a la primera ola, era obvio que cada vez mas tropas enemigas llegarían en números mayores. Eso me obligó a tomar una decisión.
Tourian, el sepulcro sagrado de los Zebesianos, contrastaba mucho con el resto de las ruinas que estaban hechas de piedra. Tourian era totalmente metálico, con muchas tuberías y luces blancas por doquier, todo a techo cerrado y con un tamaño de 3.570 metros cuadrados, casi la mitad de una cancha de fútbol estándar. Y ahí estaba el ordenador biológico esperándome en el extremo contrario, un cerebro que me recordó al Cerebrum de la nave alímbica pero todavía más grande, casi del tamaño de una Unidad Aurora moderna solo que mucho más biológico, y con púas en todas partes. Encerrada en una cápsula, Cerebro Madre recibía energía de una serie de baterías ubicadas alrededor que recibían el nombre de Zebetite, y tales baterías eran la clave para su derrota. En cuanto puse un pie adentro, en el lóbulo frontal del cerebro se formó un ojo cuya pupila se estrechó al ver mi presencia, y a su vez noté cómo varios cañones alrededor de la sala se encendieron junto a otros focos que se iluminaron en naranja.
Aún tenía unas pocas granadas en la Devastadora que decidí usar contra las baterías. Disparé una contra la primera batería de cinco y la destruí, acción que hizo reaccionar a los sistemas de defensa alrededor; los Cañones de Tourian casi me fusilaron de no ser por mis rápidos reflejos, y tratando de protegerme también aposté por la ofensiva al tomar mi Callisto en modo secundario y disparar a esas torretas, llegando a destruir a tres de ellas. Entonces también entraron los focos naranjas en juego, y es que no eran focos en realidad, eran sistemas capaces de generar rayos anillos conocidos como Rinkas, que persiguen lenta pero incansablemente a su objetivo hasta que exploten sobre una superficie o alguien las destruya; pensarás que unos rayos tan lentos como eso no me supusieron un problema, pero te equivocas, porque no es así cuando hay muchas unidades de rayos anillo alrededor y disparando al mismo tiempo, sumado a las otras torretas que seguían activas. Mi Falcon 2 me sirvió contra los Rinkas, pero al probar con mi Callisto descubrí que las unidades anillo eran indestructibles, así que mejor me enfoqué en destruir el resto de las molestas torretas. La última torreta llegó a darme en la clavícula justo cuando le disparé para borrarla del mapa, el impacto me empujó hacia atrás y caí en el suelo adolorida, y nuevamente tuve que aguantarme el dolor cuando vi que los Rinkas venían hacia a mí, así que rodé hacia mi izquierda y algunos de esos anillos se estrellaron contra el suelo, siendo nada mas uno el que siguió persiguiéndome y al cual destruí con mi pistola.
Súbitamente los anillos dejaron de disparar por una razón, y es que se abrieron algunas compuertas pequeñas alrededor por donde llegaron Garrapatas Mecánicas para asistir al Cerebro Madre. Caminaron hacia mí al mismo tiempo que disparaban desde sus ojos, pero como siempre seguían siendo frágiles y me bastó con mi Falcon 2 para quitármelos de encima, con la consecuencia de que ya no me quedaban pocos cartuchos. Las escotillas se cerraron y las unidades anillo se reactivaron, más Rinkas pero ahora disparados en una sucesión más rápida amenazaron mi vida y mi provisión de municiones, así que para ahorrar opté por la agilidad. Rápida y cuidadosamente superé a los Rinkas y encontré un momento exacto donde conseguí destruir una cuarta batería, causando otro apagón en las unidades anillo. Me quedó claro que esas baterías también alimentaban a las armas de alrededor, y de alguna manera esa energía perdida debía ser compensada, por lo que el Cerebro Madre llamaba a varios enemigos para apoyarla momentáneamente. Pero esta vez fue el turno de las formas de vida autóctonas del planeta, siendo el turno de unas cosas de dos patas cubiertas de púas, una cabeza redonda, un ojo encima de otro ojo y colmillos en la parte de abajo, con cuerpos verdes y capaces de saltar alturas imposibles para un humano. Era un Baristute y ataca dando saltos para aplastar a sus víctimas tras caer sobre ellas violentamente, luego las devora con la boca inferior que tiene.
Pero no se detuvo, sino que de su boca me escupió una sustancia pegajosa que me empujó contra un pilar y me inmovilizó, un material elástico e irrompible si empleas tu fuerza física. Debía hacer algo o moriría con huesos rotos y siendo devorada, instante en el que me di cuenta que mi brazo derecho quedó libre y que podía alcanzar mi cuchillo de combate acoplado sobre mi hombro. Lo tomé y corté la saliva pegajosa capa por capa hasta que pude liberarme usando solo mi fuerza, justo a tiempo antes de que ese Baristute me diera una patada; rodé por el suelo, tomé mi Callisto NTG y maté a esa cosa saltona con cinco balas. Lo malo es que los cañones anillo regresaron a las andadas y ahora disparaban mucho más rápido, y la última batería de Zebetita ya iba echando chispas en señal de que estaba sobrecargándose al tener que mantener la energía de esas armas y de la cápsula del cerebro.
Al final tuve que gastar mucha munición de mi Callisto en su modo rápido de fuego para darme una oportunidad de abrirme paso, lo suficientemente amplio para evitar a los demás anillos naranjas y tener en la mira al último Zebetite. La última granada de mi Devastadora bastó para cortar el suministro de energía a todo lo ofensivo y defensivo en Tourian, especialmente la cápsula de contención del cerebro, que al disiparse derramó galones y galones de un líquido desconocido (pero inofensivo) sobre el suelo. Sin embargo la batalla no terminó, porque noté cómo unos pulsos de energía generados en toda su materia gris se centraron en el ojo, y mi intuición me dijo que iba a disparar algo; no me equivoqué, expulsó un rayo azul que no me dio porque pude moverme antes de que el Cerebro lo sacara de su ojo. Respondí con mi subfusil Chozo, y tal como anticipé toda la superficie cerebral del enemigo poseía blindaje natural, así que me oculté detrás de una gruesa tubería al visualizar otro estallido de su parte.
Rodé a un lado y presencié cómo el láser se movió bruscamente para hacer pedazos el tubo, lo cual liberó una nube de vapor. Afortunadamente, gracias a este peligroso ataque suyo, yo terminé siendo la vencedora. Y es que Cerebro Madre me perdió de vista al no encontrarme cortada en trozos en el suelo, y para cuando me encontró ya tenía yo su ojo en la mira. Ella iba a atacar nuevamente, pero yo fui más rápida. Diez balas penetrantes, solo diez de ellas atravesaron esa enorme córnea, el iris, la pupila y la esclerótica, y aún así sobrevivió, así que desenfundé mi Falcon 2 y vacié el resto de mis balas. El Cerebro Madre sufrió múltiples explosiones que expulsaron chorros de fluidos rojos, el ojo se retrajo y todo el lóbulo frontal colapsó. Cerebro Madre fue derrotada.
Con dificultad para caminar, tanto por la fatiga como por los movimientos del suelo, regresé al área abierta donde nos sorprendió el ejército secreto Zebesiano. Caminé entre cadáveres de ambas fuerzas, esquivando rocas y escombros que caían de cualquier lado, instante en el que un Zebesiano herido se apareció frente a mí. No tenía balas para enfrentarlo, creí que yo ya estaba perdida, pero entonces una porción del muro a nuestro lado colapsó y nos enterró. Un poco más tarde, Sullust regresó solo al área abierta para buscarme, siendo que mis coordenadas estaban registradas en su DRA.
Salí de esos escombros sin ayuda, pero sí que la necesité para ponerme de pie. Me apoyé en Sullust.
Y así fue como Zebes cayó y sus habitantes fueron derrotados finalmente. Los Chozo cantando victoria, el enemigo sin un líder y con sus fuerzas agotadas. Por fin se alcanzó la paz verdadera. ¿Pero esto ha acabado? Técnicamente sí, el enemigo principal ya no podía hacer nada más, pero aún quedaban cosas por hacer. dataDyne seguía siendo una amenaza a pesar de que ya no era ni la sombra de lo que fue. Quedaban asuntos pendientes con ellos por atender. NOTA: Me basé en dos misiones para esto. La misión final y el bonus llamado GUERRA! |
Bonus
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La salvación |
Me enteré hasta después que Adam y Anthony organizaron y movilizaron a muchas fuerzas de Atena de todo el mundo para un único fin: recuperar el cuartel general de la Astronáutica Atena. Ocurrió mientras viajaba de regreso a la Tierra desde Zebes, así que me perdí toda la diversión, pero igual es algo digno de contar. Se trató de un asalto por aire dirigido por Anthony. El plan era muy simple: abrirse paso a la vieja usanza aprovechando que dataDyne ya estaba muy debilitada y que el apoyo Zebesiano se retiró del complejo hacia la nave Colossus al finalizar la invasión. Previo al asalto, Adam, refugiado en la Villa donde previamente fue hecho rehén, se comunicó con Anthony.
Los transportes fueron armados con torretas antipersona a sabiendas de que las fuerzas de dataDyne se resistirían al intento de recuperación por parte nuestra. Y así fue, muchos se dirigieron a los hangares para arremeter contra las naves, sobre todo unidades con lanzamisiles, pero ellos fueron recibidos con una lluvia de balas. Lyle iba piloteando el transporte que cargaba con Anthony y otros tres agentes, y gracias a sus reflejos pudo maniobrar bruscamente con tal de evitar un cohete de un bazuquero enemigo, y Anthony abrió la escotilla lateral para asomarse y matar a esta persona con una de sus DY357. Le tomó tres tiros porque aquel soldado poseía un moderno escudo de energía.
Algunos transportes, incluyendo el de Lyle, se posaron sobre el suelo y los agentes salieron a combatir, pero otras naves solo bajaron un poco para que los agentes descendieran mediante cuerdas. Una pequeña parte de la fuerza de asalto se dirigió a los túneles de roca cercanos a los hangares, que era donde se daba mantenimiento a todo el recinto. Por suerte para ellos ya no había torretas automáticas defendiendo el perímetro al ver su munición agotada, tan solo permanecieron algunos soldados de choque de dataDyne que hicieron todo lo posible por no dejar avanzar a sus opuestos, pero ni armados con lo mejor de su tecnología lo impidieron.
Fue al llegar a los niveles superiores que todos se dieron cuenta que el cuartel se parecía poco a lo que solía ser antes del ataque. Los daños fueron más graves de lo que uno podía imaginar, no había luz eléctrica y dataDyne tuvo que depender de algunos generadores de emergencia que ellos mismos llevaron para abastecerse; los escombros seguían ahí, los cadáveres de ambos bandos producto de la batalla seguían ahí aunque embolsados y apilados ordenadamente en un rincón del complejo. Nuevamente todo el lugar volvió a llenarse de balas, y los hombres de Atena tuvieron que hacer frente también a un trío de robots G5 equipados con los nuevos escudos.
Una explosión es suficiente como para destruir el escudo del usuario y de paso herirlo. Cualquier arma de esta naturaleza es útil en estos casos, y vaya que sirvió en este asalto. Sin los robots G5, Anthony logró empujar y poner presión en toda la planta baja, obligando a muchos enemigos a retirarse a las oficinas y otros sectores. Aquí aprovechó el equipo Omega para subir al segundo piso, mientras que los otros equipos se enfocaron en la planta inferior siendo que tenía más lugares en donde montar un perímetro defensivo, pero enfocándonos principalmente en el equipo Alfa liderado por nuestro protagonista en esta ocasión, ellos continuaron hacia los dormitorios.
Una estructura cilíndrica de tres pisos más la planta baja, con muchas puertas alrededor en cada piso y hasta arriba un domo blindado que fue roto durante la invasión, pues las tropas enemigas descendieron desde allí; este era el área de dormitorios, todo empleado se dirigía aquí tras el fin de sus actividades diarias, y mi habitación se ubicaba en el tercer piso. Afortunadamente el enemigo no se adentró en ninguna habitación, ni en la mía ni en la de Anthony al considerarlas que de poco podían servir debido a sus tamaños reducidos, pero sí que montaron algunas torretas de doble cañón sobre unos tripodes, sin contar a los últimos remanentes que se resistieron.
Luego de una intensa batalla frente a un desmoralizado y decadente enemigo, Astronáutica Atena eliminó a los opositores y capturó a quienes siguieron con vida, mientras que de nuestro lado hubo bajas mínimas y algunos heridos. ¿Cómo fueron vencidos? Anthony colocó una bala en el cráneo de quien dirigía a las fuerzas de choque de dataDyne, pero no pudo haberlo logrado de no ser por su gente, que se encargó de destruir las otras torretas. Recuperaron nuestro hogar. NOTA: Esta misión no existe en el juego, me la inventé y fue el reemplazo para la misión de Maian S.O.S, que decidí no adaptar porque esa misión (y toda el Área 51) se me hace una fase muy pesada. Pero igual, la dejo aquí por si quieren verla, pues en esta misión se usa el tema de fondo que utilicé en este capítulo. Y como curiosidad, en Perfect Dark se planeó añadir una misión donde debías recuperar tu área de trabajo, pero la idea se eliminó. Sin embargo decidí recrearla, y he aquí. |
Bonus
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La sucesora |
La Fábrica "Felicity". Ubicada en la misma Tierra (en Arkangelsk), Felicity resultó ser el último bastión de dataDyne. ¿Y quieres saber algo antes de explicar su historia? Fue esa fábrica que se usó como base para realizar el desafío de simulación contra el simulante de nivel Dark, es decir el desafío que me permitió convertirme en la mejor agente de mi compañía y que conté al principio de todo esto. Antaño, muy antaño, solía ser una fábrica de armas químicas perteneciente a la Unión Soviética y que disfrazaron como una presa llamada Byelomorye, pero gracias a un ataque por parte de un par de agentes de la inteligencia británica, el MI6, la fábrica quedó en ruinas y sus operaciones saboteadas. El tiempo pasó y los restos de la fábrica cayeron en manos de dataDyne, la reconstruyeron empleando los planos originales y la convirtieron en una fábrica de robots para uso comercial e industrial. Igualmente fue aquí donde ubicamos a la nueva cabeza de la compañía tras la "desaparición" de la CEO original, Madeline Bergman, y era esta persona la que ordenó a los soldados que ocuparon nuestra agencia a mantenerse firmes. Esta vez el Ejército de la Federación se encargó de lanzar un ataque final, centrándose en la parte superior de la fábrica, es decir la presa y sus instalaciones, que era donde se aglomeraron un sinnúmero de hostiles y sus máquinas de combate. Los transportes Hygieia de la Federación llegaron y arrojaron misiles sobre puntos clave, como torres, cañones fijos, torretas; usaron los cañones de menor calibre para despejar espacios de infantería enemiga y permitir el avance de la infantería aliada, que descendió desde estos mismos transportes pero que también entró por la puerta principal. dataDyne se enfocó en destruir a esas naves de apoyo con sus lanzacohetes de propia fabricación, siendo que eran el mayor de sus problemas, y si bien ahuyentaron a la mayoría igualmente fueron capaces de derribar a dos de esas Hygieias. ¿Y dónde entraba yo, Samus Aran? Debía hacer lo mismo que hicieron los agentes del MI6 en aquella época remota, es decir infiltrarme en la fábrica y matar al sucesor de Bergman. ¿Y quién era el dichoso sucesor? Me lo dijeron mientras me arrastraba por unos conductos de ventilación, y de haber tenido una bebida en mano aquella revelación me hubiese hecho escupirla repentinamente.
Salí de los baños hacia el vestíbulo principal, bajé las escaleras y fui atacada por los guardias. No eran complicados de lidiar, pero en mi retaguardia y en mi vanguardia tenía muchos accesos por donde podían rodearme y ponerme en aprietos. Para solucionar esto dejé un arma PC que llevé conmigo colocado sobre un punto estratégico, de este modo fue matando y frenando a cualquier osado que quisiera perseguirme hacia mi siguiente destino. Maté a tres soldados más, crucé un cuarto de máquinas vigilada por una torreta que destruí, y más allá me esperó un pasillo con ventanas en ambos lados, por un lado siendo algunas oficinas y el otro el ala de mantenimiento, y al frente otra puerta que llevaba a otras zonas, especialmente a la zona de ensamblaje. Pero alguien me impedía el paso hacia aquel lugar, una mujer que simplemente se mantuvo de pie ahí y mirándome fijamente, una mujer que mide 1.50, tiene una larga cabellera rubia y un físico joven, como de unos 17 - 20 años, y vestía una bata de científico por encima de un atuendo casual de color rosa predominantemente.
Nuevamente Melissa caminó a paso veloz para seguir dándome una paliza, solo que esta vez tomé mi cuchillo de apoyo y se lo arrojé en el pecho, pero de poco sirvió porque no la frenó ni un poco y la hoja imbuida en veneno no le causó ningún efecto. No tuve otra opción que reincorporarme y enfrentarla mano a mano. Era como enfrentar al simulante Dark, su velocidad era superior a la mía al igual que su fuerza, cada puñetazo suyo rompía el concreto de los muros y formaba fisuras de gran envergadura en los cristales blindados, así que un golpe por parte de ella pudo haberse traducido en mi final. Yo, en cambio, no le hacía nada a pesar de enfocarme en sus supuestos puntos débiles como las juntas de sus extremidades, todo lo contrario, mis nudillos se entumecieron y las manos comenzaron a sangrarme, al igual que mi nariz y otras heridas que se me abrieron con tantos impactos indirectos, como al empujarme contra superficies o estrellarme contra objetos. En toda la movida acabamos en el cuarto de máquinas de antes.
El cuchillo no conducía electricidad y eso me salvó de lo que hice a continuación: electrocuté a Melissa con el cable al meterlo en su boca, 12 mil voltios en un instante y por los siguientes segundos. Me separé de ella siendo que Melissa ya no tenía manera de sacarse el cable. Sus gritos de ahogados de agonía fueron espantosos, su tejido orgánico y partes mecánicas se achicharraron al cabo de poco, y finalmente todo su cuerpo ardió en llamas pero sin colapsar sobre el suelo
Y así es como termina esta historia. Este bonus también lo inventé y solo lo escribí como excusa para meter la última música del juego. Espero que les haya gustado esta adaptación. Mi próximo fanfic volverá a ser una obra original, que llegará más tarde que temprano porque me dedicaré a hacer otras cosas que dejé pendientes. |